Israel admite el tráfico de órganos palestinos
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Los militares de Israel confirmaron a un programa del Canal 2 (de Israel, obviamente; no el de México, donde es impensable algo similar mientras Enrique Krauze Kleinbort funja, de su propia confesión, como su Torquemada censurador) que su "práctica (sic) había tenido lugar (…) de manera informal (¡súper-sic!) y sin permiso de los familiares", y juraron que su actividad (sic) concluyó hace una década.
Un niño palestino camina frente a su casa, dañada durante el ataque israelí de tres semanas el año pasado, en Beit Lahiya, en el norte de la franja de Gaza. Le asiste toda la razón a Debka, presunto portal del Mossad (servicios de espionaje israelí), que sentencia que Israel fue el gran perdedor en el Medio Oriente en el año 2009 (Debka Net Weekly, No. 426, 18/12/09): una empinada (sic) declinación en la cotización (sic) militar, diplomática y regional de Israel.
Agregaríamos que el declive de su imagen fue en todo el mundo, si tomamos en cuenta el lacerante Reporte Goldstone de la ONU sobre el infanticidio palestino en Gaza que, a nuestro juicio, marca el barómetro de los derechos humanos y la bioética del siglo XXI.
Tampoco se puede soslayar que, desde el punto de vista geopolítico, Israel sufrió dos severas derrotas diplomáticas en Turquía (ver Radar Geopolítico, Contralínea, 1/11/09) y Brasil (la recepción de Lula al presidente Ahmadinejad y su apuntalamiento al programa nuclear pacífico persa).
Cabe señalar que el gobierno filosionista de Calderón se abstuvo de votar a favor -como si el infanticidio fuese negociable- del demoledor reporte Goldstone.
Algo telúrico ha de estar ocurriendo subterráneamente en las relaciones de Gran Bretaña con Israel y cuyo epifenómeno se trasluce en una serie de eventos y revelaciones desgarradoras, que van desde el esclavismo atávico de los banqueros Rothschild -presuntos controladores de sionismo financiero global, que incluye a George Soros, formulador del gobierno mundial (ver Bajo la Lupa, 8/7/09; 1 y 4/11/09)-, pasando por la espectacular orden de aprensión girada por un juez británico a la anterior canciller Tzipi Livni (hoy líder del partido Kadima de oposición) por los crímenes de guerra israelíes en Gaza (Haaretz, 14/12/09), hasta la publicación, en el periódico británico The Guardian (21/12/09), muy cercano al premier Gordon Brown, de la confesión por Israel de su tráfico de órganos palestinos (del que ya habíamos alertado: ¿Israel está detrás del tráfico global de riñones?; Bajo la Lupa, 23/8/09).
Cabe destacar que Livni, ex agente del Mossad, es un caramelo comparada con su sucesor, Avigdor Lieberman, quien desea(ba) la solución final de lanzar bombas nucleares (¡extra-súper-sic!) para exterminar a los palestinos de Gaza y concluir favorable y rápidamente la guerra, al estilo de Estados Unidos con Japón (Mondoweiss, 13/1/09; ¡existe ya casi un millón de citas en Google al respecto!).
Ian Black, editor de asuntos mediorientales en The Guardian, expone que Israel admitió que sus patólogos cosecharon (¡súper-sic!) órganos de palestinos muertos (sic) sin el consentimiento de sus familias. ¡Qué feo!
El galeno (sic) Yehuda Hiss, anterior director del Instituto Forense Abu Kabir, cerca de Tel Aviv, admitió su execrable culpabilidad como consecuencia de "un pleito feroz (sic) provocado por la publicación de un periódico sueco (nota: Aftonbladet, el de mayor circulación) de que Israel estaba asesinando palestinos para usar (sic) sus órganos, acusación que Israel negó (¡súper-sic!) y calificó de antisemita (sic)" y libelo sanguinario.
Ian Black considera que el documental televisivo (donde extrañamente aparece el Instituto Forense Leopold Greenberg en lugar del de Abu Kabir) probablemente (sic) generará enojo en los mundos árabe e islámico (nota: y en todo el mundo civilizado que se entere) y reforzará los estereotipos siniestros (sic) de Israel y su actitud con los palestinos.
