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lunes, 30 de octubre de 2017

El investigador experto en Oriente Medio y extremismo violento Moussa Bourekba sostiene que Occidente está "obsesionado" con el Estado Islámico (EI) cuando es "Al Qaeda la que está preparando su vuelta a Europa" y no se le presta atención.
Bourekba, que trabaja en el CIDOB (Barcelona Centre for International Affairs), ha participado estos días en Vitoria en una seminario sobre el "Pensamiento sectario, radicalización y violencia".
En una entrevista con Efe, Bourekba recuerda que desde 2012 se dice "que ha muerto Al Qaeda, pero sigue ahí, más potente que nunca, aunque ahora no destaque por sus atentados a gran escala en Europa".
El investigador reconoce que no se sabe cómo puede regresar la organización que fundó Osama Bin Laden, pero "hay que recordar quién tiene el récord del mejor atentado mundial, entre comillas", en referencia al del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York.
Explica gráficamente que el Estado Islámico y Al Qaeda son como "Pepsi y Coca Cola, dos marcas trasnacionales que están compitiendo".
En los últimos años, el Dáesh "ha apartado" a la otra organización terrorista de la primera línea, pero ésta tiene "voluntad de volver a ponerse como número uno".
"El Estado Islámico ha sido como el suflé, que creció muy rápido, alcanzó su auge y ahora está cayendo y va a volver a la clandestinidad, como Al Qaeda", insiste Bourekba, quien recuerda que, a pesar de que ya no cuenta con la misma capacidad "logística y financiera", el EI es una organización que llegó a controlar un territorio cinco veces más grande que el Reino Unido.
Respecto a la pervivencia del terrorismo yihadista, cree que hará falta "una generación entera" para superarlo y todo dependerá de factores como quién está al mando del Estado Islámico y qué estrategia mantendrán las potencias extranjeras para hacer frente a este fenómeno.
Hace ya 16 años que George Bush declaró la guerra contra el terrorismo, relata, "y nunca ha habido más terroristas que ahora", porque se ha optado por una estrategia "cortoplacista que pueda calmar a la población acabando con el terrorista sin pensar en qué es lo que lo creó".
Este experto sostiene que para combatir el salafismo yihadista hay que centrarse en conseguir que la ideología que tienen "sea cada vez menos atractiva".
"Es necesario entender que el Estado Islámico atrae porque en el mercado de las ideologías antisistema es el número uno en el mundo", argumenta Bourekba, quien destaca que esto "empuja a mucha gente que no tiene nada que ver con la religión", sino que busca "ser un héroe, el reconocimiento y formar parte de un gran proyecto".
Añade que el perfil de las personas que se enrolan en el EI es variado: no solo se trata del de un "joven hijo de emigrantes, de familia musulmana, socioeconómicamente marginado y que está buscando de alguna manera un sitio en una sociedad que en ese momento no tiene".
"Ahí interviene alguien que le promete uno de los mejores futuros, cuando esta persona tiene el peor presente y pasado", recalca.
Pero no solo existe este perfil. El Estado Islámico ha captado enfermeras, ingenieros y médicos; tiene un "abanico muy amplio" y ofrece "un menú a la carta" para prometer soluciones una vez que detecta las necesidades y lo que busca cada joven.
"Les ofrecen compañerismo, aventura y a quien ha tenido un pasado delincuente le permiten tomar su revancha contra la sociedad y matar en nombre de Dios", especifica.
Critica que hay una especie de "fascinación" en torno a las actuaciones terroristas yihadistas, como la que hubo en torno a ETA, y que el interés público se centre en cómo se prepara un atentado o se llega a degollar a una víctima, sin prestar atención a su "discurso", a las razones por las que se enrolan.
La sociedad occidental tiende a simplificar y a decir que los miembros de un célula terrorista se juntaron porque eran "musulmanes y comparten el islam", pero hay otros muchos factores, ya que la religión solo "es el vehículo para poder ser violentos".
Bourekba recuerda la experiencia de principios de los años 2000 en Francia, donde personas encarceladas por distintas delincuencias explicaban sus casos en institutos y colegios, y las consecuencias de sus actos.
Aunque todavía la sociedad no está preparada para ello, cree se debería hacer algo similar con los retornados de Siria e Iraq, para que muchos de ellos reconozcan que fueron "manipulados y que se equivocaron".

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