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miércoles, 20 de abril de 2011

NAPOLEON Y LOS JUDÍOS

NAPOLEON Y LOS JUDÍOS

NAPOLEON BONAPARTE I Emperador de los franceses. Junto con César, Carlo Magno y Hitler, constituye uno de los personajes históricos más admirados. Militar y político, se convirtió en pocos años en el hombre más importante de la historia de Francia. Nació en 1769 y falleció en 1821.
"Debemos considerar a los judíos no sólo como una raza distinta, sino como un pueblo extranjero."
Decidí mejorar a los judíos; pero ya no quiero ninguno más de ellos en mi Reino, ciertamente he hecho todo lo posible para probar mi menosprecio hacia la nación más vil del mundo.
Los judíos habían provisto víveres a mi ejército en Polonia; quise recompensarlos y me pesó; pues he visto que no son buenos sino para vender vestidos viejos.
La legislación tiene que ponerse en acción en todas partes donde el bienestar general está en peligro. El gobierno no puede mirar con indiferencia el modo en que una despreciable nación se adueña de los departamentos de Francia. Los judíos tienen que ser tratados como un pueblo especial. Son una nación dentro de una nación. Es descorazonador para la nación francesa acabar bajo el poder del más bajo de los pueblos. Los judíos son los maestros del robo de la edad nueva, son los cuervos de la humanidad. Los he visto, durante la batalla de Ulm, acudir desde Estrasburgo para llevar a cabo innoble razia. Deben ser tratados con el derecho político, no con el derecho civil. No son en absoluto auténticos ciudadanos.
Los judíos han practicado la usura ya en tiempos de Moisés, y oprimido a otros pueblos, mientras que los cristianos son sólo excepcionalmente usureros, cayendo, en tal caso en el desprecio... Debe prohibirse a los judíos el comercio, porque con éste abusan... Lo que hacen de malo los judíos no deriva de los individuos, sino del modo de ser fundamental de este pueblo.
Me he propuesto el expulsar a todos los judíos que no puedan probar su ciudadanía francesa y dar a los tribunales poderes ilimitados contra los usureros.
"Todos se quejan de los judíos. Esto se debe al mal aportado al mundo por los judíos que no deriva de individuos, sino de la constitución espiritual de este pueblo. Los judíos son los potros que destrozan Francia".
"Pensamiento", Discursos en las reuniones del Consejo de Estado de 7-3-1806, 30-4-1806 y 17-5-1806.

(1). Todo gran y pequeño vendedor judío deberá renovar su licencia cada año.
(2) Los cheques y otras obligaciones solo serán desempeñables si el judío puede probar que ha obtenido el dinero sin estafar/hacer trampas.
(Ordenanza del 17 de Marzo de 1808. Codigo Napoleonico.)

“Los debemos considerar no solamente como a una raza distinta, pero sí como a extranjeros; para la Nación Francesa será la mayor humillación llegar a estar gobernados algún día por la raza más
baja del mundo.”.
Duque de la Victoria: Israel Manda (Profecías cumplidas-Veracidad de los Protocolos). Editorial Época. Cuarta Edición. México D.F. 1977.

Napoleón exigió que los judíos adoptaran nombres y apellidos fijos, bajo pena de expulsión; les obligó a que se empadronaran; fijó un “numerus clausus” que afectaba tanto a sus lugares de residencia como a determinadas actividades: y les prohibió terminantemente la usura. Además, al considerar que en Alsacia eran demasiado numerosos y provocaban las quejas de los habitantes de aquella región, ordenó la expulsión de más de la mitad de ellos, mandándolos a la Vendée, “en castigo de esa región, culpable de rebelión en favor del titulado Luís XVII”. Pero, a parte de todas esas medidas, lo evidente era la animadversión del Primer Cónsul. Se cuenta que en una reunión del Consejo de Estado, Napoléon dijo: “Nadie se queja de los católicos ni de los protestantes como se queja de los judíos, lo que prueba que no se trata de una cuestión de religión, sino de raza. El mal que hacen los judíos no proviene de los individuos, sino de la propia idiosincracia de ese pueblo extraño. Son unas sabandijas, unos parásitos que quieren arruinar a mi Francia” .
E. Drumont: “La France Juive”, pág. 259
----- Mensaje original -----
De: SILVIA
Para: SILVIA
Enviado: Miércoles, 20 de Abril de 2011 08:27 a.m.
Asunto: [diasporaNoticias] NAPOLEON Y LOS JUDÍOS






PROCLAMA A LA NACIÓN JUDÍA
Cuartel general Jerusalem,
1ero floreal, año VII de la República Francesa (20 de abril de 1799)
Bonaparte, comandante en jefe de las armadas de la República Francesa
en África y en Asia, a los herederos legítimos de la Palestina:

¡Israelitas, nación única que las conquistas y la tiranía han podido, durante miles de años, privar de su tierra ancestral, pero ni de su nombre, ni de su existencia nacional!

