Los niños saharahuis
Nunca he entendido la estancia fugaz de niños saharahuis durante unos veranos placenteros en España para regresar luego a la miseria de los campamentos de refugiados en Tinduf. ¿Qué ventajas les reporta?
Por eso, comprendo a la señora Saltana el Bardi<7b>, su hija de acogida, aun al coste de ser condenada por el Tribunal de Estrasburgo.
Por supuesto que es punible privar de su retoño a una madre biológica. ¿Pero no lo es también impedir el bienestar, la formación y el desarrollo de miles de niños abocados al hambre, al sufrimiento y a una vejez prematura en Darfur, Haití, Sierra Leona y tantos sitios más?
No se trata del ominoso y retorcido argumento con el que se han robado muchos niños a sus padres legítimos, afirmando que tendrían un futuro más digno con sus secuestradores. En absoluto. Pienso, tan solo, si no sería mejor para muchos niños saharahuis estudiar en España y pasar los veranos con sus padres en Tinduf, y no al revés. Lo de ahora es como mostrarles un caramelo para arrebatárselo casi de inmediato.
Sé que con ello tranquilizamos nuestras conciencias, lo que resulta a todas luces legítimo. No sé, en cambio, si es tan loable la actitud de los dirigentes del Sahara al mantener a sus niños en campamentos insalubres como rehenes de su causa independentista. Y lo mismo podría decirse de los sátrapas árabes que derrochan petrodólares en fastos suntuosos en vez de dar educación a los niños de los refugios de Gaza y Cisjordania.
Y es que muchas veces los culpables de la indigencia no son aquellos que lo parecen a simple vista.
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