Corán andalusí del
siglo XII.
El Corán (del árabe القرآن, al-qurʕān,
‘la recitación’, [qurˈʔaːn], persa: [ɢoɾˈʔɒːn]),
también transliterado como Alcorán, Qurán o Korán,
es el libro
sagrado del islam,
que según los musulmanes contiene
la palabra de Dios (del árabe Allāh, الله), revelada
a Mahoma(Muhammad, محمد), quien se
considera que recibió estas revelaciones por medio del arcángel Gabriel (Ğibrīl جبريل).
Durante la vida
del profeta Mahoma, las revelaciones eran transmitidas oralmente o escritas en
hojas de palmeras, trozos de cuero o huesos, etc. A la muerte del profeta,
en 632, sus seguidores
comenzaron a reunir estas revelaciones, que durante el Califato de Utman ibn Affan (عثمان بن عفان) tomaron la
forma que hoy conocemos, 114 capítulos (azoras, سورة), cada uno
dividido en versículos (aleyas, آية).
El Corán
menciona muchos personajes que aparecen en los libros sagrados del judaísmo y
el cristianismo (Tanaj y Biblia) y en la
literatura devota (por ejemplo, los libros apócrifos),
con muchas diferencias en detalle. Personajes del mundo hebreo y cristiano muy
conocidos como Adán, Noé, Abraham, Moisés, Jesús
de Nazaret y Juan Bautista aparecen
mencionados como profetas islámicos.
Los musulmanes
creen que el Corán es la palabra «eterna e increada» de Dios. Por ello, su
transmisión debería realizarse sin el menor cambio en la lengua originaria,
el árabe
clásico. El Corán ha sido traducido a muchos idiomas, principalmente
pensando en aquellos creyentes cuyas lenguas no son el árabe. Aun así, en la
liturgia se utiliza exclusivamente el árabe, ya que la traducción únicamente
tiene valor didáctico, como glosa o instrumento para ayudar a entender el texto
original. De hecho, una traducción del Corán ni siquiera se considera un Corán
auténtico sino una interpretación del mismo.
Índice
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8Notas
El origen del
Corán ha generado mucha controversia porque los especialistas islámicos parten
de la presunción de que el Corán es un texto incorrupto y divino, mientras que
los especialistas laicos lo ven como un texto humano semejante a cualquier
otro. Tales divergencias hacen que sea necesario conocer ambas versiones de la
historia. El Corán reta a los lectores a que encuentren alguna contradicción o
divergencias en él y les enfatiza que no la encontrarán, puesto que al
suponerse de origen divino no debería haber contradicciones en él.
Las variedades
más extendidas de la teología musulmana consideran que el Corán es eterno y que
no fue creado.1nota 1
Tomando en cuenta que los musulmanes creen que figuras bíblicas tales
como Moisés y Jesús predicaron
el Islam, la doctrina de la revelación inmutable y no creada del Corán implica
que los textos más antiguos - como el Tanaj o la Biblia - se
debieron a la "degeneración humana".
No obstante,
algunos islamistas de carácter liberalizador, particularmente las
escuelas mutazilí e ismailí, implícita o
explícitamente cuestionan la doctrina de un Corán no creado
cuando realizan ciertas preguntas relacionadas a la aplicación de la Sharia o ley islámica.
Algunos pensadores contemporáneos, como Reza Aslan o Nasr
Hamid Abu Zayd, han argüido que tales leyes fueron creadas por Alá para solucionar las necesidades
particulares de la comunidad de Mahoma (la ummah).
Otros rebaten que tales leyes no difieren en nada de la ley mosaica.
Entre las
razones ofrecidas por la crítica de la doctrina del "Corán eterno" se
encuentra su implicación en el tawhid, «la
unicidad de Dios». El pensamiento de que el Corán es la palabra eterna y no
creada de Alá y que
siempre ha existido junto a Él podría llevar a pensar en un concepto plural de
la naturaleza de dicha deidad. Preocupados de que esta interpretación parezca
hacerse eco del concepto cristiano de la «palabra eterna de Yahvé» (Logos),
algunos musulmanes, y particularmente los mutazilíes rechazaron la noción de la
eternidad del Corán. Sin embargo, buena parte de los musulmanes actuales opinan
que esta visión de los mutazilíes es producto de la no comprensión profunda de
la naturaleza misma del Corán y de su relación con el tawhid.
Según la
tradición, Mahoma no podía leer ni escribir sino que, simplemente, recitó lo
que le era revelado para que sus compañeros lo escribieran y memorizaran.
Algunos exégetas creen que esta tradición de que Mahoma no podía leer ni
escribir está en contradicción con el texto coránico mismo por doble partida:
primero el Corán anuncia que el profeta «no solía leer ni escribir» es decir no
era dado a la lectura o la escritura, esto, según ellos, no quiere decir que no
supiera hacerlo, pero existe otra aleya susceptible de ser interpretada como
indicio de que sabía leer, la número dos de la azora «La Congregación»: «Fue
Dios quien levantó de entre los iletrados un Apóstol de entre ellos mismos,
recitando Sus Señales, purificándoles y enseñándoles el Libro y la sabiduría..."
Los simpatizantes del Islam tienen por verdad que la redacción del texto
coránico existente hoy corresponde exactamente a lo que fue revelado al profeta
Mahoma, es decir, las palabras textuales de Dios entregadas a Mahoma por medio
del arcángel Gabriel.
