Un camión bomba mata a al menos seis personas en la ciudad siria de Afrín
Entre los restos del ataque, que no ha sido reivindicado por el momento, fueron recuperados los cuerpos de dos menores
Siria sigue en llamas cuando está a punto de cumplirse una década del estallido de la guerra. Un camión cargado de explosivos ha acabado con la vida de al menos seis personas, entre ellas niños, este sábado por la tarde en una zona industrial a las afueras de Afrín. Hace tres años, esta localidad del noroeste del país fue objetivo de una operación militar de Turquía, apoyada por fuerzas opositoras sirias, que expulsó a las milicias kurdas y dejó miles de desplazados. Desde entonces no se ha logrado estabilizar la zona.
En las imágenes del atentado, compartidas por las redes sociales, puede apreciarse cómo la metralla alcanzó un vehículo de transporte civil, dañando gravemente a sus ocupantes. Entre los restos del ataque fueron recuperados los cuerpos de dos menores. Los supervivientes, 15 según el Observatorio Sirio para los Derechos Humanos, fueron trasladados al hospital de Afrín. La detonación destruyó otros comercios del área.
Nadie ha reivindicado el vehículo bomba hasta el momento. En sucesos anteriores de similar cáliz, Turquía ha culpado a las Unidades de Protección Popular (YPG/J), la rama siria de la guerrilla kurdoturca PKK, de perpetrar actos de insurgencia en Afrín. El pasado diciembre, un soldado del ejército de Turquía, que al igual que la UE cataloga el PKK de "grupo terrorista", murió en el curso de unos choques contra los kurdos en esa región. Seis combatientes de las YPG/J perecieron en esas escaramuzas.
Afrín es una región de mayoría kurda que se auto organizó a principios de la guerra siria, aprovechando el vacío de poder que dejó el ejército sirio debido a un repliegue táctico para combatir contra las milicias alzadas. Necesitada de abrir espacios en suelo sirio para acomodar a los desplazados y evitar así nuevos flujos migratorios hacia su territorio, y alertada por el vigor alcanzado por una autoridad kurdosiria apoyada por Occidente en su lucha contra el Estado Islámico, Ankara decidió intervenir.
El Gobierno de Recep Tayyip Erdogan culpó a las milicias kurdas de usar Afrín, en su frontera sur, de santuario para el PKK y de base de preparación de ataques contra su territorio, que en algunos casos han tenido de víctimas a civiles turcos. Su intervención militar, bautizada como Rama de Olivo, acabó con el dominio kurdo en apenas tres meses. A pesar de todo, los actos esporádicos de violencia insurgente y, más habitualmente, las acciones de pillaje presuntamente perpetradas por combatientes opositores no han contribuido a la paz en Afrín.
El 28 de abril del año pasado, un camión bomba saltó por los aires en un mercado y mató a más de medio centenar de vecinos de Afrín, en su mayoría civiles. El pasado noviembre, otro coche bomba mató a dos personas e hirió a 17 en el centro de Afrín. La explosión dañó la oficina de una organización humanitaria islamista turca. Entretanto, organizaciones kurdas han culpado a varios grupos armados de aprovechar su posición de dominio en Afrín para cometer actos criminales, principalmente la toma de rehenes.
Más allá de los casos denunciados de robo, confiscación irregular de propiedades y detención arbitraria -señalados por Amnistía Internacional en un informe de 2019-, han resultado particularmente alarmantes para las entidades de defensa de los DDHH las denuncias de arrestos y desapariciones de mujeres. Algunos de estos casos han resultado en abusos sexuales e incluso asesinatos, de los que se culpa a los nuevos señores sirios. Los esfuerzos de Turquía hasta el momento para imponer el orden han permitido muchas liberaciones, pero no han sido suficientes para garantizar la estabilidad.
Según el medio kurdoiraquí Rudaw, la semana pasada, al menos 16 personas de etnia kurda fueron arrestadas arbitrariamente, y algunas de ellas torturadas, a manos de Amshat, una milicia afiliada al opositor Ejército Libre de Siria. De acuerdo con la noticia, sus miembros exigían una retribución por los daños que había sufrido uno de sus vehículos en la aldea de Kajara, controlada por estos. La presión permitió su liberación a los pocos días.
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