LEYENDA DE QUETZALCÓATL
Cuenta la leyenda que después de la creación del mundo los
humanos veneraban a sus deidades con templos y sacrificios humanos, sin embargo
Quetzalcóatl no veía con buenos ojos esto.
Entonces decidió descender en la ciudad de Tollan (hoy Tula)
mientras se realizaba un sacrificio humano para detenerlo.
Al pasar el tiempo prohibió los sacrificios y enseñó a las
personas oficios, artes, a cosechar el maíz, escritura, astronomía y muchos
otros conocimientos que solo poseían las deidades.
Así fue como la ciudad de Tula comenzó a florecer como
nunca, hasta que Huitzilopochtli, Tlacahuepan y Titlacahuan decidieron poner
fin a la fortuna de Quetzalcóatl y los toltecas.
Estos se prepararon para engañar a Quetzalcóatl y “hacerle
perder el tino y que ya no haga penitencia”, y Tezcatlipoca agregó: “Yo digo
que vayamos a darle su cuerpo”; el propósito consistá en alejarlo de la vida
espiritual del sacerdocio y llevarlo a los placeres de la vida mundana.
Los dioses convocados por Tezcatlipoca realizaron diversos
prodigios para engañar a Quetzalcóatl y a los toltecas con el fin de hacerlos
incurrir en faltas morales y así poder dar cuenta de la gran ciudad, pues como
dice el texto sahaguntino “los tres hicieron portentos con los que presagiaron
la destrucción de Tula”.
El primer portento de los magos divinos ocurre cuando
Tezcatlipoca se transforma en anciano para tener acceso al recluido
Quetzalcóatl y ofrecerle pulque.
Después de una pequeña discusión con quienes guardan a su
desprevenido adversario, llega hasta su presencia; una vez ahí le ofrece el
pulque como si fuera una medicina, ya que Quetzalcóatl estaba enfermo.
Dijo Quetzalcóatl: “Estoy muy enfermo por todas partes, en
ninguna parte están bien mis brazos, mis pies; bien desmayado está mi cuerpo,
así como que se deshace”; y luego dijo el viejecillo: “Ya aquí está la medicina
que es muy buena, ligera y va una cosa con la otra, si la bebieres en ti saldrá
y ablandará tu cuerpo y llorarás, será generoso tu corazón; tú recordarás que
morirás; y además bien por ella recordarás adonde irás”.
Aunque al principio se niega a beber, el señor de Tula
termina cediendo a la incitación del falso anciano y comienza por sólo probar
un poco de la bebida.
Enseguida se “movió su tonalli ” (alma) y termina
embriagándose, con un mal resultado pues “ya por eso llora, mucho se aflige,
entonces por ello se le fue el corazón a Quetzalcóatl, ya no recuerda lo que
antes conocía de su manera de vivir, lo que conoce de su forma de vida, bien le
dio vueltas a su corazón el tlacatecólotl ”.
Con la borrachera, Quetzalcóatl ha perdido el juicio y la
cordura, se le fue el corazón y le da vueltas; si se tiene en cuenta que en el
mundo náhuatl el corazón es el principal centro de conciencia y de voluntad, se
comprende la gravedad de lo que le pasó a Quetzalcóatl, perdió la conciencia y
la voluntad.
Esto da por resultado que olvide “su forma de vida”, la cual
es la vida ritual, de penitencia y abstinencia del sacerdote, faltando por ello
a sus obligaciones rituales, gravísima transgresión que afecta a toda la
sociedad.
Por tanto, Tezcatlipoca ha logrado dañar a la sociedad
tolteca en uno de sus ejes básicos, la comunicación con lo sagrado, pues en el
pensamiento mesoamericano el bienestar social depende, en última instancia, del
favor divino.
En pleno estado de embriaguez mandó traer a Quetzalpétlatl,
“estera preciosa”, mujer dedicada al culto divino y por ello con votos de
abstinencia, con la cual tuvo relaciones sexuales.
De esta manera ha cometido las faltas más graves en que
puede caer un sacerdote, una falta lleva a otra: la embriaguez en un lugar
sagrado mientras está dedicado a la penitencia lo lleva a tener relaciones con
una mujer dedicada a los dioses.
Los dos han olvidado sus grandes responsabilidades, como lo
señala el texto de los Anales : “Después que se embriagaron […] Ya no bajaron a
la acequia; ya no fueron a ponerse espinas; ya nada hicieron al alba. Cuando
amaneció, mucho se entristecieron, se ablandó su corazón. Luego dijo
Quetzalcóatl: ‘¡Desdichado de mí!’ ”.
En este momento el sacerdote decidió partir pero prometiendo
que algún día regresaría.
LA PROMESA DE QUETZALCÓATL
Caminó por el altiplano y se despidió de sus discípulas las
mariposas (como él las llamaba) en Papalotla (lugar de las mariposas) cerca de
Texcoco.
Siguió caminando y llegó hasta Coatepec ‘el cerro de las
culebras’, desde donde se aprecia el Citlaltepetl ‘cerro de la estrella’ (Pico
de Orizaba) y arriba del cerro se despidió de sus discípulos (coats)
diciéndoles que de ahí en adelante tenía que seguir él solo, pero que “volvería
cuando el quinto sol se dejara ver en el horizonte”.
Y los discípulos le preguntaron: Señor, ¿y como vamos a
saber nosotros que ese quinto sol llega y que tu vuelves?. Entonces
Quetzalcoatl le dijo: “les voy a dejar una señal”, y según cuenta la leyenda,
Quetzalcoatl hizo unos ademanes mágicos y entonces brotó una erupción luminosa
(como serpiente emplumada) del Citlaltepetl, que subió al cielo y se unió a la
estrella Citlalit (Venus) que se volvió más luminosa y les dijo: observen esa
estrella, de hoy en adelante se llamará Tlahuixcalpantlecutli, o sea: Señor que
anuncia la venida del Sol.
QUETZALCÓATL Y VENUS
Al planeta Venus, lo vemos por el Oriente antes de que
amanezca y por el Poniente al atardecer.
Si trazamos una línea imaginaria desde el Citlaltepetl (Pico
de Orizaba) hasta Coatzacoalcos, podemos ver que pasa por los siguientes
lugares: Córdoba, las pirámides de Palmillas, la Piedra Móvil, el Cerro de las
Mesas, la zona de los Tuxtlas, Catemaco, la Laguna de los Cerros y varios
lugares más, todos ellos con importantes vestigios arqueológicos.
Y desde todos estos lugares se puede apreciar al atardecer,
como la estrella Venus, cuando va después del Sol, se coloca por encima del
Citlaltepec.
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