Los acompañantes
de Mahoma, según las tradiciones musulmanas, empezaron a registrar las azoras
de forma escrita antes de que su líder muriera en el año 632. Esta práctica de
escribir las «revelaciones» a medida que le llegaban al profeta era una
libertad que todos los testigos de los momentos en que ocurrían las
revelaciones podían tomarse, aunque se trataba de una reabundancia literaria ya
que el Corán fue compilado bajo los auspicios del profeta mismo. Basta decir
que entre todos los coranes que existen hoy y han existido no hay ninguna
diferencia. Existe solo una versión del Sagrado Corán, las copias de varias
azoras escritas durante su vida se citan con frecuencia en las tradiciones. Por
ejemplo, en la historia de la conversión de Umar ibn al-Jattab (momento en que
Mahoma todavía estaba en La Meca), se dice que su hermana estaba leyendo un
texto de la azora Ta-Ha. En Medina, se dice que alrededor de sesenta y cinco
acompañantes actuaron como escribas para él en algún momento o en otro. El profeta
los llamaba para que escribieran las «revelaciones» justo después de tenerlas.
Una tradición
documenta que la primera recopilación completa del Corán fue hecha durante el
mandato del primer califa, Abu Bakr as-Siddiq. Zayd ibn Thabit, que había sido
uno de los secretarios de Mahoma, «reuniendo el Corán a partir de varias piezas
de hueso y de los pechos (es decir, ‘los recuerdos’) de los hombres». Esta
recopilación fue conservada por Hafsa bint Umar, hija del segundo califa Umar y
una de las viudas de Mahoma.
Durante el
califato de Utman ibn Affan, hubo disputas relativas a la recitación del Corán.
En respuesta, Utman decidió codificar, estandarizar y transcribir el texto. Se
dice que Utman comisionó a un comité (que incluía a Zayd y varios miembros
prominentes de Quraysh) para poder producir una copia estándar del texto.
Según algunas
fuentes, esta recopilación se basó en el texto conservado por Hafsa. Otras
versiones indican que Utman hizo esta recopilación de manera independiente y
que el texto de Hafsa habría sido llevado adelante y que, al final, se encontró
que los dos textos coincidían perfectamente. Sin embargo, otros documentos
omiten por completo referencias a Hafsa.
Los eruditos
musulmanes afirman que si el califa hubiera ordenado la recopilación del Corán,
este nunca habría sido relegado al cuidado de una de las viudas del profeta.
Cuando terminó
el proceso de recopilación, entre los años 650 y 656, Utman envió copias del
texto final a todos los rincones del imperio islámico y ordenó la destrucción
de todas las copias que difirieran de la nueva versión.
Varios de los
manuscritos, incluyendo el manuscrito de Samarcanda, son
reivindicados como copias originales de las enviadas por Utman; no obstante,
muchos especialistas, occidentales e islámicos, dudan que sobreviva algún
manuscrito utmánico original.
En lo que
respecta a las copias que fueron destruidas, las tradiciones islámicas aseguran
que Abdallah Ibn Masud, Ubay Ibn Ka'b y Alí, primo y yerno de Mahoma, habían
preservado algunas versiones que diferían en algunos aspectos del texto
utmánico que es considerado ahora por todos los musulmanes. Los especialistas
musulmanes registran determinadas diferencias entre las versiones, las cuales
consisten casi totalmente en variantes léxicas y ortográficas o diferentes
conteos de versos. Se ha registrado que los tres (Ibn Masud, Ubay Ibn Ka'b y
Alí) aceptaron el texto utmánico como la autoridad definitiva.
La versión de
Utman se compuso según un viejo estilo de escritura árabe, que no incluía
vocales, razón por la cual se puede interpretar y leer de varias formas. Este
escrito utmánico básico se ha llamado rasma y, con algunas diferencias menores,
es la base de varias tradiciones orales de recitación. Para fijar estas
recitaciones y prevenir cualquier error, los escribanos y eruditos comenzaron a
anotar las rasmas utmánicas con varias marcas diacríticas —puntos y demás— para
indicar la forma en que las palabras debían ser pronunciadas. Se cree que este
proceso de anotación comenzó alrededor del año 700, poco tiempo después de la
compilación de Utman, y que terminó aproximadamente en el año 900. El texto del
Corán más usado en la actualidad está basado en la tradición de recitación de
los Hafs, tal y como fue aprobado por la Universidad Al-Azhar de El Cairo, en
1922, (para más información relacionada con las tradiciones de recitación,
refiérase a Recitación coránica, más adelante en este mismo artículo).
Aunque algunos
eruditos concuerdan con varios de los aspectos señalados por las tradiciones
islámicas relativas al Corán y sus orígenes, especialistas escépticos aseguran
que Mahoma mismo compuso los versos y las leyes que integran el texto y que se
las atribuyó a Alá para darles legitimidad; agregan que sus seguidores
memorizaron y escribieron sus revelaciones y que numerosas versiones de estas
revelaciones circularon después de su muerte en el año 632; aseguran asimismo
que Utman ordenó la recopilación y el ordenamiento de esta masa de material
entre 650 y 656, lo cual también es descrito por los eruditos islámicos. Los
eruditos occidentales señalan muchas características del Corán (sus
repeticiones, su ordenamiento, la mezcla de estilos y géneros) como signos de
un muy humano proceso de recopilación que nada tiene que ver con supuestos
«métodos divinos».
