Detrás de Libia: ¡control del mayor acuífero del mundo!
Alfredo Jalife-Rahme
Mitin en Bengasi para exigir el fin de la guerra, luego de que un ataque aéreo de fuerzas de la OTAN contra un convoy de leales a Kadafi matara a ocho civiles Foto Reuters
Se encuentra más vigente que nunca nuestra apreciación (Bajo la Lupa, 20/3/11) sobre la batalla por el petróleo de Libia y la esquizofrenia occidental, así como el riesgo de su balcanización y la emergencia jihadista del emirato islámico de Bengasi (Bajo la Lupa, 23/2/11) y que ahora admite hasta Wall Street Journal (2/4/11). La historia trágica del coronel Kadafi tiene mucho parecido con la de Saddam Hussein en Irak. La imaginación de las potencias neocoloniales hoy en declive no comporta mucha variación.
Saddam fue usado en su guerra pírrica contra Irán, para luego ser torturado a fuego lento con zonas aéreas de exclusión edulcoradas con su satanización multimediática y, finalmente, ser oprobiosamente ahorcado.
Hasta Alan Greenspan, malhadado y malvado gobernador de la Reserva Federal –brujo aprendiz de la peor crisis multidimensional de la historia– confesó que el motivo de la guerra de Irak fue el petróleo.
Hoy el coronel Kadafi ha sido colocado en las gemonías por el hipócrita Occidente(menos Alemania). En dado caso de que el coronel Kadafi sea axiológicamente indefendible, lo es infinitamente mucho más la triada extraña de Sarkozy-Obama-Cameron (en ese orden misilístico de sus bombardeos intervencionistas para favorecer a una tribu contra otra), al haber aceptado los depósitos de la gran riqueza libia en sus bancos de Wall Street y Londres (que luego confiscó olímpicamente; como sucedió con los depósitos del sha de Irán hace 32 años, que aún no devuelve EU) y al haberle procurado gran parte de su arsenal.
Previa ingesta de un antiemético, recomiendo consultar el inigualable álbum de fotos de Réseau Voltaire (Un festival de hipocresía”; www.voltairenet.org/article169090.html) del coronel Kadafi con sus aliados de ayer y verdugos de hoy: Sarkozy, Blair, Brown, Obama, Berlusconi, rey Juan Carlos, Barroso, etcétera.
¿Qué habrá sucedido tras bambalinas para que el coronel, tardíamente converso a las supuestas bondades tanto del neoliberalismo financiero como del modelo blairiano cuan demencial de la tercera vía de Anthony Giddens (el gran gurú de la London School of Economics), haya sido colocado en las gemonías de Occidente (sin Alemania)?
Se recuerda que el hijo reformista del coronel Kadafi, Saif Al Islam (filántropo de la London School of Economics, por lo que fue eyectado su director en forma humillante), privatizó el total de 16 bancos libios (Nota: al estilo neoliberal itamita mexicano). ¡Más se entregan y peor les va!), entre ellos, seis concedidos a la banca de sus hoy ingratos verdugos, lo cual provocó un despido masivo de casi 400 mil empleados bancarios (una parte nada desdeñable de los contestatarios) en un país de 6.5 millones de habitantes (ver El Neoliberalismo provocó la revuelta árabe; Radar Geopolítico, de Contralínea, 20/3/11).
Sátrapas van y vienen en el mundo árabe, pero el petróleo y el agua permanecen como la única constante de la política neocolonial del siglo XXI por potencias hoy en franca decadencia que huyen hacia delante.
Hoy el telón del proscenio teatral de Occidente (sin Alemania) se finca en la superchería de la protección humanitaria a los civiles, que estimula un flagrante intervencionismo neocolonial.
De vez en cuando falla el tino de los misiles Tomahawk, y como daño colateral y fuego amigo asesinan a más de una docena de rebeldes libios, a quienes alegan rescatar de la muerte segura a manos del coronel Kadafi: las tribus jihadistas prodemocracia aliadas de Al Qaeda en Bengasi, que son usadas como vulgar carne de cañón para los propósitos aviesos de Occidente(sin Alemania).
