MOCTEZUMA XOCOYOTZIN FRENTE A LOS ESPAÑOLES (SEGUNDA PARTE)
MARÍA CASTAÑEDA DE LA PAZ
Uno de los aspectos más controvertidos de Moctezuma Xocoyotzin fue su ambivalente postura ante los españoles, pues a la vez que enviaba contra ellos a los pueblos que tenía sojuzgados, les mandaba mensajes amistosos, junto con algunos regalos. En ocasiones también llegó a enviarle a Hernán Cortés algunos mensajeros para advertirle que no continuara su camino hacia Tenochtitlan porque él y sus tropas sufrirían algunos contratiempos en la ciudad. Y para que desistiera en su empeño, creyó erróneamente que prometiéndole el pago de tributo en oro, plata, mantas de algodón y esclavos, éste cambiaría de opinión. No obstante, esas promesas no hicieron más que aumentar los deseos de Hernán Cortés por llegar a la corte de Tenochtitlan. En su primera Carta de Relación, el conquistador narró que, una vez allí, Moctezuma le contó que según ciertas historias, tras la caída de Tula, los toltecas se dispersaron por el centro de México, fundando nuevas ciudades. Asimismo, que dichos toltecas estaban encabezados por un señor que los abandonó, aunque les prometió que regresaría. Sin embargo, cuando lo hizo, su gente ya no lo aceptó, de ahí que volviera a irse. Por ello, es probable que Moctezuma, tratando de encajar la llegada de Cortés a estas tierras, lo aceptara como el emisario de aquel gobernante tolteca que se había marchado. De otra manera, no se explica que acatara sus órdenes de la manera en que lo hizo y que lo llevarían a su fatal destino.
La cuestión es que pocos días después de que los conquistadores llegaran a Tenochtitlan, Cortés tuvo noticias de que un gobernante de la costa del Golfo, llamado Qualpopoca, había matado a varios españoles por orden de Moctezuma. Cortés fue entonces a buscar al tlatoani para ordenarle que mandara traer al tal Qualpopoca, a la vez que lo “invitaba” a vivir en su palacio mientras éste llegaba. Cuando Qualpopoca llegó y fue interrogado, negó cualquier participación de Moctezuma en esa matanza, aunque en el momento que los españoles lo sentenciaron a muerte en la hoguera, confesó lo contrario. Fue entonces cuando Cortés mandó que se le pusieran grillos a Moctezuma en los pies, situación que muchos nobles no toleraron, desconociendo a partir de entonces a Moctezuma y al rey de España. Otra situación de esta naturaleza, y que varias fuentes reiteran, es la libre entrega que el tlatoani hizo de su reino al monarca, conocida como translatio imperii, nuevamente, con base en las antiguas historias toltecas.
Hay investigadores que han dicho que esas pláticas que Moctezuma le refirió a Cortés fueron meras invenciones de éste, mientras que otros sostienen que los discursos sí existieron, aunque Cortés inventó su contenido. Otros colegas, sin embargo, han vuelto a revisarlos y concluyen que no hay razones para argumentar que éstos, o su contenido, fueran inventados. Existen al menos cinco razones para decir que son ciertos: 1) la historia de un señor mesoamericano que llega, se va, regresa y se vuelve a ir es bastante compleja y no tiene relación con ninguna historia europea; 2) su estructura es totalmente mesoamericana y está relacionada con los relatos de la migración, como era la propia gesta de Cortés; 3) en ninguna carta de Cortés, ni en otro documento, encontramos que el conquistador llegara, ni tan siquiera a sugerir, que era un dios mesoamericano con el fin de ganar poder político; 4) otros tres españoles se refieren también a las pláticas de Moctezuma; 5) en el juicio que se le hizo a Cortés se incluyó una pregunta sobre los discursos de Moctezuma, que seis testigos corroboraron.
Lo anterior quiere decir que Moctezuma actuó como lo hizo porque era un hombre profundamente religioso y creía en verdad en la tradición histórica, pues de otro modo no se explica que un gobernante acate las órdenes de otro y entregue todo su poder, como sucedió. Sobre todo si recordamos las palabras del conquistador Francisco de Aguilar, quien lo describía como un hombre astuto, sagaz, prudente, sabio, experto y muy determinado. Por tanto, sólo si aceptamos la idea de que Moctezuma realmente creyó que Cortés era el emisario de un legítimo gobernante, podremos entender las inexplicables acciones del tlatoani. Lo anterior no quiere decir que su modo de ver las cosas fuera del agrado de todos, de ahí que la nobleza centro- mexicana se dividiera entre aquellos que optaron por la vía diplomática y los que optaron por la confrontación.
Respecto a su muerte, la mayoría de los testigos presenciales de los hechos coinciden en señalar que la causa fue la pedrada que algunos de sus súbditos le dieron en la cabeza al asomarse a la azotea del palacio, desesperados porque no podían entender la sumisión de su señor y su falta de arrojo para enfrentarse a los españoles. El resto de las fuentes, en palabras de Michel Graulich, eran “desesperadamente contradictorias”. Como este autor señala, esas fuentes no respondían a otra cosa que al deseo de un pueblo por negar su responsabilidad, aunque al mismo tiempo proporcionaba buenos motivos para matar a su tlatoani, al que había que culpar de la ruina y desolación de Tenochtitlan. Fue esto lo que provocó que se creara la imagen de un tlatoani orgulloso, tirano y usurpador, que había perdido su autoridad y al que había que eliminar. Calificativos que ya hemos visto que estaban muy lejos de la realidad.
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