¡AMLO DEFIENDE PILLOS, NO A LOS CIUDADANOS!
La imagen es devastadora.
No deja duda de que, en México, la realidad está de cabeza.
¿Y por qué de cabeza?
Porque el gobierno mexicano y su presidente hacen todo aquello que va en contra de los ciudadanos.
El mandatario mexicano, por ejemplo, va por la defensa de los pillos, los criminales, los matarifes y hasta los indolentes, antes que defender la vida, la seguridad y la salud de los ciudadanos.
¿Lo dudan?
Todos hemos visto a cientos de padres de niños con cáncer que, desesperados, se manifiestan contra el indolente gobierno de López Obrador.
¿Y cuál es la respuesta del presidente mexicano?
Sí, un grosero montaje; el supuesto robo de los medicamentos contra el cáncer; un robo que no se sostiene por ningún lado.
Peor aún; miles de mexicanos –familiares de víctimas del mal manejo de la pandemia–, protestan por el indolente manejo por parte del criminal, Hugo-López-Gatell.
Miles que cuestionan que la pandemia ya costó casi 90 mil vidas –según cifras oficiales–, mientras que el presidente responde con la defensa a ultranza de López-Gatell.
Y es que, en esa feria del cinismo y el valemadrismo, el criminal de Estado, conocido como Hugo López Gatell, ríe satisfecho, en Cadena Nacional, cuando la muerte de casi cien mil personas debiera ser una vergüenza no solo de su ineficacia, sino en la historia mexicana.
Es decir, el presidente mexicano prefiere defender lo indefendible –la defensa de su ineficiente colaborador–, antes que salir en defensa de los ciudadanos, que son “los mandantes”, los que lo llevaron al poder y quienes pagan su salario.
Pero tampoco es todo; miles de mexicanos se quejan de la violencia sin freno –en todo el país–, y la respuesta del presidente no solo es el perdón y la exoneración y liberación de “El Chapito” –el jefe real del cártel de “El Chapo” –, sino que, en un monumento al cinismo de Estado, el mandatario premio del ineficiente Alfonso Durazo, con la candidatura al gobierno de Sonora.
Y es tal el cinismo que, en una de esas, y el número de muertes por la violencia criminal –casi 70 mil mexicanos muertos–, es mayor al número de votos que pudiera recaudar el impresentable Alfonso Durazo.
Y es que ahora resulta que –en el nuevo gobierno mexicano–, los méritos políticos no se consiguen por cartas credenciales de excelencia, sino por sumisión, abyección.
Y puede seguir tan campante un presidente que acumula más de 40 mil mentiras, en 22 meses de gobierno, como una diputada de Morena que –en tribuna–, reconoce haber sobornado a un juez.
Por eso, porque la respuesta oficial ante el reclamo ciudadano, en México, es el cinismo oficial, el valemadrismo y la farsa que solapa lo mismo a Manuel Bartlett, que, al hermano del presidente, Pío López; que a la señora Irma Eréndira Sandoval y su pandilla, los mexicanos deben recurrir a medidas extremas.
¿Medidas extremas?
Sí, padres de niños enfermos de cáncer presentaron una denuncia ante la Fiscalía General de la República, contra el presidente López Obrador, por el robo de medicamentos oncológicos, reportado el pasado viernes.
Y es que el abogado de las familias de niños enfermos de cáncer, Adréa Rocha, acudió a la Fiscalía General, a presentar una denuncia contra el propio AMLO, además contra el secretario de Salud, Jorge Alcocer y el director de Cofepris, José Alonso Novelo, por su presunta participación en el montaje del supuesto robo de medicamentos contra el cáncer.
Y el corazón de la denuncia es que, cómo ayer lo probamos aquí, no existe ninguna prueba de que fuera real el supuesto robo de medicamentos contra el cáncer.
Peor aún, las evidencias confirman que se trató de un montaje, al mejor estilo de García Luna, con la intención de engañar a los ciudadanos y, sobre todo, de tomarles el pelo a los padres de niños enfermos de cáncer.
¿Por qué tal odio del gobierno de Obrador por los niños y las mujeres con cáncer?
¿Por qué el odio presidencial contra la vida, contra los ciudadanos pobres, contra los desposeídos, contra los que nada tienen…?
La respuesta es elemental.
Porque el presidente mexicano es un psicópata.
Al tiempo.
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