Las mujeres y el amanecer del Islam
El Corán describe a las hijas como una bendición y un símbolo de la confianza de Dios
12/10/2008 - Autor: Dex A. Eastman - Fuente: Revista Amanecer
El amanecer del Islam cambió la percepción de los derechos de las mujeres, les dio la voz para pedir lo que legítimamente les correspondía y les dotó de unas libertades sin precedentes.
La historia está llena de ejemplos de cómo las mujeres eran tratadas como ciudadanos de segunda y privadas incluso de los derechos más básicos. Hace varios siglos en sociedades como Egipto, Roma y Grecia, que estaban consideradas como las más ilustradas de su época, las mujeres dependían para cualquier cosa de la voluntad de los hombres.
Los antiguos filósofos griegos creían que las mujeres poseían fuertes emociones pero una mente débil y tenían que ser protegidas de sí mismas. Las mujeres eran clasificadas como esposas o concubinas. Las primeras tenían que producir los herederos legítimos, mientras que las últimas eran poco más que instrumentos de placer y de diversión para los hombres.
En la antigua Roma se creía que las mujeres eran sólo un poco más inteligentes que los niños. No tenían derecho a la herencia ni a la propiedad. Una esposa era propiedad de su marido y era adquirida para su beneficio. Los padres o esposos tenían el derecho de vender a su hija o esposa a quien quisieran. Las mujeres eran tratadas como objetos y eran heredadas por el hijo mayor.
Tras la muerte del marido en el antiguo Egipto todas sus pertenencias, que incluían a su esposa o esposas, eran sepultadas en su tumba. La mujer era enterrada para que el hombre se beneficiara de un ser delicado y tierno en el Más Allá.
En las escrituras hindúes, una “buena” mujer era descrita como un ser “cuya mente, habla y cuerpo se mantenían en un estado de sumisión”, es decir débil e incapacitada. La práctica del Sati, por la cual una mujer se inmolaba en la misma pila funeraria que el cuerpo de su marido fue una de las características de la antigua cultura hindú. Aunque esta práctica era teóricamente voluntaria, muchos registros históricos indican que las mujeres eran obligadas a morir en la pira. En 1987 todavía se produjo el caso de un Sati forzado en el estado indio de Rajasthan.
En Gran Bretaña el derecho de una mujer casada a la propiedad no fue reconocido hasta finales del s. XIX. Incluso ahora en algunos países árabes, no se le ha concedido aún el derecho del voto.
El amanecer del Islam
El Profeta Muhammad (PB) consideraba el nacimiento de una niña como una bendición de Dios y un signo de divina atención a los parientes de la recién nacida. El Profeta besaba la mano de su hija y la describió como un don de Dios. Él dijo que el amor paternal, especialmente a las hijas, era un medio de obtener la cercanía a Dios.
El Corán describe a las hijas como una bendición y un símbolo de la confianza de Dios. Los padres tienen un deber de cuidar este signo de confianza que han recibido y la felicidad de los niños ha sido incluso mencionada como una de las condiciones para entrar en el Paraíso. Además, según el Islam, el mirar al rostro de la madre es considerado un perdón para los pecados.
En vista del hecho de que existen muchas diferencias entre hombres y mujeres, el Corán declara que la piedad es el único criterio de superioridad, y no el género.
Una de las primeras leyes aprobadas en apoyo a las mujeres por el Islam fue la prohibición de los enterramientos de niñas vivas, que era común en algunas regiones de la Arabia preislámica. Esta práctica fue condenada como ilícita e inmoral. Las nuevas leyes prohibían la comisión de abusos contra las mujeres, que había sido una característica de culturas anteriores.
El derecho a la educación no es igual incluso en muchas sociedades actuales, pero según el Islam los hombres y mujeres tienen el mismo derecho a ser educados. La hija del Profeta, bajo la guía de su padre y la de su esposo, no solo se convirtió en una persona de conocimiento, sino también en una educadora de otras mujeres. Sus enseñanzas son usadas todavía y estudiadas por los eruditos del Islam.
La idea de que todo lo que una mujer posee es propiedad de su marido ha sido común a lo largo de la historia. La propiedad es un derecho que fue negado a las mujeres en muchas culturas. En el Islam, sin embargo, las mujeres son independientes en la utilización de sus propios bienes y sus maridos no tienen derecho a inmiscuirse en ellos. Jadiya era una de las mujeres más ricas de Arabia cuando el Profeta (PB) se casó con ella. Como su esposa, ella puso voluntariamente su riqueza a disposición del Profeta para ser utilizada en la vía del Islam.
El Islam obliga a un marido a proporcionar al menos todo lo que su esposa tenía en la casa de su padre. Según el Islam, una mujer no puede ser obligada a trabajar en la casa de su marido y puede pedir incluso dinero a cambio de las tareas que realiza.
El Islam establece también que los hombres y las mujeres no son diferentes en lo que respecta al trabajo. Las mujeres deben llevar a cabo actividades sociales y son libres de escoger su profesión.
En el Islam, las mujeres tienen el derecho a escoger a su propio esposo y los padres sólo pueden dar consejos con respecto a la elección del marido. La ley islámica desaprueba completamente los matrimonios concertados. El Profeta (PB) anuló los matrimonios que habían sido impuestos a las mujeres sin su consentimiento y aprobación.
El Islam señala que una estrecha relación entre un marido y una esposa donde los dos son iguales en su atención el uno hacia el otro es importante para garantizar la fuerza de la familia. Según el Islam, una vida mejor y más sana depende de que las relaciones sean conducidas de esta manera.
La contribución a las decisiones sociales importantes, como por ejemplo el votar, es también uno de los primeros derechos que el Islam dio a hombres y mujeres. Se anima a todos los musulmanes a que participen en esta importante obligación social.
La verdad de los puntos de vista del Islam sobre las mujeres ha sido, sin embargo, tergiversada por gobiernos, corporaciones e individuos de todo el mundo. Esto puede ser debido a la ignorancia o a la falta de entendimiento o, en el peor de los casos, a un intento deliberado de falsear las enseñanzas del Islam. Para algunos, la ignorancia se ha convertido en la mejor herramienta para el control de masas y una falta de información juega a favor de aquellos que buscan contrarrestar la creciente popularidad de la religión.
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