Vida del Profeta Hud (Eber) -P-
“Dios Todopoderoso, no crea a ningún creyente a menos que a su par coloque a un enemigo que lo hastíe”
28/11/2013 - Autor: Saiied Naimatul.lah Musawi Yazairi - Fuente: Colectivo Islámico de Chile
Dios, Exaltado sea, en el su Sagrado Libro dice:
“Y a los aditas enviamos a su hermano Hûd. Dijo: “¡Pueblo! ¡Servid a Al.lah! No tenéis más Dios que a Él. ¿No os guardaréis entonces del mal?” (7:65).
Cuando dice aditas, se refiere a ‘Âd Ibn ‘Aûas Ibn Iram Ibn Sâm Ibn Nûh, y Hûd (P) mantiene un lazo de parentesco con el Profeta Noé (P) ya que él es Hûd Ibn Shâlij Ibn Arfajshad Ibn Nûh (es decir, bisnieto de Noé –P-).
También está registrado que su ascendencia es de la siguiente forma: Hûd Ibn ‘Abdul.lah Ibn Riâh Ibn Hulût Ibn ‘Âd Ibn ‘Ulûs Ibn Âdam Ibn Sâm (Sem) Ibn Nûh.138 Después del fallecimiento del Profeta Noé (P), Dios, colocó sobre la tierra al pueblo ‘Âd, y los acogió. “…y os hizo corpulentos…” (7:69).
En numerosas narraciones está registrado que los hombres del pueblo ‘Âd eran hombres de muy alta estatura. El Imâm Bâqir (P) respecto al pueblo de ‘Âd manifiesta: “Los hombres del pueblo de ‘Âd, contaban con elevada altura y vigorosos cuerpos, al grado que con sus propias manos partían las piedras de las montañas. Ellos eran idólatras y fue por ello que Hûd (P) les dijo: “Disputaréis conmigo sobre los nombres que habéis puesto vosotros…” (7:71). Algunos adoraban la lluvia, ya que ésta regaba sus tierras y otros adoraba la tierra, ya que de ésta les daba el sustento, adoraban a otro ídolo porque decían que curaba sus enfermedades, y a otro porque los acompañaba en los viajes. Y todos ellos fueron destruidos por la Ira de Dios, mediante un huracán. El pueblo de ‘Âd, culpó a Hûd (P) por lo sucedido diciendo que había sufrido un trastorno cerebral. Otra de las malas costumbres que tenían, era que edificaban sus casas en lugares altos para que al cruzar los transeúntes se mofaran de ellos; y algunos en la interpretación de la aleya “¿Construís en cada colina un monumento para divertíos…?” (26:28) argumentan: el pueblo de Hûd (P) construía altas torres para que desde su altura divisar los baños, y ellos desatendían aquello que Hûd (P) les aconsejaba, hasta el día en que Dios les suspendió la lluvia. Después de mucho tiempo, apareció una negra nube sobre la ciudad. Los pobladores de ‘Âd se dieron la buena nueva de que pronto llovería: “…dijeron: Es una nube que nos trae la lluvia” (46:24); pero Hûd (P) les argumentó: “Este es el castigo de Dios, el cual buscábais”. Entonces comenzó a soplar fuertemente el viento y todo quedó destruido. Hûd (P) y sus seguidores, que se encontraban en un establo, quedaron a salvo del castigo de Dios. El huracán, al igual que una plaga de langostas, entre el cielo y la tierra, atacaba de un lado y a otro. Ese frío viento y sin intervalo, golpeó la ciudad de ‘Âd durante siete noches y ocho días. –Wahab dice: Esos días que van acompañados de intenso frío, los árabes lo llaman Aîâm ul ‘Ayûz, ya que es conocido que en esos días una anciana se sumó a un grupo y después de su adición, comenzó a golpear un fuerte viento que destruyó a ese clan. Para el octavo día, la anciana había fallecido. i.
En el Tafsîr de ‘Alî Ibn Ibrahîm está registrado: La región de ‘Âd, se encontraba en una meseta, sus habitantes se dedicaban a labrar la tierra y contaban con numerosas palmeras de las cuales obtenían grandes intereses. Ellos tenían fuertes cuerpos y larga vida. Dios envió a Hûd (P) para que los dirigiese, pero el pueblo de ‘Âd se dedicó a molestarlo y disgustarlo. Dios, por su parte, suspendió para estos la lluvia durante siete años. Hûd (P) se dedicaba a trabajar la tierra y su esposa carecía de la vista de un ojo. Un grupo de los que habían sido presa de la carestía, que andaban en busca de Hûd (P), llegaron a su casa y solicitaron a su esposa que pidiese a Hûd (P) que rogase por ellos. Su esposa respondió: “Si sus ruegos fuesen aceptados, en estos momentos él mismo no andaría necesitado de una gota de agua para regar su tierra”. Ellos fueron a donde se encontraba Hûd (P) y le pidieron que invocase por ellos. Entonces Hûd (P) levantó sus manos al cielo y después de implorar les dijo: “Regresen a vuestras tierras, ya que la lluvia, bendición de Dios, ha comenzado a caer”.
