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sábado, 26 de noviembre de 2011

Cómo nos formatean el cerebro: el aporte de Microsoft Word

Cómo nos formatean el cerebro: el aporte de Microsoft Word
Microsoft
“Formatear” es un término que se ha popularizado a partir de la difusión de los programas de computación. “Dar forma” es aparentemente algo inocuo, que únicamente puede contribuir a mejorar la presentación de aquello que es objeto del “formateo”. Sin embargo, debemos tener presente que “forma” y “contenido” siempre están en relación dialéctica y se influyen mutuamente.
Esto queda bien claro cuando buscamos un sinónimo: aunque teóricamente el sinónimo es una forma distinta de decir lo mismo, no todas las palabras con la misma connotación expresan correctamente nuestro pensamiento. Buscamos sinónimos de un término para encontrar la forma más apropiada para el contenido que tenemos en mente.
Microsoft Word es el procesador (y “formateador”) de textos más difundido. Lo usan casi todos quienes se dedican a algún tipo de producción intelectual: desde el estudiante al prestigioso académico. Recuerdo el salto cualitativo que implicó en mi propio trabajo cuando pasé de mi vieja máquina de escribir, industria checoeslovaca, a Word: no más corrector líquido, no más papeles estrujados, un montón de posibilidades nuevas.
No hace mucho, vagando por la Web, llegué a un sitio1 donde se proponía que buscáramos en Word los sinónimos de palestino/palestina, y viéramos lo que aparecía. Para saber quiénes son los palestinos según Word hay que abrir un documento, escribir la palabra palestino, hacer clic sobre la palabra con el botón secundario del ratón y buscar los sinónimos. Los sinónimos que aparecen son: israelita, israelí, judío, semita. Esto puede aceptarse para la minoría de judíos asentados en Palestina (la mayor parte sigue hasta hoy en la Diáspora) pero ¿Y los árabes? Podrían estar en cuarto lugar, entre los semitas. De acuerdo a la Biblia, los semitas son los descendientes de Sem, el hijo predilecto de Noé. Entre los descendientes de Sem están no sólo los judíos, sino también los árabes2. Esto produjo que los árabes también cayeran en la volteada del antisemitismo, en boga en los ámbitos académicos europeos del siglo XIX.3
Pero si buscamos el sinónimo de semita vamos a encontrar: israelita, hebreo, judío, sefardita, mosaico, hebraico, judaico. Aquí tampoco están los árabes.
Esto me recuerda la célebre respuesta que dio Golda Meir, primera ministra israelí, a un periodista que le preguntó por la suerte que iban a correr los palestinos de los territorios ocupados por Israel en 1967. La ministra contestó: “¿Palestinos? No sé qué es eso”4. La respuesta de Word es más tajante: los palestinos son los judíos, no hay árabes palestinos. Golda Meir debió decir: “¿Palestinos? Los palestinos somos nosotros”.
Todos sabemos que los árabes, cristianos o musulmanes, han sido y son la mayoría de la población de Palestina desde hace al menos 1900 años. También es conocido que la migración sionista a Palestina es un fenómeno reciente y que el sionismo político es un movimiento que cristaliza en la Europa del siglo XIX.
En realidad, el término palestino deriva del latín philistei o filisteo. Los filisteos son uno de los pueblos que los judíos encuentran a su llegada a la Tierra Prometida. Estos filisteos, que formaban parte del grupo de los llamados “Pueblos del Mar” en las crónicas egipcias, al parecer eran originarios de Creta, de donde fueron expulsados por la invasión dórica, en torno al 1200 antes de Cristo. Esto explica la denominación bíblica, que se refiere a ellos como krethi y plethi o sea cretenses y filisteos. El primero en denominar “Palestina” a la región fue Herodoto, en el siglo V antes de Cristo. Se trataba de una amplia denominación geográfica, sin connotaciones políticas ya que abarcaba diversas formaciones estatales. Luego de la última gran sublevación judía contra la dominación romana, en los años 132-135, y de la destrucción de Jerusalén y la prohibición a los judíos de habitar en ella, el emperador Adriano recuperó la denominación de Herodoto: Syria e Palaistien o Siria de los palestinos para la región.5
Puede verse que el término palestino no tiene nada que ver con los sinónimos que propone Word. Por el contrario, es el nombre que utilizaron los romanos para borrar el de Judea o Israel. Quitar el nombre a alguien es un viejo método para eliminar su entidad. Los argentinos tenemos alguna experiencia en ese tipo de manipulaciones: en varias épocas de nuestra historia estuvo legalmente prohibido publicar los nombres de personas o grupos políticos disidentes. Lo innombrable es peor que lo inexistente, es algo que lleva un estigma o mácula. El colmo del refinamiento consiste en despojar de su significado al nombre que se aborrece, y asignarle otro contenido. Eso ha ocurrido también más de una vez. Pero ¿lo nuestro no será un delirio paranoico? Después de todo, puede tratarse simplemente de un error u omisión involuntario.
Ahora bien, si un profesor universitario del Tercer Mundo como yo puede tener en su humilde biblioteca toda esta información (por otra parte disponible en cualquier buena enciclopedia) ¿Cómo puede ser que Microsoft, que invierte millones en acopiar información, pueda cometer semejante “error”. Hete aquí que podemos encontrar muchos “errores” similares: Si buscamos los sinónimos de sionismo vamos a encontrar judaísmo y hebraísmo, y el sinónimo de sionista es judío. Esto es una simplificación que deja de lado 3000 años de historia. Hay, al menos, dos acepciones para el término sionismo: 1) El sionismo religioso o mesiánico que surge a partir de la Diáspora y que se extiende hasta la actualidad. 2) El sionismo político y laico, que surge a fines del siglo XIX y que es el que lleva adelante la colonización de Palestina. Estos dos sionismos fueron y son antitéticos, ya que para el sionismo mesiánico no puede existir Erez Israel antes de la llegada del Mesías, por tanto, pretender crearla es la peor herejía. También se excluye a los muchísimos judíos que se opusieron y se oponen al sionismo dentro y fuera de Israel6.
Desde ya que un diccionario de sinónimos no puede ni debe darnos todos estos detalles. Pero tampoco debe asociar términos que no tienen la posibilidad de alternarse en una misma significación. De esta manera la versión del sionismo que difunde Microsoft es la más cavernícola y fundamentalista. Se trata, evidentemente, de un sionismo político que niega toda alternativa. Recordemos que el sionismo también fue asumido por muchos judíos como un movimiento humanista que buscaba redimir a un pueblo de su milenaria persecución en la Europa cristiana. Hubo y hay en el sionismo quienes, como el gran filósofo Martin Buber, propiciaron la convivencia con los árabes palestinos7. Pero para convivir con alguien primero hay que reconocer su existencia y su entidad humana.
Volviendo al principio, podemos apreciar cómo es posible, desde las formas, manipular el conocimiento. La psicología conductista norteamericana se ha especializado, desde hace muchos años, en este tipo de manipulaciones8. De hecho, es la teoría que está en la base de la industria publicitaria moderna. En ese caso, nos muestra cómo asociar un producto a una virtud determinada. Desde ya que, casi siempre son asociaciones perversas, sin fundamento real, y dañinas. Que lo digan sino las víctimas de la boulimia y anorexia, productos indiscutibles de una publicidad que asocia una forma corporal exótica al éxito, amor, dinero, triunfo, etc.
Pero estos usos no son privativos de la industria publicitaria. Al menos no de la industria publicitaria que solamente se propone vender objetos. También, con los mismos métodos, se puede “vender” ideología9. El objetivo hoy es lograr la generalización de un pensamiento unidimensional 10(denominado actualmente “pensamiento único”) para el cual lo opuesto o la disidencia no existe más que como anomalía. El tratamiento dado a la cuestión palestina es solo un pequeño ejemplo (aunque quizá el más grosero) del Gran Fraude que la difusión de este conocimiento formateado nos pretende imponer: Convertir en verdades las mentiras del neoliberalismo. Por si cabe alguna duda, basta con comprobar que, para Word, liberalismo y democracia son sinónimos.

