Jax Desmond:“En cuatro meses acabaríamos con Los Zetas”
La empresa JDW presentó al presidente Calderón un plan para acabar con los cárteles mexicanos y sus grupos de sicarios; sus enviados trabajarían sin aceptar la colaboración de autoridades mexicanas.
- 2009-11-29
Foto: Tim Wimbone/Reuters
Foto: Tim Wimbone/Reuters
Sin
titubeos, Jax Desmond responde de inmediato a la pregunta que se le hace desde
la Ciudad de México a sus oficinas en Nueva York:
—¿En
cuánto tiempo acabarían ustedes con Los
Zetas?
—Podemos
hacerlo en cuatro meses. Mi gente es mejor que ellos, está mucho mejor
entrenada, tiene mejores armas y sobre todo tiene la experiencia en combate, en
guerras en Medio Oriente contra grupos terroristas como Hamas o Hezbollah.
Ciento veinte días es el tiempo que necesitamos y en el que nos comprometemos a
ayudarle al gobierno de México a “resolver” el problema en que se convirtieron
Los
Zetas —explica Desmond, director y fundador de la compañía de seguridad que
lleva su nombre y que se especializa en ofrecer servicios de intervención para
combatir secuestros y grupos terroristas en todo el mundo.
Acabar
con Los
Zetas implica también capturar vivos a sus líderes, se le comenta a Desmond,
quien responde afirmativamente y agrega que sus muchachos están entrenados para
lograrlo y que si el gobierno mexicano acepta las condiciones de trabajo
plasmadas en el proyecto que hace dos meses le hicieron llegar al presidente
Calderón, buscarán y detendrán a “los 10 jefes de Los
Zetas”. La lista la encabezan los cuatro personajes más conocidos del cártel
dentro y fuera de México: Heriberto Lazcano (Lazca
o
Z-3), Miguel Ángel Treviño Morales (L-40),
Antonio Ezequiel Cárdenas Guillén (Tony
Tormenta) y Jorge Eduardo Costilla Sánchez (El
Coss). Ellos son los principales objetivos de la Operación Duvdevan
(cereza), diseñada por la compañía Jax Desmond Worldwide para terminar con
ellos, señala.
Duvdevan
es el nombre clave de uno de los grupos especiales de contraterrorismo y
espionaje del Ejército de Israel. Es una unidad de élite cuyos elementos están
adiestrados para ejecutar complicadas operaciones de infiltración en las líneas
enemigas, empleando equipo sofisticado, vehículos modificados y sobre todo
penetrando y mezclándose sin despertar sospechas con los blancos a capturar o
eliminar. Sus agentes se han concentrado en operaciones de infiltración en la
franja oeste de Gaza, para eliminar o detener a personajes vinculados con
potenciales actos terroristas o ligados al tráfico de armas y explosivos hacia
Jerusalén. Desmond añade que acerca de Los
Zetas existe amplia información en los archivos de la compañía, que él y su
gente los estudiaron durante meses antes de proponerle al gobierno mexicano su
plan de operaciones. “Vamos con todo por ellos”, dice. “Tenemos helicópteros Apache,
vehículos artillados, sistemas de vigilancia y seguimiento, y sistemas y equipos
de inteligencia para dar con ellos y detenerlos”, detalla.
El
conseguirlo pasa por la aceptación del gobierno del presidente Felipe Calderón
para que sus mercenarios entren al país con equipo militar, equipo de
inteligencia y, sobre todo, con el equivalente a una auténtica patente de corso
para actuar sin obstáculos en contra de Los
Zetas.
Expedientes de la DEA de Heriberto Lazcano Lazcano, Miguel Ángel
Treviño Morales, Jorge Eduardo Costilla Sánchezy Antonio Ezequiel Cárdenas
Guillén . Fotos: DEA
LA EXPERIENCIA NECESARIA
JDW
es una empresa especializada en servicios de protección, vigilancia, seguridad,
respuesta a situaciones de riesgo, asistencia antisecuestros y transportación
especial, cuya planta laboral operativa está integrada por ex combatientes
israelíes y estadunidenses pertenecientes a los más importantes grupos de élite
en sus fuerzas armadas. Ex oficiales de grupos especiales como el Duvdevan, el
Sayeret Matkal y el Mossad componen el grueso de las fuerzas de operación de
JDW. A ellos se suman ex integrantes de la Delta Force, del US Navy Seals, del
Cuerpo de Marines, de los Rangers y de los Boinas Verdes del Ejército de Estados
Unidos.
Desde
el pasado 12 de octubre, cuando ofrecieron sus servicios, están a la espera de
la respuesta positiva del gobierno mexicano y de un sector del Senado de Estados
Unidos para iniciar la primera fase del despliegue paramilitar que buscará
acabar con Los
Zetas, “el cártel más adelantado, sofisticado y peligroso que opera en
México”. En un comunicado difundido ese día, la compañía señalaba que era
“evidente que México está sobrepasado y, si las autoridades requieren nuestra
ayuda, estaremos felices de enviar a nuestros mejores equipos de policías y
militares expertos”. Esta no es la primera vez que JDW busca que el gobierno
mexicano o alguno de los gobiernos estatales del país contraten sus servicios.
