“Cortés no quiso la Conquista sino el mestizaje”: Christian Duverger
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Con esta entrevista, iniciamos una serie dedicada a reflexionar sobre algunos momentos clave de la historia mexicana que conmemoramos en este 2021.
Hernán Cortés de Monroy y Pizarro Altamirano. (Montaje: Ángel Soto)
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A 500 años de la Conquista, ¿cómo debemos entender el encuentro entre españoles y aztecas? Christian Duverger, uno de los historiadores más reconocidos en el estudio de este capítulo de la historia, considera que “nos equivocamos, no hemos comprendido lo que ocurrió a partir de 1519”. El autor de Cortés, una biografía exhaustiva del conquistador, explica que el mundo prehispánico, si bien era sedentario, acogía nómadas que llegaban constantemente “Se les conocía como chichimecas. Al llegar, de inmediato recibían una propuesta de instalación y la ofrenda de mujeres. Mesoamérica se constituye a partir de este mestizaje entre sedentarios y nómadas. La llegada de Hernán Cortés no es más que la entrada de unos chichimecas barbados, de tez blanca. A Cortés le ofrecen presentes, pero lo más importante, le ofrecen veinte mujeres. Entre éstas, la Malinche, Marina, que tuvo un papel muy importante. Se trataba de un ritual prehispánico. La diferencia fue que Cortés entendió el funcionamiento del mundo mesoamericano, conocía el idioma de los nativos y el funcionamiento de Mesoamérica en la parte continental, lo que hoy es México. En este sentido, hay más continuidad con la historia prehispánica que con la historia peninsular”.
Desde el punto de vista de Duverger, Cortés no incursiona con una intención de conquista, no está del lado de la Corona, sino que abriga un deseo de integración al mundo indígena. “De hecho”, destaca el historiador, “fueron pocas las batallas que libró, entre estas la de Centla. Luego, por supuesto, la batalla del 21 de agosto, el final del sitio de Tenochtitlan. Después de esto, decide seguir con su idea del mestizaje y de alguna manera logra su objetivo: instalar una Nueva España mexica”.
¿Cómo debemos entender el mestizaje, cómo asimilarlo?
Cortés llega con una idea humanista, la del mestizaje, no con una idea de guerra o superioridad. Para la época, sus ideas son revolucionarias. La noción de mestizaje no viene de la tradición occidental, del Viejo Mundo, viene de Mesoamérica; es una idea prehispánica. En el territorio había varios grupos que hablaban diversos idiomas y convivían. Ese es el modelo que adaptó Cortés luego de quince años de estancia en las islas del Caribe. En México hay una percepción despectiva del mestizaje, un rechazo a todo lo que hizo Cortés; creo que si explicamos mejor todo lo que ocurrió podríamos cambiar esa percepción. Cortés buscaba la integración en un mundo que ya tenía 3 mil años de existencia. Por ejemplo, quería utilizar el náhuatl como idioma vehicular entre indígenas. Hay que recordar que la evangelización se hizo con los idiomas nativos. Otro elemento que nos ayuda a entender lo que pasó en los años de la Conquista, 1519 a 1521, y los años siguientes, es que hubo pocos españoles en México. En 1550, una generación después de la llegada de Cortés, hay 3 mil españoles en la Nueva España, y al final del siglo, entre 5 y 6 mil en todo el territorio de Mesoamérica.
Desde esta perspectiva, Cortés no fue el conquistador brutal, el Cortés de la “leyenda negra”.
La violencia existe, no voy a negarla. Existe en el mundo mesoamericano y en el mundo ibérico. Tenemos la Inquisición, las condenas a personas que son quemadas vivas. El occidente es un mundo de violencia, lo mismo el mundo prehispánico. El primer momento se hizo sin batallas, pero el 21 de agosto hay una gran batalla, hay muertos y más muertos. Lo que tenemos que matizar es la baja de población porque la leyenda negra explica que los españoles mataron prácticamente a todos los indios. Eso es falso. Alguna vez hice el cálculo con los textos de Cortés y de López de Gómara de los muertos que acepta Cortés: son 70 mil en las guerras del sitio de Tenochtitlan. En relación con la población, no es tan importante porque si hablamos de 18 millones en el altiplano central, no es tanto. Tenemos muchos datos para saber que la baja de población en la Nueva España empezó en 1567 a raíz de las epidemias.