Estos eruditos
explican las numerosas similitudes entre el Corán y las
escrituras hebreas argumentando que Mahoma enseñaba a sus seguidores lo que él
pensaba que era historia universal, tal y como lo había escuchado de las bocas
de judíos y cristianos que había encontrado en Arabia y durante sus viajes.
Ciertos eruditos seglares también debaten la creencia islámica de que todo
el Corán fue enviado por Dios a la humanidad. En este sentido,
notan que en numerosos pasajes se alude a Dios directamente en tercera persona
o bien cuando la voz narrativa jura por varios entes, incluyendo a Dios. Otros
especialistas tienden a no atribuir el Corán entero a Mahoma, arguyendo que no
hay una verdadera prueba de que el texto haya sido compilado bajo el mandato de
Utman, puesto que las más viejas copias conservadas del Corán completo
datan de varios siglos después de Utman (la más vieja copia existente del texto
completo es del siglo IX). Alegan que el Islam se formó lentamente, durante los
siglos transcurridos tras las conquistas musulmanes y en la medida en que los
conquistadores islámicos iban elaborando sus propias creencias en respuesta de
los desafíos judíos y cristianos. Una propuesta influyente en este punto de
vista fue la del Dr. John Wansbrough, un académico inglés. Sin
embargo, los escritos de Wansbrough estaban redactados en un estilo denso,
complejo y casi hermético y han tenido una gran influencia en los estudios
islámicos a través de sus estudiantes, Michael Cook y Patricia Crone y
no tanto por sí mismos. En 1977, Crone y Cook publicaron un libro llamado Hagarism,
en el que se sostiene que:
Básicamente, el Corán carece de una estructura
central, frecuentemente es oscuro e inconsecuente tanto en lengua como en
contenido; es superficial en su concatenación de materiales dispersos y muy
dado a la repetición de pasajes enteros en versiones que presentan variantes.
Partiendo de todo esto, se puede argumentar plausiblemente que el libro es el
producto de la edición imperfecta y morosa de materiales provenientes de una
pluralidad de tradiciones
Este libro fue
extremadamente controvertido en su tiempo, pues desafiaba no solo la ortodoxia
musulmana, sino las actitudes prevalecientes entre los mismos islamistas seglares.
Wansbrough fue criticado por su interpretación del Corán y por
la "mala" interpretación de las palabras originales en árabe. Crone y
Cook se han desdicho de algunos de sus argumentos en el sentido de que el Corán evolucionó
a lo largo de varios siglos, pero todavía sostienen que la tradición de
lectura sunita es muy
poco fiable, pues proyecta su ortodoxia contemporánea en el pasado —del mismo
modo que si los exégetas del Nuevo Testamento quisieran
comprobar que Jesús era católico o metodista.
Fred Donner ha argüido contra Crone y Cook, en
lo relativo a la temprana fecha de la recopilación del Corán,
basado en sus lecturas del propio texto. Él argumenta que si el Coránhubiera
sido recopilado a lo largo de los tumultuosos siglos iniciales del Islam (con
sus vastas conquistas, expansión y los sangrientos incidentes entre los rivales
del califato), habría habido evidencia de esta historia en el texto. No
obstante, según él, no hay nada en el Corán que no refleje las
cosas conocidas de la temprana comunidad musulmana.
Algunos aseguran
que los hallazgos arqueológicos de 1972 pueden arrojar luz acerca de los
orígenes del Corán. En ese año, durante la restauración de la
Gran Mezquita de San'a, en Yemen, los obreros hallaron un «cementerio de
papeles» que contenía decenas de millares de papeles en donde se leían
fragmentos del Corán (los ejemplares del Corán todavía
se desechan de esta manera, pues se considera impiedad tratar el «texto
sagrado» como si fuera basura ordinaria). Se creyó que algunos de esos
fragmentos eran los textos coránicos más antiguos que se han encontrado. El
especialista europeo Gerd R. Puin ha estudiado estos fragmentos y ha
publicado no solamente un corpus de textos, sino también algunos
descubrimientos preliminares. Las variantes de los textos descubiertos parecen
coincidir con ciertas variantes menores reportadas por algunos eruditos
islámicos en sus descripciones de las variantes del Corán, que una
vez estuvieron en posesión de Abdallah Ibn Masud, Ubay Ibn Ka'b y Alí, y que fueron suprimidas por órdenes de
Utman.
El Corán ha
producido un gran corpus de comentarios y explicaciones. Los musulmanes tardíos
no siempre comprendían la lengua del Corán, no entendieron ciertas alusiones
que parecían claras a los primeros musulmanes y estaban extremadamente
preocupados en reconciliar las contradicciones y los conflictos en el Corán.
Los comentadores glosaron el árabe, explicaron las alusiones y, lo que quizá
sea más importante, decidieron qué versos coránicos habían sido revelados
primero en la carrera profética de Mahoma (lo cual era apropiado para la
naciente comunidad musulmana) y cuáles habían sido revelados después,
cancelando o abrogando el texto original. Los recuerdos de las "ocasiones
de revelación", es decir, las circunstancias en que Mahoma había hecho públicas
las revelaciones, también fueron recopiladas, pues se pensaba que podrían
explicar algunas oscuridades.
