MONUMENTO A JUÁREZ
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Cerro de las Campanas, Querétaro
Un símbolo más de la supremacía histórica juarista es el famoso cerro de las Campanas, ubicado en la ciudad de Querétaro.
Este lugar es sinónimo de la caída del Segundo Imperio en 1867 y del establecimiento definitivo de la república como forma de gobierno. Tras el fusilamiento del emperador Maximiliano y sus generales Miguel Miramón y Tomás Mejía, el suelo donde corrió su sangre fue señalado con montículos de piedras y luego la sociedad católica colocó las cruces correspondientes.
Durante el Porfiriato, hacia 1886, se colocó el primer monumento formal a estos conservadores. Se trataba de un cuadrado protegido por rejitas de hierro que resguardaba tres pilares con los nombres de los caídos. Y fue precisamente la política de conciliación porfiriana la que permitió al gobierno de Austria mejorar el homenaje, construyendo en 1900 la famosa Capilla de Maximiliano que hasta la fecha sigue confundiendo a muchos turistas al creerla tumba, asumiendo que los restos de Maximiliano se encuentran ahí.
El sitio comenzó a ser más frecuentado de lo esperado, así que, en una patriótica medida tomada en el gobierno de Gustavo Díaz Ordaz en el centenario del triunfo republicano en 1967, se decidió construir en la cima del cerro un Benito Juárez monumental, obra del escultor Juan Francisco Olaguíbel.
Ahora no cabía duda quién fue el vencedor. El recuerdo de Maximiliano era pisoteado desde las alturas por el colosal Benito, que observa desde la cima la plaza que se rindió para él.
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