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miércoles, 2 de noviembre de 2011

Impropiedad de la voz antisemitismo

Impropiedad de la voz antisemitismo
Sionistas los hay de muchos tipos y son tales quienes defienden la existencia de un Estado para el pueblo de Israel. Entre los sionistas hubo disensiones acerca del lugar de localización en el que debía fundarse tal Estado y como sabemos el resultado fue que la mítica tierra Bíblica de Palestina, aunque ya poblada, fue la elegida para semejante empresa. Hasta entonces los judíos habían sido un pueblo cosmopolita, un pueblo de la tierra desperdigado por todos los continentes a lo largo de milenios. Quienes se han opuesto a la elección del lugar de fundación de tal Estado y a la forma de realización de dicha construcción han sido llamados, impropiamente, antisemitas, cuando habrían de ser denominados, en todo caso, antisionistas. Aquellos que odien a los judíos, sus costumbres, su forma de vivir, aquellos que los han perseguido antaño y asesinado en todas partes por el mero hecho de pretender mantener su cultura y preservar su identidad son los que deberían ser denominados antijudíos.

La estigmatización como antisemita se ha convertido en insulto ideológico para defender los intereses del actual Estado de Israel con el fácil expediente de la descalificación y la difamación, prueba de ello resultan determinadas cazas de brujas a intelectuales molestos para quienes, fuertes y poderosos, no quieren que se le recuerde a la gente que tienen muchas cabezas pisadas bajo su bota militar (1). Calificar de antisemita a Santiago Alba por artículos como el que dirigió al Nobel Imre Kestrez (2), diciéndole que su condición de superviviente y de premio Noble de Literatura le daba toda la autoridad moral y el prestigio necesario para poder ponerse la estrella amarilla en la chaqueta e interponerse entre los niños palestinos y los tanques que se dirigían a Ramala, pero que prefería hacer lo contrario y defender la maldad de sus actuales compatriotas en lugar de la bondad de la tradición de su pueblo y, además, hacerlo en nombre de la “izquierda” (3), constituye un dislate monumental del que no pueden ser conscientes sus críticos. Y sin embargo desde Rebelión se ha insistido numerosas veces (4) y este artículo pretende contribuir a ello, en que el rechazo a la política del Estado de Israel en los últimos 50 años de su ocupación colonial, si se quiere comprender algo, no puede despacharse con la simple descalificación ad hominem de quienes, con la historiografía en la mano, con hechos y documentación sobre los mismos, argumentan racionalmente su oposición. Por más que en ocasiones ocurra al contrario (5) y se carguen las tintas pasionales contra el analista objetivo.

La palabra anti-semita resulta inapropiada porque “semita” es una nomenclatura que proviene de una serie de connotaciones, teológicas, geográficas y lingüísticas, respectivamente, las cuales, desvirtuadas, han dado la legitimación actual al vocablo.


La primera acepción de “semita” proviene de la Biblia, donde aparece el nombre de Sem, hijo de Noé, que según el mito, junto a sus hermanos Cam y Jafet, poblarían después del diluvio toda la tierra (Génesis 9.18-20), y que habrían de hablar todos una misma lengua (Gen. 11.1) hasta el posterior episodio de la Torre de Babel. De Sem descendería, según el relato, Abraham (Gen.11.26).


De los hijos de Noé, Sem, Cam y Jafet, se pretende hacer derivar a la humanidad entera, puesto que según el relato serían los únicos supervivientes del diluvio universal, quienes hablarían la misma lengua hasta el episodio de Babel y entre quienes se contarían todos los pueblos de una misma área geográfica, que luego se vendrían a denominar exclusivamente como semitas, atribuyendo arbitrariamente a Jafet y Cam la existencia de otros pueblos de los que en principio no se tenía conocimiento. De tal manera, los esclavistas ingleses del siglo XIX pretendieron interpretar el episodio de la maldición de Cam (Gen.9.25-27), adjudicándole la correspondencia con los pueblos del Africa negra para así justificar bíblicamente sus practicas esclavistas y racistas. Y los nombres de los descendientes de los tres hijos de Noé, en numerosas ocasiones, son topónimos de las regiones de la misma área geográfica, que responden a lo que se conoce como Oriente Próximo.


