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lunes, 4 de abril de 2011

Libia es otro caso de vigilancia selectiva

Libia es otro caso de vigilancia selectiva



El avión F15E, del Ejército de los EEUU, utilizado contra Libia.

Tariq Alí
The Guardian

La intervención de EEUU y la OTAN en Libia, con la cobertura del
Consejo de Seguridad Naciones Unidas, es parte de una respuesta
orquestada para mostrar apoyo al movimiento contra un mal gorbernante
particular, y al hacerlo, poner fin a las rebeliones árabes afirmando
el control occidental de la situación, confiscando su ímpetu y
espontaneidad y buscando restaurar el statu quo ante.

Es absurdo pensar que las razones para bombardear Trípoli o para tirar
al pichón en las afueras de Bengasi están concebidas para proteger a
la población civil. La utilización de argumento está concebida para
atraerse el apoyo de los ciudadanos euro-norteamericanos y de parte
del mundo árabe. “Miradnos”, dicen los sátrapas Obama/Clinton y los de
la UE , “estamos haciendo el bien. Estamos del lado del pueblo”.

El cinismo es tan patente, que quita el aliento. Se supone que debemos
creer que unos dirigentes que se han manchado las manos de sangre en
Afganistán y Pakistán están defendiendo ahora al pueblo libio. Los
degenerados medios de comunicación británicos y franceses son capaces
de tragarse cualquier cosa, pero el hecho de que gentes decentes de
izquierda caigan todavía en el estercolero resulta deprimente. La
sociedad civil se conmueve fácilmente con algunas imágenes, y la
brutalidad de Gadafi bombardeando a su propia población fue el
pretexto utilizado por Washington para bombardear otra capital árabe.
Entretanto, los aliados de Obama en el mundo árabe se aplicaban con
empeño a la tarea de promover la democracia:

Los saudíes entraban en Bahrein, en donde la población es tiranizada y
se dan detenciones masivas. No se dice mucho de eso en al-Jazeera. Me
pregunto por qué. Se diría que esta emisora ha sufrido últimamente las
oportunas presiones para que se allanara a la política de quienes la
financian.

Todo eso con apoyo activo de los EEUU. El déspota de Yemen, impugnado
por la mayoría de su pueblo, sigue masacrándolo día sí y otro también.
Ni siquiera un embargo de armas, por no hablar de una “zona de
exclusión área” se le ha impuesto. Libia es otro caso más, pues, de
vigilancia selectiva por parte de EEUU y sus perros de presa
occidentales.

Pueden contar con Francia. Sarkozy estaba desesperado por hacer algo.
Incapaz de salvar a su amigo Ben Ali en Túnez , decidió ayudar a
desembarazarse de Gadafi. Los británicos, siempre dispuestos; y en
este caso, habiendo sostenido al régimen libio en las dos últimas
décadas, tratan de ponerse del lado correcto para no perder el reparto
de los despojos. ¿Y qué iban a hacer?

Las divisiones que en toda esta operación se han registrado dentro de
la elite político-militar norteamericana dejan ver que no hay un
objetivo claro. Obama y sus sátrapas europeos hablan de cambio de
régimen . Los generales se resisten, y dicen que eso no forma parte de
la operación. El Departamento de estado norteamericano se afana en la
preparación de un nuevo gobierno compuesto de colaboradores libios
angloparlantes. Nunca sabremos ya cuánto tiempo habría aguantado unido
el ejército descompuesto y debilitado de Gadafi ante una oposición
fuerte. La razón de que Gadafi perdiera apoyos en sus fuerzas armadas
fue precisamente que ordenó disparar contra su propio pueblo. Ahora
habla de la voluntad imperialista de derrocarle y hacerse con el
petróleo, y muchos que lo desprecian pueden ver que eso es verdad.
Otro Karzai está en camino.

Las fronteras de este escuálido protectorado que occidente se apresta
a crear se decidirán en Washington. Incluso los libios que, por
desesperación, apoyan ahora los bombardeos aéreos de la OTAN
terminarán, como sus equivalentes iraquíes, lamentándolo.

Todo eso podría terminar culminando en una tercera fase: en una
creciente cólera nacionalista que se extienda por la Arabia Saudí; y
aquí, no les quepa duda, Washington hará todo lo necesario para
mantener en el poder a la familia saudí reinante. Si pierden la Arabia
Saudí, pierden los Estados del Golfo. El asalto a Libia, al que ha
contribuido por mucho la imbecilidad de Gadafi en todos los frentes,
ha sido concebido para arrebatar la iniciativa a las calles y aparecer
como en primera línea de la defensa de los derechos civiles. No
convencerán a bahreinís, egipcios, tunecinos, saudíes y yemeníes, y
aun en Euro-Norteamérica son más los que se oponen a esta aventura que
los que la apoyan. La lucha anda lejos de estar decidida.

Obama habla de un Gadafi inclemente, pero la clemencia occidental
nunca llueve fácil desde el cielo. Sólo resulta una bendición para el
poder que la dispensa, el más poderoso de los más poderosos.

Tariq Ali es miembro del consejo editorial de SIN PERMISO . Su último
libro publicado es The Duel: Pakistan on the Flight Path of American
Power [hay traducción castellana en Alianza Editorial, Madrid,2008:
Pakistán en el punto de mira de Estados Unidos: el duelo].

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