El engaño de Peña Nieto con la Reforma Energética
Por Enrique Pérez Quintana | Proyecto sin fin – Hace 22 horas
Desde que empezó el gobierno de Enrique Peña Nieto con frecuencia regular se habla de llevar a cabo una serie de reformas estructurales para hacer de México un país competitivo en el concierto de naciones. Se dice que todas las reformas son necesarias y los especialistas en temas del desarrollo nacional coinciden en que todas las reformas son inútiles sin la reforma energética, lo que convierte a ésta en la madre de las reformas y además en la que despierta más pasiones y sentimientos nacionalistas que algunos creían superados pero que surgen de su estado latente, aún entre los jóvenes de la generación actual.
La reforma energética, así llamada porque se refiere al petróleo y a la electricidad, fue presentada por el presidente Peña Nieto y al conocerla queda evidencia de que no contiene novedad alguna y que nos fuimos enterando por medio de “filtraciones periodísticas” que se presentaron a los medios para pulsar la polémica y reacciones que desataban las propuestas entre los diversos actores de la política.
Por meses se plantearon intenciones que fueron debatidas por los grupos políticos y empresariales interesados en el tema. Se filtró a los medios el propósito de llevar a cabo reformas a la Constitución para poner al día a Pemex, se hizo saber sobre la necesidad de liberar a esta industria de la enorme carga fiscal a la que está sometida, se planteó la posibilidad de que los empresarios participaran en la realización de actividades complementarias y se afirmó repetidamente que el petróleo es de los mexicanos y por lo tanto Pemex no se vende.
Acerca de estos planteamientos, presentes en los tiempos y espacios de los medios de comunicación por meses, se expresaron los partidos políticos, unos diciendo que no se oponían a la idea de hacer más competitiva a la empresa Petróleos Mexicanos, pero sin que se llevaran a cabo reformas a la Constitución, otros proponiendo la realización de reformas a la Constitución para abrir oportunidades de inversión para la empresa privada nacional y extranjera a fin de hacer de Pemex una empresa competitiva, productiva y creadora de empleo, otros acusaron la intención del gobierno de privatizar a Pemex y entregarla a los empresarios nacionales y extranjeros. Todos coincidieron en que la empresa debe ser sometida a una profunda reforma estructural que deslinde y ponga límites al sindicato petrolero.
Por meses estuvimos escuchando una polémica de tipo nacionalista sustentada en los episodios de la expropiación petrolera efectuada en 1938 por el presidente Lázaro Cárdenas quien, cuando la decretó, recurrió a un discurso nacionalista relacionado con el rescate de los recursos naturales a favor del pueblo de México y en contra de los extranjeros que por años lo habían humillado.
La remembranza es significativa porque en los intentos anteriores que pretendieron reformar a Pemex, el discurso empleado para oponerse a modificar el marco legal fue el aportado por Lázaro Cárdenas cuando manifestó que el petróleo era patrimonio de todos los mexicanos y, en función de este planteamiento, el discurso de la oposición se ha polítizado en términos ideológicos siendo, en la retórica, traidores a la patria los que proponen cualquier cambio que abra oportunidades de participación al capital privado.
Para dar a conocer la iniciativa de reforma energética de Peña Nieto con anticipación, siguiendo una estrategia de manejo de información, se filtró a los medios que estaría sustentada en el marco legal que había promulgado en 1940 Lázaro Cárdenas, con lo que se pensó en neutralizar a la oposición debido a que en aquella ley reglamentaria se autorizaba la participación del capital privado en las actividades de exploración y explotación y se mencionaba la posibilidad de realizar actividades de riesgo compartido entre Pemex y la empresa privada, la única limitación en aquella legislación es que la participación empresarial estaba reservada sólo para los mexicanos.
Hoy la iniciativa energética enviada por el presidente Peña Nieto al Poder Legislativo reitera, en materia petrolera, lo que ya sabíamos, plantea reformar los artículos 27 y 28 de la Constitución para permitir a Pemex celebrar contratos de utilidad compartida con el sector privado más no de producción compartida. El planteamiento de lo que desea realizar esta contenido en cinco puntos: 1) Asegura que retoma palabra por palabra el texto del artículo 27 constitucional del presidente Lázaro Cárdenas. 2) Propone un nuevo régimen fiscal para Pemex. 3) Impulsa la reestructura de Pemex. 4) Plantea mejorar las condiciones de transparencia y rendición de cuentas de Pemex. 5) Establece reglas de contenido nacional en las compras y proyectos de infraestructura de la paraestatal.
Ahora lo que sigue es que los actores políticos saldrán a decir lo que ya sabemos, unos a respaldar afirmando su acuerdo y demandando ir más lejos de lo propuesto, otros a oponerse mediante manifestaciones callejeras y denuncias de intenciones de privatización, todos pensando en sus propios intereses. Mientras eso sucede en los medios de comunicación y en la plaza pública, en México más de la mitad de la población sigue con hambre y los jóvenes sin esperanza. Para resolver estos problemas sociales y otros, deberá servir el petróleo, pero esa no es prioridad. Para los que se disputan esa riqueza lo verdaderamente importante es sacar provecho unos en forma de dinero, otros en forma de poder.
Los empresarios están impacientes por avanzar en sus negocios petroleros en los que ya participan hace más de dos décadas. Los políticos y en específico los partidos, se disponen a cobrar la factura de la reforma política que les garantice larga vida en la nómina y oportunidades para alcanzar el supremo poder de la Presidencia. Cada quién va por lo suyo. ¿Usted para qué piensa que puede servir el petróleo? ¿Le parece que las posiciones políticas y empresariales son por el bien de México o esas son sólo palabras vacías? Por lo pronto nadie puede decir que la propuesta del Presidente sea algo que nadie esperaba después de tantas firltaciones previas a la prensa. Todo lo contrario, Peña Nieto levantó tal expectativa que muchos pensaron que el anuncio de la Reforma Energética sería sorpresivo. Pero al final, el Presidente nos engañó con la verdad.