Por todas estas
razones, fue extremadamente importante para los comentadores explicar cómo fue
revelado el Corán —cuando y bajo qué circunstancias. Muchos comentarios o tafsir, concernían a
la historia. Los primeros tafsir son unas de las mejores fuentes de la historia
islámica. Algunos comentadores famosos son al-Tabari, az-Zamakhshari, at-Tirmidhi y Ibn Kathir. Generalmente estos comentarios clásicos
incluían todas las interpretaciones comunes y aceptadas, mientras que los
comentarios de los fundamentalistas modernos, como el escrito por Sayyed Qutb tienden a dar solo una de las
interpretaciones posibles.
Los comentadores
se sienten muy seguros de las exactas circunstancias que motivaron algunos
versos, como la azora Iqra o las aleyas 190-194, de la azora al-Baqara. Pero en
algunos casos (como la azora al-Asr), lo más que se puede decir es en qué ciudad
estaba viviendo Mahoma en ese momento. En otros casos, como con la azora al-Kawthar, los detalles de las circunstancias están
en disputa, pues diversas tradiciones entregan versiones diferentes.
Las más
importantes «ayudas exteriores» que se han usado para interpretar los
significados del Corán son las hadith — la
colección de tradiciones en las que algunos eruditos musulmanes (los ulemas) basaron la historia y las leyes
islámicas. Los especialistas han inspeccionado las miles de páginas de
las hadices, intentando
descubrir cuáles eran ciertas y cuáles eran fabricaciones. Un método muy
utilizado era el estudio de la cadena de narradores, el isnad, a través de los cuales fue transmitida la
tradición.
Obsérvese que
aunque se dice que ciertos hadiz —los hadiz qudsí— registran las palabras no canónicas que
según la tradición Dios le dirigió a Mahoma, o el sumario de estas, los
musulmanes no consideran que esos textos sean parte del Corán.
El Corán retoma
las historias de muchos de los personajes y eventos que aparecen en los libros
sagrados de los judíos y
los cristianos (El Tanaj, La Biblia) y la
literatura devocional (Los
libros apócrifos y el Midrásh), aunque
difiere en muchos detalles. Ciertos personajes bíblicos muy bien conocidos,
como Adán, Noé, Abraham, Isaac, Jacob, Moisés, Juan el Bautista y Jesús son
mencionados en el Corán como Profetas
del Islam. Sin olvidar a María (Maryam en árabe), madre de Jesús.
Los episodios
son los mismos con diferencias de detalle, unas menos trascendentes que otras,
y los fragmentos se encuentran dispersos entre las aleyas de las suras. Narra
detalles de los episodios sobre la creación del hombre al que se da el nombre
de Adán en el Jardín, la desobediencia del ángel Iblis ante el mandato de Dios
Alláh de postrarse ante Adán, y cómo Dios llama Demonio (Shaytan) a Iblis; la
expulsión del Jardín; una mención, indirecta, a Caín y Abel; Noé (Nuh), el arca
(la nave) y el diluvio con la destrucción del pueblo de Noé y la muerte y de
uno de sus hijos, así como la condenación de su mujer por traición; el arca se
posa en el Chudi (los montes de Ararat según el Génesis de la Tanaj); la
fecundidad de la mujer de Abraham, el nacimiento de Isaac y la prueba de Dios a
Abraham (Ibrahim) pidiéndole sacrificar a Isaac; la destrucción del pueblo de
Lot (Sodoma) y la condenación de su mujer por traición; la estancia de los
israelitas en Egipto, el nacimiento de Moisés, su competencia con los magos del
Faraón, los nueve signos (las diez plagas según la Tanaj), el paso del mar, el
encuentro de Moisés con Dios al ver un fuego (en ángel del Señor en una llama
de fuego en medio de una zarza, según la Tanaj), las tablas de la ley, el
ternero (el becerro de oro); David, que mata a Goliat, etc.
Ya en
comparación con los evangelios del Nuevo Testamento de la Biblia, el Corán
narra el nacimiento de María como hija de "la mujer de Imran" y su
tutela por el sacerdote Zacarías, esposo de Isabel; el anuncio a Zacarías del
nacimiento de su hijo Juan (el Bautista); la anunciación a María del nacimiento
de su hijo Jesús (Isa) y su embarazo por el Espíritu de Dios en forma mortal
acabado para regalarle un muchacho puro; su retiro, los dolores del parto y el
nacimiento de Isa/Jesús, quien habla en la cuna declarándose mortal, siervo,
profeta y enviado por Dios a los hijos de Israel, e incluso anuncia la próxima
llegada de Ahmad (Muhammad, Mahoma) a quien el Corán denomina el "Sello de
los profetas".
Otra similitud
es respecto a la ascendencia de María o Maryam, pues en el Corán se menciona que
es hija de Imran y también hermana de Aarón, y aunque los evangelios no la
mencionan como tal sí lo hacen indirectamente, como el de Lucas, que describe a
María como parienta de Isabel (Lc 1:36) y a ésta como descendiente de Aarón (Lc
1:15), y así también al esposo de Isabel, Zacarías, como sacerdote del grupo de
Abías (Lc 1:5), descendiente de Aarón, siendo Aarón
hijo de Amran (Imran) y sumo sacerdote de los levitas, los descendientes de
Leví, la tribu consagrada por Yahvé (en la Tanaj) para ser sus sacerdotes.
La palabra Corán,
generalmente, es traducida como "recitación", en indicación de que no
puede existir como un simple texto. Siempre ha sido transmitido oralmente al
mismo tiempo que gráficamente. Para al menos ser capaz de realizar una salat (oración), una obligación
indispensable en el Islam, un musulmán tiene que aprender al menos
algunas azoras del
Corán (generalmente, empezando con la primera azora, al-Fatiha, conocida
como "los siete versos repetidos", y luego avanzando hasta las más
cortas que están al final del libro).
