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miércoles, 2 de febrero de 2011

La musulmana es la mujer más feliz del mundo

La musulmana es la mujer más feliz del mundo, la reina, la que manda en casa»
«Donde mejor se descubre a un fanático es en las mezquitas, por eso nosotros vivimos en permanente alerta»



Mohamed Mahmoud Saleh, en su mezquita de Las Palmas.
MULTIMEDIA
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MOHAMED MAHMOUD SALEH PRESIDENTE DEL CONSEJO DE IMANES Y MEZQUITAS DE CANARIAS
Las Palmas de Gran Canaria, Natalia VAQUERO

¿Puede considerarse que una religión como la musulmana en cuyo nombre se autorizan lapidaciones y que obliga a vestir prendas como el «burka» respeta a las mujeres? A juzgar por lo que afirma Mohamed Mahmoud Saleh, presidente del Consejo de Imanes y Mezquitas de Canarias, sí. Mahmoud Saleh considera que muchos de esos extremismos son propaganda exagerada de los medios occidentales contrarios al Islam o, en todo caso, radicalismos de países como Afganistán que no son representativos de cómo vive la religión el común de los musulmanes.

La comunidad islámica crece en España de manera imparable, fiel a sus tradiciones, sus ritos y sus ideas. Esta entrevista con uno de sus principales imanes, casado y con siete hijos, deja a las claras la forma de pensar de los musulmanes afincados en España y los problemas que viven ahora mismo.
-Los países musulmanes no respetan a la mujer.
-La información que llega a Occidente de nuestra religión es contraria al Islam, propagada por medios de comunicación que engañan a la gente. En la casa de cualquier musulmán se puede comprobar que la mujer es la reina y la que manda. La mujer musulmana es la más feliz del mundo.
-¿Feliz con «burka» o muriendo lapidada por delitos que ni comete?
-Hay 1.500 millones de musulmanes en todo el mundo y ha ido a poner de ejemplo a los dos millones que residen en Afganistán. Eso no es representativo de la comunidad musulmana, donde se respetan los derechos de todas las mujeres.
-Las lapidaciones no se producen sólo en Afganistán.
-Las lapidaciones son castigos que se infligen a hombres y a mujeres. Hace diez años que no se produce una en los países musulmanes. La lapidación de una mujer no deja de ser una pérdida de los derechos de la mujer que admite una sociedad. Es similar a los que miran hacia otro lado en Occidente cuando pegan o matan a una mujer. Es violencia de género.
-¿Comparte ese tipo de castigos en nombre del Islam?
-En absoluto. Cualquier hombre aspira a ofrecer la mayor de las felicidades a su mujer. ¿Cómo va a querer que muera? Mahoma dice que el mejor musulmán es aquel que mejor se comporta en casa y con su familia. Yo tengo siete hijos, cuatro son hembras y tres son varones. Una de ellas es médico, porque no negamos el derecho de la mujer a desarrollarse como persona y en su ámbito profesional. Las mujeres son tan iguales o más que los hombres en nuestra religión.
-¿Por qué rezan en las mezquitas por separado?
-Cuando se reza, lo más importante es la concentración. Los hombres no pueden ser distraídos por una mujer. No es que el Islam prohíba a los hombres mirar a las mujeres, lo que condena son las miradas lascivas de algunos enfermos. Sin embargo, en los peregrinajes a La Meca, por ejemplo, se puede ver que tanto hombres como mujeres van juntos.
-¿Ni en época de elecciones, como las que acaban de pasar ahora, se ha acercado algún partido a atender sus reclamaciones?
-Por aquí pasan muchos políticos, pero al final nadie cumple. La comunidad musulmana lleva la política en la sangre porque nacemos con un don para negociar y crear alianzas. Somos muchas personas y suponemos muchos votos. Después de tanto tiempo de travesía en el desierto queremos que nos den lo que nos merecemos. Como tenemos que buscar nuestros intereses, pues votamos en función de ello. Es la de democracia, ¿no? Basta ya de pedir y no recibir.
-Eso suena a amenaza
-No, en absoluto. Le puedo asegurar que, a pesar de muchos agravios, no existe ningún afán de revancha dentro de la comunidad musulmana. Al revés, aquí estamos para ayudar y cooperar en el desarrollo de esta sociedad porque es en la que vivimos. Lo que exigimos es dignidad.
-¿Dignidad?
-Sí, le explico. Lo que no es digno que es un país como España, que es una de las potencias mundiales donde se respetan los derechos humanos y hay un sistema democrático consolidado, permita que los musulmanes tengan que orar en locales sin condiciones. A Canarias, por ejemplo, vienen empresarios de África y de otros países islámicos que se quedan de piedra cuando ven estas mezquitas. No sólo empresarios, también hay personas que llegan de vacaciones a estas islas y que no tienen un lugar digno para rezar. Es de vergüenza y más si se tiene en cuenta que Canarias es una de las zonas de España más cercanas a los países musulmanes. El alcalde de Madrid, por ejemplo, ha regalado una mezquita a los musulmanes de esa ciudad. En mi tierra, Egipto, existen iglesias cristianas de gran belleza.
-Los musulmanes sólo comen carne sacrificada según su creencia: con un corte en la yugular, dejando desangrarse el animal y pronunciando palabras sagradas a la hora de cortar el cuello. Algo incompatible con la actividad de los mataderos industriales de España.
-De nuevo se demuestra que no respetan nuestros derechos. Pedimos que se nos deje en los mataderos una caja especial para poder sacrificar a nuestros animales, pero como no nos hacen caso nos vemos obligados a importar la carne que comemos de Madrid. Esto encarece la mercancía y hay muchas familias que se ven obligadas a no comer carne porque no la pueden pagar. Antes de febrero de 2006 la situación era diferente porque podíamos sacrificar a nuestros animales, pero desde que se promulgó la ley de bienestar animal y se acabó todo. Nosotros, los musulmanes, estamos exentos del cumplimiento de esta normativa, pero nos obligan de forma encubierta a cumplirla. También nos salen más caros los entierros porque no les podemos dar sepultura aquí al carecer de un cementerio musulmán.
-¿Y qué hacen con sus muertos?
-Los tenemos que enviar a sus países de origen. El propio presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, pidió no hace mucho a los alcaldes que cediesen espacio para los cementerios musulmanes. A los que son de fuera se les puede devolver a su tierra, con un alto coste, pero ¿qué pasa con los que son de aquí y no tienen un sitio para ser enterrados?
-¿A través de la inmigración irregular se pueden «colar» radicales islamistas?
-En Canarias, por ejemplo, vivimos en permanente alerta por la proximidad de esta tierra a zonas en las que se están asentando este tipo de integristas. Nuestra colaboración con las autoridades es firme para proteger a la sociedad en la que vivimos. Participamos al máximo en la lucha contra ese terrorismo que nosotros denunciamos.
-¿De qué forma?
-Donde mejor se puede descubrir a un fanático es dentro de una mezquita. Ahí es donde nosotros actuamos. Cuando una persona llega, sea legal o ilegal, nosotros lo vigilamos para ver qué tendencia islámica sigue.
-¿Cómo frenar la inmigración irregular?
-Hay poco que analizar porque la verdad es que el hambre no conoce el miedo. La solución para atajar este problema pasa por ayudar a las personas que arriesgan su vida en el mar. A pesar de saber que su destino más probable va a ser la muerte, no dudan en subirse a una barquilla para tratar de llegar a Europa, a lo que ellos se creen que es la riqueza y la vida de prosperidad.

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