Antes de que Andrés Manuel López Obrador llegara a la Presidencia se llenó la boca en críticas y retos a Enrique Peña Nieto. Ahora, AMLO no habla de Peña.
Incluso cuando los dos fueron candidatos presidenciales, utilizó todas las artimañanas posibles para desprestigiarlo.
En febrero de 2014, AMLO denunció a Peña Nieto ante la Procuraduría General de la República por traición a la patria. Según él, tenía pruebas de que llevó a cabo negociaciones con funcionarios del gobierno de Estados Unidos para entregar el petróleo.
Lo llamó corrupto, copetón, se burló cuando no pudo decir tres libros, cuando se supo que sabía poco de matemáticas, le dijo que era de la mafia del poder y que nos iba a llevar al despeñadero. ¿Lo recuerda?
El tema es que apenas un año después, AMLO no habla de Peña. No lo toca con el pétalo de una crítica. A pesar de que era el enemigo público número uno, ahora es el innombrable. Lo raro es que López hace referencia a Felipe Calderón, Vicente Fox y hasta Carlos Salinas, pero Peña no. ¿Por qué?
Algunos dicen que hubo un gran pacto, que en esas reuniones de «transición» se acordó el silencio del Presidente en turno. ¿por qué? ¿qué le prometieron? ¿qué le encontraron? ¿a qué le tiene miedo Obrador?
Y es que piénselo bien. Si Andrés es congruente con lo que dice y lo que hace, si tiene la moral por encima de los intereses, por qué no ha hecho nada para investigar a su antecesor.
En septiembre pasado el Presidente calmó los rumores y aseguró que no estaban investigando al expresidente por una red de corrupción, ¿por qué no? ¿hay una red de corruoción? ¿qué nos están escondiendo?
Para que me entienda, que el silencio de AMLO no es gratuito, que algo esconden y que el Presidente debe recordar que tarde o temprano sale la verdad.