Una persona que
pueda recitar todo el Corán se llama qāri' (قَارٍئ) o hāfiz (términos que se traducen como
"recitador" o "memorizador," respectivamente). Mahoma es
recordado como el primer hāfiz. El canto (tilawa تلاوة) del Corán es
una de las bellas artes del mundo musulmán.
Existen diversas
escuelas de recitación coránica y todas constituyen pronunciaciones permitidas
del rasm utmánico.
Hoy existen diez recitaciones canónicas y cuatro no canónicas del Corán. Para
que una recitación sea canónica tiene que cumplir con tres condiciones:
1.
Debe coincidir
con la recopilación, el rasm, de Utman, letra por letra.
2.
Debe respetar
las leyes sintácticas del idioma árabe.
3.
Debe tener
un isnad continuo al profeta Mahoma a través
de un tawatur, lo cual quiere decir que debe ser relatada por un gran
grupo de personas a otro a lo largo de una cadena de isnad.
Ibn Mujahid documentó siete recitaciones de este
tipo e Ibn Al-Jazri agregó tres. Se trata de:
2.
Ibn Kathir de La Meca (120/737), transmitida por Al-Bazzi y Qonbul
3.
Ibn 'Amer de Damasco (118/736), transmitida por Hisham y Ibn Zakwan
7.
Al-Kisa'i de Kufa (189/804), transmitida por Abul-Harith y Al-Duri
8.
Abu-Ja'far de Medina, transmitida por Ibn Wardan y Ibn Jammaz
Estas
recitaciones difieren en la vocalización (tashkil تشكيل) de unas
cuantas palabras, las cuales a su vez le dan a la palabra un significado
diferente, según las reglas de la gramática árabe. Por ejemplo, la vocalización
de un verbo puede cambiar su voz activa y pasiva. También puede cambiar su
formación, lo que implica la intensidad, por ejemplo. La vocales se pueden
cambiar en su cantidad (es decir, se pueden alargar o
acortar) y las pausas glotales (hamzas)
pueden agregarse o elidirse,
según las reglas respectivas de la recitación en particular. Por ejemplo, el
nombre del Arcángel Gabriel se puede pronunciar de manera diferente en
distintas recitaciones: Jibrīl, Jabrīl, Jibra'īl, y Jibra'il. El nombre
"Qur'ān" se pronuncia sin la pausa glotal (como en "Qurān")
en una recitación y el nombre del profeta Ibrāhīm se
puede pronunciar Ibrāhām en otra.
Las narraciones
más usadas son las de Hafs (حفص عن عاصم), Warsh (ورش عن نافع), Qaloon (قالون عن نافع) y Al-Duri a través de Abu `Amr (الدوري عن أبي عمرو). Los musulmanes creen
firmemente que todas las recitaciones canónicas fueron hechas por el Profeta mismo,
citando la respectiva cadena de narración isnad canónica y las aceptan como válidas para
la adoración como una referencia para las leyes de Sharia. Las
recitaciones no canónicas son llamadas «explicativas» por su papel de darle
diferentes perspectivas a un verso o aleya dada. Hoy varias personas poseen el
título de «Memorizador de las diez recitaciones», lo cual se considera el
máximo honor en las ciencias del Corán.
Imagen
del Corán.
El Corán
consiste en 114 azoras (capítulos)
compuestas a su vez por un total de 6 236 aleyas (versos) dejando por fuera 112 de
los 113 bizmillas o basmalas con
que empiezan las azoras pues son idénticos («En el nombre de Dios, el Compasivo
y Misericordioso») y, por lo general, se dejan sin enumerar. De manera
alternativa, se pueden incluir los bizmillas en el recuento de los versos, lo
cual arroja un número de 6348 aleyas. El número exacto de aleyas ha sido
discutido, no por una disputa relativa al contenido del Corán sino debido a los
métodos de conteo. Varios «musulmanes de El Corán original» han rechazado dos versos del Corán
por considerarlos espurios y trabajan con la suma de 6346. Por lo general, los
musulmanes no se refieren a las azoras por sus números sino por un nombre
derivado del texto de cada azora. Las azoras no están dispuestas en orden
cronológico (en el orden en el que los estudiosos islámicos suponen que fueron
reveladas) sino que están ordenadas según el tamaño, aunque no de manera
exacta; también se cree que este método es de inspiración divina. Luego de una
breve introducción, aparece en el Corán la azora más larga y el texto concluye
con las más cortas. Se dice que hay aproximadamente 77 639 letras en él.
Según algunos
lingüistas no musulmanes, el orden decreciente de las azoras del Corán está
inspirado probablemente en el tipo de ordenación de los divanes poéticos.
El resultado final responde, más o menos, a un orden cronólogico invertido: las
más largas, del periodo medinés, al principio del libro; las más cortas (correspondientes
al inicio de la Revelación), del periodo mecano, al final.2
Además de la
división en azoras —y muy independientes de esta—, existen varias formas de
dividir el Corán en secciones de similar tamaño que facilitan la lectura, la
recitación y la memoria. Las siete manzil (estaciones)
y las treinta juz' (partes) se pueden usar para trabajar con
todo el Corán durante una semana o un mes (un mandil o un juz' por día). Un
juz' se puede dividir en dos ahzab (grupos), y cada ahzab se puede subdividir
en cuatro cuartos. Una estructura diferente ofrece el ruku'at, en la cual aparecen unidades semánticas que
se asemejan a párrafos y que se componen aproximadamente de diez aleyas.
