La Cofradía egipcia mueve la ficha de la sangre

IN ORIENTE MEDIO / BY JUANLU GONZÁLEZ / ON 15/08/2013 AT 10:34 PM /

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Como sucede en cualquier proceso de disturbios de cierta entidad como los acontecidos en Egipto estos días, la confusión reina en los primeros momentos hasta que se van conociendo datos, verificando fuentes y separando la información de la propaganda. Personalmente desconfío de las unanimidades informativas como las que se han producido ayer y hoy, ya que suena más bien a consigna que a relato fidedigno de los hechos.
Parece claro que la policía ha cargado contra los partidarios del anterior régimen fascista confesional de Morsi con todas sus fuerzas a tenor del número de muertos que se han producido en sus filas. El gobierno interino había decidido desalojar las protestas callejeras y las acampadas en las plazas cairotas, así lo había anunciado con anticipación y así lo hicieron por encima de todo.
No obstante, pensar que la policía ha provocado más de 500 muertos disparando contra gente desarmada, que es parte de la misma épica que alimentó los inicios de las guerras en Libia o en Siria, no es creíble. Había que leer la letra pequeña de los artículos que se han ido publicando en occidente para comprender que, aunque los islamistas obviamente se han llevado la peor parte, las protestas no han sido en absoluto pacíficas. Se habla de acampadas armadas, de ataques a multitud de edificios gubernamentales, de quema de iglesias, de disparos de granadas autopropulsadas contra comisarías… No, no se trata de la acampada de la plaza de Rabaa al Adawiya o la plaza Nahda de las que disponemos del mayor número de imágenes, lo de ayer en Egipto fue mucho más que eso.
En algunos medios de internet independientes ya comienzan a publicarse imágenes de los “hermanos cofrades” armados con fusiles automáticos durante los enfrentamientos con la policía. Se habla de que terroristas que operan en Siria se desplazaron a Egipto para organizar una guerra civil que le permitiera situar a los Hermanos Musulmanes de nuevo en el poder respondiendo a llamamientos públicos de Zawahiri, su propio hermano correligionario y otros emires de al Qaeda para tomar las armas.
Mucha gente está esperando saber dónde está exactamente Estados Unidos, la Unión Europea, Rusia o los países del Golfo para ponerse tras las filas de los «buenos» o situarse justo en el bando contrario, guiados por filias o fobias apriorísticas. Sin embargo, todos ellos juegan a más de una carta, apostando por un bando y el contrario al mismo tiempo. EEUU pagaba a Morsi como paga a Adi Mansur para asegurarse cierto control del país gane quien gane. El imperio se sentía muy a gusto con los islamistas —a los que ayudaron claramente a entrar en el poder— ya que habían abrazado el neoliberalismo del FMI y mantenidos los acuerdos anti natura con Israel, a pesar de su cercanía con la marca palestina de la Hermandad, Hamás. Pero, a pesar de ello, tampoco podía quedar aislado o sin puentes diplomáticos con el país más importante de la región, por eso han tragado con al Sisi y los «suyos», una extraña alianza con la izquierda del país, los nasseristas, liberales, laicos, cristianos, sufíes, salafistas…
Ahora, occidente en pleno se ha aprestado a condenar al gobierno de transición de Egipto. Para Erdogán —con las barbas en remojo— las críticas serán siempre bastante tibias, pero el coro es bastante unánime. Diferente va a ser la salida que cada uno de ellos busque para la explosiva situación actual. No creo que ni EEUU ni la UE apuesten por una guerra civil, que tampoco es un escenario imposible, a tenor de cómo se desarrollan los hechos en estos momentos. Pero los grupos salafistas y takfiríes del Golfo seguro que lo intentarán moviendo a sus peones terroristas y a sus petrodólares para atizar el odio interconfesional, que es el escenario que siempre promueven para desenvolverse como pez en el agua. La clave, como siempre, la tiene el ejército. Muchos sostienen que, con el derrocamiento de Morsi, impidieron una guerra civil. Hoy la Hermandad Musulmana es la que pretende tomar las calles y lo menos que puede pedírsele a los militares es una muestra de prudencia, contención y responsabilidad.
El gobierno interino debería hacer lo indecible para integrar todas las sensibilidades políticas del país en su gobierno de transición que pilotara el país hasta la convocatoria de nuevas elecciones y la redacción de una nueva constitución laica y garantista de los derechos y libertades fundamentales. La legalidad o no de los partidos puramente religiosos —algo que puedo tratar de entender pero con lo que, personalmente, no estoy de acuerdo— sin duda será uno de los temas más espinosos que deberían abordarse para la nueva carta magna. De momento, con la que está cayendo, hablar de estos temas es pura política ficción.