Cuando se recorre el telón teatral aparece todo el drama verdadero detrás de la guerra contra Libia: el control del mayor acuífero del planeta y la captura de sus hidrocarburos, cuyo 80 por ciento se encuentra en la región de Bengasi dominada por los aliados jihadistas de Al Qaeda de Francia, EU y Gran Bretaña (Ver La coalición occidental se apodera de 80 por ciento del petróleo de Libia; Radar Geopolítico, de Contralínea, 3/4/11).
No importa que la mayoría de los rebeldes prodemocracia de Bengasi hayan resultado miembros de Al Qaeda según un estudio del 2007: Harmony Project, del Centro de Combate al Terrorismo de la Academia Militar estadunidense de West Point. A estas alturas de hambruna y sed globales, específica y exquisitamente mediorientales, ¿a alguien en Occidente (menos Alemania) le importa la congruencia? Recorramos sucintamente su telón teatral.
Según Stratfor, centro de pensamiento texano-israelí, GB libra la guerra contra Libia para reposicionar a su petrolera BP (que salió despellejada después de su depredación ambiental en el Golfo de México). BP ya no desea obtener sólo el 15 por ciento minoritario en su acuerdo petrolero con Kadafi (Business Week, 31/5/07), sino va por el control mayoritario, lo que hace que el coronel se vuelva desechable. Nada nuevo sobre la legendaria codicia petrolera anglosajona.
En el siglo XXI, la ruta trágica de los hombres perversos (filósofo galo René Girard dixit), los hidrocarburos y el agua se entrecruzan con peculiaridad notable en Medio Oriente.
Lo novedoso de la guerra contra Libia no es la captura de sus hidrocaburos, un truismo ya muy aburrido, sino el control del mayor acuífero del planeta –del orden de 2 millones de kilómetros cuadrados, equivalente a todo un México acuático–, que abarca la parte oriental de Libia (léase: Cirenaica y su capital Bengasi), casi todo Egipto y partes considerables de Sudán y Chad, lo cual ha sido expuesto por la AIEA como Sistema Acuífero Nubio de Arenisca (NSAS, por sus siglas en inglés).
Los alemanes Martina Müller, Claudia Dengler y Felix Leicht, investigadores de la Universidad de Stuttgart (www.warem.unistuttgart.de/.../NubianSandstoneAquiferSystem.pdf) exponen la geografía del NSAS, el mayor acuífero del mundo(¡150 mil kilómetros cúbicos de agua fósil¡) que comparten las transfronteras de cuatro países: casi todo Egipto (80 por ciento), con una extensión de 826 mil kilómetros cuadrados; el sudoriente de Libia (la Cirenaica, capital Bengasi) 760 mil kilómetros cuadrados; el noroccidente de Sudán ya balcanizado (básicamente Darfur, a punto también de ser balcanizado) 376 mil kilómetros cuadrados, y el nororiente de Chad, 235 mil kilómetros cuadrados.
Probablemente, el pecado capital del coronel Kadafi consista en haberse atrevido a desarrollar, a su cuenta y riesgo, el mirífico proyecto de título megalomaniaco Río Grandioso (sic) Hecho por el Hombre (GMRP, por sus siglas en inglés), a un costo de 20 mil millones de dólares (datos de la Sociedad Estadunidense de Ingenieros Civiles): un acueducto de 4 mil kilómetros de largo que extrae parte de las aguas del NSAS y que la publicidad de la oclocracia kadafista catalogó como la octava maravilla del mundo.
El GMMR del coronel Kadafi empezó a sustraer sustanciales cantidades de agua del acuífero NSAS: 2.37 kilómetros cúbicos al año para abastecer el oasis Al-Khufrah (en el sur-oriente de Cirenaica).
A nuestro juicio, lo más grave radica en los costos competitivos por metro cúbico del fenomenal proyecto acuífero de Kadafi: 0.35 dólares frente al agua desalinisada, que es mayor a 3 dólares, de la tecnología franco-anglosajona: casi 10 veces menos. ¡Maten a Kadafi, se pasó de raya!
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