Israel sigue movilizando a sus lobbies en EE.UU.
Israel y sus numerosos aliados
en EE.UU. tratarán de sabotear una solución pacífica con Irán
Norman Solomon y Abba Solomon
Common Dreams
Traducido para Rebelíón por Germán Leyens
Más que nunca, Israel está aislado de la opinión mundial y de la fangosa entidad conocida como “la comunidad internacional”. El gobierno israelí insiste en condenar el acuerdo nuclear con Irán, que según cualquier estándar racional es un paso positivo que aleja la amenaza de una guerra catastrófica.
En el corto plazo, las reacciones beligerantes del primer ministro Benjamin Netanyahu tendrán un efecto negativo en la mayor parte de los medios estadounidenses. Pero Netanyahu y las fuerzas que representa solo han comenzado a luchar. Quieren la guerra con Irán, y están determinadas a usar su fuerza política que se ha extendido ampliamente por todo el establishment de Washington.
Aunque es poco probable que esa fuerza pueda desbaratar el acuerdo inicial por seis meses alcanzado con Irán el fin de semana, ya comienzan a emprender esfuerzos para dañar y destruir las negociaciones más adelante. En el Congreso los ataques más intensos provienen de los republicanos, y algunos destacados demócratas también han disparado contra el acuerdo alcanzado en Ginebra.
Un temor generalizado es que se podría establecer algún precedente político, reduciendo el apalancamiento “pro Israel” sobre las decisiones del gobierno de EE.UU. Ese miedo es inherente en las reacciones negativas de Netanyahu (“un error histórico”), legisladores republicanos como el presidente del Comité de Inteligencia de la Cámara de Representantes Mike Rogers (“un permiso para continuar el enriquecimiento”), el senador Saxby Chambliss (“los hemos dejado salir de la trampa”), legisladores demócratas como el presidente del Comité de Relaciones Exteriores del Senado Robert Menendez (“este acuerdo no redujo proporcionalmente el programa nuclear de Irán”) y el senador Charles Schumer (“no parece ser proporcional”).
Netanyahu y muchos otros israelíes –así como el poderoso grupo de lobby estadounidense AIPAC y muchos con similares puntos de vista en los medios y la política de EE.UU.– temen que la capacidad israelí de influenciar a los responsables políticos en Washington ha comenzado a disminuir. “Nuestra tarea es ser los que advierten” dijo el poderoso ministro de finanzas de Israel, Yair Lapid, a la Radio del Ejército Israelí el domingo. “Tenemos que hacer que los estadounidenses nos escuchen como nos han escuchado en el pasado”.
Es seguro que durante este invierno y primavera, el gobierno israelí y sus aliados bombardearán a los medios y campos políticos de EE.UU. con intensas andanadas de mensajes. “Israel suplementará su diplomacia pública y privada con otros instrumentos”, informó el New York Times el lunes desde Jerusalén. “Varios funcionarios y analistas locales dijeron que Israel daría rienda suelta a su industria de la inteligencia para destacar anticipadas violaciones del acuerdo interino”. Traducción: Israel hará todo lo posible por entorpecer la próxima etapa de negociaciones e impedir una solución pacífica de la disputa por el programa nuclear de Irán.
Mirando hacia el futuro, como un asunto político práctico, ¿puede el gobierno de EE.UU. implementar un importante cambio de política en Medio Oriente sin contar por lo menos con una aceptación a regañadientes del gobierno israelí? Semejantes preguntas apuntan al corazón de la ocupación israelí que ahora está en su 47º año.
Israel sigue construyendo colonias judías ilegales en Cisjordania; la supresión de los derechos humanos básicos del pueblo palestino continúa cada día en gran escala en Cisjordania y Gaza. No existe ninguna razón para esperar otra cosa a menos que el principal patrón político, militar y económico de Israel, EE.UU., se imponga y se niegue a respaldar esas políticas reprensibles. Pueden terminar solo cuando la “relación especial” entre EE.UU. e Israel sea menos especial, ajustándose a un solo estándar para los derechos humanos y contra la agresión militar.
