AL TIEMPO
Dice el viejo refranero popular: “Si tiene cola de pato, patas de pato, plumas de pato y grazna como pato, tenemos derecho a suponer que se trata de un pato”.
Y si el presidente López Obrador no se prepara para ser un genocida al estilo de Díaz Ordaz, de Echeverría o de los grandes criminales de la historia, como Mussolini o Hitler, no hay razón par que se robe de manera ilegal, inmoral y tramposa la Comisión Nacional de Derechos Humanos, la CNDH.
Y si el presidente Obrador no será un genocida y un criminal, con la mano en la cintura podría responder las siguientes interrogantes.
¿Para qué quiere controlar y someter el mayor órgano defensor de los derechos humanos, un presidente que pregona ser demócrata, que presume que lo suyo no es la venganza y que alardea de que en su gobierno nadie estará por encima de la ley y al margen del derecho?
¿Para que le sirve a un presidente que se dice “juarista” y que prometió respetar la Carta Magna, llegar al extremo de violentar la Constitución y sus leyes, para apoderarse del máximo órgano de derechos humanos?
¿Para qué un presidente como López Obrador, que dice que es distinto, que pregona superioridad moral y ética, debe imponer por la fuerza y de manera ilegal e inmoral a una incondicional como Rosario Piedra, al frente de la CNDH?
¿Cuál es la razón por la que un presidente, como AMLO, decide pagar el altísimo costo de ser visto por el mundo como un sátrapa al que no le importan las leyes y los derechos humanos?
¿Quiere López Obrador pasar a la historia, igual que los grandes criminales de la humanidad?
¿Qué aviesos intereses tiene un presidente, como López Obrador, que por la mala y de manera ilegal se roba el control de la CNDH mexicana, a pesar de que ese robo lo condenan no sólo la ONU, Amnistía Internacional y todos los organismos nacionales e internacionales de derechos humanos?
¿Será que el presidente mexicano, López Obrador nos está avisando que será el campeón mundial en la violación de los derechos humanos y que, por ello, convertirá a la CNDH en tapadera de sus crímenes?
¿Será López Obrador un presidente criminal, al estilo de Gustavo Díaz Ordaz, durante su sexenio?
¿Prepara AMLO una venganza colectiva contra sus críticos?
¿Prepara López Obrador actos represivos contra la sociedad, contra sus opositores, como para tener bajo estricto control a la Comisión Nacional de Derechos Humanos?
¿No está violando los derecho humanos, el gobierno de Obrador, en el caso de la ilegal persecución contra Rosario Robles? ¿No violó los derechos humanos en la persecución contra el ex ministro Eduardo Medina Mora?
El presidente mexicano puede decir misa y hasta puede encontrar una “chabacana” justificación a todas las interrogantes anteriores. Lo cierto, sin embargo, es que nada justifica que de manera tramposa, ilegal e inmoral se haya robado la CNDH.
La única explicación lógica, de sentido común y apegada a los hechos, es que al colonizar la CNDH, el presidente mexicano y su gobierno se preparan para violentar los derecho humanos de todo aquel que se les ponga enfrente; sea político, empresario, legislador, gobernante o crítico.
Y la terca realidad ya nos dio la razón.
Al inicio del gobierno de AMLO, el 23 de agosto de 2019, el presidente dijo tajante que no aceptaría la recomendación de la CNDH, “porque son absurdas”.
Nadie, ninguno de los integrantes de la pandilla de López Obrador dijo nada.
Hoy, una vez que AMLO se robó la CNDH y que gobernadores y dirigentes políticos rechazan la impostura de Rosario Piedra, el senador de Morena, Ricardo Monreal amenaza con iniciar juicio político contra quienes no atiendan las recomendaciones de la CNDH.
Así o más claro.
En efecto, si se roba la CNDH, si viola la Constitución para ello y si gusta de violar los derechos humanos, tenemos el derecho a suponer que el presidente López Obrador será el mayor violador de derechos humanos de la historia.
Se los dije.
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