Pakistán y la guerra global contra el terrorismo
Benazir Bhutto, una voz incómoda silenciada
“El nuevo general paquistaní Musharraf acaba de ser elegido; no
elegido, este tipo se hizo con el poder. Parece que este tipo va a traer
estabilidad al país y creo que son buenas noticias para el
subcontinente” (George W. Bush, 1999)
“En Afganistán los luchadores por la libertad son la clave para la
paz. Apoyamos a los muyaidin...” (Presidente Ronald Reagan, Séptima
comparecencia sobre el Estado de la Unión, enero de 1988).
El asesinato de la ex-presidente paquistaní Benazir Bhutto se debe
entender en un contexto histórico. Desde finales de los años setenta
sucesivas administraciones estadounidenses han contribuido a revocar el
imperio de la ley destruyendo las instituciones paquistaníes de
gobiernos laicos y civiles, y fomentando el control militar.
Durante la Guerra Fría y en el periodo subsiguiente la revocación de
la democracia y la militarización del Estado paquistaní han servido a
los objetivos de la política exterior estadounidense. Pakistán es un
centro geopolítico desde el que se han emprendido operaciones militares
patrocinadas por Estados Unidos y operaciones encubiertas de
inteligencia.
Pakistán pertenece a Asia del sur, está en un cruce estratégico que
bordea Oriente Próximo, Asia central y ex-repúblicas soviéticas, y cerca
de la frontera occidental china.
El padre de Benazir, el primer ministro Zulfikar Ali Bhutto,
dirigente del Partido del Pueblo Pakistaní (PPP) fue depuesto por un
golpe militar el 5 de julio de 1977 que lanzó a Pakistán en un proceso
de gobierno militar prácticamente ininterrumpido. A consecuencia del
golpe militar Zulfikar Ali Bhutto fue ejecutado en un asesinato judicial
siguiendo órdenes de una junta militar auspiciada por Estados Unidos.
Bajo Zulfikar Ali Bhutto se desarrolló un gobierno postcolonial
laico. Se promovió el nacionalismo económico. El gobierno del Partido
del Pueblo Paquistaní (PPP), que tenía el apoyo de la amplia mayoría del
electorado, se comprometió con un amplió programa de reformas
económicas, sociales y institucionales.
Desde los primeros días como ministro de Asuntos Exteriores en los
sesenta, Bhutto había abogado por una política exterior independiente y
no alineada, libre de la invasión estadounidense, así como por el cierre
de las bases militares estadounidenses. A lo largo de los setenta bajo
el gobierno del PPP se llevó a cabo un programa de nacionalización de
las industrias clave, que minó los intereses del capital multinacional.
En el periodo subsiguiente al golpe militar de 1977
Tras el golpe militar de 1977 se desmantelaron las estructuras del
gobierno democrático. Se abolió la Constitución y se estableció la ley
marcial bajo el mando del general Muhammad Zia-ul-Haq que se convirtió
en presidente en 1978.
Se había revocado el proceso político postcolonial. Al principio del
régimen de Zia-ul-Haq se revocaron y deshicieron las reformas populistas
del PPP de nacionalización y reformas agrarias de la era Bhutto.
A su vez los nuevos dirigentes militares trataron, con el apoyo de
Washington, de minar las estructuras laicas del Estado paquistaní.
El islamismo quedó incrustado en el funcionamiento del Estado bajo el
mando militar. La dictadura militar del general Zia adoptó los
principios del “fundamentalismo islámico” auspiciados por la
inteligencia estadounidense, con vistas a minar las estructuras del
gobierno civil y el imperio de la ley.
En 1980 el Parlamento fue sustituido por una falsa asamblea
consultiva, el Majlis-e-Shoora, compuesta de académicos y profesionales,
todos ellos nombrados por el presidente Zia. En nombre del Islam se
instauró un reinado del terror marcado por detenciones y
encarcelamientos arbitrarios.
El estado de violencia bajo el gobierno militar apoyó al mismo tiempo
la implementación de reformas de “libre mercado” bajo el mando del FMI y
del Banco Mundial. Las reformas macro-económicas patrocinadas por el
FMI contribuyeron a destruir el tejido de la economía paquistaní. Se
disparó la deuda externa. La pobreza se volvió galopante. Las
instituciones financieras occidentales se hicieron con el sistema
bancario comercial.
Desde 1977 ha prevalecido en gran parte una dictadura militar. Los
breves gobiernos democráticamente elegidos de Benazir Bhutto y Nawaz
Sharif no rompieron de manera significativa la continuidad del gobierno
militar autoritario. Tanto Sharif como Bhutto sirvieron a los intereses
estadounidenses y aceptaron los decretos económicos del FMI y del Banco
Mundial.
