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jueves, 1 de junio de 2017

La 'solución' a Siria amenaza con crear un paraíso de drogas y armas para Hezbollah

Una de las "zonas seguras" contempladas en el acuerdo de Rusia, Turquía e Irán se convertiría en un “paraíso ilegal” para los trapicheos de Hezbollah, la milicia más poderosa de Oriente Medio

Foto: Sayyed Hassan Nasrallah, líder de Hezbollah, durante una ceremonia en memoria del comandante Mustafa Badreddine, muerto en Siria. (Reuters)
Sayyed Hassan Nasrallah, líder de Hezbollah, durante una ceremonia en memoria del comandante Mustafa Badreddine, muerto en Siria. (Reuters)
Cuando empezó a sonar la propuesta de crear “zonas seguras” en Siria, el primero en levantar el brazo para sumarse al proyecto fue el presidente de Líbano, el prosirio Michel Aoun, aliado de gobierno de Hezbollah. El pequeño país de los Cedros, con una población que no supera los 4500.000 habitantes, acoge a más de un millón y medio de refugiados sirios. Con grandes expectativas, el presidente libanés apoyó la iniciativa y puso a Hezbollah a trabajar con Damasco. El pasado 4 de mayo la idea se materializó con un acuerdo firmado por Rusia, Turquía e Irán para el establecimiento de zonas de "zonas de distensión" o reducción de la violencia, un paso importante para desbloquear la situación en Siria si se lleva en la dirección correcta.
Aunque aún no están definidas las poblaciones que entrarán a formar parte del las “zonas seguras”, el acuerdo se aplicará en cuatro regiones sirias: la provincia Idlib (norte) y algunas partes de las provincias vecinas de (Latakia, Hama y Alepo), el área norte de la provincia de Homs (centro); el suburbio este de Ghouta en Damasco y partes del sur de Siria (Deraa y Quneitra). Todas estás áreas están en la actualidad bajo control de grupos rebeldes y rodeadas por las fuerzas sirias y sus aliados regionales, la milicia chií libanesa Hezbollah y la guardia revolucionaria iraní.
Las montañas de Qalamun han sido la principal vía para el tráfico de drogas y armas destinadas a la milicia más poderosa de Oriente MedioUno de los objetivos es crear las condiciones para el regreso seguro y voluntario de los refugiados y desplazados internos. Pero, dada la situación, es improbable que muchos refugiados regresen voluntariamente a una zona segura controlada por Bashar al Assad o sus aliados, teniendo en cuenta que la mayoría de los casi 5 millones de sirios que están fuera del país y los 6,3 millones de desplazados internos huyeron del régimen y no de los grupos armados de la oposición o los extremistas.
Sin embargo, el establecimiento de una zona de mitigación en la frontera siria con el Líbano beneficiaría a Hezbollah y a sus aliados iraníes. “Una zona de seguridad en la frontera libanesa protegería la línea de suministro de armas de Hezbollah, consolidaría la posición de la milicia en el controvertido panorama político del Líbano y aseguraría los intereses geoestratégicos de Irán en la región”, asegura a El Confidencial el coronel libanés retirado Nizar Abdel Qader.
Funeral de un miembro de Hezbollah muerto mientras combatía junto a tropas de Assad en Siria, en Doueir, Líbano. (Reuters)
Funeral de un miembro de Hezbollah muerto mientras combatía junto a tropas de Assad en Siria, en Doueir, Líbano. (Reuters)

Las montañas del narcotráfico

Esta zona comprendería el área que recorre la estratégica autopista Norte-Sur que conecta Homs (centro) con Damasco y la región de Qalamun, cuya cordillera montañosa se extiende como una frontera natural entre ambos países. Las montañas de Qalamun han sido la principal vía para el tráfico de drogas y suministro de armas destinadas a la milicia más poderosa de Oriente Medio. “La creación de esta zona segura permitiría a Hezbollah mantener la seguridad y la supervisión de la autopista Norte-Sur, una línea de suministro clave entre el norte de Damasco y el valle de Bekaa, en el Líbano, donde están situados los almacenes de armas del “Partido de Dios”, detalla el analista militar.
Si se lleva a cabo el plan, se establecerán zonas de exclusión aérea por lo que ni los aviones de la coalición internacional, liderada por EEUUni cazas israelíes podrán operar en esas zonas. Israel teme que la milicia chií que fue capaz de “derrotar” en el verano de 2006 al ejército más poderoso de toda la región, este aprovechando la guerra en Siria para rearmarse. Precisamente, cazas israelíes han bombardeado objetivos precisos en Siria para prevenir el contrabando de armas, suministradas por parte de Irán para Hezbollah en Líbano.
Hezbollah ha enviado entre 25.000 y 30.000 milicianos a Siria, pero la guerra está teniendo unos costes muy elevados para la miliciaEl objetivo del último de estos ataques, lanzado a principios de mayo cerca del aeropuerto de Damasco -y que, como en las ocasiones anteriores, Israel no confirmó- era destruir arsenales de misiles de precisión y armas de combate avanzadas destinas a Hezbollah.
Por lo tanto, la zona se convertiría en una especie de “paraíso ilegal” para los trapicheos de Hezbollah que, desde que ganó la guerra contra Israel en el verano de 2006, se ha hecho dueño y señor de todo el tráfico de drogas y laboratorios ilícitos de Captagon procedente del valle de la Bekaa, lo que proporcionó a la guerrilla chií mucho dinero para financiar los entrenamientos y captación de combatientes para la guerra en Siria. Hezbollah ha enviado entre 25.000 y 30.000 milicianos a luchar en Siria, pero la guerra está teniendo unos costes muy elevados, tanto en sangre como en dinero.

Tensión en los Altos del Golán

El acuerdo de Astaná sugiere la posibilidad de que Rusia, Irán y Turquía desplieguen conjuntamente sus fuerzas para asegurar que las "zonas de desescalada" se mantengan en todo el país durante seis meses. El hecho de que puedan haber soldados iraníes y milicianos de Hezbollah pululando por la frontera con Israel en los Altos del Golán ha puesto en vilo al Gobierno israelí. Jordania también ha reaccionado con desaire y amenazado con tomar represalias si en su frontera hay otras fuerzas que no sean las sirias.
El plan para el establecimiento de zonas de distensión, impulsado por Moscú, Ankara y Teherán, es uno de los asuntos tratados en la sexta ronda de negociaciones de paz sobre Siria, que se celebra desde el martes en Ginebra. Si la ONU o el Consejo de Seguridad de la ONU, -donde Rusia ha enviado una resolución para apoyar el proyecto impulsado en Astaná-, aprueban el plan de zonas seguras deberán enviar observadores internacionales para monitorear la implantación del acuerdo. Sin embargo, el régimen de Bashar Al Assad ya ha dejado claro que “no aceptará que las Naciones Unidas o las fuerzas internacionales supervisen el acuerdo". Desde este planteamiento, son más bien escasas las expectativas de éxito de del acuerdo de implementación de cuatro zonas de "desescalada" con el fin de crear un alto el fuego duradero en Siria.

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