Semejantes propuestas son aborrecibles para los que están inmersos en la noción de que EE.UU. debe servir como un facilitador fiable de las políticas de Israel. Pero en todo caso en el cual esas políticas son erróneas, el gobierno de EE.UU. debe dejar de facilitarlas.
Los antiguos obstáculos para poner fin a una situación semejante son un poco menos importantes hoy en día, pero siguen siendo inmensos. No menos que antes, como dijo William Faulkner: “El pasado no está muerto. De hecho ni siquiera es pasado”. Esta certeza se aplica a la historia de ganar y mantener un inequívoco apoyo estadounidense para Israel.
Actuales grupos estadounidenses de alto impacto como es AIPAC (que se autocalifica de “Lobby pro Israel de EE.UU.”), Cristianos Unidos por Israel (“la mayor organización pro Israel en EE.UU., con más de un millón de miembros”, según el Jerusalem Post) y otras agrupaciones semejantes, se han basado en 65 años de amplia y exitosa propugnación de Israel en EE.UU.
Parte del fundamento de su trabajo era la premisa de mutualidad y compatibilidad de los intereses israelíes y estadounidenses. Hasta el fin de la Guerra Fría, el discurso de rutina mostraba la ayuda a Israel como una manera de obstruir el poder soviético en la región. Especialmente desde el 11-S, el apoyo de EE.UU. a Israel ha sido considerado equivalente con el apoyo a un precioso baluarte contra el terrorismo.
Desde la exitosa campaña de 1947 para presionar por la aprobación de la Asamblea General de la ONU para la partición de Palestina, dirigentes israelíes se han coordinado estrechamente con organizaciones judías estadounidenses. Representantes del gobierno israelí se reúnen regularmente con altos funcionarios de los grupos judíos estadounidenses para transmitir lo que Israel quiere e identificar los funcionarios estadounidenses clave que manejan los temas relevantes. Esos contactos han incluido discusiones sobre imágenes de Israel a fin de promoverlas para el público estadounidenses, con frases familiares para nosotros, como es “hacer florecer el desierto” y “puesto avanzado de la democracia”.
Como es consciente todo miembro del Congreso, las donaciones para campañas electorales y la manipulación de los medios siguen nutriendo a funcionarios públicos cooperativos y solidarios con Israel. Para los raros burócratas y candidatos que se destacan por ser poco cooperativos e insuficientemente solidarios, se ha aplicado un remedio efectivo: detener las donaciones para las campañas electorales, apoyar a sus oponentes y lanzar el vilipendio en los medios. Esos antídotos políticos han demostrado su efectividad – sirviendo, al hacerlo, como advertencias para políticos que podrían ser tentados a desviarse demasiado.
La corriente dominante del Comité Judío Estadounidense decidió en 1953 que para su propugnación de Israel: “en el mayor grado, debiera utilizarse como portavoces a organizaciones no judías y no sectarias”. Un enfoque estratégico semejante ha dado frutos para el proyecto general de propugnación de Israel en EE.UU. Ha demostrado su valor con el pasar de los años y por su madurez, la amplia distribución de mensajes a través de organizaciones de la mayoría de los matices políticos, y la práctica de contactar casi todos los medios de un cierto tamaño.
Este año, los dirigentes israelíes han intensificado su espeluznante presentación de Irán como el próximo Tercer Reich genocida, e Israel como el protector ausente de judíos durante el Holocausto. Para algunos, el tema es emocionalmente poderoso. Pero no hay que permitir que impida una solución diplomática de la disputa nuclear con Irán.
Desde ahora hasta el próximo verano, la lucha contra las conversaciones con Irán será feroz y nefasta. Todas las señales apuntan a determinados esfuerzos de Israel –y sus numerosos aliados en EE.UU.– por destruir las perspectivas para una solución pacífica.
Norman Solomon es co-fundador de RootsAction.org y director fundador del Institute for Public Accuracy. Sus libros incluyen War Made Easy: How Presidents and Pundits Keep Spinning Us to Death y K.
Abba A. Solomon es autor de The Speech, and Its Context: Jacob Blaustein’s Speech ‘The Meaning of Palestine Partition to American Jews. Given to the Baltimore Chapter American Jewish Committee, February 15, 1948.
