¿Quién ordenó el asesinado del ex gobernador de Jalisco, Aristóteles Sandoval? ¿De quién fue la mano que movió la cuna?

¿Por qué un asesinato de alto perfil, en un momento electoral, como el actual? ¿A quien beneficia? ¿Para quién es el mensaje?

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¿Quién sabía que el ex gobernador acudiría al lugar donde fue asesinado? ¿Por qué los dueños del lugar se apresuraron a borraron todas las huellas del crimen?

¿Qué hay detrás del crimen de un ex mandatario de la entidad más enfrentada con el poder presidencial?

¿Qué significa un crimen violento, de alto impacto, cuando en sólo dos años del nuevo gobierno, el de López Obrador, se llegó a la cifra cabalística de 50 mil muertes violentas; la mayor cantidad de muertos de la historia, en sólo 24 meses?

Está claro que el crimen de Aristóteles Sandoval es un mensaje del “narcoestado” mexicano; del poder real en México, el poder que financió y llevó a la casa presidencial al opositor López Obrador; el “narcoestado” que se instaló en México a partir del 1 de diciembre de 2018 y que días después, el 24 de diciembre de ese mismo año, eliminó –mediante una tragedia–, a la gobernadora de Puebla y a su esposo.

Y es que hace dos años, el 24 de diciembre de 2018, el naciente “narcoestado” mexicano anunció que iba por el gobierno de Puebla.

Meses después y luego de la tragedia sin resolver que le costó la muerte a la gobernadora Martha Érika Alonso y a su esposo, el ex gobernador y jefe de los senadores del PAN, Rafael Moreno Valle, el “narcoestado se apoderó del gobierno de Puebla, mediante un “pelele”, Miguel Barbosa.

Hoy la historia se repite.

¿Por qué?

Porque el “narcoestado” anuncia que va por Jalisco, la entidad que, con Enrique Alfaro como mandatario estatal, es el mayor dolor de cabeza para el gobierno central, el de López Obrador.

Y curiosamente, a días de otro 24 de diciembre, ahora del 2020, el “narcoestado” ordenó asesinar al ex gobernador de Jalisco, Aristóteles Sandoval, el principal operador del PRI en aquella entidad y quien recio y quedito pregonó que en su gestión no negocio con el crimen organizado.

¿Qué deben entender los ciudadanos de a pie con la muerte criminal del ex gobernador de Jalisco, Aristóteles Sandoval?

Está claro que el mensaje va dirigido de manera especial al gobierno estatal y a los partidos políticos opositores.

Y no, en Jalisco no habrá renovación de gobierno estatal pero sí se renovará el Congreso local, con 38 diputados de mayoría y las 125 alcaldías estatales.

¿Y por qué un crimen como el de Aristóteles Sandoval, si no habrá cambio de gobierno estatal?

La respuesta tiene dos vertientes perfectamente claros.

El primer mensaje es directo al gobierno estatal, ya que el de Jalisco es el poder estatal que más se ha confrontado al poder presidencial.

En efecto, Enrique Alfaro es hoy lo que hace dos años eran los esposos Martha Érika Alonso y Rafael Moreno Valle; uno de los más duros adversarios políticos del presidente López Obrador.

Por esa razón fueron eliminados del camino, tanto la gobernadora de Puebla, como el ex gobernador y jefe de los senadores del PAN.

También por eso –como lo documentamos en su momento–, al gobierno de López Obrador no le importó investigar la muerte de la gobernadora de Puebla y por eso le ordenó a la Secretaría de Comunicaciones y Transportes no mover un dedo sobre la tragedia.

Y el segundo mensaje es elemental; el crimen de Aristóteles Sandoval es un mensaje a los políticos, los partidos y los opositores locales, ya que en Jalisco, junto con Puebla, Oaxaca y Ciudad de México –entre otras grandes entidades estatales–, se concentran las mayores reservas de votos; votos que serán indispensables para que el partido oficial logre mantener la hegemonía de la Cámara de Diputados.

 Por lo pronto, nadie nunca sabrá nada sobre los verdaderos responsables del crimen del ex gobernador de Jalisco y el gobierno estatal se encargará de echarle tierra al asunto.

¿Veremos a los opositores del estado de Jalisco doblar las manos como las doblaron en Puebla?

La verdadera tragedia es que en el “narcoestado” de López Obrador, la vida no vale nada.

Se los dije.