Los héroes de bronce y los villanos de lodo
Muchos se quejan de que los jóvenes adoran personajes de ficción cuyas hazañas en estos mundos de fantasía levantan su admiración que llevan a comprar de ellos sus productos, vestirse como ellos o socializar con otros aficionados. Pero esta adoración por estos ídolos no se debe de encasillar a una generación que adoran las historias de ficción, ya que lamentablemente la historia de tintes nacionalistas muchas veces caen en estos recursos y convierten a los protagonistas de ellas en meros personajes de cuento.
Al igual que los héroes de las historietas, la vieja forma de hacer historia pone a estos personajes con vidas intachables, bien portados y sin ninguna clase de fallos, que al ver las injusticias que su pueblo sufre, se levanta contra ellas para luchar contra la tiranía y lograr la libertad. Mejor es si el héroe en cuestión muere durante el proceso, ya que esto lo exime de los fallos de la clase política que le siguió, logrando formar un icono que representa los mejores valores de la patria que trascienden a las siguientes generaciones de donde saldrán los nuevos ídolos.
Como parte de los cultos nacionalistas, la imagen de estos héroes se ven por doquier, desde el dinero en circulación, decoraciones públicas, su mención en los ceremoniales cívicos y algo que estuvo muy de moda en los siglos XIX y XX, estatuas. Es de esta costumbre de los gobiernos en turno que el historiador mexicano Luis Gonzales y Gonzales acuña el término de “historia de bronce” para referirse a estas narraciones que se encargan de enaltecer hasta las acciones de estos personajes y aminorar o ignorar sus errores o faltas que los ponen al nivel de santos de la nueva religión que se vuelven los nacionalismos, lo que hace que reciban el honor por parte de los gobiernos de que se les hagan estatuas en los principales lugares públicos para honrar su memoria, ya sean de piedra, yeso o bronce (de ahí el termino).
Desde el siglo XIX, la historia profesional se ha ido quitando estos vicios que recurren las clases gobernantes para con el trato del pasado, con lo que se traslada el campo de estudio de las biografías de los héroes a diversas áreas que dan mejores explicaciones que la voluntad de un iluminado, tomando en cuenta los procesos económicos, políticos, sociales y cotidianos que logran dar explicaciones más completas para entender mejor aquellos tiempos. Esto no quita que se sigan investigando las historias de sus protagonistas, dando a las buenas biografías detalles que rebelan no solo las buenas acciones, sino también las negativas que van desde ciertos detalles escabrosos en sus vidas personales, la animadversión hacia otros personajes o grupos sociales de su tiempo, discriminación entre otros que podrían suponer una incomodidad a los valores modernos de las sociedades.
Es así que surge lo que se conoce como revisionismo histórico, que son interpretaciones críticas a la narrativa del pasado en la que surgen investigaciones que desmienten a estos hechos gloriosos o personajes santificados para tratar de llegar a una versión más realista. Si se hace bien, nos ayuda a tener una visión más amplia del pasado y sus circunstancias, pero si no se tienen bien acentuadas las pautas del trabajo del historiador se llega al extremo contrario. Esto va ya sea para respaldar grupos políticos rivales de una ideología contraria a la del o como punto de palanca para atacar el orden imperante, por lo que en vez de querer conocer el pasado, se sigue abusando de la historia para otros intereses.
En México estos grupos son muy evidentes, la facción conservadora ha decidido apoyar a “los malos” de la historia oficial para elevarlos al mismo nivel que los héroes que combaten, a los que satanizan con la misma saña con los que lo hicieron los formadores de la narrativa oficialista. Es así que vemos que estos grupos conservadores enaltecen a Hernán Cortes, Agustín Iturbide, Maximiliano de Habsburgo o a Porfirio Díaz como seres incomprendidos que fueron víctimas de los enemigos de la patria que los lanzaron al basurero de la historia. Y para resaltar ese discurso, hacen lo mismo con los héroes oficialistas como Cuauhtémoc, Miguel Hidalgo, Benito Juárez o Francisco I. Madero que los ponen como traidores vendepatrias que solo manipularon al pueblo para cumplir sus oscuros intereses.
Esta desacralización del pasado ha hecho que los grupos antisistema también carguen contra los héroes de bronce a quienes según sus valores los “evidencian” como personajes de lo peor que no merecen ni que se mencionen sus nombres. Poniendo sus valores como la verdad absoluta, su discurso se encarga de juzgarlos según estos sin entrar muchos detalles en su contexto, por lo que su nombre merece desaparecer de la historia para elevar en el pedestal a los grupos que fueron víctimas de sus fechorías. Como evidencia de este pensamiento lo vemos en los diversos movimientos globales que han vandalizado los monumentos que se han erigido en su honor al considerarlos como los iniciadores de la opresión que han sufrido.
Como he señalado antes, lo único que señalan estas manifestaciones (llámense nacionalismo, politiquería rival o antisistema) es lo errado que se ha estado enseñando el pasado en todo el mundo cuyo abuso solo ha ayudado a dividir a la sociedad para alcanzar sus intereses sectarios. Es necesario empezar a despolitizar la historia que se enseña a todos para ayudar a entender nuestro presente y que sirva para solucionar los problemas de hoy. Dado las nuevas circunstancias sociales que vivimos hoy en día, tal parece que la era en la que se usan a los personajes históricos para publicitar a los gobiernos (incluyendo a las estatuas) irá desapareciendo de la sociedad.
Gracias por su atención y los espero en la siguiente lectura
Federico Flores Pérez
Imagen: Hemiciclo a Juarez vandalizado, 2016. Fuente: https://www.elsiglodetorreon.com.mx/noticia/1645757.el-hemiciclo-a-juarez-restaurado-en-el-2016-ahora-fue-vandalizado.html
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