De acuerdo con el mito azteca, cuando nació Huitzilopochtli, el dios del sol, la guerra y el sacrificio humano, emergió del vientre de su madre, Coatlicue, listo para luchar contra sus hermanos. Esto se debió a que la hija de Coatlicue, Coyolxauhqui, creía que su hermano era producto del engaño y decidió matarlos a ambos con la ayuda de sus 400 hermanos. Huitzilopochtli nació y atacó a sus hermanos, decapitando a su hermana y arrojando su cuerpo desde la cima de una montaña. Los restos de sus hermanos (las estrellas) y Coyolxauhqui (la luna) aún brillan en el cielo nocturno.
Los aztecas conmemoraron la derrota de Coyolxauhqui en una enorme piedra conocida como la Gran Piedra Coyolxauhqui. La Piedra Coyolxauhqui es una de las piezas más importantes en exhibición en el Museo del Templo Mayor en el corazón de la Ciudad de México.
La piedra fue descubierta en 1978 cuando los trabajadores eléctricos que cavaban para instalar transformadores subterráneos en el centro de la ciudad de México tropezaron con el tesoro perdido. Después del descubrimiento y la comprensión de que este podría ser el Gran Templo del imperio azteca, el gobierno permitió que se demolieran 13 edificios para que el sitio del Templo Mayor pudiera ser excavado.
Se trata de un monolito de cantera, de 320 cm de diámetro, con forma de escudo, y se piensa que por la forma redonda de la piedra, similar a la luna llena, ésta encarna a la diosa lunar.
En la gran piedra se observa a la diosa descuartizada, con la cabeza, brazos y piernas separadas alrededor de su cuerpo. En ella se distinguen pequeñas bolas de plumas de águila en el cabello, un símbolo en forma de campana sobre su mejilla, y una pestaña, con el símbolo mexica para año, en su oreja. Como en las imágenes de su madre, se le muestra con unos cráneos atados a su cinturón.
Los estudiosos también opinan que la decapitación y el desmembramiento de Coyolxauhqui se reflejan en el patrón de los sacrificios rituales de los guerreros. Éstos constaban, en primer lugar, en extraer los corazones de los cautivos del pecho. En segunda, en ser decapitados y desmembrados. Finalmente, en que sus cuerpos eran arrojados desde el templo, por las escalinatas de la pirámide, quizás sobre la gran piedra de Coyolxauhqui.
Su ubicación original recrea el mito, pues se situaba en la parte frontal del Templo Mayor, en el edificio dedicado a Huitzilopochtli, de la antigua Tenochtitlan, igual que en el cerro de Coatepec.
Desde entonces, se han hecho más descubrimientos, y el templo principal del pueblo azteca ahora es un museo y un sitio de Patrimonio Mundial de la UNESCO. En 2006, un gran monolito de Tlaltecuhtli, la diosa que puede dar y devorar la vida, también fue desenterrado del Templo Mayor. Además de su impresionante tamaño, el monolito también conservó sus colores originales desde la conquista de Tenochtitlán.
El monolito de Tlaltecuhtli es una escultura mexica, que representa a dicha deidad de la tierra. Fue hallado el 2 de octubre de 2006 y es la obra artística más grande en tamaño hallada a la fecha manufacturada por los mexicas, seguida de la Piedra del Sol y del Monolito de Coyolxauhqui. Fue hallado en el Centro Histórico de la Ciudad de México en el predio conocido como Casa de Las Ajaracas. Gracias a técnicas actuales de restauración, fue posible salvar parte de su policromía original2 y se ha considerado la posibilidad de que sea la cámara mortuoria del tlatoani Ahuízotl.
El monolito es una pieza tallada en andesita de lamprobolita, roca volcánica extrusiva de tonalidades rosáceas y violáceas, traída del cerro de Tenayuca, mide 4.17 por 3.62 metros, un espesor de 38 centímetros y un peso estimado de 12 toneladas.? Representa a la deidad dual (dios-diosa) mexica Tlaltecuhtli, paridora y devoradora de los seres humanos, de la que se cree su culto estuvo reservado a la clase sacerdotal. Fue realizada durante la última fase de los mexicas, entre 1502 y 1521.
En el interior del museo, otras exhibiciones muestran la pared del cráneo del templo, la cabeza del dios perro Xolotl, las ofrendas del centro y la única escultura conocida de Huitzilopochtli. También se exhibe un artefacto más moderno, el Premio Nobel de la Paz ganado por Rigoberta Menchu. Está en exhibición permanente en el museo como una “vigilia de paz”.
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