México. Conflictiva electoral (Opinión)

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Por Gerardo Fernández Casanova, Resumen Latinoamericano, 21 de marzo de 2018.-

He opinado en estas páginas que la legislación electoral está hecha de parches, a grado tal que ya no se distingue su tramado original. Hoy lo confirmo a la luz de lo que está sucediendo y lo que, previsiblemente, podrá suceder. Nada bueno, por cierto.

Hoy está sobre la mesa el tema de las llamadas candidaturas independientes; esto es, las que se registran sin partido que las respalde. También llegó a llamárseles “candidaturas ciudadanas”. No es claro si en realidad son independientes, pero lo que sí es diáfano es que de ninguna manera son ciudadanas, en el sentido que se le ha querido dar al vocablo, como surgidas de la voluntad de mujeres y hombres ajenos a los partidos o los gobiernos.

La verdad es que sólo son otro parche a la legislación, destinado a tratar de enmendar (o encubrir) los garrafales vicios del sistema mexicano de partidos, los que han significado su nulidad en tanto que pretendidos instrumentos de la participación y la representación políticas de la gente común, no obstante la obligación constitucional de funcionar de tal forma y de la abultada cantidad de recursos fiscales dedicados a tal fin.

En primer lugar hay que dejar asentado que los requisitos para que un grupo de ciudadanos logre el registro de algún candidato son suficientes para evitarlo. Al sistema político anquilosado no le interesa que tales opciones estén a la disposición del elector libre; le resulta en extremo peligroso, por el hecho de que rompería con el esquema de control institucional de la participación política y su sometimiento. En razón de lo anterior sólo tres personas lograron reunir el número de firmas exigido y, de ellas, sólo una alcanzó la cifra de firmas válidas. Los tres presentaron un importante número de fichas sujetas a invalidación por motivos diversos entre los que se incluye la falsificación, en cuyo caso se estaría hablando de delitos graves en materia electoral. Toca a la Fiscalía Especializada en Delitos Electorales dictaminar al respecto de la calificación de las irregularidades y, en última instancia, al Tribunal Federal Electoral la correspondiente penalización. Es un proceso tortuoso que tomará mucho tiempo para dilucidarse, cuando estamos a una semana de que comience la campaña electoral y a tres meses de que se efectúen las elecciones. Aquí se está gestando un serio conflicto.

Ciertamente ninguno de los tres resulta un candidato independiente. Margarita Zavala, la única validada en sus cifras, es candidata por que su partido, el PAN, le negó alevosamente competir por la nominación. Lo mismo sucede con Rodríguez Calderón, autonombrado “el bronco” y de Ríos Pitter creo que autonombrado “el tigre”. Más allá de los alias preferidos, todos son desmembramientos de sus partidos originales, por tanto, ajenos al supuesto afán de que sean producto de la voluntad extra partidista de asumir el poder. Es una pifia que contribuye a complicar el proceso electoral.

Desde otro ángulo habrá que anotar que, como producto de otro parche legislativo, el árbitro electoral ahora tiene responsabilidad por todos los procesos electorales a nivel nacional. Las críticas, muy fundadas por cierto, de la indebida influencia de los gobernadores de los estados en dichos procesos, dieron lugar a atribuir al instituto electoral, antes federal y ahora nacional, para arbitrar en todas las elecciones, sin contar con la necesaria capacidad para hacerlo, mientras que los gobernadores continúan interviniendo indebidamente, sea por la vía del control presupuestal a los organismos locales (OPLES) o por el expediente acostumbrado del control político. La cosa es que se legisló en vano y a un muy alto costo. Ni se garantiza la equidad de los procesos electorales ni se les otorga la indispensable transparencia.

Así las cosas, entre otras muchas deficiencias, las elecciones del próximo 1 de julio están en riesgo de caer en desconfianza, cuando se respira un fétido aire de premonición de la intención fraudulenta. El propio candidato del PRI, José Antonio Meade, colocó como paradigma las elecciones del año pasado en el Estado de México, que estuvieron brutalmente manchadas por el cinismo del fraude en todas sus modalidades.

Nos espera una elección demasiado peligrosa y sólo podrá conjurarse mediante un triunfo inobjetable del puntero. De otra suerte, el tigre del encabronamiento popular se soltará solito y vaya usted a saber quién será el que lo pueda amarrar. Por lo pronto, AMLO ya se deslindó de hacerlo, como responsablemente lo hicieron Cuauhtémoc Cárdenas y él mismo en 1988, 2006 y 2012