El papel de Pakistán en la guerra afgano-soviética
La guerra afgano-soviética fue parte de la agenda encubierta de la
CIA iniciada durante la administración Carter, que consistió en apoyar y
financiar activamente brigadas islámicas, más tarde conocidas como al
Qaeda. Desde un principio el régimen paquistaní jugó a finales de los
setenta un papel clave en las operaciones militares y de inteligencia
financiadas por Estados Unidos en Afganistán. En la era posterior a la
Guerra Fría este papel clave de Pakistán en las operaciones de
inteligencia estadounidenses se extendió a la zona más amplia de Asia
central y de Oriente Medio.
El golpe militar de 1977 en Pakistán, que llevó a la desaparición del
gobierno del PPP de Ali Bhutto, fue una condición previa para el
lanzamiento de la guerra encubierta de la CIA en Afganistán.
En abril de 1978 el Partido Democrático del Pueblo de Afganistán
(PDPA, por sus siglas en inglés), se hizo con el poder en Afganistán en
una insurrección popular dirigida contra la dictadura del presidente
Mohammed Daud Khan. El gobierno del PDPA promovió un programa de reforma
de la tierra, mejoró los programas educativos y sanitarios, y apoyó
activamente los derechos de las mujeres. También se fortalecieron las
relaciones de Afganistán con la Unión Soviética.
El objetivo de la operación encubierta de la CIA era minar y, en
última instancia, destruir el gobierno del PDPA, al tiempo que reducir
la influencia de la Unión Soviética en Asia central. El apoyo encubierto
de la CIA a las brigadas islámicas desempeño también un papel decisivo
en la destrucción de los cimientos de un gobierno civil laico.
Desde el inicio de la guerra afgano-soviética en 1979 Pakistán, que
estaba bajo un gobierno militar, apoyó activamente a las brigadas
islámicas. En estrecha relación con la CIA la inteligencia militar
paquistaní, el Inter-Services Intelligence (ISI), se convirtió en una
poderosa organización, en un gobierno paralelo que ejercía un enorme
poder e influencia.
La guerra encubierta estadounidense en Afganistán, que utilizaba a
Pakistán como plataforma de lanzamiento, se inició durante la
administración Carter antes de la “invasión” soviética:
“Según la versión oficial de la historia, la ayuda de la CIA a los
muyaidines empezó en los ochenta, esto es, después de que el ejército
soviético invadiera Afganistán el 24 de diciembre de 1979. Pero la
realidad, mantenida en secreto hasta la fecha, es completamente
diferente. De hecho, fue el 3 de julio de 1979 cuando el presidente
Carter firmó la primera directriz de ayuda secreta a los oponentes al
régimen pro-soviético de Kabul. Y ese mismo día escribí una nota al
presidente en la que le explicaba que, en mi opinión, esa ayuda iba a
inducir a una intervención militar soviética” (
Former National Security adviser Zbigniew Brzezinski, Interview with Nouvel Observateur, 15-21 January 1998)
En las memorias del secretario de Defensa Robert Gates, que en el
momento culminante de la guerra afgano-soviética desempeñaba el cargo de
vice-director de la CIA, afirma que la inteligencia estadounidense
estaba directamente implicada desde el principio, antes de la invasión
soviética, en canalizar la ayuda a las brigadas islámicas.
Con la CIA respaldándolo y canalizándole enormes cantidades de ayuda
militar estadounidense, el ISI paquistaní se había convertido en una
“estructura paralela que ejercía un poder enorme en todos los aspectos
del gobierno” (Dipankar Banerjee, "Possible Connection of ISI With Drug
Industry", India Abroad, 2 de diciembre de 1994). El personal del ISI
estaba compuesto de aproximadamente 150.000 personas entre oficiales
militares y agentes de inteligencia, burócratas, agentes secretos y
uniformados (Ibid).
Mientras tanto, las operaciones de la CIA también habían reforzado el
régimen militar paquistaní dirigido por el general General Zia Ul Haq:
“Las relaciones entre la CIA y el ISI habían ido mejorando cada vez
más después de que el general Zia destituyera a Bhutto y se instaurara
el régimen militar...Durante la mayor parte de la guerra afgana,
Pakistán fue más agresivamente anti-soviético que, incluso, Estados
Unidos. Poco después de que los soviéticos invadieran Afganistán en
1980, Zia ul Haq envió a su jefe del ISI a desestabilizar a los Estados
soviéticos de Asia central. Sólo en octubre de 1984 la CIA estuvo de
acuerdo con este plan” (Ibid)
Operando prácticamente como una filial de la CIA, el ISI desempeñó un
papel central en canalizar el apoyo a los grupos paramilitares
islámicos en Afganistán y posteriormente a las repúblicas musulmanas en
la antigua Unión Soviética.
Actuando en nombre de la CIA, el ISI también estuvo implicado en el
reclutamiento y adiestramiento de los muyaidines. En los diez años
comprendidos entre 1982 y 1992, se reclutó a unos 35.000 musulmanes de
43 países islámicos para luchar en la jihad afgana. También se fundaron
madrasas en Pakistán, financiadas gracias a obras de caridad saudíes y
con apoyo estadounidenses con la idea de “inculcar valores islámicos”.
