Las agresiones antisemitas han crecido en los países occidentales en los últimos años. Las nuevas formas de comunicación, la crisis económica y social, el surgimiento de nuevos partidos políticos y la incapacidad de la izquierda para asumir que el antisemitismo no es solo cosa de la derecha han hecho resurgir un fantasma del pasado, que ha vuelto con nuevas formas más sutiles, pero igual de peligrosas.
En los últimos años, el antisemitismo —entendido como el rechazo contra los judíos, su cultura o su influencia— parece haber aumentado especialmente en Occidente. El último informe de la Agencia de Derechos Fundamentales de la UE revelaba que un 90% de los judíos encuestados en 2018 consideraban que el antisemitismo ha crecido en el último lustro y casi el mismo porcentaje lo considera un problema serio. Solo en EE. UU. en 2017 se produjeron un 57% más de ataques contra judíos que en 2016. En Francia el 40% de los ataques clasificados en 2017 como de motivación religiosa o racial se dirigieron contra judíos, menos del 1% de la población del país.
El ataque contra una sinagoga en Pittsburgh (EE. UU.) el 27 de octubre de 2018, la crisis que vive el Partido Laborista en Reino Unido por declaraciones antisemitas de su líder, el creciente antisemitismo entre algunos seguidores de los chalecos amarillos franceses o la persecución de organizaciones vinculadas al magnate George Soros han puesto de manifiesto las nuevas formas del antisemitismo. El paso del tiempo ha hecho que parezcan lejanos los días de persecución y guetos, pero, pese a que su forma ha variado y se ha adaptado, el fo...
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