La religión, la gran ausente en la historia
Algo que he percibido tanto en mi propio análisis histórico como en la percepción general que tiene el público de su pasado es una pobre noción que se tiene sobre los valores y creencias que seguían nuestros ancestros ¿Por qué los mexicas durante el sitio de Tenochtitlan no se comían a los muertos si eran caníbales? ¿Los españoles usaron a la virgen de Guadalupe como herramienta para la conversión de los indígenas? ¿Los conservadores fueron atacados por un embate masónico? ¿La iglesia traicionó a los cristeros en su rebelión? Estas son algunas de las dudas más comunes que he encontrado en mi tiempo en las redes sociales y que podrían explicarse entendiendo las nociones cosmogónicas, teológicas e institucionales que siguieron y siguen las religiones estatales.
Como ya sabemos, las “historias oficiales” suelen ofrecer una educación básica incompleta que solo es útil para los diferentes discursos nacionalistas. El caso mexicano tenemos a una elite que favorece un estado laico que cimienta su base en el pasado prehispánico, por lo que tanto los años de dominio español suelen dejarse de lado al darle un puesto más bien anecdótico que sirve para plantear el contexto para presentar a los villanos, que por la naturaleza de la política nacional incluye a la iglesia. El problema es que además de la forma en que se distorsiona la historia de una de las identidades más importantes que forma el ser mexicano como lo es la hispana u católica, ni siquiera se explica bien lo que se pretende implantar como la base de la mexicanidad al ofrecer una visión idílica que se aleja de una explicación realista de cómo fue la vida antes de la llegada de los europeos que solo repite valores eurocéntricos disfrazado de indígenas.
La religión en las sociedades humanas ha sido usada a lo largo de la historia para mantener a todos los miembros de la comunidad unidos mediante un sistema de valores y creencias compartidas por todos. Todas ellas tienen una forma de organización que permite que todos sus miembros sigan la misma forma de pensar, que de acuerdo a la forma en que una sociedad se vuelve más compleja como pasar de una sociedad nómada a una aldeana, de esta a un nivel urbano o de un estado a un imperio requieren que se formen instituciones y celebraciones que logren mantener la unidad de la sociedad.
Si queremos entender las sociedades del pasado, tenemos que entender cómo se manejaban las instituciones religiosas tanto con el pueblo como con el gobierno, ya que no son los mismos interés que cualquiera de estos tres sectores que cuando sus intereses se contraponen suelen derivar en conflictos que marcan el porvenir del destino de estos.
Las sociedades mesoamericanas indudablemente usaron a sus religiones para la creación de sus sistemas estatales, poniendo a los gobernantes como descendientes directos de los dioses o de héroes culturales que les daban la legitimidad para estar en el poder. Uno de los elementos más llamativos y controversiales de sus sistemas de creencias fue la institución de los sacrificios, que se fundamentaba en el deber divino de los gobernantes de alimentar a los dioses para seguir manteniendo al mundo, esto le daba un monopolio de la violencia que permitía mantener a la sociedad bajo control y para tener a raya a sus rivales. Si bien nos puede resultar completamente contrario a nuestros valores, este sistema estuvo vigente por el tiempo en que duró Mesoamérica como civilización autónoma sin que representase un problema para las sociedades, que por lo encontrado por los arqueólogos ni los sacrificios ni el canibalismo fue algo que provocara una mortandad que hiciese que las sociedades se rebelaran al sistema.
La forma en que llegó la iglesia con los españoles involucra una serie de relaciones y conflictos complejos que restringieron la forma en que se iban incorporando al control español los estados mesoamericanos. Las diferentes órdenes religiosas mantuvieron un enredado sistema de interacciones que iban desde la colaboración hasta rivalidades por tener bajo su poder sus cuotas territoriales. También se diferenciaban por su forma de conversión a los indígenas, no es lo mismo si hablamos de los franciscanos que simplificaban su discurso para ganar popularidad a los dominicos que exigían a su feligresía un mayor nivel de conciencia sobre el cristianismo, o el pragmatismo de los jesuitas que aprovechaban cualquier oportunidad para ganarse la simpatía de los nativos incluso si implicaba que para garantizar la conversión se relajasen algunos principios del dogma.
La relación entre la monarquía hispánica y la iglesia no fueron tan tersas como se suele pensar, ya que ambos se distanciaban en la forma en que pensaban asentar su control en la población. Esto se complicaba con el mandato que tenían las órdenes religiosas de proteger a toda costa de los abusos de las autoridades civiles a los indígenas, lo que llevó a un constante tire y afloje en cuanto a sus colaboraciones, teniendo mucho que ver en la forma en que destinaba el gobierno recursos para mantener a los proyectos de la iglesia donde siempre había un déficit que no permitía el cumplimiento de sus compromisos evangelizadores. Esto llego a su punto de quiebre con las reformas borbónicas y la preponderancia del estado sobre la iglesia, situación que fue heredada por la republica donde los liberales llegaron a usar argumentos teológicos o el derecho canónico para fundamentar la separación de la iglesia y el estado.
Todos estos estos detalles nos permitirán entender mejor las acciones de los actores del pasado que en parte tomaron sus decisiones basadas en el contexto en que vivieron, uno de los periodos que más me han sorprendido es el virreinato y la riqueza que hay en cuanto a sus relaciones de iglesia-estado que se complica más con las diferentes características de las ordenes mendicantes. Considero que se puede profundizar más en la impartición de la historia si se diera una explicación del funcionamiento de las instituciones religiosas tanto prehispánicas como católicas sin llegar a una educación doctrinal y esto nos ayudará a acercarnos a la misión imposible de llegar a la verdad.
Gracias por su atención y los espero en la siguiente lectura
Federico Flores Pérez
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