Multimillonarios: la decadencia de Occidente y el auge del resto
Con la
ayuda de la revista Forbes y en
conjunción con algunos compañeros del Instituto de
Estudios Políticos, hemos llevado a cabo un seguimiento de los
multimillonarios y la creciente desigualdad en el mundo durante varias
décadas.
De la
misma manera que una gota de agua nos proporciona indicios sobre su composición
química, estos multimillonarios ofrecen signos interesantes de los cambios en la
fisionomía del poder y la desigualdad globales.
Tras
el asombro inicial ante la extravagante lista de
los 1.426 más ricos de este año, hemos querido examinarla con más
detalle. La lista revela el principal transvase de poder en el mundo actual: la
decadencia de occidente y el auge del resto. Atrás quedaron los días en que los
multimillonarios de los EEUU eran más del 40% del total, ocupando Europa
Occidental y Japón la mayor parte restante. Hoy, la región Asia-Pacífico alberga
386 multimillonarios, 20 más que toda Europa y Rusia juntas.
En el
2013, de los nueve países que hospedan más de 30 multimillonarios, sólo tres son
países tradicionalmente “desarrollados”: Estados Unidos, Alemania y el Reino
Unido.
¿Quiénes siguen a los Estados Unidos, con sus 442 multimillonarios?
China, con 122 (en 1995 no tenía ninguno) y Rusia en tercer lugar con 110. Los
multimillonarios de China han extraído dinero de cualquier fuente a su alcance.
Considérese al hombre más rico del país, Zong Qinghou, quien, gracias a poseer
la mayor fábrica de bebidas del país, ostenta 116.000 millones de dólares en su
haber. El extenso elenco de multimillonarios de Rusia está encabezado por
hombres que obtuvieron miles de millones de la riqueza del petróleo, gas natural
y mineral del país, desdeñando las devastadoras consecuencias de sus prácticas
para el medio ambiente.
Alemania es la cuarta en la lista con 58 multimillonarios, seguida por
India (55), Brasil (46), Turquía (43), Hong Kong (39) y Reino Unido (38). En
efecto, Turquía tiene más multimillonarios que ningún otro país de Europa a
excepción de Alemania.
Dejando a un lado a estos nueve países en la cúspide, Taiwan hospeda más
multimillonarios que Francia; Indonesia detenta más multimillonarios que Italia
o España; Korea del Sur tiene ahora más millonarios que Japón o
Australia.
La
actual lista de multimillonarios es un tributo a la creciente desigualdad acaecida en la mayoría de
los países de la tierra. El hombre más rico del mundo, por ejemplo, es Carlos
Slim de México —con un capital de 730.000 millones de dólares, comparable a la
friolera del 6,2% del PIB del país. La
tercera persona más rica es el rey español del comercio minorista, Amancio
Ortega, quien ha acumulado un capital de 570.000 millones de dólares en un país
en el que una cuarta parte de los ciudadanos están actualmente desempleados.
Los
multimillonarios estadounidenses aún dominan la lista, con un total de 442 que
representa el 31% del total. Bill Gates y Warren Buffet todavía detentan los
puestos número 2 y 4; sus nombres son harto conocidos dada la combinación de su
riqueza, filantropía y el uso del poder e influencia para convencer a otros
multimillonarios de que prodiguen sus donaciones caritativas.
Sin
embargo, también entre los 12 multimillonarios estadounidenses que pertenecen a
las 20 personas más ricas del mundo se encuentran los miembros de dos familias
que han empleado su vasta riqueza y poder concomitante para corromper a nuestros
políticos. Charles y David
Koch ocupan los puestos 6 y 7 de los más ricos del mundo; ambos han
utilizado una buena parte de sus conjuntos 680.000 millones de dólares en
financiar no sólo a los candidatos de la derecha extrema, sino también campañas
políticas contra las regulaciones de tipo medioambiental o de otros tipos.
Además, hay cuatro Waltons entre los 20 más ricos; su riqueza combinada de
1.073.000 millones de dólares se ha disparado gracias a los crecientes
beneficios de Wal-Mart, al mismo tiempo que esta
empresa presionaba a ciudades y estados para oponerse al aumento de
salarios hasta niveles razonables para la subsistencia.
¿Cómo
han variado los números a lo largo de los años? Regresemos a 1995, una época de
riqueza emergente en medio de la desregulación impulsada por la administración
Clinton en los Estados Unidos, y una presión generalizada en todo el mundo para
desregular, liberalizar y privatizar los mercados.
En 1995, Forbes registró 376
multimillonarios en el planeta. De estos, 129 (o el 34%) eran de los Estados
Unidos. El hecho de que el número de multimillonarios estadounidenses creciera
hasta 442 en los siguientes 18 años, mientras que el porcentaje de
multimillonarios estadounidenses cayera sólo del 34% al 31% del total global, es
testimonio de cómo la atmósfera desreguladora y tendente a los recortes de
impuestos en los Estados Unidos bajo los mandatos de Clinton y Bush se mostró
tan favorable para los súper-ricos.
Es de
notar que en estos 18 años el llamado mundo desarrollado se ha visto eclipsado
por el llamado mundo en vías de desarrollo. En 1995, los punteros en
multimillonarios eran los Estados Unidos (129), Alemania (47) y Japón (35).
Estos tres países hospedaban al 56% de los multimillonarios del mundo. Ningún
otro país se les acercaba, estando Francia, Hong Kong y Tailandia empatados en
tercer lugar con 12 multimillonarios cada uno. Ni Rusia ni China poseían un sólo
multimillonario en 1995, pese a que, respecto a Rusia, Forbes admitió que su
medra financiera en los años siguientes a la caída del Muro de Berlín era
evidente. Además, en 1995, Brasil tenía sólo ocho multimillonarios e India sólo
dos.
Hoy,
estos cuatro países (Rusia, China, Brasil e India) albergan 333 de los 1.426
multimillonarios del mundo —un 23% del total. Además, el número de
multimillonarios en Japón ha caído significativamente en los últimos 18 años, de
35 a 22.
Las
cifras ofrecen una instantánea dramática del relativo declive de los Estados
Unidos, Europa y Japón en menos de dos décadas y del apabullante auge de Brasil,
Rusia, India y China, así como del resto de Asia. Además, nos recuerdan que los
países donde los ingresos eran relativamente equitativos hace veinte años, como
China y Rusia, se han sumado a las filas de la desigualdad.
A lo
largo y ancho del globo, el rápido aumento de multimillonarios en decenas de
países (de nuevo, con Japón como notable excepción) es testimonio de cómo el
clima desregulador de estas últimas dos décadas ha acelerado el auge de los
súper-ricos, mientras las empresas han mantenido los salarios de los trabajadores
prácticamente congelados.
Baste
decir que las sociedades más igualitarias y más sanas requieren un enfoque
depolíticas
públicas radicalmente distinto. Tal y como el miembro asociado de la agencia
IPS Sam Pizzigati ha descrito,
los impuestos justos formaron una amplia clase media en los Estados
Unidos entre los años 40 y los años 60. Tales políticas deimpuestos
justos son necesarias hoy en todo el mundo si pretendemos estrechar en vez de
ampliar la brecha entre los súper-poseedores y los desposeídos.
Robin Broad es catedrática de la
School of International Service, American University, Washington,
D.C.John Cavanagh es Director del
Instituto de Estudios Políticos en Washington, D.C.
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