Hoy, jueves 1.º de octubre, parece ser un día como cualquier otro. Sin embargo, no lo es (o no lo será en las próximas horas) para el futuro inmediato o mediato de no pocos habitantes de este país. Ya sea por sus consecuencias inminentes, pero más aún, en mi opinión, por las consecuencias que tendrá en el mediano y largo plazo para el futuro de México, la votación que se llevará a cabo hoy en la Cámara de Diputados es un hecho político y social trascendente. Con esa votación se decidirá si se suprimen o, en unos cuantos casos, se modifican radicalmente, 109 fideicomisos públicos.1

Ilustración: Patricio Betteo

El hecho de que no pocos académicos y científicos se hayan expresado en contra de esta supresión ha hecho pensar a mucha gente que se trata solamente de fideicomisos que tienen que ver con el ámbito de la educación superior y de la ciencia, entendidos en sentido estricto. Si bien es cierto que la mayoría, 65 en concreto, son fondos de investigación en los que está implicado el Conacyt, es importante que el público en general entienda que buena parte de estos recursos se dedican a cuestiones cuyos beneficiarios en última instancia son miles, o quizás millones, de mexicanas y mexicanos. Dejando de lado el hecho de que 22 de estos fideicomisos son fondos mixtos del Conacyt con gobiernos estatales y con la Ciudad de México para fines muy diversos, los restantes 43 inciden sobre rubros también muy variados. Dentro de este primer grupo de fideicomisos, se verían afectadas por la votación de hoy cuestiones como la sustentabilidad energética, el medio ambiente y el desarrollo social; así como temas de género, pobreza, salud, seguridad social y agua.

El segundo grupo de fideicomisos cuya supresión se discutirá y votará en la Cámara de Diputados son los 26 que corresponden a los Centros Públicos de Investigación que dependen del Conacyt. Como lo han hecho muchos otros colegas académicos, hace cuatro meses me expresé en este espacio sobre el tema. No tengo prácticamente nada que añadir. Salvo quizás que en esos 26 centros se lleva a cabo una parte importante de la mejor investigación y de la mejor ciencia que se hace en México. Si a los 65 fondos anteriores sumamos estos 26, tenemos un total de 91 que dependen de una u otra manera del Conacyt. Siendo así, uno hubiera esperado que fuera su titular, la Dra. Álvarez-Buylla, quien diera los argumentos para defenderlos y mantener, si no los 91, sí muchos de estos fondos. No solo no ha sido el caso; sino que ha sucedido lo contrario. Cualquier ciudadano puede estar de acuerdo en que algunos de esos fondos no son indispensables o que en algunos han existido malos manejos. En el primer caso, cabe pensar entonces en su supresión. En el segundo, se hacen las investigaciones correspondientes, se procede a castigar a los funcionarios corruptos y, entretanto, se valora qué se hace con la entidad en cuestión. Lo que salta a la cara a no pocos ciudadanos es que de la noche a la mañana se supriman todos los fideicomisos vinculados con el Conacyt. ¿Es que todos son inútiles?  ¿Es que todos son corruptos? ¿Es creíble que la entidad responsable de la ciencia, la tecnología y las humanidades en este país ha estado tirando dinero a espuertas durante años, lustros y décadas?

De los restantes 17 fondos y fideicomisos que faltan para completar el total de 109, enumero enseguida varias de las cuestiones de las que se ocupan algunos de ellos: cambio climático, defensa de los derechos humanos de los periodistas, desastres naturales, financiamiento rural, deporte de alto rendimiento, cine y exmigrantes. La lista de los 109 fideicomisos se completa con un mandato sobre cooperación energética con América Central y el Caribe.

Los párrafos anteriores pretenden, por un lado, mostrar que lo que se discutirá hoy en la Cámara de Diputados es muchísimo más que las actividades, más o menos superfluas de acuerdo al discurso oficial, de un puñado de académicos, intelectuales, expertos, o como se les quiera denominar, encerrados en sus cubículos. El ataque contra el conocimiento que ha llevado a cabo la presente administración desde el primer día de su gestión ha logrado que se difunda una noción de las académicas y los académicos de México como un grupo privilegiado, más bien indolente y más bien corrupto; en suma, superfluo. Mientras las diputadas y diputados que discutirán los 109 fideicomisos referidos en los párrafos anteriores participen de esta visión, seguramente hoy desaparecerán muchos fideicomisos y, con su desaparición, el país agravará su declive educativo, científico y tecnológico.

