Los bailes prohibidos por la Santa Inquisición
El Santo Oficio buscó silenciar la música para evitar escándalos, así el “chuchumbé” fue el primer son prohibido en el siglo XVIII en toda la Nueva España. Su letra atentaba en contra de la moral católica y era practicado entre gente considerada vulgar
Texto: Yessica Torres
La introducción masiva de personas africanas a la Nueva España se dio a partir del siglo XVI, en calidad de esclavitud. Las primeras venían de lugares como Cabo Verde, Marruecos, Costa de Marfil, Nigeria, Congo y Angola.
Llegaban al Puerto de Veracruz y después eran vendidas en lo que hoy se conoce como la Ciudad de México, pero la mayoría se quedaba en las costas de Guerrero, Oaxaca y Veracruz.
Las epidemias de viruela y sarampión casi acabaron con la población de pueblos indígenas, lo que provocó que fuera indispensable la mano de obra de origen africano, así se registró un incremento en el tráfico clandestino de esclavos. Estando con su “señor amo”, se dedicaban al trabajo doméstico, la minería e industria de la caña de azúcar.
Ya establecidos en la Nueva España se dio una mezcla de creencias africanas, indígenas y europeas. Cada uno aportaba sus propias expresiones festivas, las cuales convivían en las calles o en ciertas casas que congregaban a hombres y mujeres de distintas edades para intercambiar formas de convivencia para bailar, beber o practicar juegos de azar.
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Las primeras personas africanas llegaron al puerto de Veracruz. Crédito: Wikimedia Commons.
Luego de las epidemias se incrementó el tráfico clandestino de esclavos. Crédito: Wikimedia Commons.
El “chuchumbé:” el baile prohibido
De acuerdo con Huberto Aguirre Tinoco, la palabra “chuchumbé” proviene de la raíz africana “cumbe” que significa ombligo, pero en las coplas del año de 1766 la palabra significó “pene”. En el ramo de la Inquisición resguardado en el Archivo General de la Nación se quedó plasmado en las fojas lo que era aquel baile prohibido:
"En la esquina está parado
Un fraile de la Merced,
Con los hábitos alzados
Enseñando el chuchumbé"
En el texto El chuchumbé te he de soplar: sobre obscenidad, censura, y memoria oral en el primer son de la tierra novohispano, se escribe que el fraile Nicolás Montero fue el primero en denunciar en Veracruz, en 1766, al exhibicionista fraile de la Merced que atentó en contra de la moral católica y de la conciencia de las mujeres.
La investigadora Elena Camacho, al hacer la recopilación de información describe que en los documentos encontrados en el ramo de la inquisición el baile era así:
“Cuatro mujeres […] con cuatro hombres [… ] con ademanes, meneos, zaranderos […] manoseos de tramo en tramo, abrazos y dar barriga con barriga […] [y] esto se baila en casas ordinarias de mulatas y gente de color quebrado […] soldados y marineros. Estos bailes incitaban a los placeres carnales entre hombres y mujeres, perjudicando el buen ejemplo”.
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En la imagen antigua se observa una escena de fandango en el Campo de Santa Ana, Río de Janeiro, tiene sus orígenes en el baile del chuchumbé. “Haz una cuarta con tu mano y coloca tu dedo pulgar en el ombligo y mide la cuarta hacia abajo y encontraras el chuchcumbé”. Foto: Biblioteca Nacional de Australia, Wikimedia Commons. La foto actual es de Víctor Jiménez. Diseño web: Griselda Carrera Álvarez.
Se atribuye que el baile prohibido tiene mayor presencia en las costas del Golfo de México por las embarcaciones que iban y venían de los diferentes puertos. La investigadora Elena menciona que las mujeres al quedarse sin esposo, ya sea porque quedaban viudas o los hombres las abandonaban tenían que recurrir a los “polvos de bienquereres” los cuales eran preparados por las indígenas o mulatas para amarrar a los hombres.
Con el polvo y con ayuda del baile del “chuchumbé” las mujeres sometían a los hombres a sus deseos y fantasías. Ellas negociaban su sexualidad como una estrategia económica. Cantaban: “cuando se fue mi marido / no me dejó de comer, / y yo lo busco mejor / bailando el chuchumbé”; “en la esquina está parado / el que me mantiene a mí, / el que me paga la casa / y el que me da de vestir”.
A estas mujeres se les llamaba despectivamente prostitutas porque según testimonios algunas “doncellas” metían a varios soldados en las noches para bailar el “chuchumbé” y se escuchaban canciones provocativas.
Parte de la película Hidalgo la historia jamás contada. Según algunos investigadores el cura Miguel Hidalgo bailaba el “chuchumbé”.
Según María Méndez, en su texto Amores prohibidos: la palabra condenada en el México de los virreyes. Antología de coplas y versos censurados por la Inquisición de México, a las llamadas prostitutas se les conocía también con apodos como: Moco, la panochera carrillos, la tiñosa, la miracielos, la de repente, la bienmesabe, la bocabajo y la buenacaballo. Se dice que estas mujeres alteraban el orden social de la Nueva España porque incitaban a los hombres.
