Poliana, un juego tan difícil como el ajedrez que nació en las prisiones mexicanas
Este juego expone las circunstancias que se viven en las prisiones en México. Las fichas representan a reos y dos dados materializan la búsqueda de la libertad. Tec Review analiza este juego que se ha popularizado durante la pandemia
Lo conocen como “El Pingüino” en el reclusorio oriente y es un jugador magistral de la poliana o poleana. Elabora estrategias que envidiaría cualquier jugador de ajedrez y hace cuentas simultáneas al ritmo de un matemático en concurso.
Una sola de sus partidas puede durar hasta cuatro horas y nunca pierde de vista el tablero ni a sus contrincantes. Parece un juego de mesa común, pero las reglas son muchas y complejas.
Además, este juego se caracteriza por reproducir la realidad, el tablero recuerda la arquitectura de las prisiones, las celdas, las estancias, el patio y el castigo. Las fichas representan a reos y dos dados materializan la búsqueda de la libertad.
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Más allá de las celdas
“El juego revela las condiciones en las que viven los reos, eso les permite entender su realidad, es también una forma de dignificarse porque las circunstancias ahí dentro son muy duras”, Elena Azaola Garrido, investigadora del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social y experta en Cárceles en México.
“El jugar con las condiciones de vida de los reos, y hablar el lenguaje de prisión es una forma de autodignificarse y sobre llevar la situación de encierro”, explica.
Las leyendas del origen de este juego son tantas como sus jugadores, algunos afirman que nació en Lecumberri, otros incluso le ven parecido a un juego prehispánico llamado patolli.
Lo único certero es que evolucionó y se perfeccionó en las prisiones mexicanas, este juego ha llegado a la sociedad. Hoy la poleana o poliana es un juego común en las calles de Tepito, Iztapalapa y hasta en la Roma.
Durante la pandemia se elevó la demanda de este juego, coinciden los artesanos que las elaboran. Hay compras en mayoreo para billares e incluso tuvieron muchos pedidos para el 14 de febrero. Su precio varia de acuerdo a los acabados y el material.
Un grito de libertad
El juego consiste en sacar de prisión a cuatro reos (fichas) antes que los demás jugadores. En el camino, los prisioneros de cada jugador pueden caer a castigo o regresar a su celda (el principio).
El juego es difícil de explicar por todas su reglas, algunos jugadores afirman que solamente lo puedes entender si lo juegas.
Cada uno de los jugadores se distingue por un color y para salir de prisión (el tablero) deben dar una vuelta completa. “La Poliana es una metáfora de sus propias vidas, tienen que escapar, no caer en prisión, deben buscar su libertad”, dice Gustavo Fondevilla profesor investigador en el CIDE y experto en estudios comparativos sobre prisiones en Latinoamérica.
“El pingüino” es uno de los mejores jugadores del reclusorio oriente, aprendió a jugar desde muy joven cuando ingresó por primera vez a un centro penitenciario. Es un reo multingreso, es decir, ha estado en cuatro reclusorios en México y cuenta que en cada uno las reglas del juego cambian.
Las polianas en un principio salían a las calles a través de los familiares de los reos. Hoy hay talleres de polianas de personas que no han estado nunca en contacto con reos o familiares de ellos.
“Este salto de un juego que nace en prisión y llega a la sociedad y alcanza a las sociedades medias altas es la imagen de esa cárcel que ya no está distante, que ya no es lejana”, explica Gustavo.
Antes la sociedad y la cárcel eran dos cosas separadas. Pero, hoy la situación penitenciaria obliga a las familias a llevar comida, ropa y dinero a sus internos. Esto ha ido rompiendo esa separación entre cárcel y sociedad.
Torneo de Poliana
“¡Bienvenidos al torneo de poliana en Casa Barrio Tepito!”, dice Berenice Olmedo, una artista financiada por el Fondo Nacional para la Cultura y las Artes.
Este torneo se realiza en Casa Barrio Tepito anualmente y reúne a los mejores jugadores de la Ciudad de México. “La gente que lo juega en su mayoría conoce la situación que se vive dentro de las cárceles”, explica la antropóloga Elena Azaola Garrido de la UNAM.
Jacobo Noe Loeza Amado, promotor cultural y parte del proyecto del torneo, explica que el juego crea comunidad, “al evento vienen de todas partes, se pierde esa división de colonias de la Morelos, no hay riñas, hay hermandad”.
Mientras, desde el reclusorio, “El Pingüino” usa este juego como modo de supervivencia, a través de sus estrategias saca para pagar su comida. Es su forma obtener ingresos porque su madre –debido a su edad– ya no puede ir a verlo.
“En el juego llegas a concentrarte tanto que pierdes el sentido del tiempo, te permite olvidarte de todo, no he visto a nadie jugando y con el celular, es un juego de desconexión“, dice Martín David Trejo Ramírez, el artesano de PoliTamper detrás de la creación de las polianas del torneo.
El juego incluso ha rebasado fronteras, un cliente de David, un mexicano de Tacubaya que se mudó a trabajar a Canadá, le pidió una poliana, “cuando llegó allá, el cliente me contó que está enseñando a jugar a la comunidad latina en Canadá“, narra.
En este juego, “El Pingüino” ha apostado su único ingreso, cinco pesos que obtuvo por ‘echar aire’ (funcionar como ventilador) para una visita. Cuando termina su partida, suspira porque sabe que valió la pena todo el esfuerzo mental. Ha ganado y ahora puede pagar su comida.
En otro lado de la ciudad, cerca de su barrio de origen, en la edición 2021 el ganador del torneo de Poliana es un comerciante de Tepito que aprendió a jugar cuando estuvo en el reclusorio y continuó jugando cuando salió. Uno de sus amigo le invitó y resultó ganador de 1,000 pesos.
Este juego es la manera en que muchos presos obtienen dinero para pagar los gastos que supone el estar recluido, para otros es una manera lúdica de pasar el tiempo mientras pagan su condena y ahora también es un juego de mesa que divierte a las personas en medio de la pandemia.
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