Exhortaciones de Al Yilani (II)
Recopilación y traducción por Abderrahmán Muhámmad Maanán
15/12/2000 - Autor: Al Yilani - Fuente: Verde Islam 15
Exhortación 4
Cuando una calamidad se abate sobre alguien, lo primero que hace es buscar auxilio en sí mismo. Si no logra librarse con sus fuerzas de la desgracia que ha caído sobre él busca entonces la ayuda de las criaturas. Acude a los sultanes, a los funcionarios, a los médicos, a los consejeros... En tercer lugar, si no encuentra consuelo y remedio en nadie, entonces es cuando dirige la mirada hacia su Creador y lo invoca pidiendo alivio. Si encuentra en sí mismo la solución, no acude a las criaturas. Si no la encuentra en sí mismo y le sirve la ayuda de las criaturas, no recuerda a Allah. Pero si se ve obligado en última instancia, eleva su voz pidiendo a su Señor Verdadero que lo auxilie y los saque de apuros.
Pero lo mejor para él es no encontrar tampoco la ayuda de Allah. Entonces se postra abandonado por todos y descubre su precariedad y su insuficiencia entre sus movimientos regidos por el temor y la esperanza.
Allah no responde con lo que verdaderamente Él es hasta que el ser humano no desespera completamente. Es entonces cuando el ser humano se convierte en un espacio vacío que pide a Allah ser colmado con la Verdad.
Es entonces cuando Allah lo sumerge en el universo del poder y actúa en él con su acción. El individuo desaparece aniquilado al morir su mundo de causas y efectos. Y a partir de entonces sólo distingue la acción una de Allah: ya no hay calamidades en su universo, sino el fluir del movimiento de Allah. Ese hombre se ha transformado en algo sutil, en puro espíritu contemplador: tan sólo ve la acción verdadera, sin juicios de valor, y descubre que sólo Allah es agente, que nada es movido o calmado más que por Allah. Para él dejan de existir el bien y el mal, el daño y el beneficio, la abundancia y la escasez, la vida y la muerte, ... para él ya no hay orgullo ni humillación. Se entrega al Destino como un niño a quien lo amamanta. Ha dejado de esperar de sí mismo y de los demás: se ha ausentado en la contemplación del devenir. Ya no ve más que la acción del Uno. No oye ni comprende lo que se le dice: hasta él sólo llega el sonido de su Señor. Y cuando ve, cuando oye, cuando comprende, su ojo tiene otra forma de ver, su oído otra forma de oír y su entendimiento tiene otra forma de comprender.
Si encuentras alguna vez a alguien que responda a esta descripción, acompáñalo. En su compañía se borrarán tus tribulaciones porque matará tus temores y tus esperanzas. Escucha sus palabras hasta encontrar la calma.
Lánzate al conocimiento verdadero de Allah, confía en Él y Él te guiará por sus caminos. Asómate al universo de su poder y sumérgete en la sabiduría que todo trastorna, y después Di: “Al-hámdu lillâhi rábbi l-alamîn”.
Exhortación 5
El mundo es sabiduría y acción; la trascendencia es poder. El mundo ha sido erigido sobre el saber, mientras que la trascendencia tiene su cimiento en la fuerza.
En la casa del conocimiento no dejes de actuar; y no seas incapaz ni impotente en la casa de la energía. En la casa de la sabiduría obra según la ciencia y olvida el destino y todo lo que se relacione con él. Y en el mundo de la trascendencia, entrégate sin reparos a tu Destino, abandónate a tu Señor. Que en el mundo de tu acción no te justifique el destino: esa es la excusa del perezoso. Y no trasciendas con prejuicios: ese es el estigma del ignorante. Sé en cada casa según su exigencia y no seas de los que no saben. En tu mundo, sé rey y sultán; en el Mundo de Allah, sé lo que eres en realidad, sé según tu propia verdad.
No encuentre tu corazón sosiego en el mundo, ni en lo que te ofrece: la calma no es el signo de los fenómenos. Si te dejas conducir por el mundo como un muerto, no encontrarás nada. Toma del mundo tu parte, pero entrega tu corazón a la Verdad de lo creado. Aquiétate tan sólo ante las puertas de Allah, y espera a que sus embajadores griten el “adhán” que anuncie tu momento, aquél en el que puedas acceder a la Presencia del Uno, del Señor de los mundos; entonces, aguza el oído de tu corazón, pues en un momento se te revelará el secreto, y desde tu corazón pacificarás todos tus esfuerzos, y harás descansar a tu cuerpo fatigado. Que tu descanso no sea muerte, sino el haber alcanzado el significado de las cosas: que tu corazón esté siempre a solas con tu Señor y no irrumpan en tu soledad ni tus riquezas ni tus hijos.