“Los campamentos se convirtieron prácticamente en universidades para el
futuro radicalismo islámico” (Ahmed Rashid, The Taliban). El
adiestramiento en la guerrilla bajo los auspicios de la CIA-ISI
incluyeron asesinatos selectivos y atentados con coche bomba.
Los envíos por barco de cargamentos de armas “fueron enviados por el
ejército paquistaní y el ISI a los campamentos rebeldes en la provincia
de la frontera noroeste cerca de la frontera con Afganistán. El
gobernador de la provincia es el teniente general Fazle Haq, quien según
Alfred McCoy permitió “que se establecieran cientos de refinerías de
heroína en su provincia”. Desde aproximadamente 1982, camiones del
ejército paquistaní que transportan armas de la CIA desde Karachi a
menudo recogen heroína en la provincia de Haq y vuelven cargados con
ella. Papeles del ISI los protegen de los registros de la policía. (
1982-1989: US Turns Blind Eye to BCCI and Pakistani Government Involvement in Heroin Trade véase también McCoy, 2003, p. 477) .
Osama Bin Laden
Osama bin Laden, el ogro de Estados Unidos, fue reclutado por la CIA
en 1979 al principio de la jihad financiada por Estados Unidos. Tenía 22
años y fue adiestrado en un campo de entrenamiento de la guerrilla
financiado por CIA .
Durante la administración Reagan se encargó a Osama, que pertenecía a
la acaudalada familia saudí Bin Laden, recaudar dinero para las
brigadas islámicas. Se crearon muchas obras de caridad y fundaciones. La
operación fue coordinada por la inteligencia saudí, dirigida por el
príncipe Turki al-Faisal, en estrecha relación con la CIA. El dinero
procedente de obras de caridad fue empleado para financiar el
reclutamiento de voluntarios muyaidines. Al Qaeda, “la base” en árabe,
era un banco de datos de voluntarios que se habían apuntado para luchar
en la jihad afgana. Osama bin Laden se ocupó inicialmente de la base de
datos.
La administración Reagan apoya el “fundamentalismo islámico”
El ISI paquistaní fue utilizado como intermediario. El apoyo
encubierto de la CIA a los muyaidines en Afganistán se producía
indirectamente a través de ISI paquistaní, esto es, la CIA no canalizaba
directamente su apoyo a los muyaidines. En otras palabras, para que
estas operaciones encubiertas tuvieran “éxito”, Washington ponía buen
cuidado en no revelar el objetivo último de la “jihad”, que consistía en
destruir la Unión Soviética.
En diciembre de 1984 se estableció en Afganistán la legislación
Sharia (la jurisprudencia islámica) tras un referendum fraudulento
organizado por el presidente Muhammad Zia-ul-Haq. Unos escasos meses
después, en marzo de 1985, el presidente Ronald Reagan aprobó la
Directiva sobre Decisión de Seguridad Nacional 166 (NSDD 166, por sus
siglas en inglés), que autorizaba “una ayuda militar escalonada a los
muyaidines”, así como el apoyo al adoctrinamiento religioso.
La imposición de la Sharia en Pakistán y la promoción del “Islam
radial” era una política deliberada estadounidense que servía a sus
intereses geoestratégicos en el sur de Asia, Asia central y Oriente
Próximo. Muchas de las actuales “organizaciones fundamentalistas
islámicas” de Oriente Próximo y Asia central fueron producto directo o
indirecto del apoyo y financiación encubiertos de Estados Unidos,
canalizado a menudo s a través de fundaciones de Arabia Saudí y de los
Estados del Golfo. Se encargó a misiones de la secta wahhabi del Islam
conservador en Arabia Saudi dirigir las madrasas financiadas por la CIA
en el norte de Pakistán.
Con la NSDD 166 se emprendieron una serie de operaciones encubiertas de la CIA-ISI
Estados Unidos suministró armas a las brigadas islámicas a través del
ISI. Agentes de la CIA y del ISI se pudieron haber reunido en el
cuartel general del ISI en Rawalpindi para coordinar el apoyo
estadounidense a los muyaidines. Con la NSDD 166, la adquisición de
armas estadounidenses por parte de los insurgentes islámicos aumentó de
10.000 toneladas de armas y municiones en 1983 a 65.000 toneladas
anuales para 1987. “Además de armas, se incluye adiestramiento,
equipamiento militar completo, incluyendo mapas satélite y equipamiento
de comunicaciones último modelo” (Telegrama de la Universidad, 7 de mayo
de 2002).
Encuentro entre Ronald Reagan y comandantes muyaidines afganos en la Casa Blanca en 1983 (
Reagan Archives)
Con William Casey como director de la CIA, la NSDD 166 fue descrita
como la mayor operación encubierta de la historia de Estados Unidos:
“El paquete de ayuda estadounidense tenía tres componentes
esenciales, organización y logística, tecnología militar y apoyo
ideológico para mantener y animar la resistencia afgana ....
