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viernes, 15 de julio de 2011

Moisés, Jesús y Muhammad

Moisés, Jesús y Muhammad
El profeta Muhammad tenía tanto la misión de Moisés como la de Jesús

Etiquetas: humanidad, religion, moises, jesus, muhammad, omar, abu bakr

El Mensajero de Al-lâh se encuentra con todos los profetas.
La humanidad y la religión
Algunos de los primeros conversos al Islam fueron sometidos a una dura persecución en La Meca. Aguantaron pacientemente y nunca pensaron en la venganza, pues el Corán ordenó al Profeta Muhámmad llamar a los incrédulos al camino de Dios con sabiduría y predicando con amabilidad, le aconsejó repeler el mal con lo mejor, y responder a los pecados y faltas de sus enemigos con paciencia y perdón. La intolerancia de la gente de La Meca obligó a los musulmanes locales a abandonar sus casas y propiedades y emigrar a Medina, donde podrían vivir según su creencia, y donde las dimensiones sociales y legales del Islam podrían desarrollarse en paz.
Pero la hostilidad de los mecanos continuó, y en Medina los musulmanes fueron víctimas de nuevas conspiraciones. Aunque los creyentes nativos de Medina (al-Ansar) compartieron voluntariamente todo con los Emigrantes, todos sufrieron privaciones. En tan tensas circunstancias, Dios Todopoderoso les permitió luchar contra sus enemigos, ya que habían sido perjudicados e injustamente expulsados de sus casas (Corán 22:39).
La Batalla de Badr fue el primer enfrentamiento importante de los musulmanes y sus enemigos . Aunque eran exedidos en número, los creyentes obtuvieron una gran victoria. Si no aceptamos las opiniones de algunos intérpretes coránicos, quienes afirman que la Sura Muhammad, que contiene regulaciones sobre cómo tratar a los prisioneros de guerra, fue revelada antes de la Sura al-Anfal, ningún mandamiento Divino había sido revelado sobre cómo deberían ser tratados los cautivos. Los musulmanes no sabían ni siquiera si deberían matar al enemigo en el campo de batalla o tomarlos como prisioneros. Después de la batalla, el Profeta consultó (como solía hacer en los casos en que no había ningún mandamiento específico Divino), este asunto con sus Compañeros.
Abu Bakr dijo:
«¡Oh Mensajero de Dios, ellos son tu gente. Aunque te ofendieron a ti y a los creyentes, ganarás sus corazones y propiciarás su entrada en la buena dirección si les perdonas y complaces».
Pero Umar dijo:
«Oh Mensajero de Dios, son las personalidades principales de La Meca. Si los matamos, los incrédulos ya no serán capaces de recuperarse para oponérsenos. Así que da a cada musulmán su pariente más cercano. Entrega a Aqil a su hermano Ali para que lo mate. Y su hijo, Abd al-Rahman, a Abu Bakr, y... [así sucesivamente]».
El Mensajero de Dios dirigió a Abu Bakr:
«Oh Abu Bakr, eres como el Profeta Abraham, quien dijo: “Aquel que me siga verdaderamente es de los míos, pero aquel que me desobedezca, sin duda, Tú eres Indulgente, Compasivo” (Corán 14:36), y también te pareces a Jesús, quien dijo: “Si les castigas, son Tus siervos, y si les perdonas, Tú eres Glorioso y poseedor de irresistible poder y Omnisapiente” (Corán 5:118)».
Luego se dirigió a Umar diciendo:
«Oh Umar, te pareces a Noé, quien dijo: “¡Mi Señor! ¡No dejes sobre la Tierra a ninguno de entre los incrédulos que moran allí!” (Corán 71:26). Y también te pareces a Moisés, quien dijo (sobre Faraón y sus caciques): ¡Señor Nuestro! Destruye sus riquezas y oprime sus corazones, ya que no creerán hasta que no vean el castigo doloroso (Corán 10:88).
* * *
El episodio anterior ilustra un aspecto importante de la naturaleza humana, en relación con la Misión Profética y el papel de la religión en la vida humana.
Una persona es un ser tripartito, compuesto del espíritu, el yo carnal y el cuerpo. Estos tres elementos están estrechamente interrelacionados, tanto que el descuido de alguno nos impide alcanzar la perfección. Dado esto, cada persona ha sido dotada con tres facultades esenciales: el intelecto espiritual, la razón y la voluntad.
Mientras esté viva, cada persona experimenta un combate interior continuo entre el bien y el mal, lo correcto y lo falso. El motor de esta lucha es la voluntad, dirigida por la razón. Sin embargo, dado que la razón humana puede ser influida por los deseos carnales, los sentimientos personales, los intereses y emociones como la ira y el rencor, necesita la guía del intelecto espiritual —la fuente de los valores morales y de las virtudes.