Llegará hasta ti un momento en el que para tu corazón la creación aún no haya sido creada, y entonces dejarás de contemplarlo todo como algo añadido a la realidad del Uno, como si tu Señor no hubiera creado nada fuera de Él, integrado todo en su Unidad Verdadera. Será el instante de tu dicha, aquél en el que todo es reunido: contémplalo entonces con Su Ojo, y óyelo con Su Oído, que sólo Él actúe. Sé como las ramas de un árbol, Él es tu tronco; o como una hoja, Él es tu rama. Entonces no sabrás nada, ni oirás nada; Él te habrá plegado. Sólo Él sabrá, verá y oirá. Y cuando Él quiera, volverá a desplegarte.
El Qáwm, los selectos de entre los musulmanes, son guardianes de corazones y secretos: están siempre atentos al Verdadero obrando para Él. ¿Y tú pretendes formar parte de su número? Nada sabes del Qáwm, nada sabes de las ciencias del Núcleo, nada sabes de los susurros de la Intimidad. Pronto habrás de morir, ¡tras la muerte te vendrá el arrepentimiento! La elocuencia de las lenguas te ha hechizado, pero tú eres mudo. Elocuencia es la del corazón: llora por ti mismo mil veces antes de hacerlo una sola vez por alguna otra cosa. Tu corazón está muerto: No verías al Qáwm ni aunque lo tuvieras delante de ti; sin saberlo has vuelto la espalda a los Awliyá, has cubierto tu mirada con un espeso velo. El sabio estaba mudo y Allah le dio la palabra: con ella Allah cura corazones; si no fuera así, ojalá volviera a enmudecer.
Os invito a la muerte roja, a la que sigue a la batalla sangrienta. Os invito a la muerte de los que se combaten a sí mismos hasta causarse la muerte. Ese es al Yihad: si no morís de vuestra muerte ¿Cómo podréis estar vivos alguna vez? Morid de vosotros, morid de vuestro mundo, abandonadlo todo sin dejar nada, forjáos en la lucha verdadera del que busca al Verdadero, haced ese sangriento recorrido y no desesperéis. Allah mismo cambia continuamente: “Cada instante, Él está en un asunto distinto”. Invocadle con vuestros corazones poderosos, no con las lenguas.
Exhortación 6
Ocupa tu tiempo en corregirte a ti mismo, entretén tu mente en mejorarte a cada momento. Déjate ya de tanto decir y de tanto opinar. Tu agonía por conquistar el mundo no hace sino consumirte. Muhámmad, salla Allahu alaihi wa sallam, decía: “Vaciáos de las tribulaciones del mundo en la medida de vuestras posibilidades”.
Eres ignorante: no sabes lo que es el mundo. Si lo supieras dejarías de perderte a ti mismo intentando apoderarte de él. Observa bien: cuando alguien alcanza lo que el mundo le ofrece, el afán por retenerlo se convierte en avidez que lo abrasa por dentro. Y cuando el mundo le vuelve la espalda, lo verás con el corazón afligido. Desazón o tristeza, eso es lo que el mundo propone. Si conocieras a Allah, ese conocimiento te serviría de medida exacta para valorar la realidad de las cosas. Pero no tienes medida porque eres ignorante: desconoces por completo a Allah y nada sabes de sus profetas ni de sus gentes verdaderas.
¡Ay de ti! ¿Es que de nada te sirve el saber lo que ha sido de las generaciones pasadas? Escúchame: líbrate del mundo, huye de él para que no te posea, y después déjate a ti mismo atrás y avanza en solitario hacia la puerta de Allah. Si te deshaces de ti mismo te habrás librado de lo que no es Allah, de todo lo que es ficticio. Todo lo que no es verdadero bebe su apariencia de realidad en las aspiraciones y las locuras del ego.
Es tu ego el que continuamente te engaña, tu nafs es el que te pierde en las tinieblas de lo irreal. Te hace creer en lo que no es real, y te desvía de lo que es auténtico. Te hace perder tu tiempo y tu vida en lo ilusorio, te va quemando con sus falsas esperanzas y con sus ambiciones mediocres.
Déjate a ti mismo atrás y avanza sólo en la búsqueda de tu Señor, del principio imperativo que, dentro de ti mismo, te da vida y te agita. Entrégate por completo a Él que es lo Único Verdadero y te librarás de temores y de sombras, de fantasmas y vanidades.
Sea Allah tu aspiración, sea Él la causa de tu lucha y la meta de tu esfuerzo. Combatir por Allah, ése es el buen camino, el sendero recto y el sentido juicioso que debes seguir. Abandona tus quejas, tus preocupaciones, tus intereses, y busca primero lo real. Es con lo real con lo que todo resplandecerá ante ti, y tendrás entonces criterio y medida, serás entonces sabio y estarás lleno de luz.