Además fue un hombre, según lo describes, que reivindicó la importancia de la mujer en una sociedad machista, patriarcal.
Es mi lectura. Podemos discutir si lo hizo por intuición, por un sentimiento hacia la mujer o por cálculo. Había entendido algo muy importante: en el mundo prehispánico la pareja hombre-mujer era la base del poder. Moctezuma era el tlatoani, y el segundo en el poder era cihuacóatl, la serpiente mujer. A la llegada de Cortés, el cihuacóatl ya es un hombre. Habían expulsado a la mujer del escenario de la política. Cortés tuvo la idea de reivindicar a la pareja fundamental, y entonces se presenta con Malinche como una consorte que tiene la mitad del poder. Con esto, obligó al tlatoani Moctezuma a hablar con una mujer. Por eso Moctezuma llamaba a Cortés malintzine, que significa en náhuatl “dueño de la venerable cautiva”. De hecho, fue una revolución cultural porque en un mundo donde la mujer había perdido su papel social y su autoridad política, fue importante demostrar que este nuevo poder funcionaba en paridad con la mujer. Podemos discutir si Cortés lo hizo por amor. Yo estoy a favor de la historia de amor. Creo que se enamoró realmente de Marina, pero además la presentó como su alter ego y esa fue una señal magnífica para todas las mujeres. Cortés recibió el apoyo de las mujeres mesoamericanas. Es parte del misterio que lo circunda.
¿Qué nos revela la historia de la Malinche más allá del estereotipo de traidora?
Contribuyó a la dignidad de muchas mujeres, tuvo un papel que podríamos considerar feminista. El problema con Malinche es que hay pocos datos, no es un tema fácil para el historiador. Lo que tenemos son más bien novelas. De cualquier manera, cuando hablo del papel que tuvo Malinche creo que estoy muy cerca de la realidad.
Has dicho que no hay historia sin escritura. Ahí están las crónicas de españoles e indígenas, la visión de conquistadores y vencidos. ¿Cómo debemos leerlas a la luz de estos 500 años?
Considero que todo eso es literatura. Por ejemplo, Cortés es un escritor y López de Gómara es un escritor pagado para escribir. Esas fuentes son parte de la literatura, de la épica del momento. No podemos leerlas como fuentes históricas. Esa dimensión literaria nos obliga a reflexionar mucho más, porque si la consideramos una relación épica hay que pensar dónde está la verdad, dónde está la exageración, dónde están los silencios, etcétera. Estamos en eso y es un paso nuevo para entender lo que ocurrió. El tema es interesante porque, por ejemplo, la escritura de Cortés debe mucho a las tradiciones prehispánicas; ya había este tipo de crónica de las conquistas, relatos de los conquistadores.
¿Se podría decir que la historia oficial ha tomado estas historias y las ha manipulado a su conveniencia?
La idea de una historia oficial es una historia monolítica. Como historiador, puedo tener otro punto de vista: no hay una sola lectura de la historia de ese momento. Más que una historia oficial hubo una ideología. Lo que hizo la “leyenda negra” fue imponer una lectura ideológica de la Conquista donde las víctimas son los indios, y los verdugos, los españoles. Los vencedores matan a los indios. Esto no es la realidad; hubo un mestizaje y el descenso de la población fue de otra naturaleza. Estamos en un momento de discusión sobre esas fuentes y confío en que tendremos una lectura más apegada a la realidad, entender mejor las fuentes de la época.
En tu libro Cortés escritor, aventuras una hipótesis que ha causado polémica: atribuir la escritura de La historia verdadera de la conquista de la Nueva España a Cortés y no a Bernal Díaz del Castillo. ¿Cómo llegas a esta conclusión?