No hay que olvidar que el Génesis, el primer libro que nos aparece en la Bíblia, debido a su temática primaria, dedicada a relatar la creación del universo y los orígenes o fundamentos de la humanidad, en dos versiones superpuestas, es un escrito a la vez mítico, poético y religioso, que contiene elementos culturales de Mesopotamia, Canaán (luego Palestina) y Egipto. Las culturas babilónica, judía y egipcia, no dejaron de influenciarse mútuamente dada su proximidad geográfica y sus contactos, tanto pacíficos como belicosos, a lo largo de sus dilatadas historias, (no ha de olvidarse que babilonio es Abraham, egipcio es José y cananeo es Jacob).

Tanto para la lingüística como para la teoría de la evolución, las ciencias han derivado hacia explicaciones de desarrollo multiregional, tanto lingüístico como biológico, que destruye el reduccionismo arcaico de las exposiciones míticas e incluso científico-decimonónicas que pretenden hacer proceder al ser humano y a todas sus capacidades de una única evolución lineal determinista, a causa de la cual, cada pueblo se creería míticamente el origen de todos los seres humanos (El Mito del Poema de Gilgamesh haría a los primeros hombres babilonios; el Bíblico cananeos; y el Mito de Prometeo de Hesíodo, griegos).

A partir de la vaga acepción bíblica se designará luego con la voz semitas a un conjunto de pueblos de Oriente Próximo (acadios, asírio-babilonios, amorritas, arameos, fenicios, árabes, hebreos y etíopes), pueblos de una misma y amplia región geográfica, que más adelante, en el siglo XIX, se descubriría que hablan o han hablado en la antigüedad, alguna de las lenguas semíticas.

Es, por tanto, a partir de una designación teológica que se deriva la clasificación de una agrupación geográfica, con afinidades por préstamos del lenguaje hablado, que el escritor del Génesis habría, quizá, de percibir. Una agrupación de pueblos cercanos, la cual, con la emergencia de la lingüística en el siglo XIX, se vendrían a clasificar de acuerdo con el grupo lingüístico del que procederían sus lenguas, designándolas como lenguas semíticas. Lenguas cuyas remotas raíces gramaticales se localizaban geográficamente en el Asia occidental y en el norte de Africa (árabe, hebreo, arameo, amarico), aunque sus hablantes se encontrasen ya diseminados por todo el planeta.


El que los pueblos semítas, aquellos que hablan lenguas semíticas, tengan las mismas caracteristicas raciales, no es sino un mito que se desarrolló por extrapolación de nociones lingüísticas y geográficas al terreno de la biología, al darwinismo que, tergiversado, alimentó el racismo moderno y contemporáneo. Afortunadamente, el concepto de raza ha desaparecido por completo de la biología seria y las tergiversaciones nazis de la lingüística indoeuropea y de la biología lamarckista no han dejado de ponerse al descubierto, mostrándose su carácter infundamentado, extracientífico e ideológico.