Expertos en contrainsurgencia estadounidenses trabajaron
estrechamente con el ISI paquistaní en la organización de los grupos
muyaidines y en la planificación de las operaciones dentro de
Afganistán.
... Pero la contribución más importante de Estados Unidos fue...
llevar hombres y material de todo el mundo árabe y de más allá. Se buscó
a los hombres más curtidos y entregados ideológicamente con la lógica
de que serían los mejores combatientes. Se publicaron anuncios, pagados
por la CIA, en periódicos y boletines de todos el mundo ofreciendo
incentivos y motivaciones para unirse a la jihad”. (Pervez Hoodbhoy,
Afghanistan and the Genesis of the Global Jihad, Peace Research, 1 de
mayo de 2005)
Adoctrinamiento religioso
Con la NSDD 166, la ayuda estadounidense a las brigadas islámicas
canalizada a través de Pakistán no se limitó a ayuda militar de buena
fe. Por medio de la Agencia Estadounidenses de Desarrollo Internacional
(USAID, por sus siglas en inglés) Washington también apoyó y financió el
proceso de adoctrinamiento religioso, en buena parte para garantizar la
desaparición de las instituciones laicas:
“... Estados Unidos gastó millones de dólares para suministrar a los
alumnos de las escuelas afganas libros de textos repletos de imágenes
violentas y enseñanzas islámicas militantes, como parte de los intentos
encubiertos de fomentar la resistencia a la ocupación soviética.
Los manuales, que estaban repletos de palabrería sobre la jihad y de
ilustraciones sobre armas, balas, soldados y minas, han servido desde
entonces como centro del curriculum escolar afgano. Incluso los talibán
utilizan libros creados por Estados Unidos ...
La Casa Blanca defiende el contenido religioso afirmando que los
principios islámicos están presentes en la cultura afgana y que los
libros “están llenos de complicidad con la legislación y la política
estadounidense” . Sin embargo, expertos jurídicos se preguntan si los
libros violan una prohibición de la Constitución al utilizar dólares de
los impuestos estadounidenses para promover la religión.
...Altos cargos de USAID afirmaron en entrevistas que dejaron el
material islámico intacto porque temían que los educadores afganos
rechazaran los libros por faltarles grandes dosis de pensamiento
musulmán. La agencia de los textos religiosos eliminó su logotipo y toda
mención al gobierno estadounidense, afirmó la portavoz de USAID,
Kathryn Stratos.
“No es una política de USAID apoyar una institución religiosa”,
afirmó Stratos. “Pero continuamos con este proyecto porque su propósito
inicial . . . es educar niños, que es básicamente una actividad laica”.
... Publicados en las lenguas afganas mayoritarias, dari y pashtun,
los libros de texto se desarrollaron a principios de los años ochenta
gracias a una subvención de USAID concedida a la Universidad de
Nebraska-Omaha y a su Centro para Estudios de Afganistán. Entre 1984 y
1994 la agencia se gastó 51 millones de dólares en los programas de
educación de la Universidad” (Washington Post, 23 de marzo de 2002)
El papel de los neocons
Existe una continuidad. Los artífices de la operación encubierta en
apoyo del “fundamentalismo islámico” emprendida durante la presidencia
de Reagan desempeñaron un papel fundamental en el lanzamiento de la
“guerra global contra el terrorismo” tras el 11 de septiembre.
Varios de los neocons de la administración de Bush hijo fueron altos cargos políticos durante la presidencia de Reagan.
Richard Armitage era vice-secretario durante el primer mandato de
George W. Bush (2001-2004). Desempeñó un papel clave en las
negociaciones tras el 11 de septiembre con Pakistán que llevaron a la
invasión de Afganistán en octubre de 2001. Durante la época Reagan
desempeñó el cargo de ayudante del secretario de Defensa para la
política de seguridad nacional. En las funciones de su cargo desempeñó
un papel clave en la implementación de la NSDD 163 al tiempo que
afianzaba las relaciones con el ejército y el aparato de inteligencia
paquistaníes.
Mientras, Paul Wolfowitz estaba en el departamento de Estado a cargo
de un equipo de política exterior compuesto entre otros por Lewis Libby,
Francis Fukuyama y Zalmay Khalilzad.
El grupo de Wolfowitz también estuvo implicado en llevar a cabo el
trabajo ideológico preliminar del apoyo encubierto de Estados Unidos a
partidos y organizaciones islámicas en Pakistán y Afganistán.
El secretario de Defensa de Bush, Robert Gates, también trabajó en la
preparación del trabajo previo de las operaciones encubiertas de la
CIA. Fue nombrado vice-director de Inteligencia por Ronald Reagan en
1982 y vice-director de la CIA en 1986, puesto que mantuvo hasta 1989.
Gates desempeñó un papel clave en la formulación de la NSDD 163, que
establecía un sólido marco para promover el fundamentalismo islámico y
canalizar el apoyo encubierto a las brigadas islámicas. También estuvo
implicado en el escándalo “Iran Contra”.