Me preocupa no solo el atraso que implicaría para México la extinción, abrogación, derogación o en muy pocos casos reasignación de los 109 fideicomisos que se debatirán en unas cuantas horas. Creo que es importante que nuestros representantes en la Cámara de Diputados tomen conciencia de que estas decisiones tienen repercusiones que no solamente borran lo avanzado en ciertos rubros, sino que nos condenarían a situaciones de las cuales nos costaría mucho trabajo salir como sociedad. En el ínterin, lo repito, no es exagerado plantear que millares de mexicanas y mexicanos sufrirán afectaciones de diverso tipo, en diverso grado y con temporalidades muy variables (pues la continuación en el tiempo está en la lógica misma de los fideicomisos). Lo repito también: si algunos fideicomisos no funcionan o no son indispensables o han sido objeto de corrupción, que sean suprimidos. Pero cuando se pertenece a la Cámara de Diputados, no se gobierna, ni se representa a la ciudadanía, ni se sirve a la sociedad o a la nación actuando con base en consignas o directrices político-ideológicas.

El hecho de que estamos ante un tema que requiere de reflexión, por su complejidad, por sus aristas, por sus implicaciones y por sus consecuencias para el país, fue reconocido implícitamente por la propia Cámara de Diputados hace apenas tres meses. En el mes de junio del presente año, dos comisiones de la Cámara de Diputados, la de Presupuesto y Cuenta Pública y la de Ciencia, Tecnología e Innovación, convocaron a un “parlamento abierto” sobre el tema que nos ocupa. El objetivo era permitir que todas las partes involucradas expresaran su opinión, escucharlas con atención y que nuestros representantes pudieran así dotarse de elementos para normar sus criterios y decidir con conocimiento de causa. Del Boletín 3836 de la LXIV Legislatura de la Cámara de Diputados del H. Congreso de la Unión, fechado el 18 de junio pasado, extraigo las siguientes líneas (consultado en línea el 30 de septiembre):

El presidente de la Comisión de Presupuesto y Cuenta Pública, diputado Erasmo González Robledo (Morena), precisó que el gasto público en investigación y desarrollo forma parte de los objetivos acordados en las Naciones Unidas, en específico, el apartado ODS-9 denominado “Industria, innovación e infraestructura”. Por ello, “no se está proponiendo retirar los apoyos” en estos rubros, “pero sí queremos buscar que haya transparencia y rendición de cuentas”.

Reiteró la trascendencia de crear nuestra propia tecnología y tener una participación más efectiva en las cadenas mundiales. “Estamos plenamente convencidos de la importancia de mantener o hasta incrementar los recursos para ciencia y tecnología, porque es un importante motor para México”.

La presidenta de la Comisión de Ciencia, Tecnología e Innovación, diputada María Marivel Solís Barrera (Morena), calificó de prioritarias las actividades de los centros públicos de investigación y afirmó que la pandemia demostró que México no tiene una industria nacional suficiente para atender la demanda interna de equipamiento médico y de tecnología.

Sugirió incidir en el tema de presupuesto para becas; dar mayor impulso en ciencia, tecnología e innovación; homologar tabuladores; crear nuevas plazas que permitan el relevo generacional; construir y reemplazar la infraestructura y el equipamiento que se tiene e impulsar más posgrados. “Reiteramos nuestro respaldo a los centros de investigación”, aseveró.

La diputada María Eugenia Hernández Pérez (Morena) externó su compromiso con el sistema científico y tecnológico; resaltó que son actividades centrales para el desarrollo. “La actual emergencia sanitaria por COVID-19 nos permite observar la importancia estratégica de apoyar a los sistemas científicos en los países”.

En otras palabras, varias diputadas y varios diputados (de todos los partidos no solamente de Morena) sabían que lo que estaba en juego era de enorme relevancia y por eso había que informarse lo más posible y conocer con detalle lo que estaba detrás de las actividades cotidianas de muchos fideicomisos. Por ese “parlamento abierto” pasaron y se expresaron representantes de gran parte de las instituciones académicas que ahora están amenazadas por la iniciativa que hoy se votará. Del boletín ya referido, escojo solamente uno de los resúmenes hechos por Comunicación Social de la propia Cámara de Diputados de una de las muchas instituciones que fueron a expresarse ahí:

El director general del Centro de Investigación y Estudios Avanzados (Cinvestav), José Mustre de León, dijo que se respaldan 123 proyectos, entre los que se encuentran: el desarrollo de vacunas pecuarias, investigaciones sobre COVID-19, y construcción del Centro de Envejecimiento de la Ciudad de México. “Auxiliamos a la Secretaría de Salud en hospitales donde la capacidad para realizar las pruebas de contagio está rebasada. El uso de estos fondos nos permite atender problemas de forma inmediata y financiar las investigaciones en todas las áreas”.