Los observadores atentos e imparciales del destino de las naciones, aún si no tienen los dones proféticos de Israel y de Joel, se dieron cuenta de la justeza de las predicciones de los grandes profetas quienes, la víspera de la destrucción de Sión, predijeron que los hijos del Señor regresarían a su patria con canciones y en la felicidad y que la tristeza y que los suspiros huirían para siempre jamás. (Isaías 35. 10).

¡De pie en la felicidad, los exiliados! Esta guerra sin ejemplo en toda la historia, ha sido emprendida por su propia defensa por una nación cuyas tierras hereditarias eran consideradas por sus enemigos como una presa ofrecida que desmenuzar. Ahora esta nación se venga de dos mil años de ignominia. Aunque la época y las circunstancias parecen poco favorables a la afirmación o hasta a la expresión de vuestras peticiones, esta guerra os ofrece hoy, contrariamente a toda espera, el patrimonio israelí.

La Providencia me ha enviado aquí con un joven ejército, guiado por la justicia y acompañado por la victoria. Mi cuartel general está en Jerusalem y en algunos días estaré en Damas, cuya proximidad ya no es de temer para la ciudad de David. ¡Herederos legítimos de la Palestina!

La Gran Nación que no trafica los hombres y los países según la manera de aquellos quienes han vendido vuestros ancestros a todos los pueblos (Joel 4. 6) no os llama a conquistar vuestro patrimonio. No, os pide tomar solamente lo que ya ha conquistado con su apoyo y su autorización de quedar amos de esta tierra y de conservarla a pesar de todos los adversarios.

¡Levantaos! Mostrad que todo el poder de vuestros opresores no ha podido aniquilar el valor de los descendientes de esos héroes que habrían hecho honor a Esparta y a Roma (Macabeo 12. 15). Mostrad que dos mil años de esclavitud no han sido suficientes para ahogar ese valor.

¡Apresuraos! Es el momento que tal vez no volverá de aquí a mil años, de reclamar la restauración de vuestros derechos civiles, de vuestro lugar entre los pueblos del mundo. Tenéis el derecho a una existencia política en tanto que nación entre las demás naciones. Tenéis el derecho de adorar libremente al Señor según vuestra religión. (Joel 4. 20).




Sin el fracaso frente a Acre, Napoleón, por medio de esta proclama impresa y fechada el 20 de abril de 1799, habría creado el Estado de Israel. Los judíos no hubieran debido esperar 150 años antes de volver a tener un estado independiente.

Esta proclama, sin embargo, produjo frutos. Dio nacimiento al sionismo al reforzar la idea de que era justo que los judíos recobraran una patria. Las ideas expresadas por Napoleón exaltaron el entusiasmo de todos aquellos que vieron en ellas la realización de la profecía bíblica según la cual los judíos recobrarían un día la posesión de la tierra de sus ancestros; muy especialmente en Inglaterra. Ciento dieciocho años más tarde, en 1917, el Conde de Balfour, que era el jefe del partido conservador, declaró que Inglaterra debía ayudar al pueblo judío a recuperar su patria en Palestina, pero no fue sino 31 años más tarde, en 1948, cuando el Estado de Israel será reconocido por un voto de la Asamblea General de las Naciones Unidas. La declaración de Napoleón, ese primer día de Pascua de 1799, tendrá pues un papel importante en la creación del Estado de Israel.

En el Moniteur Universel de París, con fecha del 22 de mayo de 1799, hallamos: « Bonaparte ha publicado una proclama por medio de la cual invita a todos los judíos de Asia y de África a juntarse bajo su lábaro con miras a restablecer la antigua Jerusalem. Ya armó a un gran número, y sus batallones amenazan Alep. »

El 16 de agosto de 1800, Napoleón declaró: “Si yo gobernara una nación judía, restablecería el templo de Salomón.”

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