La operación “Iran Contra”
Richard Gates, Colin Powell y Richard Armitage, entre otros, estuvieron también implicados en el la operación “Iran Contra”.
Armitage tenía una estrecha relación con el coronel Oliver North. Su
subordinado y jefe anti-terrorista Noel Koch formaba parte del equipo
creado por Oliver North.
Es significativo que la operación “Iran Contra” también estuvo
relacionada con el proceso de canalización de la ayuda encubierta a las
brigadas islámicas en Afganistán. El esquema “Iran Contra” sirvió para
varias otras políticas exteriores relacionadas:
1) proporcionar armas a Irán y, por consiguiente, alimentar la guerra irano-iraquí,
2) apoyar a los contras nicaragüenses,
3) apoyo a las brigadas islámicas en Afganistán, canalizado vía el ISI de Pakistán.
Tras la entrega de misiles anti-tanque TOW a Irán, el dinero de esas
ventas se depositó en cuentas bancarias numeradas y el dinero se utilizó
para financiar a los contras nicaragüenses y a los muyaidines:
“El Washington Post informó de que los beneficios de las ventas de
armas a Irán fueron depositados en una cuenta administrada por la CIA en
la que Arabia Saudi y Estados Unidos habían depositado 250 millones de
dólares cada uno. Este dinero fue entregado no sólo a los contras de
América central sino también a los rebeldes que luchaban contra las
tropas soviéticas en Afganistán” (US News & World Report, 15 de
diciembre de 1986).
Aunque el teniente general Colin Powell no estuvo directamente
implicado en las negociaciones de transferencia de armas, que habían
sido encargadas a Oliver North, era uno de “los al menos cinco hombres
del Pentágono que sabía que se estaban transfiriendo armas a la CIA”
(The Record, 29 de diciembre de 1986). En este sentido, Powell desempeñó
directamente un papel decisivo en dar “luz verde” a oficiales de menor
rango, lo que supone una flagrante violación de los procedimientos del
Congreso. Según el New York Times, Colin Powell tomó la decisión
(respecto a las adquisiciones militares) de permitir al entrega de armas
a Irán:
“De forma apresurada, uno de los hombres más cercanos al secretario
de Defensa Weinberger, el general de división Colin Powell, pasó por
encima de los procedimientos de “sistema de foco” y ordenó a la Agencia
de Logística de Defensa responsable de la adquisición que entregara el
primero de los misiles TOW 2.008 TOW a la CIA., que actuó como
intermediario para entregarlo a Irán" (New York Times, 16 de febrero de
1987)
El secretario de Defensa Robert Gates también estuvo implicado en el caso “Iran Contra”.
El tráfico de drogas del Creciente de Oro
La historia del tráfico de droga en Asia central está íntimamente
relacionada con las operaciones encubiertas de la CIA. Antes de la
guerra afgano-soviética la producción de opio en Afganistán y Pakistán
estaba dirigida a pequeños mercados regionales. No había producción
local de heroína. (Alfred McCoy, Drug Fallout: the CIAs Forty Year
Complicity in the Narcotics Trade. The Progressive, 1 de agosto de
1997).
El estudio de Alfred McCoy confirma que dos años después del inicio
de las operaciones encubiertas de la CIA en Afganistán “las fronteras de
Pakistán y Afganistán se convirtieron en el mayor productor mundial de
heroína” (Ibid). Se crearon varios grupos paramilitares y organizaciones
islámicos. La recaudación del tráfico de droga afgano, que estaba
protegido por la CIA, se utilizó para financiar las diferentes
insurgencias:
“Bajo la protección paquistaní y de la CIA, el ejército paquistaní y
la resistencia afgana abrieron laboratorios de heroína en la frontera
afgano-paquistaní. Según el Washington Post de mayo de 1990, entre los
principales fabricantes de heroína estaba Gulbuddin Hekmatyar, un
dirigente afgano que había recibido aproximadamente la mitad del envío
encubierto de armas que Estados Unidos había enviado por barco a
Pakistán. A pesar de las quejas existentes de la brutalidad de Hekmatyar
y del tráfico de drogas entre las filas de la resistencia afgana de
entonces, la CIA mantuvo una alianza acrítica y le apoyó sin reservas ni
restricciones.
Una vez que la heroína dejó estos laboratorios en la frontera
noroeste de Pakistán, la mafia siciliana importó las drogas a Estados
Unidos, donde rápidamente se hicieron con el 16% del mercado
estadounidense de heroína. Esto quiere decir que el 16% del suministro
de droga a Estados Unidos venía indirectamente de una operación de la
CIA. Durante la década de esta operación, los ochenta, un sustancial
contingente de la Agencia Estadounidense contra la Droga (DEA, por sus
siglas en inglés) en Islamabad no practicó detenciones ni hizo
decomisos, con lo que de facto dejó manos libres a los sindicatos para
exportar heroína. En cambio, un solitario detective noruego que seguía a
un traficante desde Oslo a Karachi organizó una investigación que puso
entre barrotes a un poderoso banquero paquistaní, que era como un hijo
para el presidente Zia. La DEA en Islamabad no detuvo a nadie, no hizo
nada, se mantuvo al margen.