Un hafiz es un hombre que ha memorizado todo
el texto del Corán. Se cree que hay millones de ellos, desde niños hasta
ancianos; muchos niños y adultos incluidos muchos que no pueden leer árabe,
memorizan el Corán parcialmente o en su totalidad. Para realizar la salat (oración) se necesita memorizar el
texto al menos de forma parcial.
Todos los
capítulos, con excepción de uno, empiezan con las palabras Bismillah ir-Rahman ir-Rahim,
«En el nombre de Dios, el más Misericordioso, el Compasivo». Veintinueve azoras
empiezan con letras tomadas de un subconjunto restringido del alfabeto árabe; así,
por ejemplo, la azora Maryam empieza «Kaf. Ha. Ya. 'Ain. Sad. (Esta
es) una mención de la Misericordia de tu Señor a Su siervo Zacarías».3
Aunque ha habido
alguna especulación sobre el significado de estas letras, el consenso de los
eruditos musulmanes es que su sentido último está más allá de la capacidad de
entendimiento humano. Sin embargo, se ha observado que, en cuatro de los 29
casos, estas letras aparecen seguidas casi inmediatamente por la mención misma
de la revelación coránica. Los esfuerzos de los académicos occidentales han
sido provisionales; una propuesta, por ejemplo, fue que se trataba de las
iniciales o los monogramas de los escribas que originalmente escribieron las
azoras.
La creencia en
el origen divino, directo e incorrupto del Corán es considerado fundamental por
la mayoría de los musulmanes. Esto trae como consecuencia directa la creencia
de que el texto no tiene errores ni inconsistencias.
Este es el libro, de guía segura y el que no da
lugar a ninguna duda, para aquellos que temen a Alá.
Azora al-Baqarah,
versículo 2
A pesar de esto,
a veces ocurre que unos versos prohíben una práctica determinada mientras que
otros la permiten. Esto es interpretado por los musulmanes a la luz de la
cronología relativa de los versos: debido a que el Corán fue revelado durante
el curso de 23 años, muchos de los versos fueron clarificados o relacionados (mansūkh)
con otros versos. Los comentadores musulmanes explican esto afirmando que
Mahoma fue dirigido de manera tal que pudiera liderar a un pequeño grupo de
creyentes por el camino recto, en vez de revelarles de una sola vez el rigor
total de la ley. Por ejemplo, la prohibición del alcohol fue llevada a cabo de
forma gradual, no de inmediato. El verso más antiguo les dice a los creyentes
“No se aproximen a las oraciones con una mente nublada, a menos que puedan
entender todo lo que dicen” (4:43), se trata entonces de una prohibición de la
ebriedad, pero no del consumo de alcohol: «Si piden consejo sobre el vino y el
juego, diles: ‘Hay algún provecho en ellos para los hombres, pero el pecado es
más grande que el provecho’» (2:219).
Finalmente, en
algunos casos la mayoría de los académicos musulmanes aceptan la doctrina de la
“abrogación” (naskh),
según el cual los versos revelados más tarde a veces están por encima de los
versos entregados anteriormente. Qué versos abrogan a otros es una cuestión
generadora de controversia.
El Corán fue uno
de los primeros textos redactados en árabe. Se halla escrito en una forma
temprana del árabe clásico, que se conoce en español como árabe “coránico”. No
hay muchos otros ejemplos de la lengua árabe de aquella época (algunos
especialistas consideran que las Mu'allaqat u Odas suspendidas son ejemplos de árabe
preislámico; otros consideran que fueron escritas antes de Mahoma; de cualquier
manera, solo sobreviven cinco inscripciones en árabe
preislámico).
Poco tiempo
después de la muerte de Mahoma, en 632, el Islam se expandió más allá de Arabia
y conquistó mucho de lo que era entonces el mundo «civilizado». Había millones
de musulmanes en el extranjero con quienes los gobernadores árabes tenían que
comunicarse. Por consiguiente, la lengua cambió rápidamente en respuesta a la
nueva situación, perdiendo los casos y
el vocabulario oscuro. Unas cuantas generaciones después de la muerte del
profeta, muchas palabras usadas en el Corán ya se habían vuelto arcaísmos.
Debido a que el lenguaje beduino había
cambiado a un ritmo mucho más lento, los primeros lexicógrafos árabes
recurrieron al beduino para explicar palabras o dilucidar cuestiones
gramaticales. En buena medida debido a las necesidades religiosas de explicar
el Corán al pueblo, la gramática y
la lexicografía árabes
se convirtieron en ciencias importantes, y el modelo para el lenguaje literario
sigue siendo hasta el día de hoy el árabe usado en los tiempo coránicos, y no
las variantes habladas en la actualidad.