La Gente de Allah no tiene voluntad junto a su Señor. Son los que han abandonado toda elección. Se han entregado por completo a lo Único Verdadero y ya nada puede engañarles. Sólo atienden a Allah, sólo beben de su Realidad: ¿Cómo podrían ser esclavizados? ¿Qué los ataría? Son libres y sus corazones abarcan al universo entero. Lo tienen todo, ¿Qué otra cosa podrían ambicionar? ¿Qué meta les queda por alcanzar?
Si quieres ser uno de ellos, conforma tus actos, tus palabras, tu voluntad, al Querer de Allah, cálmate ante Él, déjate llevar por el Secreto de la vida y de la existencia. O ¿Es que no confías en el que te ha creado, el que te mantiene, Aquél junto al que volverás algún día? ¿Es que Allah ha defraudado al Universo? ¿Puedes desconfiar de Aquél que sostiene al cosmos entero? Di mejor que temes a la pobreza y al infortunio. Pero, ¿Quién eres? ¿Qué es lo que posees?
Estás vivo, pero realmente estás muerto: no ves nada ni oyes nada. Es como si no existieras. Tu corazón está agitado, tu mente está enloquecida en un vértigo que de nada te aprovecha. Si al menos tuvieras un instante de calma en el que recapacitaras te darías cuenta de tu precariedad y entonces volverías tus ojos hacia quien te ha creado, y tendrías entonces un momento iluminado. Pero te sientes seguro tras tus muros y parece como si hubieras olvidado que finalmente serán derribados.
Sé inteligente: no pidas nada al mundo. El mundo es sordo y ciego. Ni te oye ni te ve. Emprende un viaje hacia la autenticidad. Para emprenderlo despójate antes de todo lo falso, de tus quimeras, de todos los engaños, y sean tus provisiones las verdades de los profetas. Que las contrariedades y los obstáculos no empequeñezcan tu resolución.
Rasulullah, salla Allahu ‘alaihi wa sallam, ha dicho: “Allah jamás castiga a quien lo ama, pero puede ser que lo temple en su amor y lo ponga a prueba con aquello cuyo fruto final le conviene y es bueno para él, bien sea en su vida primera, ya sea en la Vida junto a Allah. Y así lo verás complacido en la prueba a la que se le somete, mostrándose paciente, sin lanzar acusaciones contra su Señor, sabiendo que está siendo depurado, que su corazón está siendo limpiado para su Señor, todo su anhelo y toda su esperanza, llegando a olvidar el sufrimiento que padece”.
Vosotros, que estáis ocupados únicamente en lo más pasajero del mundo, que no tenéis más preocupación que vuestra subsistencia, dejad de hablar de estos estados elevados y estas experiencias únicas: son vuestras lenguas las que hablan, no vuestros corazones. Vosotros continuamente estáis haciendo reproches a vuestro Señor, a su Palabra, a sus profetas y a su Gente verdadera que son sus califas y herederos: no pretendáis ser entonces amantes. Estáis siempre disputando con Allah, con su Poder, con lo que ha decidido su Voluntad inquebrantable, no siendo capaces de someteros y entregaros tal cual hace el amante ante el querer de su amado. Son suficientes para vosotros los regalos que os hace la creación y apartáis la vista y detestáis sus verdaderos favores y sus obsequios, con los que Allah os hace crecer y madurar en el amor. No tenéis palabras que Allah desee escuchar, ni tampoco que sean agradables a los oídos de los verdaderos amantes, los esclavos sinceros de Allah.
Y así será hasta que no retornéis definitivamente a Allah, hasta que no volváis vuestros rostros, vuestra vida y vuestra existencia hacia Allah, y seáis sinceros y firmes en vuestro retorno, adaptándoos a su Voluntad, complaciéndoos en su Deseo, alegrándoos en su Querer, satisfaciéndoos en su Decisión, sometiéndoos a su Poder, tanto en lo que os resulte agradable como en lo que sea contrario a vuestras inclinaciones, en lo que os parezca ligero y en lo que os sea pesado, cuando os eleve y cuando os humille, cuando os enriquezca y cuando os empobrezca en vuestra salud y cuando os pruebe con la enfermedad, en lo que os resulte amable y en aquello que detestéis.
Gentes, seguid a la Verdad y seréis seguidos por los hombres, servid y seréis servidos, seguid aquello que el Destino ha prescrito para vosotros y seréis seguidos por el Destino, servid al Destino y el Destino os servirá, humillaos ante el Destino y el Destino se humillará ante vosotros. ¿No habéis oído: “Como retribuyas serás retribuido; como seáis, se os impondrá”?.