Había cosas imposibles. ¿Cómo es que Bernal, un autor alejado de Cortés, estaba en situación de conocer tantas cosas íntimas y tantos datos de historiador? Había una contradicción entre el perfil del narrador y el contenido, con mucha información de primera mano. Ese fue el inicio. Luego trabajé sobre la prohibición, que tuvo lugar en 1527, un elemento muy importante. Se oculta el hecho de que Cortés fue un escritor famoso. Escribe la Segunda carta de relación en 1520. En 1522 se publica en Sevilla, en la gran imprenta de Jacobo Cronberger. Fue un éxito. En cinco años tuvo doce ediciones, es decir, más de 8 mil ejemplares. Es mucho para la época porque además el libro es caro, equivale al precio de un caballo. Esto disgustó mucho a Carlos V, le causó tanta envidia que prohibió la impresión. Todos los ejemplares en España fueron recogidos y quemados en plazas públicas. Cortés es un autor famoso en el mundo culto de Europa, no sólo por lo que cuenta sino por su manera de narrarlo. Por tanto, hay que considerarlo un escritor. Al final de su vida, en Valladolid, decide escribir sus memorias que no son otra cosa que la conquista de México y lo hizo —esto fue un elemento clave— a cuatro manos. Escribió la Historia verdadera de la conquista de la Nueva España y pidió a López de Gómara escribir otra versión, que es la Historia de la conquista de México. Hay tantas semejanzas entre las dos obras que resultaba imposible organizar una materia tan densa como la conquista de México, con el mismo ritmo, la misma selección de las escenas. Partí de esa idea y descubrí todo el proceso de escritura de la Historia verdadera. Esta hipótesis ha sido apoyada, no estoy solo en el debate. La Biblioteca Nacional de París decidió eliminar la autoría de Díaz del Castillo. El libro aparece sin autor. Debajo del título se lee una nota que dice: “Hasta 2013 la autoría se atribuyó a Bernal Díaz del Castillo y, a partir de la investigación de Christian Duverger, la obra se atribuye a Hernán Cortés”. Si una gran biblioteca del mundo lo hace a partir de dictámenes, es un cambio que no se puede rechazar y eso es muy favorable para entender el proceso de revisar la literatura alrededor de la conquista de México.
¿Cómo marca la Conquista nuestra identidad, qué es la mexicanidad y en qué momento se funda?
La mexicanidad está vinculada al mestizaje. Si no aceptamos el mestizaje, no se acepta la mexicanidad. La mexicanidad cristaliza una forma histórica de mestizaje. En muchos aspectos, la sociedad mexicana de hoy tiene su dimensión indígena. Por ejemplo, la vida política es mucho más indígena, más prehispánica, que occidental. Los discursos políticos en México no pueden entenderse sin el peso de la tradición de los prehispánicos. Hay que aceptar el mestizaje; no se trata de una categoría inferior a la pureza étnica. La pureza étnica es una invención, se hizo para reafirmar la superioridad de unos sobre otros, de una parte del mundo sobre otras. Creo que podríamos, con gran provecho, salir de esta visión decimonónica que impuso la idea de la confrontación entre grupos dominantes y grupos explotados que no corresponde con la realidad de lo que ocurrió en el siglo XVI.
¿Es pertinente exigir perdón a España por la Conquista?
No podemos negar que entre la idea y la realidad hubo una diferencia. Cortés tenía un sueño, el sueño del mestizaje, de la integración de grupos españoles dentro del marco prehispánico mesoamericano, pero la realidad fue diferente. Hubo destrucciones y, al final, la creación de una entidad nueva, equilibrada, y eso es el México de hoy. Ahora bien, yo no tengo ninguna responsabilidad política, así que el perdón no es mi problema. Como historiador, no sé qué significa pedir perdón después de 500 años. Son catorce o quince generaciones y seguramente hubo villanos y personajes excepcionales. No sé si es pertinente trabajar sobre la idea del perdón. Sí puedo decir que no es una idea prehispánica. Si México quiere instalarse en una continuidad indígena hay que utilizar un sustrato conceptual que sea prehispánico. El perdón, más que una idea prehispánica, es una idea religiosa que nos viene del Viejo Mundo.
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