Fuente original: http://www.commondreams.org/view/2013/11/25-0
Norman Solomon y Abba Solomon
Common Dreams
Traducido para Rebelíón por Germán Leyens
Más que nunca, Israel está aislado de la opinión mundial y de la fangosa entidad conocida como “la comunidad internacional”. El gobierno israelí insiste en condenar el acuerdo nuclear con Irán, que según cualquier estándar racional es un paso positivo que aleja la amenaza de una guerra catastrófica.
En el corto plazo, las reacciones beligerantes del primer ministro Benjamin Netanyahu tendrán un efecto negativo en la mayor parte de los medios estadounidenses. Pero Netanyahu y las fuerzas que representa solo han comenzado a luchar. Quieren la guerra con Irán, y están determinadas a usar su fuerza política que se ha extendido ampliamente por todo el establishment de Washington.
Aunque es poco probable que esa fuerza pueda desbaratar el acuerdo inicial por seis meses alcanzado con Irán el fin de semana, ya comienzan a emprender esfuerzos para dañar y destruir las negociaciones más adelante. En el Congreso los ataques más intensos provienen de los republicanos, y algunos destacados demócratas también han disparado contra el acuerdo alcanzado en Ginebra.
Un temor generalizado es que se podría establecer algún precedente político, reduciendo el apalancamiento “pro Israel” sobre las decisiones del gobierno de EE.UU. Ese miedo es inherente en las reacciones negativas de Netanyahu (“un error histórico”), legisladores republicanos como el presidente del Comité de Inteligencia de la Cámara de Representantes Mike Rogers (“un permiso para continuar el enriquecimiento”), el senador Saxby Chambliss (“los hemos dejado salir de la trampa”), legisladores demócratas como el presidente del Comité de Relaciones Exteriores del Senado Robert Menendez (“este acuerdo no redujo proporcionalmente el programa nuclear de Irán”) y el senador Charles Schumer (“no parece ser proporcional”).
Netanyahu y muchos otros israelíes –así como el poderoso grupo de lobby estadounidense AIPAC y muchos con similares puntos de vista en los medios y la política de EE.UU.– temen que la capacidad israelí de influenciar a los responsables políticos en Washington ha comenzado a disminuir. “Nuestra tarea es ser los que advierten” dijo el poderoso ministro de finanzas de Israel, Yair Lapid, a la Radio del Ejército Israelí el domingo. “Tenemos que hacer que los estadounidenses nos escuchen como nos han escuchado en el pasado”.
Es seguro que durante este invierno y primavera, el gobierno israelí y sus aliados bombardearán a los medios y campos políticos de EE.UU. con intensas andanadas de mensajes. “Israel suplementará su diplomacia pública y privada con otros instrumentos”, informó el New York Times el lunes desde Jerusalén. “Varios funcionarios y analistas locales dijeron que Israel daría rienda suelta a su industria de la inteligencia para destacar anticipadas violaciones del acuerdo interino”. Traducción: Israel hará todo lo posible por entorpecer la próxima etapa de negociaciones e impedir una solución pacífica de la disputa por el programa nuclear de Irán.
Mirando hacia el futuro, como un asunto político práctico, ¿puede el gobierno de EE.UU. implementar un importante cambio de política en Medio Oriente sin contar por lo menos con una aceptación a regañadientes del gobierno israelí? Semejantes preguntas apuntan al corazón de la ocupación israelí que ahora está en su 47º año.
Israel sigue construyendo colonias judías ilegales en Cisjordania; la supresión de los derechos humanos básicos del pueblo palestino continúa cada día en gran escala en Cisjordania y Gaza. No existe ninguna razón para esperar otra cosa a menos que el principal patrón político, militar y económico de Israel, EE.UU., se imponga y se niegue a respaldar esas políticas reprensibles. Pueden terminar solo cuando la “relación especial” entre EE.UU. e Israel sea menos especial, ajustándose a un solo estándar para los derechos humanos y contra la agresión militar.
Semejantes propuestas son aborrecibles para los que están inmersos en la noción de que EE.UU. debe servir como un facilitador fiable de las políticas de Israel. Pero en todo caso en el cual esas políticas son erróneas, el gobierno de EE.UU. debe dejar de facilitarlas.
