Bertha Pech, mujer activista que promueve la poesía en pueblos mayas
En Tahdziú, la colectiva U xíimbal ko’olelo’ob impulsa laboratorio de literatura
Sin darse cuenta, Bertha inició su labor activista desde que estudiaba la preparatoria en el municipio donde nació, Maxcanú, Yucatán, cuando emprendió acciones en favor de la comunidad. “No lo lees como activismo, son acciones que uno tiene que hacer para que las cosas en tu localidad mejoren y hacer esta parte solidaria con las personas con las que convives”, cuenta Bertha Pech en entrevista con La Jornada Maya.
Fue a su llegada a Mérida, donde cursó la universidad, que encontró el activismo “en una escala más amplia”. El camino universitario abrió a Bertha la posibilidad de trabajar por la valorización de la lengua maya y expandir su trabajo comunitario fuera de su localidad.
Actualmente, junto a la colectiva U xíimbal ko’olelo’ob (El caminar de las mujeres), la activista promueve la poesía en las comunidades para acercar diversas expresiones literarias a mujeres mayahablantes con el fin de que puedan reconocer el valor de su lengua y las formas que puede tomar ésta a través de la literatura e incluso del cine documental. La agrupación que representa es productora asociada del documental Si yo fuera presidenta, ganador del Concurso Género y Justicia convocado por la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), entre otras instituciones.
Crear redes de impulso para motivar a otros al mundo de las artes y la cultura es uno de los propósitos de Bertha en su labor activista.
El activismo y su historia de vida
Bertha, quien ahora tiene 38 años de edad, fue la primera mujer en emprender una carrera universitaria dentro de su familia. En la Universidad Pedagógica Nacional (UPN), de Mérida, cursó la carrera de Educación Indígena; y en la Facultad de Educación de la Universidad Autónoma de Yucatán (UADY), la licenciatura en Educación. Actualmente, cursa un doctorado en la Universidad Iberoamericana de la Ciudad de México.
Crear empatía con las mujeres, con los niños y niñas, es lo que motivó a Bertha a inclinarse al activismo, “y de alguna forma, mi historia de vida está muy vinculada a estas luchas por aprender, por tener educación, por tener una condición de vida mejor”.
Bertha se crió en el seno de una familia dedicada a la agricultura y apicultura, y fueron sus padres quienes despertaron en ella un sentido de comunidad desde pequeña. La “lucha diaria” de su madre influyó en su andar, “mi madre no tuvo muchas opciones de decidir, ella se casó y tuvo que dejar todo lo que le gustaba, como cantar. Pero siempre nos enseñó ese coraje de luchar por estar en los espacios que uno quiere estar”.
“Otra de las cosas que me impulsaron en este activismo es que mi papá es una persona que no se avergüenza de hablar la lengua maya, no le importa qué le van a decir, si lo ven mal o quién lo está viendo. Y eso es algo que me inspira”.
Laboratorio en lengua maya
Desde 2017, Bertha trabaja con las mujeres de Tahdziú. Este mes, emprenderá junto a la colectiva un laboratorio de literatura en lengua maya U juum u t’aan Maaya Ko’olelo’ob. Voces de mujeres Mayas, impulsado como parte de la convocatoria miatsil ko’olelo’ob. El proyecto se llevará a cabo con un grupo de artesanas del mismo municipio con la intención de acercar a las mujeres diferentes composiciones literarias en dicha lengua, principalmente la poesía.
Bertha opina que actualmente existe “una desvalorización de la lengua”, pero también “hay mucha producción literaria en maya y ellas (las artesanas) son hablantes de este idioma. Queremos que vean que la lengua está escrita y plasmada; es un arte el hecho de componer, escribir; y trascender esa parte de la lengua”.
El contacto de la comunidad indígena con espacios de expresión artística es escaso, “y uno no puede desear lo que no conoce”, dice.
El laboratorio U juum u t’aan Maaya Ko’olelo’ob (Voces de mujeres Mayas) está enfocado en un intercambio cultural y un diálogo con autoras en lengua maya, quienes compartirán sus textos literarios con el fin de motivar a las artesanas a contar sus anécdotas e historias “de una manera creativa” en su propia lengua.
Entre las participantes hay personas analfabetas, por lo que el ejercicio con las mujeres será de carácter oral, mientras que Bertha y su equipo, documentarán las historias.
Con este tipo de actividades se busca conservar el uso de la lengua en la región, “sus expresiones y sus formas”. Anteriormente, las mujeres de Tahdziú han participado en recitales poéticos y otros eventos culturales, organizados por el grupo de activistas, donde las asistentes “se sorprenden y emocionan” y, al mismo tiempo, demuestran interés. “El maya es tan cotidiano para ellas que no consideran que se pueda llevar a una obra literaria”.
El caminar de las mujeres
Bertha Pech es representante de la colectiva U xíimbal ko’olelo’ob (El caminar de las mujeres), la cual surge en 2017 en búsqueda de “acompañar” a sus integrantes en procesos de participación ciudadana y política. Se trata de un grupo “diverso”, cuyos integrantes -provenientes de diferentes municipios de Yucatán- están interesados en la igualdad sustantiva, la paridad de género y los derechos culturales del pueblo maya.
La colectiva inició con un proyecto al sur del estado dedicado a la participación política de las mujeres mayas que duró alrededor de dos años. Conocer la dinámica comunitaria y sus derechos le ha permitido a la agrupación crear procesos integrales que impulsen cambios verdaderos, señala la activista.
La participación de las mujeres en sus comunidades es el eje de acción de la colectiva, una participación que surja desde la misma visión de sus integrantes, “sin imponer un modelo”.
“La idea es que ellas tengan la confianza de estar en diferentes espacios y que eso lo contagien de generación en generación. Que puedan compartir información y hacer comunidad con otras mujeres”.
Al mismo tiempo, el colectivo busca terminar con la mediación entre las poblaciones indígenas “que ya no se hable más por ellas, las mujeres mayas están ahí, tienen cuerpo, tienen palabra y no necesitan ser representadas, ellas también pueden estar ahí, pueden hablar. No se trata de hacer procesos extractivistas”.
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