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jueves, 17 de diciembre de 2020

La Ascensión celeste del Profeta – Algunas consideraciones

 

La Ascensión celeste del Profeta – Algunas consideraciones

Assalamu alaykum – La paz sobre vosotros

Nuestra asociación ACEDI se encuentra filmando una serie de videos que iremos subiendo a la web en la que explicamos el Din del Islam desde una perspectiva diferente, tomando como referencia la evolución de la Revelación, que transcurrió durante toda la vida del Profeta – sobre él la plegaria y la paz -; estos días filmaremos una charla sobre el significado de la ascensión celeste del Profeta y sus consecuencias doctrinales, así como sobre el año de la tristeza en el cual murió Jadiya, la esposa amada de Muhammad, para seguidamente explicar el significado de la Hijra o emigración a Madina.

No hace mucho escribimos sobre la ascensión celeste, y hoy quisiera completar dichas palabras con algunas apreciaciones que se derivan de los hechos relatados por este hadiz que presentamos a continuación:

Dijo Rasulu-l-Lâh – sobre él la plegaria y la paz -:

Mientras que me encontraba acostado en el “Hatim”  un cierto hombre se me acercó; hendió mi pecho por debajo del esternón y me arrancó el corazón. Seguidamente me trajo una pequeña pileta de oro llena de Fe, me lavó el corazón con agua de zemzem, me lo rellenó de fe y de sabiduría y me lo devolvió a su lugar. Después se me trajo una montura blanca, más pequeña que una mula y más grande que un asno, llamada Buraq, cuyo paso puede alcanzar hasta donde llega la vista, y se me hizo montar sobre ella. Entonces hube de ascender en la compañía de Gabriel hasta el cielo más cercano y él pidió que nos abrieran. – ¿Quién está ahí? Se preguntó. – Gabriel – respondió mi guía. – ¿Y quién lo acompaña? – Muhammad -. ¿Ha sido ya enviado por Allâh como Mensajero? – Sí. – Que sea bienvenido y que su llegada sea dichosa-. Cuando entré, encontré a Adam. Gabriel me dijo: – He aquí tu padre Adam, va a saludarle-. Intercambiamos el saludo y después me dijo: – Se bienvenido, buen hijo y buen profeta- . Después de esto subimos al segundo cielo. Gabriel pidió que nos fuera abierto. – ¿Quién está ahí? Se preguntó. – Gabriel – respondió mi guía. – ¿Y quién lo acompaña? – Muhammad -. ¿Ha sido ya enviado por Allâh como Mensajero? – Sí. – Que sea bienvenido y que su llegada sea dichosa-. Fui conducido en presencia de Yahya e Isa que son primos entre ellos. Me fue dicho: -He aquí Yahya e Isa. Intercambiamos el saludo y ellos me dijeron: – Se bienvenido como buen hermano y buen profeta- . Subimos al tercer cielo, y Gabriel pidió que nos fuera abierto. ¿Quién está ahí? Se preguntó. – Gabriel – respondió mi guía. – ¿Y quién lo acompaña? – Muhammad -. ¿Ha sido ya enviado por Allâh como Mensajero? – Sí. – Que sea bienvenido y que su llegada sea dichosa-. Cuando entré encontré a Idriss. Gabriel me dijo: – He aquí Idriss, va a saludarle-. Después de haber intercambiado el saludo, Idriss me dijo: – Se bienvenido en tanto que buen hermano y buen profeta-.

