Carta abierta a los intelectuales que solicitan la instalación de mesas “Israel-Palestina” en el marco de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara 2013
IRVING GATELL PARA ENLACE JUDÍO
Enlace Judío México | Queridos intelectuales:
Acabo de leer en La Jornada el artículo publicado el pasado 27 de Octubre en la sección de Política, en donde solicitan la apertura de mesas Israel-Palestina en el marco de la FIL de Guadalajara, que este año tiene como país invitado a Israel, bajo la premisa de que “…la presencia de Israel como invitado en la FIL de Guadalajara, no puede desvincularse de la tragedia que ha representado para Palestina”.
Al respecto, quiero hacerles tres observaciones:
1.La tendenciosa confusión de lo cultural con lo político
Lamentablemente, la actitud que ustedes asumen -aparentemente incluyente y enfocada a un acto de justicia-, en términos prácticos sólo se reduce a la discriminación descarada y recurrente que muchos sectores progresistas aplican contra Israel, y contra todo lo que tenga que ver con Israel.
Acepto -al igual que la abrumadora mayoría de los judíos e israelíes- que ustedes tienen razón en algo: la realidad, y particularmente todas las perspectivas que existen sobre esa realidad, tiene que conocerse, promoverse y fomentarse. Conocer el tema, y sobre todo conocer la perspectiva del otro, es fundamental para que se logre la concordia y, en condiciones óptimas, la paz.
Lamentablemente, eso no se va a lograr invadiendo cuanto evento CULTURAL a nombre de Israel se intente realizar. Eso está perfectamente demostrado por la gran cantidad de actividades que en todos lados del mundo se han tenido que reorganizar, o de plano cancelar, cuando los activistas pro-palestinos imponen su visión de que cualquier evento relacionado con Israel tiene que incluir la perspectiva palestina.
La razón es obvia: este tipo de llamados y convocatorias terminan por ser una invitación para que los activistas o simpatizantes pro-Palestina se dediquen a sabotear las actividades culturales vinculadas con Israel, siendo la regla general una intolerancia total, y una absoluta incapacidad de diálogo.
Con este tipo de llamamientos, lo único que ustedes van a echar a andar es otra manifestación de discriminación hacia todo lo que tenga que ver con Israel (y les pregunto: ¿acaso por ser contra Israel debe considerarse “legítima” esta discriminación? Lamentablemente, por el silencio que muchos de ustedes guardan cuando esto sucede, pareciera que su respuesta es una complaciente afirmación).
La FIL es un evento cultural, no político. Cierto que toda cultura tiene su contexto político, pero eso no significa que un evento cultural se tenga que avocar a un problema político. Bajo esa lógica, ustedes mismos tendrían que exigir que cada vez que haya eventos culturales vinculados con Inglaterra, se exija la instalación de mesas para discutir el problema con los irlandeses; o que cada vez que haya eventos culturales vinculados con China, se exija la instalación de mesas para discutir los asuntos de Taiwan, Hong Kong y el Tibet.
Y es obvio que no lo van a hacer (o que no lo han hecho), porque no tiene sentido: un evento cultural, con toda la política contextual que haya, debe ser respetado como lo que es.
Más aún: si el objetivo es -porque eso es- el establecimiento de un Estado Palestino independiente, soberano y con todo el derecho de aspirar al progreso de sus ciudadanos, entonces empecemos a respetar la lógica implícita en el concepto de independencia nacional, y dejemos que los eventos dedicados a Israel, estén dedicados a Israel.
En esencia, solicitar que siempre que se hace algo a nombre de Israel se incluya a Palestina, es tan lógico e inteligente como solicitar que siempre que se haga algo a nombre de México, se incluya a Guatemala; o que si se hace a nombre de Inglaterra, se incluya a Irlanda.
¿Desean la apertura de foros para expresar el punto de vista palestino, sus vivencias, su interpretación de la realidad, o cuanta cantidad de temas afines deseen? ¡Perfecto! Está bien. Es legítimo. Es, me atrevo a decirlo, necesario. Bien: vayan entonces con las autoridades de la FIL de Guadalajara para promover la invitación de Palestina como país invitado, y no dejen de insistir hasta que lo logren.
Lo justo, o por lo menos lo parejo, es que si se invita a Israel, se invite en una ocasión futura a Palestina. Lo que definitivamente es un error, grotesco además, es volver al juego de que hay que invadir los proyectos culturales a nombre de Israel. En realidad, sólo están reproduciendo el viejo juego típico de la más radical intolerancia política, de que bajo el pretexto de que exijo voz para unos, le niego la voz a otros.
Les guste o no, en este conflicto la voz y opinión de Israel es tan importante como la de Palestina. No tiene sentido reclamar que la de Israel es una opinión manipulada o manipuladora. Al caso, yo puedo decir lo mismo de la voz Palestina, así que estamos empatados. Justamente, para superar esa inútil acusación mutua es que se deben construir los foros en donde se escuchen las dos posturas. Dejen, entonces, que un evento donde se invita a Israel se desarrolle en paz, y luchen por lo que sí es necesario: la creación de espacios para escuchar la voz palestina, no el sabotaje de espacios para escuchar la voz de Israel. Porque, al final de cuentas y en términos prácticos, eso es lo que ustedes van a generar: el boicot -en una de esas, y hasta de manera violenta- de un evento, no la creación de un foro.