Ex-agentes de la CIA han admitido que esta operación llevó a la
expansión del tráfico de heroína afgano-paquistaní. En 1995 el
ex-director de la CIA de esta operación afgana, Charles Cogan, admitió
sacrificar la guerra de la droga para combatir la Guerra Fría. “Nuestra
misión principal era hacer el mayor daño posible a los soviéticos.
Realmente no teníamos los recursos o el tiempo para dedicarlo a
investigar el tráfico de droga”, declaró a la televisión australiana.
“No creo que debamos pedir perdón por ello. Cada situación tiene sus
secuelas. Hubo secuelas en términos de drogas, sí, pero se cumplió el
principal objetivo. Los soviéticos abandonaron” (
Alfred
McCoy, Testimony before the Special Seminar focusing on allegations
linking CIA secret operations and drug trafficking-convened February 13,
1997, by Rep. John Conyers, Dean of the Congressional Black Caucus)
Lucrativo tráfico de narcóticos en la época posterior a la Guerra Fría
El tráfico de droga no ha disminuido lo más mínimo en los años
posteriores a la Guerra Fría. Afganistán se convirtió en el principal
suministrador de heroína de los mercados occidentales, de hecho, casi el
único suministrador: más del 90% de la heroína vendida en todo el mundo
procede de Afganistán. El lucrativo contrabando está relacionado con la
política paquistaní y la militarización del Estado paquistaní. También
tiene una relación directa con la estructura de la economía paquistaní y
sus instituciones bancarias y financieras, que desde el inicio del
tráfico de drogas del Creciente de Oro han estado implicados en amplias
operaciones de blanqueo de dinero, que están protegidas por el aparato
militar y de inteligencia paquistaní:
Según el Informe de Estrategia Internacional de Control de Narcóticos del Departamento de Estado estadounidense (2006) (
citado en el Daily Times, 2 March 2006),
“Las redes criminales paquistaníes desempeñan un papel clave en el
paso de narcóticos y bienes de contrabando desde Afganistán a los
mercados internacionales. Pakistán es uno de los principales países de
tránsito de droga. Las recaudaciones del tráfico de narcóticos y la
financiación de las actividades terroristas a menudos son blanqueados
por medio de un sistema alternativo llamado hawala. ... .
“Repetidas veces ha emergido también una red de organizaciones de
caridad privada no regulada como una fuente significativa de
financiaciones ilícitas de redes terroristas internacionales”, señaló el
informe ...”
El sistema hawala y las organizaciones de caridad no son más que la
punta del iceberg. Según el informe del departamento de Estado, “el
banco estatal de Pakistán ha congelado durante más de veinte años unos
escasos 10 millones y medio de dólares “que pertenecen a 12 entidades e
individuos vinculados a Osama bin Laden, al Qaeda o los talibán”. Lo que
el informe no menciona es que la mayor parte de las recaudaciones del
tráfico de drogas afgano es blanqueada de buena fe en instituciones
bancarias occidentales.
Los talibán reprimen el tráfico de droga
En 200 se produjo un giro fundamental e insospechado en el tráfico de droga auspiciado por la CIA.
El gobierno talibán que llegó al poder en 1996 con el apoyo de
Washington implementó, con el apoyo de Naciones Unidas, en 2000-2001 un
programa de erradicación de largo alcance que sirvió para minar el
multimillonario tráfico de droga. (Para más detalles véase, Michel
Chossudovsky, Americas War on Terrorism, Global Research, 2005).
En 2001, antes de la invasión encabezada por Estados Unidos, la
producción de opio bajo el programa de erradicación de los talibán bajó
más de un 90%.
Inmediatamente después de la invasión dirigida por Estados Unidos la
administración Bush ordenó que no se destruyera la cosecha de opio con
el pretexto inventado de que eso minaría el gobierno de Pervez
Musharraf.
“Varias fuentes dentro del Capitolio indicaron que la CIA se opone a
la destrucción del suministro de opio afgano porque hacerlo
desestabilizaría el gobierno paquistaní del general Pervez Musharraf.
Según estas fuentes, la inteligencia paquistaní había amenazado con
derrocar al presidente Musharraf si se destruían las cosechas ...
“Si ellos la CIA se oponen de hecho a la destrucción del tráfico de
opio afgano, esto sólo servirá para perpetuar la creencia de que la CIA
es una agencia que carece de moral; está lejos de su propio programa más
que con el programa de nuestro gobierno elegido constitucionalmente” (
NewsMax.com, 28 March 2002)
Desde la invasión encabezada por Estados Unidos la producción de opio
ha aumentado 33 veces, de 185 toneladas en 2001 bajo los talibán a
6.100 toneladas en 2006, y las zonas cultivadas han aumentado 21 veces
desde entonces. (
Michel Chossudovsky, Global Research, 6 January 2006)
En 2007 Afganistán suministraba aproximadamente el 93% del suministro
global de heroína. La recaudación (en términos valor al por menor) del
tráfico de droga de Afganistán se calculan (en 2006) que son superiores a
190 mil millones de dólares, lo que representa una parte significativa
del comercio global de narcóticos (Ibid).