Después de ello subimos al cuarto cielo y Gabriel pidió que se nos abriera. ¿Quién está ahí? Se preguntó. – Gabriel – respondió mi guía. – ¿Y quién lo acompaña? – Muhammad -. ¿Ha sido ya enviado por Allâh como Mensajero? – Sí. – Que sea bienvenido y que su llegada sea dichosa-. Cuando entré encontre a Yusuf.- He aquí Yusuf, va a saludarle-. Después de haber intercambiado el saludo, Yusuf me dijo: – Se bienvenido en tanto que buen hermano y buen profeta- . Después de ello subimos al quinto cielo y Gabriel pidió que se nos abriera. ¿Quién está ahí? Se preguntó. – Gabriel – respondió mi guía. – ¿Y quién lo acompaña? – Muhammad -. ¿Ha sido ya enviado por Allâh como Mensajero? – Sí. – Que sea bienvenido y que su llegada sea dichosa-. Cuando entré encontre a Harun.- He aquí Harun, va a saludarle-. Después de haber intercambiado el saludo, Harun me dijo: – Se bienvenido en tanto que buen hermano y buen profeta- . Después subimos al sexto cielo y Gabriel pidió que se nos abriera.- ¿Quién está ahí? Se preguntó. – Gabriel – respondió mi guía. – ¿Y quién lo acompaña? – Muhammad -. ¿Ha sido ya enviado por Allâh como Mensajero? – Sí. – Que sea bienvenido -. Cuando entré encontré a Musa. – He aquí Musa, va a saludarle – . Después de haber intercambiado el saludo Musa me dijo: – Se bienvenido en tanto que buen hermano y buen profeta. Cuando pasé junto a Musa, él se puso a llorar: – ¿Qué es e lo que te hace llorar?- , se le preguntó. El respondió: – Porque este hombre ha sido enviado después de mi, y sin embargo tendrá entre los suyos más gentes que entraran al Paraíso que entre los míos. Después subimos hasta el séptimo cielo, y Gabriel pidió que nos fuese abierto. ¿Quién está ahí? Se preguntó. – Gabriel – respondió mi guía. – ¿Y quién lo acompaña? – Muhammad -. ¿Ha sido ya enviado por Allâh como Mensajero? – Sí. – Que sea bienvenido -. Cuando entré encontré a Ibrahim. – He aquí tu padre Ibrahim, va a saludarle-. Después de haber intercambiado el saludo, Ibrahim dijo: – Se bienvenido en tanto que buen hijo y buen profeta- . Seguidamente se me mostró el azufaifo que marca la frontera del cielo.

Sus frutos eran como vasijas de “Haŷar”, y sus hojas parecían a las orejas de los elefantes. Gabriel me dijo: – He aquí el azufaifo que marca el confín del cielo-. Yo vi entonces cuatro ríos, dos interiores y dos exteriores, siendo los ríos del paraíso. En cuanto a los dos exteriores son el Nilo y el Eúfrates. Pregunté a Gabriel: ¿qué es esto? Él me dijo es la casa poblada (Baytu-l-ma’mun). Allí entraban cada día setenta mil ángeles y una vez habían salido no volvían a entrar de nuevo. Seguidamente se me trajeron tres vasos: el primero contenía vino, el segundo leche y el tercero miel. Escogí el que tenía la leche, Gabriel me dijo entonces: – Es el símbolo de la religión que seguirás tú y tu comunidad- . Después de esto, se me prescribieron cincuenta plegarias por día. Cuando pasé delante de Musa, él me dijo: – Por Allâh, yo tengo experiencia con las gentes antes que tú, y he tratado con los judíos todo cuanto era posible de intentar con ellos. Vuelve junto a Allâh y pídele que te las disminuya-. Volví entonces junto a Allâh y me suprimió diez. Fui de nuevo junto a Musa quien me repitió lo que antes me había dicho. Volví junto a Allâh quien me suprimió otras diez, y volví junto a Musa quien me hizo la misma observación. Volví otra vez junto a Allâh quien me prescribió diez plegarias por día. De nuevo me presenté delante de Musa quien me repitió la misma observación. Al final me fueron prescritas cinco plegarias por día, y cuando volví junto a Musa, me preguntó: – ¿Cuántas plegarias te han sido prescritas?- . – Cinco plegarias por día, respondí. Entonces Musa me dijo: – Tu comunidad no podrá rezar cinco plegarias por día, pues antes que tu yo ya tuve experiencia con las gentes, e intenté con los judíos todo cuanto me fue posible. Vuelve de nuevo junto a Allâh y pídele un aligeramiento para tu comunidad-. Yo le respondí entonces – Ya he pedido demasiado, siento vergüenza ahora, me tengo por satisfecho y resignado-. Cuando me alejé de Musa, oí una voz que decía: – He fijado definitivamente Mi prescripción, y he dado un alivio para Mis adoradores-.

