Atribuyen a adicción en Estados Unidos oleada de crímenes en Ciudad Juárez
Ciudad Juárez— El libertinaje en el consumo de drogas que existía en las producciones de Hollywood en la década de los 80, descrito por un conocido actor, es un reflejo del nivel que alcanzan las adicciones entre los estadounidenses desde entonces y que ahora provoca una estela de violencia en ciudades mexicanas como Juárez, donde se ha cobrado casi 8 mil vidas en tres años.
De acuerdo con líderes de la comunidad, mientras en Estados Unidos hay un consumo escandaloso de drogas, Ciudad Juárez se muere “por sostener una guerra simulada” en la que el vecino país pone los adictos y México las víctimas.
El lunes, el actor Dennis Quaid confesó que en los 80 una parte del presupuesto de los rodajes de películas era destinado para conseguir cocaína para el equipo de producción “y apenas se disimulaba”.
El abogado Salvador Urbina, víctima indirecta de la violencia ocasionada por esa dinámica de consumo exagerado y violencia generadora de miles de muertos, desde su exilio en EU –a donde huyó por las amenazas de muerte sufridas aquí– dijo que la gran tolerancia al uso de estupefacientes en el país del norte contaminó y afectó sensiblemente a México, en especial a las poblaciones situadas en las áreas fronterizas de ambas naciones.
Para el catedrático universitario Hugo Almada Mireles, mientras que EU no hace nada para combatir el indiscriminado consumo de drogas entre sus habitantes, México ha adoptado una estrategia equivocada al asumir una guerra contra el narco.
Gustavo de la Rosa Hickerson, visitador de la Comisión Estatal de Derechos Humanos (CEDH), expresó que mientras el uso de la cocaína es algo común y corriente en EU, permitido para los grandes y famosos, en México significa la muerte de una ciudad como Juárez, “por sostener una guerra simulada”.
Alberto Begné Guerra, politólogo y catedrático, expuso que las armas y los consumidores de drogas norteamericanos “nos están matando: matan los narcos con las armas que ellos les venden. Matan a quienes se interponen en el trayecto para satisfacer la demanda de sus consumidores. Estados Unidos pone el odio racial, el armamento y el consumo de drogas. México pone los muertos, el miedo y los recursos”.
El también politólogo y académico de la Universidad de Texas en el Paso (UTEP) Tony Payán, consideró que los esfuerzos para combatir el narcotráfico no resultarán si EU no apoya de manera económica a México o si la cooperación no viene acompañada por un programa para reducir la demanda de narcóticos en su mercado interno.
El abogado Urbina, presidente del Consejo de Vigilancia de la Confederación de Colegios y Asociaciones de Abogados de México, dijo que los daños colaterales provocados por el uso libre de drogas en amplios sectores de la sociedad estadounidense desde la década de los 80, y aun antes, han ocasionado que en ciudades fronterizas como Juárez se registren miles de homicidios, millares de personas lesionadas, así como el desplazamiento forzado de familias enteras.
Agregó que la competencia por surtir la creciente demanda entre los consumidores norteamericanos generó luchas por los territorios entre los grupos de la delincuencia organizada que se encargan del transporte, la exportación y la distribución de las diferentes drogas.
Así, indicó el abogado, se crearon los cárteles que hoy tienen sumergido al país en una guerra en la que los civiles son los que están perdiendo.
El mismo presidente Felipe Calderón ha declarado con insistencia que en el problema de consumo de drogas México pone los muertos y EU los consumidores.
El politólogo Begné Guerra dijo que los costos para México son enormes en cantidad de muertos, en más adicciones, más corrupción, más descomposición política, más negocios cerrados, más pobreza, más inquietud social.
Mientras lo anterior ocurre aquí, agregó, “nuestros vecinos siguen consumiendo drogas, legalizadas cada vez en más estados; siguen produciendo y vendiendo armas, un negocio para ellos legal, con ganancias que superan a las del narcotráfico. Y no dejarán de hacerlo si aquí, divididos por la mezquindad y pequeñez de las disputas políticas domésticas, no hay una estrategia que exprese un consenso en torno al interés de México y los mexicanos”.
El académico Almada Mireles señaló que aun cuando el trasiego de estupefacientes es problema de EU –debido a que tienen la mayor cantidad de adictos en el mundo–, ellos no lo están combatiendo porque necesitan garantizar su abasto.
“El tráfico de droga no es problema de México, ni de Colombia, ni de ningún otro país que no sea Estados Unidos y, sin embargo, ellos no están haciendo nada para resolverlo, nosotros (en México) hemos comprado una bronca que no es nuestra”, mencionó.
El politólogo Payán expuso a su vez que la lucha contra el narcotráfico “no significará nada si el Congreso (de EU) no autoriza también una serie de gastos para apoyar estos esfuerzos y deja de regatear como lo hace con la Iniciativa Mérida y aplica en EU programas de concientización respecto del uso de drogas”.
Gustavo de la Rosa Hickerson opinó que la postura asumida por EU en el combate al narcotráfico es un acto de alta hipocresía política. “Por ejemplo, el Plan Mérida no es más que un plan de ventas de armas, equipo y adiestramiento” que nada tiene que ver con el combate al consumo de estupefacientes, agregó.
El abogado Urbina agregó que es importante resaltar que en la lucha por el territorio para el narco también se generó un intercambio de armas, las que son utilizadas para combatir al enemigo o para ejercer su poder, cuidar la transportación, los sembradíos y ya, en las propias calles de la ciudad, por el control de las plazas.
Por inercia, indicó, el libre consumismo de estupefacientes entre los habitantes de EU ha venido destruyendo a ese país, pero también a México ya que ha contaminado a la sociedad que ahora se encuentra inmersa en actos continuos de violencia.
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