Notas:
1 http://antiglobalizacion.org/
2 Génesis, capítulo 10.
3 Esto está claro en el tratamiento que les da uno de los padres del orientalismo, Ernest Renan: ”Podemos observar cómo en todos los aspectos de la vida la raza semítica parece incompleta debido a su simplicidad. Esta raza –si me atrevo a usar la analogía- es para la familia indoeuropea lo que el carboncillo para la pintura; carece de esa variedad, de esa amplitud y de esa abundancia de vida que es condición de lo perfecto. Igual que esos seres tan poco fecundos que tras una infancia agradable sólo alcanzan una mediocre virilidad, las naciones semíticas experimentaron su mayor florecimiento en su primera edad, pero nunca fueron capaces de alcanzar la verdadera madurez.” Citado en Said, Edward Orientalismo. Libertarias, Madrid, 1990.
4 Citado en Walsh, Rodolfo La Revolución Palestina. Diario Noticias, Bs. As., 1974.
5 Al respecto, ver: Geiss, Imanuel Condiciones históricas previas de los conflictos contemporáneos. En Benz y Graml, Problemas mundiales entre los bloques de poder. Siglo XXI, México, 1989.
6 Abraham León produjo, desde la izquierda, una de las críticas teóricas más demoledoras: La concepción materialista de la cuestión judía. En El Sionismo: Crítica y Defensa. CEAL, Bs. As., 1968.
7 También Zeev Jabotinski, líder de la Histadrut, era partidario de algún tipo de convivencia. Ver sus escritos en: El Sionismo... op. cit.
8 Antiguos ejemplos de estudios de este tipo tenemos en: Collins, Barry, Psico¬logía social en los procesos de grupos en la adopción de decisiones. AID, México, 1971.; Young, Kimball, Psico¬logía social del grupo, del líder y de los seguidores. Paidós, Bs. As., 1969.; Psicología social. Paidós, Es. As., 1963.; Fraisse, Paul y Meill, Richard, Psicología de las actitudes, en Harari (Comp.) “Teoría y técnica psicológica de comunidades marginales.” Nueva Visión, Es. As., 1974; Lippitt, Ronald, La dinámica del cambio planificado. Amorrortu, Bs. As., 1970.
9 Entendiendo como ideología la falsa conciencia de algo.
10 Marcuse, Herbert El hombre unidimensional. Planeta, Barcelona, 1985.

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