La reforma energética, así llamada porque se refiere al petróleo y a la electricidad, fue presentada por el presidente Peña Nieto y al conocerla queda evidencia de que no contiene novedad alguna y que nos fuimos enterando por medio de “filtraciones periodísticas” que se presentaron a los medios para pulsar la polémica y reacciones que desataban las propuestas entre los diversos actores de la política.
Por meses se plantearon intenciones que fueron debatidas por los grupos políticos y empresariales interesados en el tema. Se filtró a los medios el propósito de llevar a cabo reformas a la Constitución para poner al día a Pemex, se hizo saber sobre la necesidad de liberar a esta industria de la enorme carga fiscal a la que está sometida, se planteó la posibilidad de que los empresarios participaran en la realización de actividades complementarias y se afirmó repetidamente que el petróleo es de los mexicanos y por lo tanto Pemex no se vende.
Acerca de estos planteamientos, presentes en los tiempos y espacios de los medios de comunicación por meses, se expresaron los partidos políticos, unos diciendo que no se oponían a la idea de hacer más competitiva a la empresa Petróleos Mexicanos, pero sin que se llevaran a cabo reformas a la Constitución, otros proponiendo la realización de reformas a la Constitución para abrir oportunidades de inversión para la empresa privada nacional y extranjera a fin de hacer de Pemex una empresa competitiva, productiva y creadora de empleo, otros acusaron la intención del gobierno de privatizar a Pemex y entregarla a los empresarios nacionales y extranjeros. Todos coincidieron en que la empresa debe ser sometida a una profunda reforma estructural que deslinde y ponga límites al sindicato petrolero.
Por meses estuvimos escuchando una polémica de tipo nacionalista sustentada en los episodios de la expropiación petrolera efectuada en 1938 por el presidente Lázaro Cárdenas quien, cuando la decretó, recurrió a un discurso nacionalista relacionado con el rescate de los recursos naturales a favor del pueblo de México y en contra de los extranjeros que por años lo habían humillado.
La remembranza es significativa porque en los intentos anteriores que pretendieron reformar a Pemex, el discurso empleado para oponerse a modificar el marco legal fue el aportado por Lázaro Cárdenas cuando manifestó que el petróleo era patrimonio de todos los mexicanos y, en función de este planteamiento, el discurso de la oposición se ha polítizado en términos ideológicos siendo, en la retórica, traidores a la patria los que proponen cualquier cambio que abra oportunidades de participación al capital privado.
Para dar a conocer la iniciativa de reforma energética de Peña Nieto con anticipación, siguiendo una estrategia de manejo de información, se filtró a los medios que estaría sustentada en el marco legal que había promulgado en 1940 Lázaro Cárdenas, con lo que se pensó en neutralizar a la oposición debido a que en aquella ley reglamentaria se autorizaba la participación del capital privado en las actividades de exploración y explotación y se mencionaba la posibilidad de realizar actividades de riesgo compartido entre Pemex y la empresa privada, la única limitación en aquella legislación es que la participación empresarial estaba reservada sólo para los mexicanos.
Hoy la iniciativa energética enviada por el presidente Peña Nieto al Poder Legislativo reitera, en materia petrolera, lo que ya sabíamos, plantea reformar los artículos 27 y 28 de la Constitución para permitir a Pemex celebrar contratos de utilidad compartida con el sector privado más no de producción compartida. El planteamiento de lo que desea realizar esta contenido en cinco puntos: 1) Asegura que retoma palabra por palabra el texto del artículo 27 constitucional del presidente Lázaro Cárdenas. 2) Propone un nuevo régimen fiscal para Pemex. 3) Impulsa la reestructura de Pemex. 4) Plantea mejorar las condiciones de transparencia y rendición de cuentas de Pemex. 5) Establece reglas de contenido nacional en las compras y proyectos de infraestructura de la paraestatal.
Ahora lo que sigue es que los actores políticos saldrán a decir lo que ya sabemos, unos a respaldar afirmando su acuerdo y demandando ir más lejos de lo propuesto, otros a oponerse mediante manifestaciones callejeras y denuncias de intenciones de privatización, todos pensando en sus propios intereses. Mientras eso sucede en los medios de comunicación y en la plaza pública, en México más de la mitad de la población sigue con hambre y los jóvenes sin esperanza. Para resolver estos problemas sociales y otros, deberá servir el petróleo, pero esa no es prioridad. Para los que se disputan esa riqueza lo verdaderamente importante es sacar provecho unos en forma de dinero, otros en forma de poder.
Los empresarios están impacientes por avanzar en sus negocios petroleros en los que ya participan hace más de dos décadas. Los políticos y en específico los partidos, se disponen a cobrar la factura de la reforma política que les garantice larga vida en la nómina y oportunidades para alcanzar el supremo poder de la Presidencia. Cada quién va por lo suyo. ¿Usted para qué piensa que puede servir el petróleo? ¿Le parece que las posiciones políticas y empresariales son por el bien de México o esas son sólo palabras vacías? Por lo pronto nadie puede decir que la propuesta del Presidente sea algo que nadie esperaba después de tantas firltaciones previas a la prensa. Todo lo contrario, Peña Nieto levantó tal expectativa que muchos pensaron que el anuncio de la Reforma Energética sería sorpresivo. Pero al final, el Presidente nos engañó con la verdad.
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