Vuestras acciones son vuestros obreros, vuestros actos trabajan para vosotros según vuestra intención. Allah no es injusto con los hombres, da mucho por poco; al sano no le llama corrupto ni al sincero le llama mentiroso.
Ghulam, has de saber que si te pones al servicio del Verdadero, serás servido, que si te detienes junto a Él, todo se detendrá junto a ti. Sirve al Verdadero y abandona el Servicio a los poderosos, que ni pueden dañarte ni beneficiarte. ¿Qué pueden ofrecerte? ¿Pueden darte lo que la Voluntad de Allah no ha determinado para ti? ¿Pueden evitarte lo que Allah haya sentenciado contra ti? Nada pueden verdaderamente, nada te viene de ellos.
Si dices que pueden beneficiarte en algo o perjudicarte es que estás ciego, no has comprendido nada del Arte de la Unidad, no eres musulmán, eres káfir. ¿Es que no sabes que no hay quien dé ni quien impida, quien dañe ni quien beneficie, ni primero ni último, que no sea Allah, el Uno? Si respondes “yo sé eso”, te diré: ¿Cómo puedes saber eso y poner por delante a otro que no sea Allah?
¡Ay de ti! ¿Cómo puede lo superficial corromper lo que de profundo hay en ti? ¿Cómo puede confundirte lo que ves y no dejarte ver lo real? ¿Cómo puedes echar a perder la obediencia que debes a tu Señor obedeciendo a tu miedo, tu inclinación, tu Shaytán, y a los hombres? ¿Cómo puedes echar a perder tu atención quejándote ante otro que no sea Él? ¿No sabes que Allah preserva a los cautos y les da la victoria? ¿No sabes que los envuelve en su amor, les enseña y les da ciencia? ¿No ves que se deja reconocer por ellos haciéndolos libres de toda dependencia y sufrimiento? ¿No sabes que mira en sus corazones y los provee por donde no esperan ser proveídos?
Allah ha dicho en alguno de sus libros: “Sé respetuoso ante Mí como lo eres ante el vecino en el que reconoces sabiduría y bondad”. Y Rasulullah, salla Allahu ‘alaihi wa sallam, ha dicho: “Cuando el hombre cierra las puertas de su casa, corre las cortinas y se oculta de todas las miradas, y entonces se dedica secretamente a todo lo que desagrada a Allah, Allah le dice: ‘Hijo de Adán, ¿soy acaso Yo para ti menos que los ojos de tus vecinos’.”
El verdaderamente Inmenso se situó sobre el trono y abarcó bajo su dominio todo lo creado; su Ciencia alcanza a todas las realidades. Y su Acción crea y recrea cada uno de nuestros movimientos, instantes y espacios. Siete signos en el Corán tienen este significado, y no puedo borrarlos para satisfacer tu ignorancia y tu rudeza. A cada momento, tu soberbia y tu arrogancia me los recuerda. Intentas asustarme con tu espada, más no tengo miedo; intentas sobornarme con tu riqueza, más no soy ambicioso.
Sólo a Allah temo: desde que soy consciente de su Grandeza no me conformo con menos que Él. En Él he depositado todas mis esperanzas y anhelos, ya no dependo de nada. Sólo a Él me he entregado y ya no me someto a nadie. Obro por conseguirlo a Él y ya no espero nada de otro. Mi vida y mi sustento están junto a Él y en sus manos: todo es suyo. Allah ha dicho: “Allah conoce lo que escapa a vuestro entendimiento y no da esa ciencia más que al Profeta en el que se complace”. El verdadero saber está junto a Allah, el verdadero amor es el de Allah. Acércate a Él para pedirle y ver cuántas riquezas tiene. Deja a tu familia, tus bienes, tu país, tu mujer y tus hijos. Sal de todo eso con tu corazón, no con tu cuerpo; déjalo todo fuera de tu corazón, y dirígete solo hacia su puerta. Y cuando llegues a su puerta, que no te distraigan sus servidores ni sus sultanes ni sus reyes: si te ofrecieran una esposa, no la tomes.
No aceptes nada de ellos, y encuéntrate con Él tal como eres, con tu túnica raída, tu cansancio, el polvo de tu camino y tus cabellos revueltos para que sea Él quien te alimente y te dé de beber, para que sea Él quien te dé aliento en la soledad y te acompañe, el que te libre de tribulaciones, el que ofrezca reposo a tu extenuación, el que te dé seguridad en el temor, para que junto a Él esté toda tu riqueza y que tu visión sea tu alimento, tu bebida tu túnica.
Recopilación y traducción Abd Al Rahmán Muhámmad Maanán
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