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martes, 12 de noviembre de 2013

Pesimismo: ver siempre el lado oscuro de la vida

Schopenhauer. Foto enviada por el autor“A mi todo me sale mal”, “Nada de lo que planifico se me da”, “Tengo que darme un despojo porque la mala suerte me persigue”. Estas son frases que uno escucha con frecuencia, por lo regular en las mismas personas, tal parece que pasaron su período embrionario y fetal en “el útero del pesimismo”.

Pienso ahora en la fábula recreada en el capítulo de Neurosis Depresiva, del Tratado de Psiquiatría de Freedman, Kaplan y Sadock: “Buenos días, si es que se puede decir que sean buenos, cosa que dudo”. Eeyore, el gran burro gris, decía esto a sus amigos en la tierra de Winniethe-Pooh. Cualidades como las de Eeyore, de las que su forma de saludar es una manifestación pesimista, constituyen un factor negativo para alcanzar triunfos y vivir con alegría.

El pesimismo, el ver el lado oscuro de la vida, la expectativa de que las cosas cambiarán para peor, la falta de satisfacción con uno mismo, la falta de autoconfianza y de confianza en los otros, cierta tendencia a sentirse herido con facilidad, propensión a la tristeza y la soledad, cierto grado de irritabilidad crónica y una sutil pasividad, todas estas son características o rasgos de la personalidad de los pesimistas.

Desde el punto de vista filosófico el pesimismo es un paradigma que consiste en atribuir al mundo, o a todo lo creado, la mayor imperfección posible. Sostiene el predominio absoluto en la existencia humana del mal sobre el bien. Su principal representante es Arthur Schopenhauer, que dicta como norma moral la compasión universal.

Desde la psicología y la psiquiatría el pesimismo es la propensión a apreciar el lado negativo de las cosas, o a juzgarlas en su aspecto menos favorable, es una dimensión de la personalidad que, si no se manifiesta de forma excesiva, da un toque de realismo al comportamiento de los individuos y alimenta esfuerzos más enérgicos para evitar fracasos.

El término proviene del latín pessimum, que significa lo peor. Es, como ya expliqué, un estado de ánimo y una doctrina filosófica. Esta doctrina postula que vivimos en el peor de los mundos posibles, un mundo donde el dolor es perpetuo y nuestro destino es tratar de obtener lo que nunca tendremos (Schopenhauer). El pesimismo niega el progreso de la civilización y de la naturaleza humana. Desde el punto de vista psicológico, constituye uno de los rasgos o síntomas más señalados de la depresión.

Se atribuye la creación del término al poeta Coleridge, como postura opuesta al concepto filosófico de optimismo a la manera de Leibniz; aunque en realidad el término procede de Voltaire, quien atacó el optimismo de Leibniz.

Ya Plutarco, tomándola de Aristóteles, se había referido a la famosa leyenda del Sileno, quien declara:

Una vida vivida en el desconocimiento de los propios males es la menos penosa. Es imposible para los hombres que les suceda la mejor de las cosas, ni que puedan compartir la naturaleza de lo que es mejor. Por esto es lo mejor, para todos los hombres y mujeres, no nacer; y lo segundo después de esto -la primera cosa que pueden conseguir los hombres- es, una vez nacidos, morir tan rápido como se pueda.

Verdaderamente pesimista. ¿No te parece?

Vaso con agua. Imagen enviada por el autorCreo que a todos nos resulta familiar la prueba del vaso. Ahí está el vaso.

¿Está medio vacío o medio lleno? ¿Cómo lo ves tú?

Esta es una pregunta que suele hacerse para determinar si una persona posee actitud pesimista u optimista. Se dice que el que responda que el vaso está medio vacío es una persona pesimista, si por el contrario responde que está medio lleno es entonces una persona optimista. Aclaro que esta no constituye una prueba definitiva, puede constituir, simplemente, una aproximación. La respuesta en ocasiones es circunstancial a lo que esté viviendo la persona.

Vuelvo al punto de vista psicológico, el pesimismo es una disposición anímica o un estado de ánimo en virtud de los cuales el sujeto percibe, bajo la razón del mal, todos los fenómenos que le rodean. Dentro de la psicología y más en concreto dentro de la psiquiatría, reitero que el pesimismo es una de las manifestaciones o síntomas más habituales de la enfermedad depresiva.

He mencionado las características que conforman el pesimismo y se sabe que todas estas son también características de la enfermedad depresiva en sí misma, y si conforman rasgos de la personalidad de un ser humano determinan en él una persistente visión negativa del mundo y una respuesta habitual a la vida en consonancia con esa visión, que aparece a la luz como los rasgos de un carácter depresivo.

No se puede decir, sin embargo, que una persona con una personalidad depresiva desarrolle siempre una depresión en términos de enfermedad; sí se puede decir que la depresión clínica se halla regularmente asociada con una personalidad depresiva. La depresión no respeta personas o personalidades.

Estudios recientes confirman que el pesimismo está relacionado con un peor estado de salud física, pues conduce a la aparición y perduración de estados emocionales negativos considerados de riesgo para el empeoramiento del estado de salud del enfermo.

Por otra parte, en una serie de investigaciones realizadas en pacientes con diagnóstico de cáncer se ha observado que los sujetos pesimistas muestran un mayor número de estrategias de afrontamiento pasivo, tales como la negación de la situación y la evitación, así como una mayor manifestación de afectividad negativa: ansiedad, desesperanza, indefensión y depresión.

El pesimismo puede ser vencido por el optimismo, existen diversas maneras de conseguirlo. ¿Pesimista u optimista? Son opciones, elecciones que están en tus manos.

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