Faltan pocos días, y las cosas se complican
22 NOV, 2018
Para cuando usted lea esta colaboración, jueves 22 de noviembre, faltarían únicamente nueve días para que López rindiere la protesta de ley y adquiera entonces, el carácter de Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos.
A partir pues, de ese momento, ya no habría —o sería más difícil y menos creíble—, a quién culpar o responsabilizar de este o aquel error en la gobernación. A partir entonces de este 1 de diciembre, tanto López como los suyos tendrían que enfrentar las consecuencias de sus decisiones y actos de gobierno.
La larguísima transición que priva hoy en México se vería recortada a tres meses —en lugar de los cinco actuales— para la próxima sucesión —la del año 2024—; para que esto fuere posible, el encargo de López terminaría —de no reelegirse—, el 30 de septiembre de ese año para que su sucesor, que habría tenido sólo tres meses de período de transición, tomare posesión de su cargo el 1 de octubre del año 2024.
Si bien cinco meses podrían parecer a muchos una eternidad, nueve días para otros sería un suspiro. Hoy, no pocos lamentan que sólo falten nueve porque, no pocas decisiones que deberían haber tomado en su debida oportunidad, por cobardía y/o ignorancia las fueron posponiendo por difíciles o por ser, casi todas, políticamente incorrectas pero imperativas dada la realidad del país.
Hoy, al cuarto para las doce, el tiempo se les agotó; la responsabilidad que algunos piensan ya segura a partir del 1 de diciembre los asusta. Es aquí donde se demuestra algo aparentemente muy sencillo: La falta de experiencia no se ve compensada —en modo alguno—, con decenas de millones de votos pues ya no se está en campaña sino en el ejercicio del poder.
Esta situación, desconocida para muchos de los más cercanos a López, se traduce en el pánico del médico novato que, con el bisturí en mano, debe abrir al paciente anestesiado que yace ahí, ante él, sin tener la menor conciencia de que el que lo operará carece de toda experiencia práctica, sólo libresca.
Así, estos bisoños que todavía hace unos cuantos días pontificaban de temas que sólo han conocido en papers o libros de texto, hoy cometen errorcitos que los pone a temblar ante una realidad que se resiste a sus conjuros teóricos, y a modelos desarrollados para este o aquel trabajo de investigación. Por más años que lleven acumulados en la tranquilidad del cubículo, o con borrador y gis en mano frente a alumnos que los escuchaban pontificar de lo que jamás han experimentado en la práctica, la realidad frente a ellos se ve gigantesca, de una dificultad jamás imaginada.
El riesgo que corre México con esos novatos que tiemblan frente a realidades complejas —las cuales les exigen experiencia, madurez y conocimiento especializado—, no es su responsabilidad sino del frívolo que los seleccionó a sabiendas de su incapacidad e inexperiencia para la gobernación.
A esta irresponsabilidad de designar incapaces para ocupar altas responsabilidades, hay que agregar otro elemento que viene a complicar lo ya de por sí complicado: la complejidad y gravedad creciente de la situación que enfrenta México, prácticamente en todos los ámbitos.
¿Cómo empezará el siguiente gobierno? ¿Qué hará un grupo de inexpertos con estructuras vacías de talento experimentado, expulsado por quienes sobre las rodillas y para contentar al poderoso aprobaron una ley absurda la cual, para decirlo claro, refleja la visión de cuentachiles con la cual López pretende gobernar? ¿Por qué el flamante consejo asesor —integrado por grandes empresarios—, no le explica a López el valor que tiene el talento y la experiencia en los mercados laborales, públicos o privados?
Lo que se ve venir con áreas de la administración huecas, viles cascarones frente a una realidad que se agrava día con día, es de pronóstico reservado. ¿Lo entenderá López? Yo también lo dudo.
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