Históricamente, las religiones divinamente reveladas han determinado que es lo correcto y lo incorrecto, de acuerdo a la autoridad de su Revelador (Dios) y el carácter de los profetas, quienes transmitieron la Revelación.
A causa de su naturaleza mundana, el hombre puede convertirse en el siervo obediente de su lujuria. Cuando tal gente esclavizada consigue el poder suficiente para gobernar al resto, encienden fuegos de opresión y someten a los pobres y débiles a la condición de esclavos o sirvientes. La historia humana está llena de ejemplos. Sin embargo, dado que Dios es el Más Justo y nunca aprueba la opresión, Él envió a Sus profetas en épocas determinadas, para dirigir y corregir la vida individual y colectiva de la humanidad.
Todos los profetas vinieron con la misma doctrina, los fundamentos de la cual son la creencia en la Resurrección y el Día del Juicio Final, en la Misión Profética y en todos los profetas sin distinción, en todos los Libros Divinos, en los ángeles, y en el Destino y el Decreto Divinos (incluido el libre albedrío humano), y el adorar a Dios. Transmitieron también los mismos principios morales. En este sentido, todas las religiones divinas son la misma. Sin embargo, el transcurso de la historia y los cambios en las condiciones culturales, geográficas y socioeconómicas requirió que diferentes profetas fueran enviados a cada nación, y que existiesen ciertas diferencias en los prácticas y formas de adoración, y en las subdivisiones de la ley —hasta que las condiciones permitieron que el profeta Muhammad fuera enviado y la religión fuese completada. Después, esencialmente, la religión basta para solucionar todos los problemas con los que la humanidad se encontrará hasta el fin del tiempo, y es aplicable en todos los contextos.
Moisés, Jesús y Muhammad
El Islam, como la última y universal formulación de la religión divina, ordena a sus seguidores el creer en todos los profetas. Así, ser musulmán también significa ser un seguidor de Jesús, de Moisés y del resto de profetas.
El Corán declara:
El Mensajero cree en lo que se ha hecho descender sobre él procedente de su Sustentador, y [también] los creyentes: todos creen en Dios, en Sus ángeles, en Sus revelaciones y en Sus enviados, sin hacer distinción entre ninguno de Sus enviados; y dicen: "Oímos y obedecemos. ¡Concédenos Tu perdón, Oh Sustentador nuestro, pues a Ti es el retorno!” (Corán 2: 285)
Como las condiciones históricas requirieron que los mensajes de todos los Profetas anteriores fueran restringidos a cierta gente y período, determinados principios fueron enfatizados en dichos mensajes. Además, Dios concedió favores especiales a cada Profeta y comunidad según los dictados del tiempo.
Por ejemplo, Adán fue favorecido con el conocimiento de los Nombres, las llaves a todas las ramas del conocimiento; Noé fue dotado con la firmeza y la perseverancia; Abraham fue honrado con la amistad íntima de Dios y ser el padre de numerosos profetas; a Moisés le fue dada la capacidad de administrar y fue exaltado como destinatario directo de Dios; y Jesús fue distinguido con la paciencia, la tolerancia y la compasión. Todos los profetas comparten las loables cualidades mencionadas, pero cada uno supera, debido a su misión, a los demás en una o más de estas cualidades.
Cuando Moisés creció como Profeta, los israelitas llevaban una existencia desgraciada bajo los faraones. A causa de las leyes despóticas y a la opresión del Faraón, la esclavitud había sido grabada en las almas de los israelitas hasta formar parte de su carácter. Para reformarlos y equiparlos con nobles sentimientos y valores como la libertad y la independencia, y reconstruir su carácter y así liberarlos del sometimiento a los faraones, el mensaje traído por Moisés contiene reglas severas y rígidas. Este es el motivo por el cual el Libro que le fue entregado fue llamado la Tora (Ley). Considerando que su misión requirió que él fuera un reformador y educador severo e inflexible, era normal que pidiese en referencia al Faraón y sus caciques: ¡Señor Nuestro! Destruye sus riquezas y oprime sus corazones, ya que no creerán hasta que no vean el castigo doloroso (Corán 10:88).
Jesús vino en un tiempo en el cual los israelitas se habían abandonado al placer mundano y llevaban una vida materialista. En el Corán leemos:
¡Oh vosotros que habéis llegado a creer! Ciertamente, muchos rabinos y monjes devoran en verdad los bienes de la gente injustamente y alejan [a muchos] del camino de Dios. Pero a aquellos que acumulan tesoros de oro y plata y no los gastan por amor a Dios -anúnciales un castigo doloroso (Corán 9:34).
Y que explotaron la religión por un beneficio mundano:
Y puedes ver como muchos de ellos compiten entre sí en la transgresión, en la conducta tiránica y en tragar todo lo ilícito. ¡Qué perverso es en verdad lo que hacen! ¿Por qué sus maestros espirituales y sus rabinos no les prohíben hacer aseveraciones pecaminosas y tragar todo lo ilícito? ¡Qué perversos son en verdad sus manejos! (Corán 5: 62-63)
Los Evangelios relatan una idea similar, atribuida a Jesús:
Raza de víboras, ¿cómo podéis vosotros decir cosas buenas, siendo malos? Porque la boca dice lo que brota del corazón. Del hombre bueno, como atesora bondad, saca cosas buenas; y el hombre malo, como atesora maldad, saca cosas malas (San Mateo, 12: 34-35).
Entonces Jesús, dirigiéndose a la gente y a sus discípulos, les dijo:
«En la cátedra de Moisés se han sentado los maestros de la ley y los fariseos. Así que haced y cumplid todo lo que os digan, pero no hagáis conforme a sus obras, pues no hacen lo que dicen. Atan cargas pesadas y los ponen sobre la espalda de los hombres, pero ellos no mueven ni un dedo para llevarlas. Todo lo hacen para que los vea la gente:, ensanchan sus filacterias y amplían las franjas [de sus mantos], son amigos del primer puesto en los banquetes y de los primeros asientos en las sinagogas, que los saluden en las plazas y los llamen «Rabbí» (Maestro)... ¡Ay de vosotros, maestros de la ley y fariseos hipócritas!, porque pagáis el diezmo de la hierbabuena, del eneldo y del comino, pero incumplís lo más importante de la Ley: la justicia, la misericordia y la fe.Hay que hacer esto, sin descuidar aquello. (San Mateo, 23:1-7, 23)
Cuando Jesús fue enviado a los israelitas, el espíritu de la Verdadera Religión había disminuido y la religión en sí misma había sido reducida a un aparato a través del cual sus representantes podían robar a la gente común. Así, antes de pasar a poner la Ley en práctica, Jesús se concentró en la creencia, la justicia, la piedad, la humildad, la paz, el amor, el arrepentimiento de los pecados, la búsqueda del perdón de Dios, el ayudar a otros, la pureza del corazón y la intención, y la sinceridad:
¡Dichosos los pobres de espíritu, porque suyo es el reino de los cielos! ¡Dichosos los afligidos, porque ellos serán consolados! ¡Dichosos los mansos, porque ellos heredarán la tierra! ¡Dichosos los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos serán saciados! ¡Dichosos los misericordiosos, porque ellos obtendrán misericordia! ¡Felices los de corazón limpio, porque ellos verán a Dios! (San Mateo, 5: 3-8)
En cuanto al Profeta Muhammad, él tiene todas las calidades mencionadas anteriormente, excepto ser padre de profetas. Además, debido a la universalidad de su misión, se parece a Moisés (un advertidor, que estableció una Ley y luchó contra sus enemigos) y a Jesús (un portador de buenas nuevas, que predicó la piedad, el perdón, el ayudar a otros, el altruismo, la humildad, la sinceridad, la pureza de intención y los más elevados valores morales). Recuerda que el Corán declara que Dios envío al Profeta Muhammad como una misericordia para todos los mundos.
El Islam presenta a Dios, antes que con cualquier otro de sus Atributos y Nombres, como el Omni-Misericordioso y Omni-Compasivo. Esto indica que Él se manifiesta principalmente como misericordioso y compasivo, y que Su ira y su castigo sólo se muestran cuando han sido llamados por los pecados imperdonables y la maldad de un individuo. Pero Dios, el Perdonador, perdona la mayoría de los pecados de Sus servidores: Toda aflicción que os acontece, es debida a lo que han ganado vuestras manos; si bien El pasa por alto muchos (de los males que cometéis) (Corán 42:30).
El profeta Muhammad tenía tanto la misión de Moisés como la de Jesús. El episodio histórico mencionado al principio de este texto muestra que Abu Bakr representó básicamente la misión de Jesús y que Umar representó básicamente la misión de Moisés. Dado que el Islam debe prevalecer hasta el final del tiempo, pueden haber ocasiones en las cuales a sus seguidores se les requiera que actúen, según las circunstancias, a veces como Moisés y a veces como Jesús.

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