2.Un primer problema con el sesgo de su discurso: la tragedia palestina
La forma en la que plantean su solicitud tiene un severo problema. Tal y como lo dicen, pareciera que toda la historia se tiene que reducir a que un proyecto europeo invadió Palestina y arruinó la vida de quienes estaban allí. Y la molesta realidad es que eso no es cierto.
Tal y como ustedes mismos lo refieren, la Resolución 181 de las Naciones Unidas dictaminó la creación de dos estados, uno judío y uno árabe. Naturalmente -como suele pasar en estos casos- olvidan decir que quienes se rehusaron terminantemente a aceptar esa resolución, fueron los árabes.
David ben Gurión señaló, explícitamente, lo siguiente al leer la Declaración de Independencia de Israel: “Extendemos la mano a todos los Estados vecinos y sus habitantes en una oferta de paz y buena vecindad, y apelamos a ellos para establecer lazos de cooperación y mutua ayuda con el pueblo judío soberano en su propia tierra. El Estado de Israel está preparado para hacer su parte en el común esfuerzo para el avance de todo el Medio Oriente”.
Yo sé que ustedes pueden poner muchas objeciones a este dato. Pero hay una realidad indiscutible: si en ese momento, con todas las desventajas que había, los países árabes hubieran aceptado esa propuesta, y en ese momento se hubiera iniciado el proceso de establecer un Estado Árabe donde los hoy llamados palestinos se hubieran podido organizar como nación soberana, la mencionada “tragedia” palestina no hubiera tenido lugar.
Es cierto que se hubieran dado fricciones, conflictos, y tal vez hasta enfrentamientos armados. Es cierto que de todos modos se hubieran dado desplazamientos demográficos. Pero es igual de cierto que no se hubieran comparado a lo que sucedió como consecuencia de una guerra declarada por los países árabes. Todas las aristas del problema habrían sido infinitamente menores, y es probable que se hubiese llegado a una solución pactada hace varias décadas.
Ustedes olvidan mencionar que si esto no fue posible fue por culpa de la ideología Panarabista de entonces, nutrida en gran medida por la influencia ideológica de la ex URSS, según la cual simplemente no había lugar en Oriente Medio para un país no árabe.
Pero hay más: las imprecisiones históricas en las que ustedes mismos caen.
De su discurso, se deduce que un proyecto europeo invadió territorio palestino. Nada más falso: el territorio en cuestión estuvo dominado por potencias extranjeras desde el año 63 AEC. Romanos, Bizantinos, Califatos Árabes, Cruzados, Otomanos e Ingleses. Todo el discurso según el cual Israel se asentó en “territorio palestino” es falaz. La demografía de la zona siempre se caracterizó por ser escasa, y fue apenas a finales del siglo XIX que flujos migratorios -tanto judíos como árabes- incrementaron moderadamente el promedio poblacional. Tan fácil como es demostrar que los abuelos o bisabuelos de muchos israelíes de hoy llegaron de Europa, es demostrar que muchos de los abuelos o bisabuelos de los palestinos de hoy llegaron de la actual Jordania y de Egipto.
La negativa de las naciones árabes para rechazar el establecimiento de un Estado Judío fue por motivos ideológicos y nacionalistas. Si se toman la molestia de revisar las posturas árabes de la época -no es difícil: cualquier Hemeroteca puede ofrecerles mucho material-, no van a encontrar ningún discurso en donde se defiendan “los derechos del pueblo palestino que está siendo invadido”. Y demostrarlo es fácil: entre 1949 y 1967, los actuales territorios donde los palestinos aspiran a construir su Estado estuvieron bajo control Jordano y Egipcio. Sin embargo, no hubo ningún intento por parte de estas naciones por crear un “estado palestino”, y ni siquiera hubo un reclamo por parte de la población “palestina” por exigirlo.
En realidad, lo único que sucedió fue que las naciones árabes refundieron a estos desplazados en campos de refugiados, y les negaron los más básicos derechos civiles. Jordania y Egipto, en el más condescendiente de los casos, son igualmente culpables de la “tragedia” palestina. Y, por cierto, no he sabido que ustedes exijan que en cada evento cultural que promociona a Egipto -por ejemplo- se instalen mesas Egipto-Palestina para conocer algo sobre la frontera cerrada entre Egipto y Gaza (situación todavía más radical y estricta que en la frontera entre Israel y Gaza).
El conflicto israelí-palestino es complejo. No se puede reducir a lo que ustedes han expresado. Lamentablemente, se trata de un síntoma extra de esa tendencia sesgada a la que muchos medios pretendidamente progresistas se aferran: negarle la voz a Israel. La historia oficial debe de ser la de los Palestinos. Los únicos reclamos legítimos deben ser los de los Palestinos. De ellos sí debemos olvidar que son tan migrantes como los judíos. De ellos sí debemos callar que en muchas de sus publicaciones oficiales siguen insistiendo en que Israel debe ser destruido. A ellos sí se les debe conceder el beneplácito cuando usan la violencia indiscriminada. Y si Israel intenta abrir un foro donde sólo quiera promover a sus escritores, debe evitarse. Todo debe convertirse en un foro Pro-Palestino.
