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miércoles, 24 de febrero de 2021

El problema son las mujeres

 

El problema son las mujeres

Significativamente, el hombre al que nadie respinga en el morenismo, el que marca toda línea, ha topado con fuego amigo

El problema son las mujeres
Julio Patán / Malos modos / Opinión El Heraldo de México

El Presidente tiene buenas razones para sentirse indestructible. Nadie gestiona la propia incompetencia como él; nadie tiene esa capacidad para convertir la devastación en popularidad. 

¿Qué la Auditoría revela un océano de dineros perdidos, opacidades, dispendios? Tengo otros datos, y a lo que sigue. 

No hay merma ni a su poder, ni a su popularidad. Luego, mete duro la pierna y la Auditoría dice que sorry, que sumó mal. Lo mismo aplica para la vacunación, escasa y llena de mentiras: mandas contingentes oficiales a recibir cada embarque de vacunas como quien recibe, con todos los honores, a la primera delegación extraterrestre, prometes las perlas, y listo. 

Tampoco pasa nada con el moridero por la pandemia, los tiroteos, los apagones o el desempleo. La neta, que le echen lo que sea. Bueno: casi. Porque el Presidente tiene un problema. El problema son las mujeres. No puede con ellas.

Significativamente, el hombre al que nadie respinga en el morenismo, el que marca toda línea, ha topado con fuego amigo. La causa es su defensa de Salgado Macedonio, que provocó, primero, la oposición de varias legisladoras de Morena, y luego una tibia carta de protesta de algunos apellidos 100 por ciento 4T

No menos reveladoramente, en medios y redes han retumbado silencios de esos que antes eran gritos. ¿Excepciones? Un par de militantes a las que les dio un brote de legalismo y una columna de Jorge Zepeda Patterson que, si bien pretende lo contrario, termina de retratar penosamente la participación del Presidente en este episodio. 

Dice Jorge que no es que AMLO sea refractario o indiferente a los reclamos de las mujeres. Que la culpa fue de, primero, el clan Irma Eréndira Sandoval-John Ackerman, que lo desafió al tratar de imponer en Guerrero a otro impresentable,
Pablo Amílcar Sandoval; y, sobre todo, de ¡la oposición!, que usó el episodio para torpedear a López Obrador e hizo que éste se aferrara. 

El problema con la columna de Jorge es que viene de la desesperación. Digo, su argumento es que, ante los testimonios dolorosísimos, nauseantes, de varias mujeres que sufrieron una violencia terrible, el Presidente privilegia la politiquería y su orgullo. No me defiendas, compadre…

El título de esta columna es errado. La pura verdad es que al Presidente las protestas de las mujeres lo han tenido entre furioso y errático porque o no puede o no quiere entender el peso de la violencia cotidiana; las raíces de los tantos feminicidios; las exigencias de justicia laboral; el derecho a que la maternidad no sea una forma de cuasi esclavitud; la necesidad de albergues y guarderías, o lo inaceptable de morder a una niña. 

El problema del Presidente no son, pues, las mujeres. Son los hombres. Los muchísimos que golpean y violan impunemente en este país, y los aún más que, como él, los avalan.

POR JULIO PATÁN

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