En agosto de este año la firma, con sede en Nueva York y oficinas en Londres,
manejó el mismo discurso, ofreciendo a través de su vocero, Sascha Forst, su
diagnóstico sobre la violencia en México.
El
precio por los servicios prestados es otro tema por definir. Quienes han seguido
los pasos de la firma Jax Desmond Worldwide (JDW) dicen que por una operación
así la compañía cobra entre 90 y 100 millones de dólares, pero Desmond confirma
que una parte fundamental de la propuesta enviada al presidente Calderón se
refiere precisamente al costo que tendría la Operación Duvdevan y que “acordamos
no revelar”. Pero el verdadero precio de la intervención de los mercenarios de
JDW en México para acabar conLos
Zetas es mucho más elevado y se resume en dos palabras: derrota y soberanía.
Con ellas vendría una cadena de consecuencias inimaginables.
Página electrónica de Jax Desmond.
SOMOS MEJORES
Preciso
y amplio en sus respuestas, Desmond afirma tener a los mejores hombres para este
trabajo. “Mi gente pertenece a los mejores grupos de fuerzas especiales del
planeta; son en su mayoría ex combatientes del Ejército de Israel y de sus
unidades de élite, y contamos también con oficiales de élite del Cuerpo de
Marines, de los Rangers y de la Fuerza Delta, que han formado parte del Ejército
de EU”.
JDW
desplegaría en México una parte de los poco más de 500 ex militares de
operaciones especiales con que cuenta y que están distribuidos en al menos 12
países de Medio Oriente, Europa del Este y África. “Seríamos ingenuos si no
viéramos a Los
Zetas como un verdadero riesgo para la seguridad. Aquí lo importante es ver
que Los
Zetas son un grupo de mercenarios altamente capacitados, bastante bien
entrenados por oficiales de fuerzas especiales, por oficiales de policía, en
fin, por autoridades federales civiles y militares. La única cosa que nos separa
de ellos es que mi gente, los miembros de mi equipo están mejor entrenados, han
tenido un adiestramiento más costoso y están respaldados por mejor
armamento”.
El
proyecto amplio y detallado para que los paramilitares de JDW comiencen sus
operaciones en suelo mexicano, prácticamente sin restricciones, está desde hace
más de dos mes en las oficinas de la Presidencia de la República y de la
Secretaría de Gobernación. El Senado estadunidense tiene copia del documento y
mantiene comunicación constante con JDW, explica Jax Desmond. La empresa, que
cuenta con una experiencia de 23 años en áreas de seguridad, sólo espera el
visto bueno de la Presidencia de la República y de las autoridades de Estados
Unidos para poner en marcha la primera etapa del proyecto. “Si el presidente
Calderón me dijera hoy mismo que está interesado en el proyecto que le
presentamos, necesitaría un mes para preparar la llegada a México de los
primeros equipos especiales; un mes para ubicar las bases operativas, las bases
de apoyo, la logística y varios encuentros con funcionarios del gobierno
mexicano para acordar los últimos aspectos de la operación”, añade Desmond.
Pero
hay otro detalle importante que atender: los muchachos de Desmond trabajan
siempre solos, por su cuenta, sin el apoyo de ninguna fuerza local. De
ninguna.
Contratistas de Blackwater en Afganistán. Foto: Jax Desmond/
World Wide
INMUNIDAD O IMPUNIDAD
Para
la compañía JDW la visión en torno al tema de Los
Zetas, a su expansión y a la manera de acabar con ellos, sobrepasa temas
como el de la soberanía o la cooperación para ubicarse en el terreno de la
urgencia ante “una amenaza real en la frontera sur de Estados Unidos”, dice
Desmond. Pero las prioridades para llevar a cabo la misión tienen qué ver más
con las condiciones de operación y las garantías jurídicas que el gobierno
mexicano debe darle a JDW, que con cuestiones de soberanía o coordinación
militar. Desmond lo explica a partir de la extendida corrupción policiaca en
México. Su tamaño es tal, dice, que si durante las operaciones para capturar a
Los
Zetas “un militar, un policía o un agente federal mexicano se acercara a
nosotros, lo detendríamos porque no confiamos en nadie, no sabemos con quién
estamos tratando”. Y agrega: “Nosotros no trabajamos ni hacemos equipo con
ninguna fuerza del país o del lugar donde actuamos”.
—¿No
trabajarían en coordinación con el Ejército mexicano? ¿Con la Marina o la
Policía Federal?
—No.
Nosotros no trabajamos con nadie. Si por algún motivo especial requiriéramos de
ayuda se la pediríamos al Ejército de Estados Unidos. A nadie más.
—Entonces
hablamos de una situación legal, jurídica, muy especial.