La recaudación de este lucrativo contrabando multimillonario en
dólares se deposita en bancos occidentales. Casi la totalidad de los
ingresos benefician a intereses corporativos y sindicatos criminales de
fuera de Afganistán.
El blanqueo del dinero de la droga constituye una actividad
multimillonaria que sigue estando protegida por la CIA y el ISI tras la
invasión de Afganistán por Estados Unidos en 2001.
Viéndolo con perspectiva, uno de los objetivos principales de la
invasión de Afganistán en 2001 fue restablecer el tráfico de droga.
La militarización de Pakistán sirve a poderosos intereses políticos,
financieros y criminales que subyacen bajo el tráfico de droga. La
política exterior estadounidense tiende a apoyar estos poderosos
intereses. La CIA sigue protegiendo el tráfico de narcóticos de
Creciente de Oro. A pesar de su compromiso de erradicar el tráfico de
drogas, bajo el régimen del presidente afgano Hamid Karzai se ha
disparado la producción de opio .
El asesinato del general Zia Ul-Haq
En agosto de 1988 el presidente Zia murió en un accidente aéreo junto
con el embajador estadounidense en Pakistán, Arnold Raphel, y varios
altos oficiales militares paquistaníes. Las circunstancias de accidente
aéreo continúan envueltas en un velo de misterio.
Tras la muerte de Zia se celebraron elecciones parlamentarias y
Benazir Bhutto juró su cargo como primera ministro en diciembre de 1988.
Posteriormente fue retirada de su cargo por el sucesor de Zia, el
presidente Ghulam Ishaq Khan, acusada de corrupción. En 1993 fue
re-elegida y de nuevo fue retira del cargo en 1996 por orden del
presidente Farooq Leghari.
Siempre se ha mantenido la continuidad. En la corta vida de los
gobierno electos post-Zia de Nawaz Sharif y Benazir Bhutto, nunca se
puso en entredicho el papel central de la clase dirigente de la
inteligencia y militar, ni sus vínculos con Washington.
Tanto Benazir Bhutto como Nawaz Sharif sirvieron a los intereses
exteriores estadounidenses. Mientras permanecieron en el poder los dos
dirigentes democráticamente elegidos apoyaron, sin embargo, la
continuidad del dominio militar. Como primera ministro desde 1993 hasta
1996 Benazir Bhutto “defendió una política conciliadora respecto a los
islamistas, especialmente los talibán de Afganistán” que habían estado
apoyados por el ISI paquistaní (
See F. William Engdahl, Global Research, January 2008)
El sucesor de Benazir Bhutto como primer ministro, Mia Muhammad Nawaz
Sharif, de la Liga Musulmana de Pakistán (PML, por sus siglas en
inglés) fue derrocado en 1999 en el golpe de estado dirigido por el
general Pervez Musharraf y apoyado por Estados Unidos.
El golpe de 1999 fue instigado por el general Pervez Musharaf, con el
apoyo del jefe del Estado mayor, teniente general Mahmoud Ahmad, que
posteriormente fue designado para el puesto clave de jefe de la
inteligencia militar (ISI).
Desde el principio de la administración Bush en 2001 el general Ahmad
mantuvo unas estrechas relaciones no sólo con su homólogo
estadounidense, el director de la CIA, George Tenet, sino también con
miembros clave del gobierno estadounidense, incluyendo al secretario de
Estado, Colin Powell, el vice-secretario de Estado, Richard Armitage,
por no mencionar a Porter Goss, que entonces era presidente del Comité
de la Cámara sobre Inteligencia. Irónicamente, según un informe del FBI
de septiembre de 2001, Mahmoud Ahmad también es conocido por el papel
que supuestamente desempeñó en apoyar y financiar a los supuestos
terroristas del 11 de septiembre, así como por sus relaciones con al
Qaeda y los talibán. (
See Michel Chossudovsky, Americas "war on Terrorism, Global Research, Montreal, 2005)
Conclusiones
Estas diferentes organizaciones “terroristas” fueron creadas a
consecuencia del apoyo de la CIA. No son producto de la religión. El
proyecto de establecer un “Califato pan-islámico” forma parte de una
operación de inteligencia cuidadosamente diseñada.
El apoyo de la CIA a al Qaeda en absoluto acabó al terminar la Guerra
Fría. De hecho, más bien fue todo lo contrario. El modelo inicial de
apoyo encubierto no sólo se amplió sino que adquirió un empuje global y
se volvió cada vez más sofisticado.
La “guerra global contra el terrorismo” es una compleja e intrincada
creación de la inteligencia. El apoyo encubierto proporcionado a “grupos
terroristas islámicos” forma parte de la agenda imperial. Pretende
debilitar y, finalmente, destruir instituciones gubernamentales laicas y
civiles, al tiempo que contribuir a vilipendiar al Islam. Es un
instrumento de colonización que trata de minar naciones-Estado soberanas
y transformar países en territorios.