Los antiguos obstáculos para poner fin a una situación semejante son un poco menos importantes hoy en día, pero siguen siendo inmensos. No menos que antes, como dijo William Faulkner: “El pasado no está muerto. De hecho ni siquiera es pasado”. Esta certeza se aplica a la historia de ganar y mantener un inequívoco apoyo estadounidense para Israel.
Actuales grupos estadounidenses de alto impacto como es AIPAC (que se autocalifica de “Lobby pro Israel de EE.UU.”), Cristianos Unidos por Israel (“la mayor organización pro Israel en EE.UU., con más de un millón de miembros”, según el Jerusalem Post) y otras agrupaciones semejantes, se han basado en 65 años de amplia y exitosa propugnación de Israel en EE.UU.
Parte del fundamento de su trabajo era la premisa de mutualidad y compatibilidad de los intereses israelíes y estadounidenses. Hasta el fin de la Guerra Fría, el discurso de rutina mostraba la ayuda a Israel como una manera de obstruir el poder soviético en la región. Especialmente desde el 11-S, el apoyo de EE.UU. a Israel ha sido considerado equivalente con el apoyo a un precioso baluarte contra el terrorismo.
Desde la exitosa campaña de 1947 para presionar por la aprobación de la Asamblea General de la ONU para la partición de Palestina, dirigentes israelíes se han coordinado estrechamente con organizaciones judías estadounidenses. Representantes del gobierno israelí se reúnen regularmente con altos funcionarios de los grupos judíos estadounidenses para transmitir lo que Israel quiere e identificar los funcionarios estadounidenses clave que manejan los temas relevantes. Esos contactos han incluido discusiones sobre imágenes de Israel a fin de promoverlas para el público estadounidenses, con frases familiares para nosotros, como es “hacer florecer el desierto” y “puesto avanzado de la democracia”.
Como es consciente todo miembro del Congreso, las donaciones para campañas electorales y la manipulación de los medios siguen nutriendo a funcionarios públicos cooperativos y solidarios con Israel. Para los raros burócratas y candidatos que se destacan por ser poco cooperativos e insuficientemente solidarios, se ha aplicado un remedio efectivo: detener las donaciones para las campañas electorales, apoyar a sus oponentes y lanzar el vilipendio en los medios. Esos antídotos políticos han demostrado su efectividad – sirviendo, al hacerlo, como advertencias para políticos que podrían ser tentados a desviarse demasiado.
La corriente dominante del Comité Judío Estadounidense decidió en 1953 que para su propugnación de Israel: “en el mayor grado, debiera utilizarse como portavoces a organizaciones no judías y no sectarias”. Un enfoque estratégico semejante ha dado frutos para el proyecto general de propugnación de Israel en EE.UU. Ha demostrado su valor con el pasar de los años y por su madurez, la amplia distribución de mensajes a través de organizaciones de la mayoría de los matices políticos, y la práctica de contactar casi todos los medios de un cierto tamaño.
Este año, los dirigentes israelíes han intensificado su espeluznante presentación de Irán como el próximo Tercer Reich genocida, e Israel como el protector ausente de judíos durante el Holocausto. Para algunos, el tema es emocionalmente poderoso. Pero no hay que permitir que impida una solución diplomática de la disputa nuclear con Irán.
Desde ahora hasta el próximo verano, la lucha contra las conversaciones con Irán será feroz y nefasta. Todas las señales apuntan a determinados esfuerzos de Israel –y sus numerosos aliados en EE.UU.– por destruir las perspectivas para una solución pacífica.
Norman Solomon es co-fundador de RootsAction.org y director fundador del Institute for Public Accuracy. Sus libros incluyen War Made Easy: How Presidents and Pundits Keep Spinning Us to Death y K.
Abba A. Solomon es autor de The Speech, and Its Context: Jacob Blaustein’s Speech ‘The Meaning of Palestine Partition to American Jews. Given to the Baltimore Chapter American Jewish Committee, February 15, 1948.
Fuente original: http://www.commondreams.org/view/2013/11/25-0
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