El virus del sarampión provocó epidemias incluso durante el Imperio romano. Hasta 1963, cuando la vacuna pasó a estar disponible para su uso general, los brotes eran periódicos y causaban millones de muertes anuales. Después de años de campañas masivas de vacunación, la transmisión de esta enfermedad quedó frenada, pero recientemente el número de casos se ha triplicado en Europa en solo un año, en parte gracias al movimiento antivacunas.
El sarampión es una enfermedad infecciosa, con algunos parecidos con la rubeola o la varicela, frecuente especialmente entre niños y niñas. El virus es muy contagioso y se transmite a través de tos y estornudos, contacto personal íntimo o el contacto directo con secreciones nasales o faríngeas infectadas. La enfermedad provoca manchas rojizas en la piel y fiebre, pero si se complica puede causar inflamación en los pulmones y en el cerebro, pudiendo llegar a ser mortal. Aunque no hay una terapia específica para tratar la enfermedad, se puede prevenir mediante la vacunación y algunos de sus efectos pueden atenuarse con una buena nutrición, una ingesta suficiente de líquidos y tratamientos contra la deshidratación, la neumonía y las infecciones.
Para ampliar: “Sarampión”, Organización Mundial de la Salud, 2019
Antes de la distribución generalizada de la vacuna a partir de 1963, cada dos o tres años había importantes epidemias de sarampión que llegaban a causar más de dos millones de muertes al año, siendo los menores de 5 años y los mayores de 30 los más afectados. Gracias a la vacuna, se calcula que entre 2000 y 2017 se evitaron 21,1 millones de defunciones y, a nivel mundial, ...
Si quieres seguir leyendo este artículo, suscríbete a EOM. Lo que pasa en el mundo te afecta; comprenderlo es más necesario que nunca.
Suscríbete por solo 5€ al mes
No hay comentarios:
Publicar un comentario