Las coplas del baile prohibido eran catalogadas como escandalosas y ofensivas a los castos oídos. La sanción para quienes lo practicaban era la excomunión y en algunos casos la cárcel. Aunque fue prohibido no se persiguió tanto porque el poder del Santo Oficio empezaba a perder fuerza y comenzaban con mayor frecuencia las insurrecciones de las personas indígenas.
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Los Panaderos, el otro baile prohibido
Los panaderos era el otro baile perseguido por la Inquisición porque su contenido era erótico y blasfemo. En el texto Un baile perseguido del siglo XVIII, un son y un juego infantil del XX: algunos textos de la jeringonza en México, se menciona que dicho baile fue denunciado por primera vez por el fraile llamado Francisco Eligio, quien era un predicador del Colegio de la Concepción de Celaya en 1779.
En el ramo de Inquisición del Archivo General de la Nación se encuentra la siguiente copla:
"Esta si es panadera
que no se sabe chiquear
quítese usted los calzones
que me quiero festejar
Este sí que es panadero
que no se sabe chiquear,
levante usted más las faldas
que me quiero festejar."
Bailes como el de Los panaderos eran considerados como una falta de respeto a la moral. Se castigaban con la excomunión.
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El fandango jarocho como herencia del “chuchumbé”
La censura y prohibición del “chuchumbé” por el Santo Oficio provocó que durante varios años quedara en el silencio y prácticamente en el olvido, pero fue después del movimiento de la Revolución en 1910, cuando los llamados intelectuales se dedicaron a buscar la noción de lo mexicano.
La búsqueda comenzó en el pasado de los pueblos indígenas y se toparon con las culturas africanas, siendo el baile su mayor aportación. Se comenzaron a escribir varios textos como La población negra en México, de Aguirre Beltrán, que resaltan la importancia de estas culturas.
Fandango. Cuadro de Casimiro Castro.
Ilustración de danzas negras publicada el 9 de mayo de1928 en EL UNIVERSAL ILUSTRADO.
Baile de danzón, imagen publicada el 6 agosto 1931 en EL UNIVERSAL ILUSTRADO.
Después de los intelectuales los jarochos son quienes retoman elementos del “chuchumbé”. En primera se entiende por “jarocho” a un habitante de la región de Veracruz, que por años se les asignó el estereotipo de bailadores vestidos de blanco muy alegres, quienes recuperaron ciertos instrumentos ya olvidados como el bocona popoluca, la guacharaca, la armónica y las tumbadoras.
En este diario se escribió el 6 de enero de 1999 que un grupo llamado Mono Blanco se dedicó a recuperar la letra y música del “chuchumbé” y quedó grabada en una producción de nombre El mundo se va acabar.
Gilberto Gutiérrez integrante del grupo explicaba al periódico: “Yo creo que el chuchumbé siempre estuvo entre la gente. Se trata de un son prohibido por la Inquisición. De tal manera, que el Santo Oficio nos dio la posibilidad de recuperar, si no la música y la danza tal como fueron, sí la letra. De ese modo, nosotros tenemos ahora una versión que arrancamos al olvido y que se baila y se canta como tantos otros sones tradicionales".
El “chuchumbé” dejó como herencia el fandango, hoy los instrumentos que se utilizan, así como la letra de las canciones se han modificado.
Hoy en día el fandango, según Pérez Ricardo, es la reunión festiva que comparten los jarochos en una tarima, bailando el zapateado al son de los sones de arpa, jarana y requinto. Se le asocia con el “chuchumbé” del siglo XVIII porque utilizan algunas letras de las canciones, pero con algunas modificaciones.
El fandango se consolidó como parte de la identidad de los habitantes de Veracruz. Foto: Eduardo Loza.
El baile se consolidó como una identidad de los habitantes de Veracruz. Hoy en día no es prohibido e incluso se baila en festivales de las escuelas para recuperar el folklore mexicano.
Los grupos actuales de danza pertenecientes principalmente al estado de Veracruz se han apropiado solo del nombre “chuchumbé” y de algunas de las letras, de la música no tanto porque con el paso del tiempo se han ido integrando otros instrumentos.
Fuentes:
- Archivo EL UNIVERSAL.
- Camacho, Elena Deanda, El chuchumbé te he de soplar: sobre obscenidad, censura y memoria oral en el primer son de la tierra novohispano, University of California, 2007.
- Masera, Mariana, Un baile perseguido del siglo XVIII, un son y un juego infantil del XX: algunos textos de la jeringonza en México, Instituto de Investigaciones Filológicas: UNAM, 2005.
- Méndez, María, Amores prohibidos: la palabra condenada en el México de los virreyes. Antología de coplas y versos censurados por la Inquisición de México: siglo XXI, 1997.
- Pérez, Ricardo, Fandango: Fiesta y rito.
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