Por lo pronto, Press TV de Irán ha difundido la macabra historia y ha coincidido con sus competidoras, las televisoras árabes de Al Jazeera y Al Arabya, las cuales la han reproducido ampliamente. No es para menos.
Los militares de Israel confirmaron a un programa del Canal 2 (de Israel, obviamente; no el de México, donde es impensable algo similar mientras Enrique Krauze Kleinbort funja, de su propia confesión, como su Torquemada censurador) que su "práctica (sic) había tenido lugar (…) de manera informal (¡súper-sic!) y sin permiso de los familiares", y juraron que su actividad (sic) concluyó hace una década.
Nancy Sheppard-Hughes, profesora de antropología de la Universidad de California en Berkeley, quien reveló la confesión del galeno israelí Yehuda Hiss, destaca el profundo simbolismo de despellejar (súper-sic) a la población considerada enemiga.
La estrujante revelación de Nancy Sheppard-Hughes concede razón al periódico sueco Aftonbladet y a su reportero Donald Bostrom, el exhumador del tráfico de órganos palestinos por Israel, quien comentó a la televisora Al Jazeera (21/12/09) que funcionarios de la ONU lo alertaron sobre la desaparición de jóvenes palestinos, quienes reaparecían en sus aldeas con una autopsia, contra la voluntad de sus familiares.
Cabe señalar que Yehuda Hiss fue removido de la dirección (¿Misión cumplida?) pero sigue laborando como jefe de patología en el instituto forense (¡ni mandado a hacer!).
¿No amerita Yehuda Hiss, émulo del galeno alemán Josef Mengele en Auschwitz-Birkenau, un juicio en la Corte Penal Internacional?
Ian Black atenúa la culpabilidad israelí al pretender que no existe evidencia (sic) de que Israel asesinó palestinos para quitarles sus órganos (nota: el alegato del periódico sueco denostado por el gobierno de Bibi Netanyahu, lo cual desembocó en una crisis con Suecia que defendió la libertad de expresión de su rotativo muy irritador) y concluye con la autoexculpación del Ministerio (sic) de Salud israelí de que desde hace 10 años el instituto forense trabaja de acuerdo con la ética y las leyes judías, ya que antes no existían guías claras (sic). ¡Cómo no!
Sin desparpajarse, el Ministerio (sic) de Salud israelí consideró que se trataba de un viejo tema. ¿Qué tan viejo?
¿Pueden surgir evidencias del despellejamiento palestino, cuando ni siquiera existe una investigación que imperativamente debe ser internacional?
¿Se puede deslindar el despellejamiento palestino del tráfico de riñones trasnacional: una práctica y/o actividad muy lucrativa de cierto tipo de rabinos ultraortodoxos de Brooklyn, aliados de Avigdor Lieberman, tan proclive a la exterminación nuclear de los palestinos de Gaza?
Al Arabya (20/12/09) fue mucho más feroz que The Guardian: un video israelí confirmó las acusaciones de que Tel Aviv estaba robando ilegalmente (sic) órganos de los cadáveres palestinos y justificó la práctica (sic) en nombre de la investigación científica y el progreso médico. Los órganos ajenos fueron donados sin permiso familiar al hospital Hashomer y al Centro Médico Hadassah, de Jerusalén. Sin comentarios.
Los derrelictos palestinos han sido despojados por los israelíes no solamente de su país, sus tierras y su derecho a (sobre)vivir, sino hasta de sus órganos vitales, además de sus pieles, huesos largos (sic), córneas y válvulas cardiacas con fines experimentales.
Desde 1986 (toda una generación) fue creado un banco (sic) de piel en Israel, cuyos tejidos, provenientes del despellejamiento palestino, fueron dados a los soldados israelíes que sufrieron quemaduras de guerra. ¡Ni lo agradecen!A los supervivientes palestinos parece solamente quedarles la protesta eterna.
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