Luego este grupo, preguntó a Hûd (P) respecto a la apariencia de su esposa, Hûd (P) en respuesta a su admiración contestó: “Yo siempre pido a Dios por que le otorgue una larga vida, ya que Dios Todopoderoso, no crea a ningún creyente a menos que a su par coloque a un enemigo que lo hastíe, y esta mujer es como mi enemigo; y es mejor que el enemigo sea uno que está bajo nuestro dominio que estar nosotros bajo el dominio de nuestro enemigo”. Hûd (P), continuó aconsejándolos y suplicando por el derecho de su pueblo al grado que las tierras de estos volvieron a enverdecer. “…y, ¡pueblo!, ¡pedid perdón a vuestro Señor y, luego, volveos a Él! Enviará sobre vosotros del cielo una lluvia abundante y os fortalecerá. ¡No volváis la espalda como pecadores!” Dijeron: “¡Hûd! ¡No nos has traído ninguna prueba clara! ¡No vamos a dejar a nuestros dioses porque tú lo digas! ¡No tenemos fe en ti!” (11:52-53). Cuando el pueblo de ‘Âd se negó a aceptarlo como enviado, Dios les mandó un fuerte y frío viento. “Los aditas desmintieron y ¡cuáles no fueron Mi castigo y Mis advertencias! En un día nefasto e interminable enviamos contra ellos un viento glacial” (54:18-19).
Así también en otro versículo del Sagrado Corán respecto al castigo del pueblo de ‘Âd encontramos: “Los aditas fueron aniquilados por un viento glacial, impetuoso, que desencadenó contra ellos para devastarlo todo durante siete noches y ocho días” (69:6-7).
El Imâm Bâqir (P) expresó: El viento glacial, es ese viento estéril (improductivo) que sale de la séptima capa de la tierra. Ese viento, que es una muestra de la Ira de Dios, no sopló nunca para nadie, más que para el pueblo de ‘Âd. Dios, Exaltado sea, ordenó a los encargados del viento que extrajesen a éste de su lugar natural, entonces el viento comenzó a bramar igual que una vaca salvaje en los oídos de los custodios. Luego se quejaron ante Dios por la inmensa fuerza de éste y señalaron: “Posiblemente este pavoroso huracán mate a aquellos que no han cometido pecado alguno y termine también con muchos pueblos.” Dios, por su parte, ordenó al Arcángel Gabriel que con sus alas dirigiese el huracán hacia el pueblo de ‘Âd. ii.
Este mismo Imâm dijo: “Los vientos son de cinco diferentes maneras. Uno de estos es conocido como ‘aqîm (que significa estéril). ¡Nos refugiamos en Dios de su maldad!” iii.
El Mensajero de Dios (BPD) aseguró: “Cada viento sopla con una velocidad determinada, a excepción del huracán que golpeó al pueblo adita, que salió de la capa terrestre de incalculables agujeros del tamaño de la punta de una aguja, y aniquiló a este pueblo. iv.
Así también el Imâm Bâqir (P) expuso: Dios, Exaltado sea, tiene un fuerte ejército que se compone de diferentes vientos, y por medio de éstos castiga a los pecadores. Igualmente cada viento tiene un dirigente que por acatar sus órdenes, el viento al igual que un león salvaje, vuelve limitado al mundo para cualquiera. Cada viento tiene su nombre, al igual que el viento sarsar que fue el que golpeó al pueblo adita. "En un día nefasto e interminable enviamos contra ellos un viento glacial" (sarsar). (54:19). Así también en esta aleya se hace mención de un viento aqîm: "…un viento que encierra un castigo doloroso". (46:24) Y en la siguiente aleya señala a un fuerte viento acompañado de fuego: "…y que un torbellino de fuego cayera sobre el jardín…" (2:266).
En la obra Ihtiyây está registrada una narración respecto a ‘Alî Ibn Îaqtaîn que dice: “Abu Ya‘far Dûâniqî ordenó a Îaqtaîn que cavase un pozo en el castillo de Al ‘Ibâdî. Antes del término de la obra, Abu Ya’far falleció y Mahdî continuó su trabajo. Él estaba dispuesto a invertir todos los tesoros públicos en esta obra. Îaqtaîn, acompañado de su hermano Abu Mûsâ, continuaron la excavación del pozo hasta que se toparon con una cavidad de la cual salía un viento helado. Abu Mûsâ ordenó que ensancharan más el orificio y que construyeran una tapadera para éste. Entonces envió a dos hombres para que entrasen por la abertura y en caso de que encontrasen algo como señal tirasen de la cuerda; estos dos bajaron y después de un tiempo, tiraron de la cuerda. Inmediatamente los ayudaron a salir del pozo y aquello que habían observado, lo narraron de la siguiente forma: “Vimos hombres y mujeres, casas, trastes y muchas cosas muy valiosas, todas estas fosilizadas. Inclusive los hombres y mujeres, todavía vestían ropas, unos sentados y otros recostados. Cuando los tocamos, sus vestidos se pulverizaron en el aire. Vimos ahí algunas casas que todavía estaban de pie”. –Mahdî escribió una carta al séptimo de los Impecables, Mûsâ Ibn Ya‘far, Imâm Kâzhim (P) que se encontraba en Medina, relatando lo ocurrido. Cuando el Imâm (P) leyó el contenido de la carta, lloró fuertemente y en respuesta dijo: “El grupo que habéis observado, son los restos del pueblo adita, que sus casas fueron hundidas en la arena por orden de Dios, y ellos son el pueblo conocido como ahqâf o el pueblo de la arena”. v.
* * *
Extraído de: Historia de la Vida de los Profetas
Versión resumida de Qisasul – Anbiia
Fundación Imam Ali
Sección Española, - Beirut
Autor: Saiied Naimatul.lah Musawi Yazairi
Traducido por: Martha Golzar y
Rahmatul.lah Golzar
i139 Bihâr, t.11, p.346 y 349.
ii140 Tafsîr Qumî, t. 1, p. 329.
iii141 Min la Îhdhar, t.1, p.245.
iv142 Min la Îhdhar, t.1, p. 344.
v143 Ihtiyây, p. 388.
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