Los musulmanes
aseguran que el Corán destaca por su poesía y por su belleza y que su
perfección literaria es una evidencia de su origen divino. Debido al hecho de
que esta perfección solo es perceptible para los que hablan árabe, se considera
que el texto original en árabe es el «verdadero Corán». En general, las
traducciones a otras lenguas, aunque realizadas siempre por eminentes
arabistas, son tenidas como simples glosas, en tanto interpretaciones, de las
palabras directas de Dios. La lectura en otro idioma, sin la cadencia de la
recitación en árabe, puede resultar confusa, tediosa y reiterativa:
Limitándonos aquí a un juicio meramente literario,
no podemos negar la impresión de caos y al mismo tiempo de monotonía y fatiga
que su lectura continuada suscita.2
Francesco Gabrieli
Las tradiciones
imperantes en la traducción y la publicación del Corán sostienen que cuando el
libro es publicado simplemente debería titularse El Corán y, asimismo, debería
incluir siempre un adjetivo calificativo (que evite cualquier confusión con
otras «recitaciones»), este es el motivo por el cual la mayoría de las
ediciones disponibles del Corán se llaman «El glorioso Corán», «El noble Corán»
y otros títulos similares.
Existen
numerosas traducciones del Corán a lenguas occidentales, llevadas a cabo por
conocidos estudiosos islámicos. Cada traducción es un poco diferente de las
otras y muestra la habilidad del traductor para verter el texto de una forma
que sea al mismo tiempo fácil de entender y que mantenga el sentido original.
Prácticamente,
todos los eruditos islámicos son capaces de leer y comprender el Corán en su
forma original y, de hecho, la mayoría se lo sabe de memoria íntegramente.
El Corán mezcla
la narrativa, la exhortación y la prescripción legal. Por lo general, las
azoras combinan estos tres tipos de secuencias textuales y no siempre de
maneras que resultan obvias para el lector, sino algunas veces de formas
inexplicables. Los musulmanes señalan que el estilo único del Corán es un
indicio más de su origen divino.
Existen muchos
elementos que se repiten en el Corán: epítetos («Señor de los cielos y la
tierra»), oraciones («Y cuando dijimos a los ángeles: 'Postraos ante Adán',
todos se postraron»), e incluso historias, como la historia de Adán. Los
especialistas musulmanes explican estas repeticiones como una forma de
enfatizar y explicar diferentes aspectos de temas importantes. Asimismo, los
académicos señalan que las traducciones a las lenguas occidentales demandan
grandes cambios en la redacción y en el orden para poder mantener la
explicación y el significado específicos.
El Corán oscila
entre la rima y la prosa. Tradicionalmente, los gramáticos árabes consideran
que el Corán es un género único en sí mismo. No es ni poesía (definida
como palabras con métrica y rima) ni tampoco prosa (definida esta como una
conversación normal, pero sin métrica ni rima, saj').
El Corán en
ocasiones utiliza rima asonante entre los versos sucesivos; por ejemplo, en el
inicio de la azora Al-Faǧr:
Wa-l-faǧr(i),
Wa
layâlin ʿašr(in),
Wa-š-šafʿi wa-l-watr(i)
Wal-layli 'iḏâ yasr(î),
Wa-š-šafʿi wa-l-watr(i)
Wal-layli 'iḏâ yasr(î),
Hal
fî ḏâlika qasamun li-ḏî ḥiǧr(in).
o, para dar un
ejemplo menos asonante, la azora “al-Fîl”:
'A-lam tara kayfa faʿala rabbuka bi-'aṣḥâbi
l-fîl(i),
'A-lam
yaǧʿal kaydahum fî taḍlîl(in)
Wa-'arsala ʿalayhim ṭayran 'abâbîl(a)
Tarmîhim bi- ḥiǧâratin min siǧǧîl(in)
Wa-'arsala ʿalayhim ṭayran 'abâbîl(a)
Tarmîhim bi- ḥiǧâratin min siǧǧîl(in)
Fa-ǧaʿalahum
ka-ʿaṣfin ma'kûl(in).
Obsérvese que
las vocales finales de verso se dejan sin pronunciar cuando estos se pronuncian
de manera aislada, se trata del fenómeno regular de las pausas en el árabe
clásico. En estos casos, «î» y «û» riman a menudo y hay una cierta búsqueda de
variación en las consonantes en posición final de sílaba).
Algunas azoras
también incluyen un refrán que se repite varias veces, por ejemplo «ar-Rahman»
(«¿Entonces cuál de los favores de vuestro Señor negaréis?”) y «al-Mursalat»
(«¡Reproches ese día a los que repudien!»).
Los estudiosos
islámicos del Corán dividen los versículos del libro en dos partes: los
revelados en La Meca y
los revelados en Medina después
de la Hégira. En general,
las azoras más viejas, de la Meca, tienden a contar con versículos más cortos,
mientras que las de Medina, que lidian con cuestiones legales, son más largas.
Contrástense las azoras de La Meca transcritas antes y unos versículos como los
de Al-Baqara, 229:
Los
divorcios se pueden llevar a cabo dos veces, después de lo cual debe reanudarse
el matrimonio en forma honorable, o bien disolverse de buenas maneras. No es
correcto que los hombres les quiten a sus esposas los regalos que les hayan
dado, excepto cuando ambas partes teman no ser capaces de mantenerse dentro de
los límites impuestos por Dios. Si los jueces realmente temen que ellos no sean
capaces de mantenerse dentro de los límites impuestos por Dios, no hay culpa en
ninguno de ellos si ella da algo a cambio de su libertad. Estos son los límites
ordenados por Dios, de modo tal que nos los violentéis, puesto que si alguien
violenta los límites de Dios, esa persona se hará daño a sí mismo y a los
demás.
Del mismo modo,
las azoras de Medina tienden a ser más largas; entre estas se encuentra la más
larga del Corán: Al-Baqara.
Imagen
del corán.
Reproducción
del Corán en la Feria del Libro de Buenos Aires, 2013.
