Solidaridad internacionalista.
Por supuesto que la Flotilla de la Libertad II es una “provocación”
Cuando el lanzamiento de la Flotilla de la Libertad II, se acerca, cada vez más dirigentes sionistas y comentadores ponen a la luz la extensión de su decadencia moral e intelectual sosteniendo que se trata de un proyecto político, y no humanitario.
Ran Curiel, embajador de Israel en las Naciones Unidas ofrece un ejemplo sin igual. El 10 de mayo, se ha tomado el trabajo de convocar una conferencia de prensa, en Strasbourg, para llegar a la siguiente conclusión: "Desde nuestro punto de vista, la flotilla es manifiestamente una provocación política… por la buena razón de que no hay ninguna necesidad de una flotilla que aporte ayuda a Gaza", ha declarado. "Se puede pasar a la banda de Gaza todo lo que se quiera por las vías normales".
El razonamiento de Curiel deja mucho que desear. Nadie parece tener muy claro lo que puede entrar en Gaza "por las vías normales", a saber, por el paso fronterizo de Eretz, y una gran mayoría de las necesidades básicas de Gaza continúan llegando a altos precios vía los túneles desde Egipto. Y la oposición humanitaria contra el asedio ha tenido más en cuenta siempre su efecto de parálisis sobre la economía de Gaza que su obstrucción de la ayuda.
Porque es imposible importar legalmente la mayor parte de las mercancías, o exportar casi nada, la tasa de paro llega ahora al 45%, y 300.000 personas sobreviven con un dólar por día (70 céntimos de euro). Sin embargo, la conclusión del embajador es sólida, va de sí. La Flotilla de la Libertad es en efecto "una provocación política". ¿Porqué no lo sería? Y, ¿cuándo ha pretendido ser otra cosa?
Como los demás barcos antes que ella, desde los barcos de la flotilla Free Gaza de 2008, que tuvieron éxito, a la Flotilla de la Libertad que sufrió la violencia asesina de los comandos israelíes en las aguas internacionales el año pasado, esta nueva Flotilla es un acto enorme de solidaridad con un pueblo que lucha contra el colonialismo, la limpieza étnica y el apartheid.
La Flotilla tiene como referencia la negación de la autodeterminación de los palestinos, y no una crisis humanitaria. Apunta a romper el asedio, no solo porque el asedio causa dificultades a los palestinos, sino también porque obstruye sus derechos propios a decidir su destino colectivo, y el de su patria histórica. El objetivo no es una entrega fiable de la limosna internacional, ni siquiera una economía operativa, sino más bien la soberanía de los palestinos sobre sus propias costas y territorios.
Los esfuerzos para ocultar estas verdades evidentes, imputando a la Flotilla criterios que no ha pretendido jamás que sean los suyos, forman parte de la "gran mentira" sionista, un mito que quienes lo inventaron esperan que tenga el peso de la verdad sencillamente porque la gente se lo crea. Los sionistas querrían hacernos creer que toda acción que no sostiene su régimen no puede ser más que apolítica y resultar de un impulso caritativo. En la historia que esperan propagar señalando repetidamente la evidencia, solo su versión es aceptable, con como única alternativa posible, una neutralidad estricta. Nada diferente puede existir en el interior de los parámetros estrictos del pensamiento y de la acción que lo que intentan imponer.
Pero no nos engañamos: todos y todas los que participamos en la acción de la Flotilla, con grandes o pequeños medios, hemos elegido nuestro lado, y no es el suyo. Nos ponemos al lado del pueblo de Palestina en su combate por la igualdad y la autodeterminación. Y contrariamente a los arquitectos de la operación Plomo Endurecido y a los apologistas de la Nakba, no tenemos nada que ocultar. Los organizadores de la Flotilla no han sido muy de secretos. En una declaración del 24 de junio, el movimiento Free Gaza "ha recordado que nuestro esfuerzo no es solo para llevar una ayuda humanitaria. El objetivo de la Flotilla no es la ayuda: su objetivo es la libertad de los palestinos de la banda de Gaza y de los demás territorios palestinos ocupados. Como tal, no hay "vías establecidas" para la libertad, no hay más que una y solo una: el fin de la ocupación israelí".
A más de un título, los sionistas que critican la Flotilla como "provocación política" tienen la misma mentalidad que quienes criticaban el Salt Satyagraha (movimiento no violento que comenzó con la Marcha de la Sal, el 12 de marzo de 1930, contra la ocupación británica en India) o el Montgomery Bus Boycott (campaña política contra la segregación racial en Montgomery, Albama, 1955) y por las mismas razones. Estas acciones eran también indiscutiblemente políticas y provocadoras: los marchistas de la sal habrían podido sencillamente pagar el impuesto británico, mientras que Rosa Parks habría podido realmente llegar a su destino más rápidamente subiendo a la parte de atrás de un autobús. Que hayan sido también "provocaciones políticas" es completamente evidente, y no está al margen de la cuestión. Y la cuestión, para la Flotilla de la Libertad, el movimiento BDS (Boicot, Desinversiones y Sanciones) y todas esas innumerables acciones para unir un apoyo a los palestinos cercados, es la solidaridad con su lucha de liberación, no la caridad a víctimas impotentes.
Como el llorado Juliano Mer-Khamis declaró a The Electronic Intifada a propósito de su propio Teatro de la Libertad en Jenin: "Nos unimos, por todos los medios, a la lucha por la liberación del pueblo palestino, que es nuestra lucha de liberación. Cualquiera que está comprometido en este proyecto dice tener el sentimiento de estar también bajo la ocupación del movimiento sionista, del régimen militar de Israel, y de su política. Viva en Jenin, o en Haifa, o en Tel Aviv. Nadie se une a este proyecto para sanar. No somos sanadores… Somos combatientes de la libertad". Las palabras de Juliano muestran también lo que son los participantes en la Flotilla, y los millones cada vez más numerosos de simpatizantes con la causa palestina.
Si, nuestra solidaridad es política. Si, es provocadora. Y contrariamente al racismo y a la opresión del sionismo y de quienes le favorecen no hay ninguna vergüenza en ello.
Joe Catron vive en Brooklyn, New York. Es miembro de ISM (International Solidarity Movement)-Banda de Gaza. Escribe a título personal.
Traducción de la versión francesa publicada en http://www.protection-palestine.org/spip.php?article10780 por Faustino Eguberri para VIENTO SUR
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