(De Malik Ibn Sa’sa’a, recopilado por Bujari y Muslim)

Hay que decir que el relato de esta hadiz es parcial, ya que es completado por otros hadices que completan el relato. A grosso modo el relato es completado de la manera que os resumo a continuación.

EL Profeta – sobre él la plegaria y la paz – subió a lomos de Buraq que le transportó a Jerusalén (Al Qudds) y allí hubo de dirigir en el salat a tres profetas: Ibrahim, Musa e Isa; es de allí que comenzó a ascender ocurriendo lo que hemos leído en el hadiz. Lo que sucedió en los cielos es completado con otros hadices que indican como Gabriel no pudo seguir más allá del confín de los cielos, pudiéndolo hacer el Profeta, quien se encontró frente a Allah y pudo ver de los signos de su Señor el más grande. Es Allah mismo que le prescribió 50 plegarias por día, que posteriormente redujo a 5 gracias a la intercesión de sayyidina Musa – sobre él la paz – quien mora a la sazón en el sexto cielo.

Se han producido discusiones y debates sobre el hecho de cómo ascendió Muhammad a los cielos; unos dicen que subió de cuerpo entero y otros sostienen que solamente en espíritu. Esta última tesis es realmente débil, desde el momento en el que podemos comprender y admitir que Isa – sobre él la paz – fue ascendido a los cielos sin haber muerto, y desde allí será descendido a la tierra en la época del Mahdi al Muntazar.

Otra cosa que llama la atención de los dotados de entendimiento y de aquellos que reflexionan es el hecho de que Musa e Ibrahim rezaron detrás del profeta en la tierra, en concreto en al Qudds, dejando así patente que el cuerpo les fue devuelto para poderlo hacer, y que, como dicen algunos de los sabios más eminentes del Islam de todos los tiempos, entre ellos Abu Hamid Gazali hay siervos de Allah quienes después de la muerte gozan de libertad de movimientos, pudiéndose mover en los tres mundos (Mulk, Malakut, Jabarut) con entera libertad con permiso de su Señor.

No es sano, como hace algunos, limitar las condiciones existentes en el otro mundo bajo estrictas consideraciones de orden material que no dejan imaginar ni admitir que todo allí es completamente diferente. Y es que hay “legisladores” por decirlo de alguna manera, a quienes les gustaría tener a Allah sentado sin moverse sobre un trono y a los fallecidos entre los salihin y los awliya a sus órdenes dando gusto a su burda imaginación y a sus limitaciones mentales e intelectuales.

Desde una perspectiva universal global, la ascensión celeste marca un antes y un después en la consideración de la naturaleza y las facultades de nuestro Profeta, que como dice el Corán ha sido creado de una naturaleza “azima” (grandiosa, sublime). Es la prueba de oro de su entidad y de su extraordinaria importancia para la Umma musulmana.

Por otra parte este relato nos deja claro que los otros profetas se encuentran vivos cada uno en su lugar. No vivos de una manera como lo estaban en la tierra, sino con otra vida cuya modalidad e intensidad sólo Allah conoce.

Cuando Muhammad regresó de al Qudds, de nuevo a lomos de Buraq, después de haber descendido de su ascensión celeste, y de repente contó en Meca a todo el Quraysh lo que había sucedido; entre las mofas de los idólatras y la perplejidad de los musulmanes, Abu Bakr tomó la palabra y dijo:

Si lo dice Muhammad, entonces es verdad, y yo doy testimonio, porque hasta hoy yo no le he visto caer en ninguna mentira”.

Gracias a estas palabras, Abu Bakr, fue designado como Siddiq, es decir, aquel cuya sinceridad se encuentra a salvo de toda prueba.

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