—Eso
está en las condiciones que planteamos para poder trabajar. Necesitamos que las
autoridades cumplan con todos esos requisitos o de lo contrario no podremos
ir.
El
plan operativo de JDW comprende un análisis situacional de la violencia
fronteriza generada por los cárteles de la droga mexicanos, un estudio de las
capacidades, presencia, puntos débiles y expansión de Los
Zetas, así como una estrategia integral para lograr su captura y el
paulatino descenso de las acciones del cártel y de los grupos que se les han
unido. Senadores estadunidenses están al tanto de la propuesta de JDW y del
clima de violencia que golpea la frontera común con México y que en este sexenio
ha cobrado la vida de más de 16 mil personas vinculadas en su gran mayoría al
fenómeno del narcotráfico. “No es un texto pequeño —explica Desmond—; son
cientos de hojas las que les enviamos para que conocieran a detalle la
propuesta”.
Los asesinatos relacionados con el narcotráfico en Ciudad Juárez
en 2009 superan los mil 800. Foto: Alejandro Bringas/ Reuters
DE CUIDADO
La
oleada de ejecuciones, secuestros, ataques y amenazas ligadas al narcotráfico y
la guerra desatada entre cárteles y entre éstos y el gobierno federal elevan a
más de 16 mil las muertes de mexicanos, especialmente en la frontera con Estados
Unidos. El sur de Estados Unidos ha comenzado a sentir los efectos de la
violencia generada por el narcomexicano
en complicidad con policías y cuerpos de seguridad estadunidenses. Diversas
autoridades han reconocido en este año que Los
Zetas penetraron la línea fronteriza y operan con bandas locales en estados
como California, Arizona, Texas, Nuevo México, y en una veintena de ciudades
fronterizas en las que su paso ha dejado huella.
Los
secuestros en Arizona han aumentado al igual que las extorsiones y amenazas en
comunidades hispanas y anglosajonas. Los datos disponibles en la DEA, en el
Departamento de Estado, en la Patrulla Fronteriza y en las oficinas de las
policías locales indican que Los
Zetas se están afianzando en sur de Estados Unidos. El más reciente informe
de la General Accounting Office (GAO), organismo encargado de revisar la
eficacia y el trabajo de todas las instancias gubernamentales en Estados Unidos,
señalaba en junio de este año —basado en datos del FBI, la DEA y el Departamento
de Aduanas— que los cárteles mexicanos tienen presencia real y comprobada en al
menos 230 ciudades de el país vecino.
Foto: Alejandro Bringas/ Reuters
De
ellos, dos llamaban poderosamente la atención: el cártel de Sinaloa, por su
capacidad operativa para mover grandes cargamentos de cocaína hacia territorio
estadunidense, yLos
Zetas, por su violencia, por su rápida expansión y sobre todo por su poder y
control sobre las rutas de tráfico y las zonas de venta de droga que comienza a
arrebatarle a otros competidores. En este contexto, la Procuraduría General de
la República (PGR) y la Secretaría de Seguridad Pública Federal (SSPF) han
reconocido que Los
Zetas son el cártel que más armas de alto poder y destrucción adquieren
(ametralladoras Barret calibre 50 milímetros, pistolas FN Herstal calibre 5.7 x
28 milímetros, conocidas como matapolicías,
y ametralladoras P-90 de munición subsónica), ya sea en el mercado negro o de
manera legal, en las ferias de armamento que cada 15 días se llevan a cabo en el
sur de Estados Unidos. El analista Hal Brands, doctor en Historia por la
Universidad de Yale y especialista en temas de contrainsurgencia, publicó en la
revista Air
& Space Journal correspondiente al tercer trimestre de 2009, el artículo
“Los
Zetas: Dentro de la Pandilla de Drogas más Peligrosa de México” (http://www.au.af.mil/au/cadre/aspj/apjinternational/apj-s/2009/3tri09/br...),
donde advierte que este grupo posee “un aparato organizativo refinado, que le ha
dado poder y una capacidad de expansión no vista antes en otras organizaciones
criminales de México”. Brands señala que “sus orígenes, la evolución
subsiguiente y su modus
operandi… son lo que les ha permitido tener un éxito tan devastador sobre la
seguridad interna de México y sus países vecinos”. No obstante, reconoce que los
datos precisos sobre este grupo siguen siendo escasos. “En realidad se sabe muy
poco de ellos”, dice. Aun así, el especialista advierte que “Los
Zetas tienen ahora de mil a tres mil hombres y mujeres, la mayoría
veinteañeros. Se cree que este grupo básico está complementado por docenas de Kaibiles,
o especialistas guatemaltecos en contrainsurgencia quienes, como Los
Zetas originales, desertaron del ejército en busca de una mejor paga”, y
añade: “Los
Zetas explotan despiadadamente los fracasos del estado mexicano, haciendo
uso de la violencia y los sobornos para socavar las instituciones del gobierno
destruyéndolas desde dentro”.
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