Como alguna vez se lo señalé a un ex-embajador Palestino en México -y debo agregar que no me pudo contestar- con mentiras e intolerancia no se puede construir la paz entre dos pueblos.
3.Un segundo problema con el sesgo de su discurso: Israel.
Ustedes dicen: “El Estado de Israel es de carácter étnico y confesional. No es un Estado de ciudadanos, es un Estado para un sector exclusivo de ciudadanos, los judíos. En ese sentido, puede verse como un Estado judío fundamentalista, aunque viste un ropaje de formalidad democrática occidental”.
Error. Grotesco y lamentable error.
Gaza es un fragmento de Estado de carácter étnico y fundamentalista. Allí se está dando, en este momento, una persecución abierta e institucionalizada contra las minorías cristianas, porque el proyecto es establecer una sola religión, y además en una sola de sus versiones. Allí, toda la disidencia política ha sido sistemáticamente perseguida y agredida, incluso asesinada. Allí, la prensa vive bajo la más absoluta intolerancia del régimen gobernante.
En cambio, pese a los muchos aspectos que ciertamente se pueden debatir, Israel es el único país de todo Oriente Medio donde un árabe puede cambiarse a la religión que quiera, o cambiarse el sexo si así lo desea, o ejercer la preferencia sexual que más le agrade. En Israel hay Ministros de la Suprema Corte de Justicia que son árabes, diputados en la Knesset (parlamento) que son árabes, prósperos hombres de negocios que son árabes, estudiantes en todas las Universidades inscritos en todas las carreras que son árabes. La cruda realidad es que este tipo de libertades no existen para las minorías en el resto de los países árabes. Incluso, en la mayoría ni siquiera existen para los Palestinos. Sobra decir que el único país de Oriente Medio donde las comunidades cristianas tienen plena seguridad y respeto de sus derechos, es Israel.
Es cierto que hay fricciones con la población árabe, que en muchas ocasiones se sienten discriminados. Pero es igualmente cierto que esa es una situación inevitable generada por más de seis décadas de conflicto con los vecinos árabes, y azuzada por muchos árabes prominentes (la diputada israelí Hanin Zoabi, árabe y que vive del presupuesto del gobierno israelí, ha llamado en numerosas ocasiones a la destrucción de Israel). Esto es algo que se tiene que resolver, sin duda, pero eso no se va a lograr jugando a que hay que invadir cuanto espacio cultural sea un foro para Israel.
Presentar al Estado de Israel como un “estado confesional y fundamentalista” es grotesco. En esa lógica, ¿cómo hay que definir a Gaza, Siria, Líbano o Arabia Saudita? La realidad israelí es que el gobierno le resulta incómodo a los religiosos fundamentalistas porque lo consideran “demasiado laico”, y que la abrumadora mayoría de la población suele estar molesta por las actitudes que toman los Partidos Políticos de tendencia religiosa.
Tómense unas vacaciones en Israel. Luego, unas vacaciones en Gaza. Mientras disfrutan las playas de uno y otro país, tómense la molestia de repartir folletos en donde se hable de la igualdad de géneros. Luego, cuando regresen, platicamos de Estados confesionales y fundamentalistas.
A modo de conclusión, celebro su deseo de que se escuchen todas las voces en el conflicto. Lamento, en definitiva, que no tengan la capacidad de salirse del cliché intolerante que se limita a invadir y sabotear la voz de uno de los participantes en el conflicto (especialmente cuando se trata de un evento que no está enfocado directamente al conflicto).
Promuevan la voz palestina. Búsquenle espacios, foros. A fin de cuentas, tienen un montón de simpatizantes. Pero entonces sean coherentes con lo que exigen, y dejen a Israel hacer escuchar su propia voz. Ustedes tienen todo el derecho de no estar de acuerdo, pero no por eso deben convertirse en lo que -se supone- tanto rechazan: la imposición.
De paso, háganse un favor ideológico y dejen de reducir el mundo a estereotipos fácilmente detectables: que los fuertes son malos, que los débiles son buenos, que los israelíes son invasores, que los palestinos son víctimas.
Y lo digo por conveniencia palestina: esos estereotipos están vigentes desde hace 65 años, y NO HAN BENEFICIADO EN ABSOLUTAMENTE NADA al pueblo palestino.
Y, por favor, dejen la FIL del libro en paz. Les prometo que cuando Palestina sea el país invitado, los que estamos con Israel no vamos a poner desplegados en periódicos para solicitar que nos dejen exponer el punto de vista de otro país.
En la medida en la que sepamos escucharnos -y eso pasa por respetar el foro del contrario-, seremos capaces de ponernos de acuerdo. Tal vez sólo acordemos un molesto y mal arreglo, pero eso siempre va a ser mejor que un buen pleito.
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