Antes de poder
tocar una copia del Corán o mushaf, un musulmán debe realizar un wudu (la ablución o ritual de limpieza con
agua). Esto se basa en una interpretación literal de la sura «Pues Este es en
verdad el Honorable Corán, el Libro bien conservado, que nadie podrá tocar
salvo quienes son limpios».4
La execración del Corán significa insultar
el Corán sacándolo de su contexto o desmembrándolo. Los musulmanes siempre
tratan el libro con reverencia y, por consiguiente, está prohibido reciclar,
reimprimir o simplemente descartar las copias viejas del texto (en este último
caso, los volúmenes deben ser quemados respetuosamente, o bien, enterrados).
El respeto hacia
el texto escrito del Corán es un elemento importante de la fe religiosa de
muchos musulmanes. Ellos creen que insultar el Corán intencionalmente es una
forma de blasfemia.
De acuerdo con las leyes de algunos países musulmanes, la blasfemia se puede
penar con una prisión de muchos años o incluso con la pena de muerte.
La mayoría de
los musulmanes de hoy usan versiones impresas del Corán. Existen ediciones
coránicas para todos los gustos, libros de bolsillo, muchos de ellos en
ediciones bilingües, con el texto árabe por un lado y una glosa en lengua
vernácula del otro. El primer Corán impreso se publicó en 1801 en Kazán.
Antes de que la
impresión fuera común, el Corán se transmitía a través de copistas y
calígrafos. Debido al hecho de que la tradición musulmana sentía que retratar
directamente a los personajes sagrados podría conducir a la idolatría, se
prohibió decorar el Corán con imágenes (como sí se hace con frecuencia en los
textos cristianos, por ejemplo). En vez de esto, los musulmanes desarrollaron
un amor y un cariño especiales por el texto en sí. Una de las consecuencias de
esto es que la Caligrafía
árabe es un arte que posee un honor muy alto en el mundo
musulmán. Los musulmanes también decoraron sus ejemplares del Corán con figuras
abstractas conocidas como arabescos,
con tintas de colores y doradas. Algunas páginas de algunos de estos Coranes
antiguos se han usado a lo largo de este artículo con fines ilustrativos.
El Corán ha sido
traducido a muchos idiomas, pero las traducciones no son consideradas por los
musulmanes como copias auténticas del Corán, sino simplemente como «glosas
interpretativas» del libro; por lo tanto no se les da mucho peso en los debates
relativos al significado del Corán. Además de esto, como simples
interpretaciones del texto, se les trata como libros corrientes, en vez de
darles todos los cuidados especiales que sí se les dan generalmente a los
libros en lengua árabe. A pesar de esto, como es un Mensaje dirigido a toda la
humanidad, se debe traducir el significado general de sus frases, estudiadas
siglo tras siglo por multitud de sabios.
Robert de Ketton fue
el primero en traducir el Corán y lo hizo al latín, en 1143 y, posiblemente, la más reciente con
su correspondiente Tafsir o exégesis sea la de Ali Ünal.
·
Arabista
·
Arabia
·
Islam
·
Mahoma
·
Alá
·
Azora
1.
Volver arriba↑ Debido a las implicaciones de esta doctrina Andrade
manifiesta que "para los musulmanes, el Corán es el propio Dios".
Varios críticos han observado que el Islam es en realidad una forma de
bibliolatría.
1.
Volver arriba↑ Andrade, Gabriel (2 de febrero de 2015). «La violencia en el Corán». Filosofía en la
Red. Consultado el 2 de febrero de 2015.
2.
↑ Saltar a:a b Gabrieli, Francesco (2006). Diccionario
Literario Bompiani II (5.ª edición). Barcelona: Hora, S.A.
pp. 1787-1788. ISBN 84-85950-91-7.
·
Crone, Patricia; Cook, Michael (1977). Hagarism:
The Making of the Islamic World. Traducción de Sergio Arroyo Molina.
Cambridge.
·
Donner,
Fred (1998). Narratives of Islamic Origins: The Beginnings of Islamic
Historical Writing. Darwin Press.
·
Escudero, José Antonio (1990). Curso
de Historia del Derecho. Fuentes e Instituciones Político-administrativas.
Madrid.
·
González
Ferrín, Emilio (2002). La palabra descendida: Un acercamiento al corán.
Ediciones Nobel.
·
Martos
Quesada, Juan (2004). El Corán como fuente de derecho en el Islam.
Cuadernos de Historia del Derecho 11. Madrid. pp. 327-338.
·
Puin,
Gerd. R (1996). Observations on Early Qur'an Manuscripts in San'a,
en The Qur'an as Text. Wild, Brill.
·
Segovia,
Carlos A. (2007). El Corán. Religión, hombre y sociedad: Antología
temática. Madrid: Biblioteca Nueva.
·
Wikimedia Commons alberga
una galería multimedia sobre El Corán.
·
Wikisource contiene
obras originales de o sobre Corán.
·
Wikisource en
árabe contiene una copia de El
Corán .
·
«El Noble
Corán». Comunidad Ahmadía del Islam. Consultado el 30 de
septiembre de 2012. Corán con búsqueda en
español y árabe
·
Al-Quran Traducción al español Corán. Muhammad
Isa Garcia.
·
Cuatro vídeos de recitación,
comentario u oración (en inglés)
·
ShaPlus Software -
Recitación del Corán en archivos de MP3, para usarlos en el software de recitación (ejecutable
de Windows)
(en inglés)
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