Los grupos lingüísticos célticos, románicos, germánicos, eslavos, bálticos, helénicos y el albanés, son todos ellos indoeuropeos, sin por ello poder decirse que los numerosos pueblos que hablan las lenguas provinientes de esos grupos tengan nada más en común que la lejanísima procedencia de sus respectivas lenguas. Algo tan sólo perceptible por un experto filólogo indoeuropeo y que en nada facilita que esos pueblos lleguen a un entendimiento y una relación mayor entre sí que con cualesquiera otros. Esto demuestra que la apelación a las raíces lingüísticas comunes no es sino un absurdo preludiado por las nociones políticas del romanticismo alemán, pero un absurdo muy peligroso cuando políticos demagógicos lo utilizan para embarcar a sus pueblos en la guerra y la destrucción de los otros. Biológicamente, los seres humanos nos parecemos en un 99% a los chimpancés, y en mayor porcentaje entre nosotros, de manera que las diferencias, no son en absoluto naturales sino exclusivamente culturales. Pero las afinidades culturales no tienen coherencia alguna y así, las afinidades religiosas (el monoteísmo por ejemplo, común a judíos, cristianos, islámicos o antiguos hindúes), no tienen relación ni correlación alguna con otras afinidades o diferencias culturales, como puedan ser las de la lejanísima procedencia, común o distinta, de sus lenguas; ya que ninguna religión se circunscribe, no ya a una sola rama de los grandes grupos lingüísticos, sino ni tan siquiera a una sola lengua moderna.


Todo lo antecedente, viene a confirmar, la improcedencia de emplear la palabra antisemitismo para calificar a las persecuciones que han sufrido a lo largo de la historia los hombres que han practicado la religión judía. Lamentables hechos a los que se debería denominar antijudaísmo y situar entre los episodios de intolerancia religiosa que asolan la historia de la humanidad y que no deberían asemejarse, como se asemejan, a los que hoy padecen los habitantes de Palestina, en un conflicto fraticida que dura ya más de 80 años.



Notas

(1) Es de destacar la traducción por Felisa Sastre del artículo de Joseph Massad “Semitas y Anti-semitas, esa es la cuestión”, un artículo también sumamente orientador como esperamos pueda serlo el que presentamos. En: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=9013

Véase a este respecto:

http://www.zmag.org/content/print_article.cfm?itemID=6609§ionID=107

http://www.zmag.org/sustainers/content/2002-04/30wise.cfm

http://www.zmag.org/sustainers/content/2003-01/04podur.cfm

http://www.zmag.org/content/showarticle.cfm?SectionID=22&ItemID=3597

Hay traducción castellana de todos ellos en ZNET en español:

Joseph Masad “Disidencia y anti-semitismo: intimidación en la Universidad de Columbia”.

Tim Weise “El Anti-semitismo, real e imaginado”.

Justin Podur “Antisemitismo y Anticolonialismo”.

Joel Kovel “Sobre el antisemitismo de izquierdas y el estatuto especial de Israel”.



(2) Santiago Alba “Imre Kertész, premio Nobel al sionismo”.


http://www.nodo50.org/csca/palestina/alba-23-10-02.html




(3) “Izquierdistas estadounidenses a favor de la Ocupación”


http://www.rebelion.org/noticia.php?id=34385




(4) Véase en Rebelión

Gilad Atzmon “Sobre el antisemitismo”. Rebelión 30-12-2003.

Krisfoffer Larsson “La ley del retorno”

http://www.rebelion.org/noticia.php?id=25426

Ramón Pérez Almodóvar “La fabricación ideológica del antisemitismo”. Rebelión 27 de noviembre del 2003.

Nelly Marzouka Butto “Judaísmo vs. Antisemitismo sionista-israelí”. Rebelión 10-9-2006. & “Sionismo Antisemita” 23-1-2003.

Asma Agbarieh “Flirteo con el antisemitismo”. Rebelión 15-1-2004.

Ury Avnery “Antisemitismo vs. Anti-sionismo”. Rebelión 28-1-2004.

Y otros muchos:

http://www.rebelion.org/palestina/030501pizzuti.htm

http://www.rebelion.org/noticia.php?id=37013

http://www.rebelion.org/noticia.php?id=37135




(5) Simón Royo “La difícil posición de Daniel Barenboim”

http://www.rebelion.org/noticia.php?id=9585

http://www.rebelion.org/noticia.php?id=11482

Véase Edward Said “Barenboim y el tabú Wagner”.

http://www.rebelion.org/sociales/barenboim250401.htm

Felisa Sastre “D.Barenboim y el autócrata”. Rebelión 19-11-2004: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=7889

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