Al Tiempo.- Si al poder presidencial mexicano llegó el más ignorante, más estulto el
más analfabeta de la historia, a nadie debe extrañar que llegue a la Secretaría
de Seguridad una mujer que nada sabe, de nada.
Sí, a nadie debe asustar que una reportera mediocre –del periódico
oficial motejado como La Jornada–. y que por temporadas hizo el papel de
empleada doméstica de AMLO, hoy sea nombrada por el dictador mexicano
como la responsable de la seguridad federal del país.
Y es que si a muchos mexicanos no les quedó claro que al mandatario
mexicano “le valen madre” la seguridad y la violencias y si otros tantos no
entendieron que con Alfonso Durazo como titular de Seguridad, en realidad el
gobierno de Obrador sólo afianzó sus lazos con las bandas criminales, con
Rosa Icela Rodríguez al frente de la seguridad entenderán que para el actual
gobierno no es prioritario poner fin a la violencia y al crimen.
Al contrario, con una ignorante de todo, al frente de la seguridad del
país –incluso ignorante del trabajo periodístico–, lo que confirma López
Obrador es que mantiene una alianza con las bandas criminales y con los
barones del narcotráfico; matarifes que ya están de fiesta porque nadie hará
nada para acabar con sus negocios.
Y es que por esa misa razón no existe una estrategia clara y contundente
para combatir la violencia y el crimen; porque el gobierno de López Obrador
es aliado de muchos de las grandes capos, quienes habrían financiado su
campaña y, con ello, facilitado el acceso al poder presidencial.
¿Y quién mejor que una ignorante de todo y una servil a toda prueba,
como Rosa Icela Rodríguez?
En realidad es el perfil perfecto para los intereses de López Obrador; un
perfil de sumisión y servilismo de una reportera que nunca brilló en el
periodismo y menos en el servicio público.
Un perfil de abyección que en la burocracia del gobierno capitalino y en
el de AMLO, sólo aprendió a decir: “¡lo que usted diga!”.
Y si lo dudan, a continuación reproducimos las páginas 191y 192 del
libro Diarismo, del periodista Marco Lara Clark, quien narra un pasaje de la
toma de pozos petroleras en Tabasco –en 1996–, y el papel que jugaron
algunas reporteras de La Jornada, entre ellas Rosa Icela Rodríguez:
“Un sábado de febrero de ese año (1996), acompañado de un
colaborador, el presidente del Consejo de Administración de La Jornada, Rodolfo F. Peña, viajó a Villahermosa para visitar a Andrés Manuel López
Obrador, quien en ese momento encabezaba el bloqueo de accesos a pozos
petroleros en Tabasco, protestando contra los daños causados por Petróleos
Mexicanos.
“Años atrás, él (Rodolfo F. Peña) y Carmen Lira Saade, la actual
directora de dicho diario, habían apadrinado en una modesta ceremonia
religiosa a los dos hijos mayores del tabasqueño. Peña quería estar con su
compadre en aquella hora aciaga.
“Se hospedo en el hotel Calinda Viva y pasado el mediodía, cuando se
disponía a salir hacia la casa de López Obrador, en el vestíbulo intercambió
saludos con una mujer acompañada de dos niños: Lourdes Galaz y dichos
hijos del político tabasqueño. Ella dijo que los llevaría de compras y luego al
cine.
“La tensión por el problema de los pozos era grande; cientos de
activistas del Partido de la Revolución Democrática atiborraban las cárceles;
López Obrador había sido herido en un enfrentamiento con la policía y los
medios repetían que la Procuraduría General de la República estaba por
capturarlo.
“Lourdes Galaz, que también trabajaba en La Jornada, estaba en
Villahermosa expresamente para cuidar a los pequeños.
“Se despidieron y Peña marchó al Fraccionamiento Galaxias, donde está
la casa de López Obrador (en Villahermosa). Junto a la sala, en un rincón, una
joven moren comía apresuradamente, muy encorvada y silenciosa: Rosa Icela
Rodríguez, entonces reportera de La Jornada (hoy funcionaria del gobierno del
Distrito Federal).
¨Al ver entrar a Peña, se puso en pie de un brinco, saludó y explicó:
“Pues aquí estamos, al pie del cañón; no queremos que se lleven a Andrés
Manuel; a ver cómo, pero no podemos permitirlo”. (Hasta aquí la cita).
Como queda claro en la viñeta arriba citada, desde esos años el diario
La Jornada estaba al servicio de López Obrador y sus reporteras era nanas y
empleadas domésticas del tabasqueño.
Hoy, una de ellas es nombrada Secretaria de Seguridad Pública Federal,
no por sus méritos en el campo de la seguridad, sino por la sumisión, la
abyección y el servilismo.
¿Quién, con dos dedos de frente, puede creer que una reportera
mediocre, sin el menor conocimiento del complejo problema de la violencia y
la inseguridad, puede con el paquete del empoderamiento criminal?
No hace falta siquiera responder la anterior interrogante.
¿Por qué?