El Tzompantli era un altar donde se empalaba las cabezas de
los cautivos sacrificados con el fin de honrar a los dioses.
Esta es su historia....
La visión era pavorosa. Desde gran distancia, la comitiva
cautiva iba arrastrando los pies por aquel sendero polvoriento y el grado de
inanición, deshidratación y agotamiento que desde su captura venían soportando
aquellos despojos humanos, hacía que estos desgraciados solo pudieran ser
merecedores de la compasión de los observadores que se iban encontrando por
aquel sendero que conducía al infierno.
Campesinos con unos miserables sayos asistían a los
condenados a ser pasto de la barbarie Mexica o Azteca, que para el caso es lo
mismo.
Les echaban agua por encima de la cabeza, les daban de beber
y sobre la marcha, un puñado de frijoles aplacaba la demanda perentoria de
alimentos que aquellos seres con los ojos desencajados demandaban en silencio.
El escenario era dantesco.
En torno a largas ramas de Mezquite o Ahuehuete –árboles
endémicos– la rehala de capturados para los horrendos sacrificios, casi pendían
de las gruesas sogas amarradas a sus precarios cuellos vinculados así sin
posibilidad de huir de una agonía penosa, en la que por el camino, muchos
fallecían.
Los primeros, los niños
Los primeros en morir eran los niños, si, los niños.
Estos caían como moscas por las durísimas condiciones del
trayecto, falta de condumio y sueño lacerante, al que se sometía a aquellos
enajenados a la vida.
Las risas y el juego habían desaparecido de sus rostros y
hábitos cotidianos; ahora solo cabía andar o reventar.
Aquel al que la adversidad lo doblegaba, se le reventaba con
un seco mazazo la tapa de los sesos, y punto.
A continuación, las mujeres eran las más castigadas.
Primero caían las embarazadas reventadas por las jornadas de
camino y a continuación eran molidas a palos ellas y sus fetos por más que
intentaran protegerse en un acto de humanidad heroica y extrema; tras este acto
de barbarie, aquella pulpa humana era dejada a la vera de la senda para ser
pasto de los carroñeros.
Los que conseguían sobrevivir y llegar a Tzompantli,
quedaban lívidos ante la elevada e imponente muralla de las calaveras.
Miles de cráneos ya osificados se agolpaban alineados
ordenadamente en hileras compactas unidos en el horror de aquella espeluznante
visión por una argamasa de barro y hierba molida.
Según descripciones del Dr. Eduardo Matos Moctezuma,
arqueólogo y máxima autoridad mexicana en lo concerniente al mundo precolombino,
los sacrificados en el Templo Mayor y en el juego de pelota (una forma de
futbito macabra y temprana), eran ensartados en sus parietales por gruesas
ramas de Mezquite (un árbol que se caracterizaba por su peculiar e intensa
producción de hidrógeno) con cuyas rectas ramas se atravesaba a los caídos de
forma transversal tal que si de pinchos morunos se tratara, permítaseme la
licencia.
Esta inserción en las cabezas no era casual ni caprichosa
pues se pretendía también matar al “Tonali” o alma del interfecto tras quitarle
primero la vida física obviamente. La aniquilación así del adversario era total
y no se le permitía acceder a mundos paralelos tras su fallecimiento.
Los que conseguían sobrevivir y llegar a Tzompantli,
quedaban lívidos ante la elevada e imponente muralla de las calaveras.
La empalizada más famosa hecha (de las varias construidas)
con los restos de los adversarios caídos en combate, la llamada Huey
Tzompantli, estaba dedicada a Huitzilopochtli, cuyo nombre significa
"Colibrí Azul a la Izquierda" y era, ni más ni menos, que el terrible
dios Mexica del Sol y la guerra; cuyo templo sagrado ubicado hoy bajo tierra y
en proceso de excavación en la calle Guatemala de la Gran metrópoli y una de
las capitales del mundo, que es Ciudad de México D.F.
La llamada cultura azteca fue muy prolífica en sacrificios
humanos a una escala desconocida hasta entonces en el mundo “occidental
Si bien a ciencia cierta no se sabe el significado, se cree
que el tzompantli no sólo servía como advertencia para los enemigos, sino que
celebraba la muerte., más que la vida, como lo dice el arqueólogo Raúl Barrera
Rodríguez “es importante conocer el sentido de la religión y de la muerte para
los pueblos prehispánicos. En la cosmogonía mesoamericana, los hombres existían
para adorar y alimentar a los dioses con ofrendas; era una condición para que
la vida continuara.
Los cráneos que se encontraban en el tzompantli acompañaban
al Sol desde el amanecer hasta el mediodía, momento en el que las mujeres
muertas en parto los relevaban acompañándolo hasta el ocaso, entonces viajaban
por el inframundo hasta el amanecer cuando nuevamente los guerreros iban con el
Sol.
Se han encontrado por medio de exploraciones arqueológicas
algunos tzompantlis.
En 1951 se encontró uno en Chichén Itzá.
En 1970 el arqueólogo mexicano Eduardo Matos Moctezuma
encontró otro tzompantli en Tula.
Posiblemente el más conocido de todos es el del Templo Mayor
el cual de acuerdo a diferentes estimaciones antiguas llegó a tener cerca de 60
000 cráneos humanos al momento de la llegada de los españoles en 1521.
El 20 de agosto de 2015 se dio a conocer que un equipo
arqueológico del Instituto Nacional de Antropología e Historia, descubrió en el
centro histórico de la Ciudad de México una estructura hecha de alrededor de 35
cráneos humanos, que se identificó como el Huey Tzompantli o Gran Tzompantli de
México-Tenochtitlán, descrito en las crónicas de los conquistadores españoles.
El Huey Tzompantli hallado en la calle Guatemala 24, a
espaldas de la Catedral Metropolitana estaba dedicado al dios Huitzilopochtli
quien era el dios de la guerra para los mexicas.
Y que pudo llegar a albergar 130.000 Cráneos.
Y creen que hay otra torre debajo del patio trasero de la
propio espacio de culto cristiano. Los resultados de su investigación acaban de
ser publicados en la revista Science.
El 75% de los cráneos examinados hasta ahora pertenecen a
hombres, la mayoría entre los 20 y 35 años, la edad de la mayoría de guerreros.
Pero el 20% eran mujeres y el 5% pertenecían a niños.
Resultados horrendos de la extorsión tributaria humana que
imponían los Mexicas a sus centenares de pueblos sometidos..
Extorsión tributaria que tambien bajo la forma de guerras
floridas de imponían a los pueblos que no se habían sometido a su vasallaje..
Una presión brutal como consecuencia de la práctica de las
expediciones aztecas en busca de prisioneros para sus macabros rituales.
Lo que en principio se planteó como un tributo en guerreros
Tlascaltecas, Totonacas, Txitximecas, etc...
Con el tiempo se convertiría en un insoportable saqueo de
los estados periféricos, los cuales tenían que soportar la brutal bota de sus
opresores.
Autor:
Adenariel Shilvano
Referencias:
Revista science.
https://science.sciencemag.org/content/360/6395/1288.full
INAH
INSTITUTO NACIONAL DE ANTROPOLOGÍA Y HISTORIA DE MEXICO.
Hamburgo 135, Colonia Juárez, Alcaldía Cuauhtémoc, Ciudad de
México, CP 06600 Teléfonos (55)4166-0780 al (55)4166-0784
https://www.inah.gob.mx/
Wikipedia
https://es.wikipedia.org/wiki/Tzompantli
Historiador:
Álvaro Van Den Brule
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