El “parlamento abierto”, que por sí mismo era un signo muy alentador, no solo no modificó la opinión de la mayoría de los miembros de la Comisión de Presupuesto y Cuenta Pública, sino que en el camino los 55 fideicomisos a suprimir terminaron por convertirse en 109. Hace un par de días, 20 legisladores de dicha comisión aprobaron la iniciativa para extinguir, abrogar o derogar muchos de los 109 fideicomisos referidos líneas arriba (hubo 15 votos en contra y una abstención).

Sobre la votación que tendrá lugar hoy cabe apelar a la autonomía de las diputadas y los diputados que participarán en ella. Cabe apelar a su juicio y a su conciencia. Si después de analizar buena parte de la información y de los argumentos que emanan de los debates y las discusiones que han tenido lugar durante estos meses al interior y al exterior de la Cámara, creen que deben votar en tal o cual sentido, nada que replicar. Lo que me preocupa a mí, como a buena parte de la ciudadanía, es que esta votación sea una más de naturaleza pura y exclusivamente partidista. Ya se vio en la Comisión de Presupuesto y Cuenta Pública que hay diputadas de Morena que no están de acuerdo con la iniciativa, pues dos de ellas votaron en contra. Cabe pensar que esto puede suceder también en el conjunto de la Cámara. Sin embargo, son muy pocas las señales alentadoras a este respecto. Desde aquella ínclita frase que pronunciara la Secretaria de la Función Pública, Irma Eréndira Sandoval, en febrero de 2019 en el programa de televisión Tragaluz, “AMLO es el Estado”, hasta la inequívoca exhortación del presidente de la República respecto a la “lealtad a ciegas”, que expresó en una mañanera de la semana pasada, los dados parecen estar echados a este respecto.

Termino con el tema de la conversación pública. Lo hago porque en la discusión sobre los fideicomisos ha prevalecido por parte de Morena y de sus simpatizantes la misma lógica simplista y maniquea que impera en el debate público mexicano desde hace demasiado tiempo; no solo, cabe añadir, por parte del partido en el poder. Partiendo de la base de que todos los fideicomisos públicos son opacos y discrecionales, como ha sido el caso desde la retórica oficial, está muy claro que no hay más que una sola opción: desaparecerlos. Los cinco párrafos del desplegado que hizo público la UNAM hace un par de días en apoyo de la inmensa mayoría de los fondos y fideicomisos que se pretende extinguir muestran la importancia del conocimiento científico y humanístico, la vinculación de este conocimiento con la difícil situación que ahora vivimos a causa de la pandemia y la centralidad que, desde la perspectiva de la universidad más importante del país, debe tener la inversión pública en educación, investigación, tecnología y cultura. Es también un exhorto al Poder Legislativo a que no desaparezca los fideicomisos contemplados en la iniciativa que hoy se discutirá y votará. El desplegado de la UNAM es también un buen ejemplo del tipo de conversación pública que podríamos tener

No se necesita un análisis muy sesudo para darse cuenta que estamos ante una cuestión compleja, llena de matices, con tantas generalizaciones como excepciones, con argumentos y contrargumentos; una cuestión que exige, ante todo, seriedad y responsabilidad. Una cuestión que por sus contenidos e implicaciones amerita un debate que refleje dicha complejidad, que convenza (en lugar de vencer o, más bien, arrasar), que se abstraiga en la medida de lo posible de la ciega obediencia partidaria, que piense en la ciudadanía que sin motivo aparente se vería afectada de manera inmediata; en muchos casos por hacer su labor cotidiana de manera dedicada (una labor que con frecuencia, en el ámbito científico, pretende redundar en beneficio de miles y miles de personas). Quienes votarán en unas cuantas horas en la Cámara de Diputados, deben detenerse a pensar en el México que estarían creando o “descreando” con su voto, pues hay decisiones que no son reversibles y con cuyas consecuencias tendrán que vivir las generaciones venideras. Deben sopesar los pros y los contras de cada uno de los fideicomisos que se pretende extinguir y deben calibrar las consecuencias que tendrá el resultado de esa votación para el futuro de la sociedad mexicana y para el futuro de México.

 

Roberto Breña
Académico de El Colegio de México.


1 Cabe apuntar que este número no es definitivo, pues la cifra varía de acuerdo al documento que se consulte. El número de 109 lo extraje de la tabla elaborada por la Comisión de Presupuesto y Cuenta Pública a partir de los datos del Dictamen al 29 de septiembre. Esto se debe en parte a que a algunos fideicomisos se les nombra de modos diversos, se les considera dentro de otros o en ciertos listados se les omite.