Javier Surasky
Cepei
j.surasky@cepei.org
29 de abril de 2020
Tras abordar la incertidumbre respecto del orden mundial post pandemia, y la necesidad de rediseñar, antes que reconstruir, el sistema-mundo actual, en nuestra anterior entrada de blog comenzamos a identificar herramientas que pueden ser útiles a este fin. Nuestra primera apuesta fue por la transparencia. Ahora dedicaremos nuestra atención al valor de la Agenda 2030 en ese nuevo orden mundial.
Desde el momento en que se adoptó la Agenda 2030 hubo voces críticas señalando que la cantidad y falta de precisión de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) hacían de ese documento poco más que una declaración irrealizable de buena voluntad. En septiembre de 2019, la Declaración Política, surgida del Foro Político de Alto Nivel, reunido a nivel de Cumbre ODS en Nueva York, tras verificar que los avances logrados en los primeros cinco años de su implementación no eran ni lo suficientemente profundos ni avanzaban a la velocidad necesaria, llamaba a iniciar una “Década para la acción y logro de resultados en favor de los ODS” (Decade for Action to Deliver the SDGs), siguiendo una iniciativa del Secretario General de la ONU, quien planteó que poner en movimiento esa decisión sería una de sus prioridades durante 2020.
Pero el COVID-19 llegó a nuestras vidas. Los efectos económicos y sociales de la pandemia serán de enormes proporciones, tal como lo ha señalado la Cepal para el caso de América Latina y el Caribe. Ya hemos hablado anteriormente sobre el espejismo del mejoramiento ambiental que se asocia a una menor actividad humana durante la cuarentena. Sin embargo, siendo realistas: ¿aún son los ODS relevantes ahora que el contexto mundial ha cambiado? ¿Está la Agenda 2030 “muerta”?
Nuestra respuesta es que en el juego de ambas preguntas se produce una “trampa”. Desde nuestro primer trabajo tras la adopción de la Agenda 2030 en 2015, en Cepei hemos sostenido el peligroso error de reducir la Agenda 2030 a los ODS, que son solamente una parte del documento. Así entendido, estas preguntas refieren a dos cuestiones vinculadas pero diferentes.
Comencemos por la primera pregunta: al igual que ocurrió con sus antecesores, los Objetivos de Desarrollo del Milenio, el pleno logro de los ODS para 2030 era difícil de imaginar desde el comienzo. No era imposible, pero requería de cambios fundamentales en la cultura política y en las prioridades de múltiples actores en todo el mundo, encabezados por los gobiernos nacionales. En este sentido, los ODS son una expresión de la “utopía posible”, un horizonte siempre lejano pero alcanzable que, parafraseando a Eduardo Galeano, sirve para saber hacia dónde caminar. Lograr los ODS parece hoy un sueño trasnochado, pero tanto la pandemia como la limitada capacidad de reacción cooperativa internacional frente a ella demuestran más que nunca la necesidad de implementarlos.
El asunto se vuelve aún más relevante frente a la segunda pregunta, porque ahora estamos hablando de la Agenda 2030 como un todo, y ya no solo del capítulo de la misma sobre los ODS. Si los ODS nos han indicado hacia dónde caminar, los medios de implementación (incluyendo a la Agenda de Acción de Addis Abeba y, en lo pertinente, al Acuerdo de París) han proporcionado las herramientas necesarias para la travesía. Las dificultades actuales, ocasionadas por la pandemia, han demostrado que serán necesarias más herramientas: lo que ha sido un camino empinado se ha transformado en una escalada vertical. Hacen falta nuevos elementos y, por ello, todas las referencias de la Agenda 2030 a los medios de implementación son hoy más importantes que nunca.
El mecanismo de examen y seguimiento de la Agenda 2030 es nuestro GPS en el andar hacia los ODS: ¿vamos por la vía correcta? ¿Avanzamos en los tiempos pactados? Más aún, este GPS incluye una función que nos permite dialogar con otros que andan el mismo camino y enfrentan los mismos obstáculos que nosotros para pensar juntos formas para superarlos, y también conectarnos con quienes ya han intentado estrategias para conocer sobre sus éxitos y fracasos. Incluso nos permite solicitar ayuda o “herramientas extra” si nos topamos con obstáculos que no podemos enfrentar con las propias capacidades. Cualquier caminante sabe que cuanto más complicado y desconocido se torna el camino, más importante es contar con un GPS y con el apoyo de otros caminantes. Así, el capítulo sobre seguimiento y examen de la Agenda 2030 se hace más relevante que en 2015.
Finalmente, además de un compromiso sobre objetivos, la Agenda 2030 expresa compromisos sobre formas de caminar. Los países abandonan toda pretensión de justificar los medios basados en los fines, negándose a andar el recorrido de cualquier manera con tal de que los lleve a alcanzar el horizonte de utopías posibles.
Irrumpen aquí los principios de la Agenda 2030 y sus “5Ps” (people, planet, prosperity, peace, partnerships), los cuales nos recuerdan que en nuestros esfuerzos por seguir avanzando, no debemos dejar a nadie atrás. Debemos entender que cada avance depende de los demás en un ejercicio de pasos intervinculados, que el horizonte de utopías posibles solo puede ser alcanzado por todos los caminantes o no lo habrá alcanzado ninguno, que hay quienes han contribuido en mayor medida que otros a poner el horizonte tan lejos como está ahora y por ello deben asumir mayores responsabilidades en el esfuerzo compartido de lograr que todos lleguen al destino, algo que solo puede hacerse trabajando en alianzas abiertas e inclusivas entre todos los interesados en alcanzar ese horizonte común que fijamos a 2030.
Los principios nos recuerdan, además, que debemos pensar en las personas primero, pero de tal manera que nuestras decisiones respeten el equilibrio entre las dimensiones ambiental, social y económica. Nuestro camino no debe apartarse de los derechos humanos, y solo puede ser recorrido en paz.
Sea cual sea la situación que encontremos en el mundo que vendrá tras la pandemia, la Agenda 2030 sigue siendo esencial para andar el camino que se nos ponga delante. Cuánto más arduo sea avanzar hacia el horizonte de las utopías posibles, más necesario será aplicar la integralidad de la Agenda 2030 para poder caminarlo. Lejos de haber quedado obsoleta por los cambios en el orden mundial actual, el COVID-19 ha hecho que la Agenda 2030 sea más relevante que nunca.
Aportes de terceros al blog
- Miremos a través del prisma de los derechos humanos
- A Time to Save the Sick and Rescue the Planet
- Amid the coronavirus pandemic, the SDGs are even more relevant today than ever before
“Se informaron 33,101 casos adicionales y 3,043 muertes en las últimas 24 horas, lo que representa un aumento relativo de 3% y 4% en el total de casos y muertes, respectivamente, en comparación con el día anterior. La mayoría de los nuevos casos (20,517) y muertes (2,010) continúan siendo reportados desde los Estados Unidos de América, que ahora ha cruzado el umbral de más de 1 millón de casos de COVID-19, incluyendo 57.730 muertes hasta el día de hoy.“
Organización Panamericana de la Salud, 29 de abril de 2020
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