Sin embargo, para que la operación de inteligencia tenga éxito, las
diferentes organizaciones islámicas creadas y adiestradas por la CIA
deben desconocer el papel que están desempeñando en el tablero
geopolítico en beneficio de Washington.
De hecho, con los años estas organizaciones han adquirido cierto
grado de autonomía e independencia en relación a sus patrocinadores
estadounidenses y paquistaníes. Sin embargo, esta apariencia de
“independencia” es crucial; es una parte esencial de la operación
encubierta de inteligencia. Según el ex-agente de la CIA Milton
Beardman, los muyaidines siempre ignoraban el papel que estaban
desempeñando en beneficio de Washington. En palabras de bin Laden
(citadas por Beardman), “ni yo ni mis hermanos vimos pruebas de la ayuda
estadounidense” (Weekend Sunday (NPR); Eric Weiner, Ted Clark; 16 de
agosto de 1998).
“Motivados por el nacionalismo y el fervor religioso, los
combatientes islámicos ignoraban que estaban luchando contra el ejército
soviético a favor del Tío Sam. Aunque había contactos a los niveles más
altos de la jerarquía de la inteligencia, los dirigentes rebeldes
islámicos que actuaban sobre el terreno no tenían contactos con
Washington o la CIA” (
Michel Chossudovsky, Americas War on Terrorism, Chapter 2).
Se necesita la creación de “terrorismo” -incluyendo el apoyo
encubierto a terroristas- para proporcionar legitimidad a la “guerra
contra el terrorismo”.
Los diferentes grupos fundamentalistas y paramilitares implicados en
la actividades “terroristas” auspiciadas por la CIA son “activos de
inteligencia”. Tras el 11 de septiembre la función que se les designa
como “activos de inteligencia” es desempeñar el papel de “enemigos de
Estados Unidos” creíbles.
Con la administración Bush la CIA sigue apoyando (vía el ISI de
Pakistán) a varios grupos islámicos asentados en Pakistán. Se sabe que
el ISI ha apoyado a Jamaat a-Islami, que también está presente en el
sudeste de Asia, Lashkar-e-Tayyaba, Jehad a-Kashmiri, Hizbul-Mujahidin y
Jaish-e-Mohammed.
También se busca que los grupos islámicos creados por la CIA consigan
apoyo público para los países musulmanes. El objetivo subyacente es
crear división dentro de las sociedades nacionales por todo Oriente
Próximo y Asia central, al tiempo que se instigan las luchas sectarias
dentro del Islam, con el objetivo último de frenar el desarrollo de una
resistencia de masas laica de amplia base que desafiaría la ambiciones
imperiales estadounidenses.
Esta función de un enemigo exterior también es una parte esencial de
al propaganda de guerra que se requiere para aguijonear a la opinión
pública occidental. Sin un enemigo no se puede luchar una guerra. La
política exterior estadounidense necesita crear un enemigo para
justificar sus diferentes intervenciones militares en Oriente Próximo y
Asia central. Se necesita un enemigo para justificar la agenda militar
que consiste en “ir tras al Qaeda”. Para justificar la acción militar se
necesita la creación del enemigo y vilipendiarlo.
La existencia de un enemigo exterior mantiene la impresión de que la
“guerra contra el terrorismo” es real. Justifica y presenta la
intervención militar como una operación humanitaria basada en el derecho
a la autodefensa. Mantiene la impresión de un “conflicto de
civilizaciones”. En última instancia, el propósito subyacente es ocultar
los objetivos económicos y estratégicos reales que hay detrás de la más
amplia guerra de Oriente Próximo y Asia central.
Históricamente, Pakistán ha desempeñado un papel central en la
“guerra contra el terrorismo”. Desde el punto de vista de Washington,
Pakistán constituye un centro geopolítico. Hace frontera con Afganistán e
Irán. Ha desempeñado un papel fundamental en la realización de
operaciones militares estadounidenses y de los aliados así como en el
contexto de los planes de guerra del Pentágono en relación a Irán.
Pakistán sigue siendo un campo de adiestramiento para las brigadas
islámicas auspiciadas por Estados Unidos en Oriente Medio, África, Asia
central y sudeste de Asia.
Los medios de comunicación occidentales describen al presidente
Pervez Musharraf como “un aliado de Estados Unidos en su batalla contra
el terrorismo”. La realidad es completamente distinta. Desde finales de
los años setenta el régimen militar paquistaní ha estado ayudando y
financiando sistemáticamente “organizaciones terroristas islámicos” en
beneficio de Washington.
Michel Chossudosky es autor del libro Americas "
War on Terrorism"
Global Research, 2005. Es profesor de economía en la Universidad de
Ottawa y Director del Centro de Investigación sobre la Globalización.
Traducido del inglés por Beatriz Morales Bastos
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